viernes, 31 de julio de 2015

COMIC APOCALYPSE II: Historias X-Tremas

Puedes leer la primera parte acá;
la tercera acá;
Y la cuarta acá.





PREGUNTA: ¿Qué harías si Chris Claremont renuncia como escritor de X-Men?
BOB HARRAS: Esa pregunta es tan irreal que no la puedo responder. No me imagino a Chris haciendo algo así. Tendría un colapso nervioso, supongo”.
-Entrevista, 1988.

 
Esta es "la portada que cambió todo en los 90'", dibujada por un californiano que sería sinónimo de “genio” y “cretino”: Rob Liefeld. El hombre que dictó el estilo de una década.

 Rob Liefeld

Liefeld entró en la escena como parte de una generación maravilla, que incluía a Jim Lee, un momento particular en la historia cuando los hombres de la vieja guardia, los que crearon el boom de los 60’ y 70’, estaban retirados casi en su totalidad. Es cierto que ambas casas les pedían a sus artistas ajustarse a un patrón, que era el estilo visual de la editorial, pero el arte de Jim Lee no parecía influenciado por Jack Kirby, sino por artistas independientes y películas de acción. Liefeld, por su parte, era arrojado. Se pasaba una noche entera boceteando personajes y a la mañana siguiente los enviaba a Marvel, “Hola. Hice todos estos personajes, pueden usarlos o descartarlos a gusto, no hay rollo”. Jim Valentino, Erik Larsen, Marc Silvestri, tipos que llegaron de la nada y fueron asignados a los títulos grandes, con un estilo que desechaba las normas de la anatomía para imponer el estilo.

 Marc Silvestri

El cambio de dirección artística tuvo efectos casi inmediatos. Marvel empezó un nuevo título para que Liefeld se encargara y cuando Louise Simonson, escritora, hacía su trabajo, Bob Harras, el nuevo jefe editorial, la ignoró a favor de Liefeld. El mensaje era “Los chamos están comprando estos cómics por los dibujos. Por el arte que ven en las portadas y lo que está en las páginas cuando ojean. Si el arte no los captura, la historia no lo hará”. La convalidación de esa actitud venía con las ventas de 1990, el mejor año hasta la fecha en la industria.

Al quejarse Louise sobre los métodos X-Tremos, el editor de la serie la despidió. En palabras de Chris Claremont, “Louise Simonson was fucked out of a job by that guy (Liefeld)”.

 
Louise Simonson con Chris Claremont

“Si vende, no hay problema. Si vende, es porque a la gente le gusta. If it sells, all is well”. Creo que esa es la frase que mejor define a los cómics en los 90.

Sin embargo, Simonson notó que, mientras los personajes eran más y más musculosos y las armas más y más grandes, mientras los escenarios aparecían y desaparecían y el número de lectores aumentaba, “Liefeld dibujaba ventanas cuadradas en una viñeta, pero las mismas ventanas eran circulares en otra. Me tomó unos seis meses el comprender que Rob no estaba interesado en contar historias. Lo que él quería era dibujar personajes que se vieran cool y pasar página tras página de ellos posando. Esos libros le dieron a Marvel un dineral y la empresa empezó a pensar que cualquier artista que garantizara eso, debía ser tratado como un dios. Y así fue con Liefeld”.

Por esos mismos años, Harras se reunió con Jim Lee y un par de editores y les dijo, claro y raspao’, “Quiero que ustedes se encarguen de X-Men”.
“Pero ya va” dirías tú, que has prestado atención a toda esta historia, “¿Qué pasa con Claremont?”
Se decidió en esa reunión que el argumento de la historia lo haría Lee, junto a los artistas de los demás títulos de mutantes. Chris Claremont, que hasta ese punto había redactado los guiones de la franquicia por más de diez años (ni siquiera Stan Lee y Jack Kirby participaron en una serie por diez años), pasó a rellenar con diálogo los globos ya hechos por otros. Francamente insultante, si me preguntas. Dice Claremont que “No era una situación de ‘Jim se encargará del nuevo título, X-Men y tú conservas los otros’, era una cosa de ‘Este es tu nuevo papel, tómalo o déjalo’”. El escritor, que necesitaba el dinero para pagar una hipoteca, trató de poner buena cara y ser el company man que había sido. “Jim (Lee) no era un creador consistente” cuenta ahora, “Me llegaban siete páginas, pasaba una semana o dos, y me llegaban las otras catorce y yo tendría que llenarlas de texto ese mismo día y llevarlas a la imprenta al día siguiente”.

 
Jim Lee

El final no vino con una emotiva despedida ni un tributo bonito. Oficialmente, “Chris Claremont se tomará un año sabático”. El padre de los X-Men estaba expulsado de la marca que hizo tanto por construir. Ese detallazo no pasó desapercibido por los nuevos artistas, uno de los cuales era un canadiense que ni siquiera parecía tan interesado en cómics. Lo que al tipo le gustaba era el béisbol y se estaba esforzando en ser un grande liga. “Si no lo logro” se dijo a sí mismo, “Me dedicaré a dibujar cómics”. Si la memoria no me falla, fue una lesión lo que le impidió ser un beisbolista profesional, porque Todd McFarlane no es la clase de personas que acepta un “No” por respuesta.

 Todd McFarlane

McFarlane era el propio artista rockstar. Tras ir en ascenso dibujando para Marvel, se hizo con el control artístico (dibujante y escritor) de Spider-Man. Ahora Peter Parker era musculoso y Mary Jane una playmate. La telaraña era elaborada como sogas y el personaje, “explotando la faceta fantástica”, se contorsionaba en posturas inhumanas. Historias oscuras que recordaban a la raíz del personaje, colores opacos y una nueva co-estrella, Venom, el anti-héroe que le hacía juego a Punisher y Wolverine, esa serie de anti-héroes que se sentían cómodos decapitando a los malos.

Hay muchos que hoy piensan que los creadores de la época aprendieron las lecciones erradas de Watchmen y Dark Knight Returns: Llenaron a los títulos con sexo y violencia, en un intento por acercar “temas maduros” al medio. Los Vengadores, Iron Man, el Capitán América, Thor, y todo lo que no fuera Batman, X-Men, Spider-Man, Wolverine, Punisher y hasta Ghost Rider pasó a un segundo plano. Cuentan que si trabajabas para DC y no estabas vendiendo un millón de ejemplares, lo que tenías que hacer era meter a Batman en la serie.

Porque, sí, el dinero entraba por chorros. El arte estaba vendiendo una barbaridad y el nivel de exceso era tal que había carreras de ferraris y fiestas navideñas con estrellas de calidad internacional. Si un título vendía 500.000 ejemplares, era una tragedia (para que tengas referencia, si un cómic vende 100.000 ejemplares es considerado un éxito avasallante). Cuenta la leyenda que el problema vino cuando McFarlane fue a una convención y notó cuántas franelas de Spider-Man se estaban vendiendo, franelas oficiales con SU ARTE, SUS DIBUJOS y ni un centavo de esas ventas paraba en sus bolsillos. Para ese punto, el X-Men de Jim Lee había vendido algo así como 2.000.000 de ejemplares (es el mayor best-seller de la historia en cómics). El Spider-Man de McFarlane vendía 1.500.000, el New Mutants de Liefeld estaba por esas filas y, aunque ellos ganaban bien y tenían muchísimo reconocimiento en la industria, en las palabras de Todd McFarlane, “Nos están jodiendo”.

Esto es de “Icons”, el guión de Rob Liefeld en que habla de los eventos de aquellos años, un guión que tiene años rodando por ahí y que ha sido leído y aceptado erga omnes:


CONVENCIÓN. INT.

Rob está sentado en una mesa de convención de cómics, firmando libros para unos 15 o 20 fans.
Está hablando con los fans, asintiendo, agradeciéndoles por el apoyo cuando algo captura su atención…
Voltea hacia la derecha y se acerca un hombre de cabello oscuro. Es delgado, de rostro huesudo y mirada intensa. Marcha hacia Rob con arrogancia deliberada.

Este hombre es TODD McFARLANE. Cuando habla, lo hace con estos tonos canadienses mezclado con un denso acento de Boston. Es intenso todo el tiempo, no hay momentos ligeros con Todd. Es enigmático y atractivo.

Todd llega a la mesa de Rob, echándole un ojo a su portafolio. Se queda callado. Pasa las páginas para adelante y para atrás antes de abrir la boca.

TODD

Liefeld, ¿no? Buen trabajo, panita.

Rob lo observa, atento.

ROB
¿Todd McFarlane?

TODD
You betcha, bud.

Se dan la mano. Rob se levanta.

ROB (Voice-Over)
Y así conocí a Todd.

Close-up a Todd.

TODD
Vine a conocer a todos los chicos “L”.

Rob se ve confundido.

TODD
Los chicos “L”. Tú sabes… Larsen, Lee, Liefeld. Ustedes me hacen la vida imposible, bastardos. Es como si Marvel no te contrata a menos que tu apellido empiece por “L”. Fuuuuuuuck me.
(pausa).
Ustedes son carajos con talento. En especial el Jim Lee. Yo tenía el escenario dominado hasta que aparecieron ustedes. Ahora todo es Lee, Larsen, Liefeld, blah, blah, blah.

Rob y Todd caminan por la convención. Llegan hasta un calvo con pancita y calva incipiente. Este es ERIK.
Erik está de pie conversando con unos fans. Todd interrumpe:

TODD
LARSEN. Encontré a Liefeld. Vámonos a engullir.

Rob y Erik se dan la mano.

ROB
¿Cómo estás?

ERIK
Épale.

Se dan la vuelta y siguen a Todd hasta salir de la convención.

ROB (Voice-Over)
Nunca había conocido a nadie como Todd. Tenía fuego por dentro, era un tipo cuya pasión ardía fuerte.

CORTE A:
RESTAURANTE. INT.
Todd, Erik y Rob están sentados en un restaurante. Franquicia tipo Friday’s, un local de hamburguesas.

TODD
Lo que quieren es drenarte, desangrarte, agarrar tus ideas y meterlas en una licuadora para hacer una bien buena malteada Marvel.

Apunta con el dedo a Rob.

TODD
Y tú, tú eres como una fábrica, panita. Cierra la fábrica, viejo.

ROB
Tengo tantas ideas que no creo que me quede sin ellas.

Todd ve a Erik asintiendo. La respuesta de Rob es inaceptable.

TODD
Pana, vente a la familia de libros de Spidey. Dibuja un título de Spidey conmigo y con Erik. Un personaje, no un equipo con un enorme elenco, como en el que te tienen.

(…)

CORTE A:
HABITACIÓN DE HOTEL. INT.
Rob y Erik están sentados en la cama, Todd camina de acá para allá, todavía charlando.

TODD
Tienes que salirte de la familia-X. Abandona esas series. No te pagan por personaje.
(Pausa).
Y abandona al escritor también. Los chamos no compran los libros por los escritores, los compran por los dibujos. NUESTROS dibujos. Así te quedas con la plata del escritor.

Todd agarra una libreta del hotel en la mesita y dibuja un círculo para Rob.

TODD
El escritor recibe dos puntos y medio del pago. Tú recibes dos puntos y medio, como el artista. Si sacas al escritor, recibes tú el doble del pago. ¿Estás casado?

Rob niega con la cabeza.

TODD
Yo estoy casado y te digo, la esposa aprecia esos centavitos extra. Se suman y se suman, ¿me sigues? Tienes que abandonar al escritor.

Erik Larsen

Mientras esto pasaba, DC estudiaba las bestiales ventas en Marvel, concluyendo que, aparte del fenómeno de los artistas estrella, todas esas ventas ocurrían alrededor de grandes eventos en los cómics. Viniendo de una historia en que los relanzamientos de Batman y Superman fueron tan bien recibidos y la crítica trató tan bien a obras de corte adulto como Batman: Year One y Batman: The Killing Joke, la elección fue una especie de nuevo re-lanzamiento asociados a grandes eventos. Y para que algo nuevo venga, lo viejo tiene que destruirse.


“La Muerte de Superman” fue anunciada con tanto revuelo que trascendió la prensa especializada, para llegar a las noticias mainstream (algo así como lo que pasó hace unos años con “la muerte del Capitán América”, antes de que la cultura geek explotara). Y mientras eso ocurría, el Murciélago desaparece: Bruce Wayne y su temporada como Caballero Oscuro llegaría a su fin con la historia “Knightfall”. Por cierto que te puedes olvidar de Green Lantern, porque el tipo está saltando la talanquera, uniéndose al PSUV y firmando contra Obama (se vuelve malo, quiero decir). Y Green Arrow muere. Y si Barry Allen no está muerto, vamos a matarlo.

Ahora, si tú sabes algo sobre cómics, es que en las historias de superhéroes sólo los padres de Batman y el Tío Ben permanecen muertos (hasta Gwen Stacy volvió). La gente se alborotó con la muerte de Superman como se alborotaron con la del Capi y esos episodios siempre venían atados a “creadores estrella”, de manera que estás vinculando dos conceptos que arrojan ganancias astronómicas por separado. Fíjate en Knightfall, para que veas la forma en que planeaban los argumentos:

Batman se enfrenta a Bane y este malo le fractura la espalda, imposibilitándolo para continuar su carrera como luchador enmascarado, parecido a como el Joker le puso el punto final a Barbara Gordon como Batgirl. El nuevo Batman era un carajo que no le tenía miedo a matar a los malos, odiaba todo el aspecto investigativo del trabajo, se llamaba Jean Paul Valley (really) y se veía así:


En otras palabras, no era para nada como Batman.

Y la noción de que esos cómics eran importantes y por ende debías comprarlos y coleccionarlos venía de la idea de que YA NO VA A HABER MÁS HISTORIAS DE CLARK KENT NI DE BRUCE WAYNE. Tenías el fin de personajes icónicos y nuevos relanzamientos que, un día en el futuro, "valdrían una fortuna" como el primer Action Comics (vamos a hablar de eso la semana que viene, hay mucha tela que cortar). La idea no era disparatada, recordemos que Wally West sustituyó a Barry Allen como The Flash durante años. Parecía un buen momento para entrar en cómics, porque estas grandes cosas estaban ocurriendo que “cambiarían todo para siempre".

Ojo, Marvel había sacado X-Men #1, de Jim Lee y ahora, años después, trataba de emular a la jugada de DC con un relanzamiento que hoy es infame: La Saga de los Clones de Spider-Man. La historia es una vaina así: En los años 70, hay un episodio en que Spider-Man se enfrenta a un clon. Al final, Peter Parker emerge victorioso, pero había cierta ambigüedad con respecto a si el que ganó era el real o no. Bueno, ahora, veinte años después, nos decían que Peter Parker era el clon. Hemos seguido a las historias de un impostor, porque el verdadero Peter va por el nombre de Ben Reilly. Parker, casado con Mary Jane y esperando un hijo, se retira y es Ben Reilly el nuevo Hombre Araña.

En el momento, esa historia fue promocionada salvajemente (por ahí tengo cómics de X-Factor en que Marvel promociona cada tantas páginas “WHO IS THE REAL SPIDER-MAN?”) y la vaina estaba surtiendo efecto. Then people took notice on how fucking stupid the story was, unos kilos que tardaron unos años para caerle encima a nuestros Liefeld, McFarlane y Lee. La Saga de los Clones data de 1994, nosotros nos vamos a 1991:


OFICINAS DE MARVEL. INT.
Rob, Jim (Lee) y Todd caminan lentamente por un pasillo oscuro. Todd está en el centro y es el más alto y líder de la manada. Jim va a la izquierda, Rob a la derecha. Cada uno viste un sobretodo negro. Es de noche, estamos a oscuras, el trío pasa a un arbolito de navidad y al equipo de limpieza, hacia la oficina del editor.

ROB (Voice-Over)
Pero Todd tenía una vena dramática. Le encantaba montar una escena.

El editor, Terry (NOTA: Probablemente un personaje sustituyendo al editor en jefe real, Bob Harras), está de pie hablándole a un hombre más bajo de mediana edad. Ese es TOM (NOTA: Tom DeFalco, otro chivo editorial; alrededor de ese año, Tom también sería expulsado por las decisiones del equipo editorial). Tom es otro de los editores principales de Marvel Comics. Italiano, nariz grande, cabello gris, brazos enormes. 

Tom se voltea ansiosamente para saludar al trío. Empieza a apretarles las manos.

TOM
Es bueno verlos, mis amigos. ¿Qué los trae a nuestras oficinas en esta época del año? ¿Están preparando otro best-seller?

Cada uno saluda, Todd pasa a Tom y va hacia Terry.

TODD
Terry, es bueno verte, pana. Gracias por recibirnos con tan corta anticipación.

TERRY
Siempre a la orden, me contenta mucho encontrarlos. ¿Qué les ha parecido la Gran Manzana?

Tom los invita a su oficina y los tres lo siguen. Tom trata de infiltrarse, pero Todd levanta la mano y lo echa para atrás.

TODD
Sólo para chivos, pana.

Tom trastabilla, en shock. Mira a Terry esperando una respuesta. Terry se gira hacia Todd.

TERRY
¿Hay algún problema?

TODD
Para mí, sí.

Terry le hace una seña a Tom. Tom retrocede.

Entran en la oficina y se sientan alrededor del escritorio. Terry enciende un cigarrillo. La iluminación es pobre, sólo de la lámpara sobre la mesa.

TODD
Terry, vinimos nosotros mismos para decirte, cercano y personal, que el tren de esclavos ha hecho su última parada. Nuestro tiempo en la plantación se ha terminado. Nos vamos de Marvel.

Terry pausa. Inhala del cigarrillo y expulsa humo.

TERRY
Eso es un poco brusco. Especialmente considerando cuánta plata han hecho con Marvel los últimos meses.

TODD
Hice menos del 4% del total de las ventas del Spider-Man número uno. Es el título mejor vendido de Spider-Man en toda su historia. Ningún otro episodio se acerca. Me parece que USTEDES deberían darme las gracias A MI.

TERRY
Y te agradecemos, Todd. Apreciamos mucho las contribuciones que has hecho al mito de Spider-Man.

TODD
Sí, bueno, las gracias ya no son suficientes, mi pana.

Todd se tensa.

TODD
Mi papá trabajó en una fábrica, le dedicó los mejores años de su vida. Se presentaba todos los días con una sonrisa, siempre a la hora y trabajó bien duro para construir esa fábrica, esa marca. Después de trabajar veinte años ahí, reunieron a todo el mundo a su alrededor y le dieron un reloj. No era un reloj de oro, no era nada especial, pero era un reloj.

TERRY
¿Es esto por un reloj, Todd? ¿Es por eso que estamos aquí?

Jim se voltea y le susurra a Rob.

JIM
¿Esto es por un reloj?

Todd tensa la cara.

TODD
¿Qué? ¡Esto no es por ningún puto reloj, viejo! ¡Estás ignorando el punto! ¡Se trata del GESTO!

TERRY
¿Y cuál tú dirías que es ese gesto?

TODD
El darle las gracias a los trabajadores de la plantación.

TERRY
Me ofende que compares a Marvel con una plantación, Todd.

TODD
¿Cómo NO es una plantación? Trabajamos por sueldos de esclavos.

TERRY
De verdad no creo que millones de dólares sean sueldos de esclavos.

TODD
¡Yo hice esa plata, pana! ¡Ningún otro libro de Spider-Man está haciendo millones! ¡Yo lo hice! ¡Fue TODD!

TERRY
Y lo valoramos, mucho. ¿Tengo que conseguirte un reloj para satisfacer tu criterio sobre el patronazgo?

TODD
Te estoy diciendo, yo no voy a trabajar más aquí, pana. Con reloj o sin reloj. Ese barco ha zarpado, pana. Considera este tu pre-aviso.

Afuera de la oficina, Tom está agachado, tratando de escuchar qué es lo que viene de la oficina. El sonido de voces alzándose llena la habitación, el equipo de limpieza sigue trabajando sin molestarse.

En la oficina, Terry mira a Rob y a Jim.

TERRY
¿Ustedes piensan lo mismo?

ROB
Yo siento que no hay nada más qué hacer para mí aquí. Les he otorgado grandes conceptos para personajes.

Terry abandona a Rob y pasa a Jim.

TERRY
¿Y tú, Jim? ¿Necesitas un reloj?

JIM
He disfrutado mi tiempo en Marvel. Y siento que llegué a la cima de la montaña.

Terry se reclina en su silla, inhala del cigarrillo, exhala. Dirige su atención al grupo.

TERRY
¿Y qué tal si les damos a ustedes su propia marca? Algo que ustedes controlen solos y Marvel provee la distribución.

Jim alza las cejas.

JIM
¿Cómo funcionaría eso?

Todd desvía la mirada, brazos cruzados, visiblemente molesto. Salta adelante:

TODD
FUCK THAT. FUCK THAT TO HELL.

“Cuando miro al pasado, veo muchas cosas que se hicieron por malicia. No me molestó porque se fueran de Marvel, me molestó porque dejaron de trabajar y esperaron hasta el último momento para notificarnos de su renuncia. Ellos sabían que entre más esperaran, más difícil iba a ser para nosotros sustituirlos y sacar los episodios a tiempo. Lo hicieron así para hacer daño”.
-Bob Harras.

 Bob Harras

En 1992, de la mano de Todd McFarlane, Rob Liefeld, Erik Larsen, Jim Lee, Marc Silvestri y Jim Valentino entre otros (un equipo de dibujantes all-star), nació Image Comics.

La tesis fundamental de Image estaba resumida en dos puntos:
       1) Todo lo creado era propiedad exclusiva del creador, no de Image.
2) Nadie vendría a decirte qué podías hacer o no con tu serie. Tenías absoluto control creativo.

Indistintamente de tu opinión sobre los fundadores de Image, esta foto es excelente :')

Cuando McFarlane sacó el primer episodio de su serie personal, Spawn, la vaina vendió 1.7 millones de ejemplares y venía con senda fanfarria. De entrada, podías ver un cambio de calidad notable entre Image y la competencia: los cómics venían impresos en papel fotográfico y eran coloreados digitalmente, que es un estándar hoy. Mientras el resto de la industria trabajaba con los mismos métodos de 20 años atrás, estos panas se atrevieron con una tecnología naciente. Spawn salió en 1992 y Knightfall se publica en 1993. Compara ambas series, para que veas la diferencia brutal en cuanto a valores de producción (sobre todo con los colores):



Pero además, Spawn era lo más cool de lo cool en la historia del cool de los 90’: Era un demonio, como Ghost Rider. Era solitario, como Wolverine. Mataba con armas grandes, como Punisher. Tenía una capa y era gótico, como Batman. Tenía el estilacho gráfico, como los X-Men. Y podía decir groserías y tener tonos sexualmente marcados, como nadie. Ahorita esa vaina es normal, pero en los 90' era prácticamente impensable.

Este período es conocido como “La Edad Oscura”. En 1993, Superman murió y Venom obtuvo su propia serie. Ten eso en cuenta siempre que pienses en los cómics de los 90’.

El ascenso de Image fue, pues, meteórico. Para que tengas una idea, en cosa de 3 años, Spawn tenía una comiquita en HBO. En 1997, salió una película de alto perfil. El título de Jim Lee, los Wild C.A.T.s, tuvo una comiquita en 1994 que llegó hasta nuestras tierras y la pasaban regularmente en RCTV. Y con eso, montones de juguetes, incluyendo una línea sacada por el propio McFarlane, no mercadeada sino a adolescentes y adultos. Reportajes salieron contando cómo el ingreso anual de Rob Liefeld era superior al de todo Marvel y Todd McFarlane dio conferencias sobre “¿Los Artistas Necesitan a los Escritores?” “Vemos a los cómics dirigidos por escritores como un experimento fallido” le dijo el asistente de Bob Harras a un escritor de X-Men. Entre 1992 y 1996, nadie en la industria de los cómics tenía idea de cómo funcionaba el negocio. Marvel, por primera vez, era retratada no como David, sino como Goliat y DC, por primera vez también, tomaba el tercer lugar de ventas.

Y ese fue el aporte más importante de Image: Crear una casa alternativa a las dos principales y tener éxito. Ya no eran los tiempos de Gerber, en que si eras independiente, estabas jodido. Ahora podías tomar tu trabajo a Image o a Dark Horse. O a Malibu. O a Valiant. O a Topps. Ya nadie veía a DC y Marvel como las únicas grandes en el juego. Por primera vez en la historia del medio, venía un Top 10 de los títulos más vendidos y no había ni uno sólo de Marvel o DC.



Y si las cosas parecen demasiado buenas para ser verdad, usualmente lo son.

Hace cosa de tres años decidí releer Spawn, por primera vez desde algo así como el 2001, 2002.


Y es que, en palabras de Neil Gaiman, “Los muchachos de Image sacudieron la industria cuando surgieron pero se hizo evidente muy pronto que estas ‘estrellas’ jamás habían escrito nada en la vida”.

De vez en cuando me consigo con algún IDIOTA esgrimiendo la vaina de que “Los dibujos venden a los cómics”, demostrando una profunda, crasa y supina ignorancia (e irrespeto) hacia el arte de la escritura; hijos míos, escribir es difícil. Crear y saber llevar una trama es una disciplina compleja que requiere de mucha práctica y dedicación, además de una pasión por la lectura (que es el centro creativo de todo arte narrativo). Es como cantar: Todo el mundo puede hacerlo, pero no todo el mundo lo sabe hacer. Rob Liefeld sacó, con sus Youngblood, lo que bien pudo ser un portafolio de ilustraciones. Diálogos horrorosos, tramas que no iban a ningún lado y un creciente “Me aburro” de parte de los lectores, las conclusiones obvias que nadie vio, porque por algo así como tres años vendieron que jode, partiendo de la premisa de que “Estas son historias sofisticadas que no van dirigidas a niños” y resulta que las tramas en sí eran las vainas más infantiles posibles. Y todo el mundo se dio cuenta, excepto los creadores –que carecían de perspectiva narrativa.

Y llegó el momento en que la saturación hacía ver las fallas del arte. “¿Por qué todas las mujeres tienen que verse así? ¿Por qué tantos colores chillones? ¿Por qué todo el mundo lleva esas metralletas que parecen Transformers?” No existían respuestas inteligentes.

De todos esos artistas, McFarlane era el que mejor se defendía, pero incluso él vio que no estaba capacitado para la redacción. Sacando provecho de una crisis, ofreció su Spawn a varios escritores famosos por distintos episodios, incluyendo a Alan Moore, Frank Miller y Neil Gaiman. Una jugada de la que más tarde se arrepentiría.

Mucha gente vio los problemas y los identificó bien temprano. John Byrne denunció a Image tanto en producto como en actitud y Gary Groth, famoso periodista de cómics, estaba impactado de que alguien como Todd McFarlane pudiera ser el posterboy de la independencia creativa. 

“Toda esa camada se ha conseguido la forma de idiotizar y vulgarizar a una expresión artística que no es conocida por su inteligencia o sensibilidad” dijo Groth. “Y lo peor es que han demostrado consistentemente arrogancia y desprecio hacia el medio y una orgullosa ignorancia sobre su historia. Eso, aunado a una moralidad obtusa, basta para rivalizar con las compañías a las que le deben su éxito”.

Los cómics de todas las casas empezaron a perder ventas, en un marco de historias absurdas basadas en “grandes eventos” que eran más mercadotecnia que narrativa.

Y, junto a eso, ocurrió lo que fue el último clavo en el ataúd. La suerte estaba echada y la semana que viene, veremos como la casa de naipes finalmente colapsó.