Título
original: The Devil’s Rejects
Director: Rob Zombie
Guion: Rob Zombie
Elenco: Sid Haig, Bill Moseley, Sheri Moon, William Forsythe
Cinematógrafo: Phil
Parmet
País: Estados
Unidos
Año: 2005
Tópicos: Asesinos
en serie, ultra-violencia, terror psicológico
Es posible que ningún director de terror sea más
polarizante que Rob Zombie. Su film debut, The
House of 1000 Corpses, es un collage de escenas que funcionan muy bien si
las tomas por separado (esta es mi favorita), pero que nunca colaboran entre sí por el bien común.
Fuertemente influida por el grindhouse, era un tremendo fracaso si buscabas un
film serio, y un gigantesco acierto si perseguías cine de serie C.
Aunque la secuela (prácticamente ignora su antecesora)
tiene las mismas influencias, es una
producción más elevada. Nos cuenta la nueva aventura de la familia Firefly, psicópatas
necrófilos y (¿)caníbales(?), perseguidos en un caluroso Texas por el hermano
de una víctima en la peli pasada. Juntos, Spaulding,
Otis y Baby se lanzan por la carretera dejando un rastro de tripas, sin
sospechar que el vengativo sheriff
Wydell les puede dar lecciones de salvajismo.
Let’s get this out of the way: Los Rechazados del Diablo es una película fea en todo el sentido de
la palabra. La primera mitad del film es una secuencia de asesinatos donde la
violencia escala y parece que el director nunca mandó la cinta al comité de
censura. Es una de las cosas más curiosas, en los 70’ y 80’, esta era la clase
de escorias a las que el cine mainstream esquivaba con vigor. Y no es que hoy sea muy aceptado, pero sí
es mucho mejor visto (el trío de “villanos” ganó el equivalente a mejor
actores en los premios Scream de ese año). Recordemos que una marca de los 2000
era el torture porn tipo Hostel y Saw.
Si te fijaste de las comillas que acabo de utilizar,
encontraste a la pista sobre el corazón de la película. Es una exploración
Nietzschiana, porque a mitad de metraje
ocurre un cambio, sutil, donde convivimos
con los Firefly en lo que sería su vida cotidiana. ¿Cómo son los psicópatas
cuando no están matando? Pretty normal, actually, y ante nuestros ojos superan
el antagonismo que existía para dar paso a una dinámica familiar. Funciona,
porque está a cargo de actores de culto (Moseley, Haig y Moon; las pelis de Rob
Zombie son como un “horror all-stars”). He visto está película con gente que no
es fan del terror, y los he visto pasar del más profundo desagrado a una
sonrisita culpable. El logro narrativo
más grande en la carrera de Rob Zombie: Hace que te identifiques con el
monstruo.
Dicen que cuando emprendas una venganza, cava dos
tumbas, y nunca quedó mejor ejemplificado que con el “bueno” de la historia, el
sheriff John Quincey Wydell
(Forsythe, en el mejor papel de su carrera). Cuando uno habla de esta película,
los fans suelen enfocarse en el trío central, pero ese cast se habría caído sin un buen contrapeso, y Wydell es un
rival formidable (mi momento favorito es el montaje de los Rejects dándose
la buena vida y Wydell a solas, hablándole al espejo con una botella en la
mano). En la primera mitad tenemos un vistazo a los terrores que persiguen al
héroe, pero en la segunda mitad lo vemos consumido por la furia, determinado a hacer
justicia a costa de lo que sea. Entra poseído de energía maniática y le declara
a sus presas, “Siempre traté de caminar por la rayita, pero ustedes me hicieron
entender que no existe ninguna rayita. Nosotros estamos jugando a un nivel que
la mayoría nunca ve. Sé que mi hermano no lo vio”.
“Quizá tuvo una revelación divina cuando le volamos la
cabeza” dice Spaulding.
“Sí. Y tú también la vas a tener”.
The
Devil’s Rejects
es una película que hace que te cuestiones los papeles tradicionales del bueno
y el malo y por qué los apoyamos. Zombie nunca más
alcanzaría estas cotas de perfección, tras deleznables Halloweens y una incoherente Lords
of Salem (hablaré de 31 cuando la
vea). Lo azota su obvio defecto, los homenajes al pasado -¿Cómo vamos a
descubrir nuevas tendencias si replicamos cintas de hace treinta años? Pero
acá, quizá porque tuvo tiempo de pulir el libreto –su eterno punto débil-, todo funciona como debe ser y, si hubiese
salido en el circuito grindhouse hace cuarenta años, habría sido la mejor de la
movida. Hoy, es un excelente producto sobre la empatía, lo que significa
ser humano y los límites de la justicia.
Otra
por el estilo:
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