Título
original: Night of the Living Dead
Director: Tom Savini
Guion: George Romero
Elenco: Patricia Tallman, Tony Todd, Tom Towles, William
Butler
Cinematógrafo: Frank
Prinzi
País: Estados
Unidos
Año: 1990
Tópicos: Zombis,
gore, remake
Canción
recomendada: Extraño, inquietante soundtrack.
En
el cine de terror (y creo que en general), pocas historias son más infames que lo que le pasó al copyright de Night of the Living Dead. Parece que
a finales de los 60’, todo lo que tenías que hacer para registrar una propiedad
intelectual era ponerle la “R” al final del título. Bueno, mandaron las cintas
a los cines y a la persona encargada se le olvidó la r. Así como así, la película fundamental de zombis, la que inauguró al
terror moderno (junto a Psycho), pasó
al dominio público.
Lo
que esto quiere decir es que cualquiera puede sacar su propia versión de la
película –y muchos lo hicieron así, para la profunda irritación de George
Romero y John Russo, que apenas obtuvieron beneficios de aquella gesta. Russo se desquitó, poniéndose al mando de
su propia obra, Return of the Living Dead,
y Romero pasó a la leyenda con Dawn of
the Dead. Difícilmente la han pasado mal.
Pero
a finales de los 80’, el rumor del remake cobró fuerza. Antes que otro lo haga,
lo hacemos nosotros: Romero, revisando
su libreto original, entregó la silla de director al maestro de los efectos especiales
en su debut, Tom Savini. El resultado es una película mucho, mucho, pero
mucho más efectiva que la original.
Antes
de que me linchen, permítanme explicarme: La
Noche de los Muertos Vivientes es una película cuyo valor cinematográfico
no puede subestimarse. Pero si tú le enseñas esa película a alguien nacido
después de 1997, los vas a ver llorando de aburrimiento y tuiteando de cómo
están llorando de aburrimiento. Stupid bastard millenials harían eso con
cualquier otra película, pero el punto
es que es una peli que ha envejecido. La mano de pintura y esmalte que le
echa Savini rejuvenece a la historia, no del todo, pero sí lo suficiente como
para hacerla memorable.
La trama es fundamentalmente la misma:
Siete extraños se ven asediados en una granja en medio de la nada por una plaga
de inexplicable origen. Todos los recién muertos del mundo están reviviendo
para comerse a los vivos y el terror que se cierne afuera del cuartel sólo
rivaliza con la tensión entre ellos.
“Siempre
que le mostraba mi película a una muchacha que me gustaba, me decía ‘Wow, me
gustó mucho… ¿pero por qué la protagonista es tan simplona?’” dijo Romero, y esa es la primera actualización de peso en
esta segunda edición. Barbara,
encarnada por una doble profesional, Patricia Tallman, ya no es la catatónica
insulsa de la original, sino una mujer que, asediada por el shock, pone todas
sus fuerzas en sobrevivir hasta el amanecer (su retrato de pánico en los
minutos iniciales parecen demasiado legítimos como para ser actuados). El papel
de Duane Jones, Ben, estuvo ferozmente aspirado por todos los actores negros
del momento (incluyendo Ving Rhames, que aparecería con acierto en el remake de
Dawn of the Dead), recayendo en Tony
Todd, que lo volvió suyo. Aquí, Ben
es ferocidad, el personaje que le grita al rostro de la muerte… aunque en
privado solloza. Súmale a Bill Moseley, Billy Butler y Tom Towles, actores de
culto en el terror, y tienes una obra de
amor de fans, para fans.
Pero
el aspecto más resaltante, lo que la convirtió en mi película favorita para
toda la vida (y me traumatizó a tal nivel que todavía tengo pesadillas de zombis)
es el maquillaje de los muertos
vivientes, cortesía de Optic Nerve. Recuerdo que a principios de los 2000,
participaba en un foro de zombis y una vez sacamos el tema de cuál era nuestro
zombi favorito. Cuando mencioné uno de esta peli (el zombi que trastabilla y
cae en las escaleras del porche), la respuesta unánime fue “How about ANY zombie from that movie?”
En
efecto, investigando para esta película, Optic Nerve se dio cuenta de que
cuando mueres, no te vuelves verde o azul, sino amarillo, y que la carne decae,
resaltando al cartílago. Una de esas cosas que sólo parecen obvias después de
que te las explican. Así, los zombis
fueron diseñados como lo que parecen: Gente muerta. Tienen la piel
pergaminosa, son pálidos, sus ojos ocultos bajo una lechosa cortina reseca.
Esta también fue la primera peli que tuvo un “entrenador de zombis”, algo común
hoy. Cuando Romero hacía sus películas, les daba una noción general a los extra
sobre cómo actuar (en todo caso fue Bill Hinzman, el primer zombi que vemos en Night, el que codificó al zombie-walk), pero acá, el retrato
potencia al maquillaje. Los zombis no gruñen ni ponen caras feas: Van por ahí,
apenas animados, muchos cabizbajos, muchos con ojos cerrados, no reaccionan
como un ser humano, ni siquiera como un animal, sino… como otra cosa, algo que
no hemos visto. Por eso cuando Ben nos cuenta que “salían como insectos” en la
calle para atacarlo, la escena que nuestra imaginación pinta es tan intensa. Estos son, así de sencillo y duélale a quien
le duela, los mejores zombis alguna vez retratados en video.
La
película ha perdido mucho de su gancho en un escenario moderno, donde el zombi
hizo ebullición hasta la sobreexposición. De nuevo, el contexto lo es todo. La
experiencia de Savini fue tan amarga (la censura le quitó casi quince minutos
de metraje), que más nunca volvió a dirigir, pero de cierto modo ya no hace
falta. Con esta película, nos entregó la
versión definitiva de una legendaria pesadilla.
ADVERTENCIA:
Si buscas esta película, vete por el
DVD, nunca el bluray; algún imbécil pensó que sería buena idea
ponerle un tinte azul al bluray, oscureciéndola artificialmente (lo mismo
hicieron con Aliens vs Predator 2, ya
oscura, volviéndola incomprensible) y arruinando los primeros veinte minutos,
que son uno de los mejores ejemplos de “terror a la luz del día”. Insisto, evita
la versión de bluray.
Otra por el estilo:
La original, Night of the Living Dead.
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