Título
original: The Thing
Director: John Carpenter
Guion: Bill Lancaster
Elenco: Kurt Russell, Keith David, Richard Dysart, A. Wilford
Brimley, Richard Masur
Cinematógrafo: Dean Cundey
País: Estados Unidos
Año: 1982
Tópicos: Alienígenas, gore, paranoia
Canción
recomendada: Morricone sabe leer las películas y convertirlas en melodías.
“Una película deprimente y absurda. Los actores son
utilerías mutiladas, cortadas, decapitadas, comidas y regurgitadas. Es
demasiado falso como para ser desagradable. Cine basura y nada más” (The New
York Times).
“The Thing
huele, y bastante mal. No tiene ritmo, la continuidad es frágil, no hay sentido
del humor, los personajes son unicolor, sin un ápice de calor o humanidad. Me
parece que John Carpenter no nació para dirigir una película de terror-ciencia
ficción. ¿Para qué sirve? Para grabar accidentes de tránsito, choques de trenes
y azotes públicos” (Starlog Magazine).
“Lo impresionante es cómo Carpenter lo arruina todo.
Hay una gran diferencia entre efectos especiales que impresionan y suspenso y,
al sacrificarlo todo en el altar de las tripas, el director sabotea el drama. The Thing se esfuerza tanto en
mantenerte despierto que casi te pone a dormir” (Newsweek).
Esas son tres de las muchas reviews contemporáneas que
coincidían universalmente en el fracaso de la que hoy es considerada una obra maestra del cine, un experimento en
paranoia, manipulación narrativa y espectáculo gore. En 1982 se estrenaron
dos películas sobre extraterrestres; la primera, E.T., de la mano de un triunfante Steven Spielberg, conquistó los
corazones del público mundial, con notas que hoy vemos replicadas en Stranger Things. Cuando le hablabas a la
gente de alienígenas, la gente quería un cuento que te da calorcito por dentro.
La historia de Carpenter es hielo y
nihilismo.
Antes de
seguirla comentando, te invito, como siempre, a que la veas. Entre menos sepas
de ella, mayor será el impacto.
Lo primero que hay que recordar, cuando hablamos de la
trama, es que está basada en una novela John W. Campbell, aptamente titulada “¿Quién Anda Ahí?”, la historia de un
equipo científico en la Antártida. Los días transcurren entre monocromo hielo y
pastosa monotonía, quebrantada con el ataque de un noruego de una estación
cercana. El hombre ha enloquecido y cuando el equipo norteamericano visita su
estación, consiguen ruinas, sangre, locura y una criatura indescriptible muerta
y congelada. Científicos al fin, la llevan a la base, seguros de estar ante
vida extraterrestre. Pronto descubren que La Cosa no estaba muerta, sino
hibernando y, para cuando descubren su habilidad principal (asimilar otras formas de vida, consumirlas y hacerse pasar por ellas),
ya es demasiado tarde. Se viene una tormenta, están aislados y cae una noche en
la que descubrirán quién es quién.
Es conocimiento popular que cuando uno habla de
“terror-ciencia ficción”, dos obras son elementales: Alien y The Thing.
Carpenter, devenido de una campaña admirable que empezó con Assault on Precinct 13, dándonos a Halloween
y Escape From New York, tomó la
historia de Campbell, ya adaptada al cine en un esfuerzo de 1951, profundizando
los temas más allá de esa primera versión Y del libro. En efecto, esta película es uno de los pocos casos de
una adaptación que supera a la fuente literaria. El grupo, multitudinario
en el libro, es reducido a 12 hombres; El foco, centrado en “ciencia pura”,
cambia a dramatismo y tensión –y, sí, los primeros treinta o cuarenta minutos
son lentos, pero una vez caemos en
cuenta de que cualquiera podría ser la cosa, all bets are off and we are
Carpenter’s bitch.
Sí reconozco que hay un hoyo en la trama, en que no
sabemos quién es la criatura ni cuándo fue asimilado, pero el genio de
Carpenter es usar esa omisión a su favor. Si
eres la clase de personas que necesita saber todo sobre la historia y necesita
una explicación de por qué pasan las cosas, vas a odiar esta película. The
Thing no se trata del cómo, sino de lo que es. Y lo que es, es perfecta
paranoia. Pocas experiencias cinematográficas son más cautivantes que esos
tipos reunidos en círculo, viéndose unos a otros, sin saber en quién confiar.
Va a haber muchos momentos en que tú mismo vas a jurar que La Cosa es fulano, o
mengano y la película confirmará o negará tus sospechas en una explosión de
terror. Imposible hablar de esta
película sin tocar a los efectos especiales, una vaina digna de ser vista y
que te asaltan estés o no advertido. Producto de dos titanes, Stan Winston
(google him) y Rob Bottin (amo de lo ultra-violento), es imposible ver al monstruo esencialmente amorfo y no concluir que
estás ante una forma de vida real. Claro, la vaina es ilusionismo del más
puro, jugando con la cámara, porque lo que funciona lo ves claramente y lo que
no, apenas te lo sugieren –de manera que
tu imaginación completa el resto.
¿Cuán efectivos son los efectos especiales? Ve esta
película y luego ve la precuela del 2011. Dime
cuál de las dos se ve más falsa.
Esto no es un set; es una pintura mate. |
Súmale a lo antedicho unas pinturas mate de Albert Withlock (favorito de Hitchcock, prácticamente todos los grandes escenarios
que vas a ver no son reales sino pintados), actuaciones estelares de Kurt
Russell, Keith David y Richard Dysart y un soundtrack que le cae como anillo al
dedo -¿y cómo no, cuando viene de Ennio Morricone? La película era éxito garantizado de los mejores genios de la época...
Excepto que la
crítica la detestó, volviéndola un
ejemplo insigne del cine reivindicado por la gente. “Me llamaron ‘pornógrafo de
la violencia’” dijo Carpenter en 1985. “No tenía idea de que la recibirían así.
The Thing fue demasiado avanzada para
su época. Yo sabía que sería fuerte, pero no tan fuerte y no tomé el gusto del
público en consideración; me tomo los fracasos de forma personal y este fue el
más personal de todos”. Si Halloween
fuese la única contribución de Carpenter al cine de terror, eso ya sería
suficiente, pero es que además nos dio The
Thing (tan admirada por Tarantino, que su Hateful Eight es un frontal homenaje), uno de los mejores esfuerzos
de terror que vas a ver en tu vida.
Otra
por el estilo:
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