jueves, 31 de octubre de 2013

Porque Igual No Queríamos Dormir: 11 Libros Hardcore de Terror

Hace tiempo, alguien con quien conversaba, un auto-denominado "amante de los libros", me dijo que "Yo nunca he leído algo que me asuste. Estoy inmune al terror". Yo lo miré, sonrisa cordial, asentí y dije "Probablemente no lees demasiado". Pasaron cinco segundos de silencio, me reí y le dije "Es jodiendo, en realidad es difícil asustar con la palabra escrita" y ya, no pasó nada.

Pero en serio, probablemente no lees demasiado.

Por si no tienes contexto, soy uno de esos amantes del género del terror que debe consumir todo lo que salga, desde la última película pendeja que Hollywood dice que te va a asustar, hasta esas películas de caníbales que produjeron los italianos a finales de los setenta y que lo único rescatable es nada, porque es cine basura en toda la definición de la expresión. Me encanta. Desde pequeño ha sido así y a veces ha jugado en mi contra (trata de dormir a los once años después de ver La Noche de los Muertos Vivientes solo, a las doce de la noche). Es natural que, estando tan enviciado con los libros como lo estoy, mezcle ambos intereses. Esta lista está compuesta de los libros más aterrorizantes que he leído. Me explico mejor: aunque hay libros de terror geniales que no asustan mucho (Cuernos, de Joe Hill y Entrevista con el Vampiro, de Anne Rice, son dos insignes ejemplos), estos son los libros que me han hecho levantar la cara de la hoja, respirar profundo y decir "...Ya va, pana..."

It's Halloween, motherfucker, anda y compra uno!:



Cementerio de Animales,
por
Stephen King




Por supuesto que King iba a estar presente. Este es un libro en el que las cosas sólo empeoran, coqueteando con la oscuridad hasta que la oscuridad adquiere vida propia y se filtra dentro de la vida cotidiana. La familia Creed ha abandonado Chicago para la vida tranquila de Maine. Entre el nuevo hogar y el de los vecinos, los rurales Crandall, hay una carretera, culpable de la muerte de muchas mascotas locales. Es tan despiadada que la comunidad creó, hace muchos años, un cementerio de mascotas. Cuando Jud Crandall le cuenta la historia a los Creed, no pasa de ser una excentricidad local. Pero hay algo más allá del cementerio de animales. Y a veces, se está mejor muerto.

Steve siempre le ha mostrado sus libros a su esposa cuando están terminados, antes de enviarlos a su editor. Tabitha siempre le dice "Me gustó esto, pero aquello no" o "¿Por qué pasó tal cosa? No me cuadra". Pet Sematary (el título original del libro) fue el único con el que Tabitha dijo "Fuiste muy lejos con este". King tuvo mucho tiempo considerando enviar al libro a publicación, pero menos mal que lo hizo. This is seriously spooky shit, con un par de escenas que cortan la respiración. La adaptación cinematográfica de Mary Lambert estuvo muy bien lograda, también te la recomiendo si, tú sabes, quieres tener imágenes horribles grabadas en el subconsciente.


Zombi,
por
Joyce Carol Oates
 



Joyce Carol Oates es una mujer excepcional. No sólo es una ametralladora literaria (quizá la autora más prolífica que conozco), sino que no es raro que sus libros sean muy diferentes entre sí, tanto en estilo como en temática. Zombi es un acertadísimo esfuerzo en el terror (y no, no trata de zombies). Inspirado en la vida de Jeffrey Dahmer, el libro nos presenta a Quentin P, un hombre desperdiciado. En nuestros primeros momentos con él, nos enteramos de que Quentin debe ver a un parole officer, porque, verás, Quentin es un agresor sexual. Jura que va a cambiar y que será un miembro productivo de la sociedad.

Miente. Se pasa un día fantaseando con el secuestro, violación y asesinato de muchachos, a los que someterá a procedimientos quirúrgicos para convertirlos en "zombis sexuales", alguien que le pertenezca, que haga todo lo que él diga, que nunca lo deje. Otro día, se lo pasa rondando las calles, procurando que la fantasía se vuelva realidad.

Quentin es un sujeto aborrecible y leer sus pensamientos hace que, muy a menudo, te detengas y le preguntes a la página "Marico, ¿cómo puedes estar tan enfermo?" Una de las cosas geniales es que está presentado como si fuera un diario, como un texto que él escribió y lo escondió debajo de la cama. Es incapaz de ver a los demás como seres humanos. El único real es él y sus víctimas no son sino cosas creadas para su satisfacción. Es un tipo tan obsesivo que dibuja las cosas que te describe. A nightmare of a guy y un libro realmente escalofriante.


Hellboy: El Hombre Torcido,
por
Mike Mignola 



Y así fue como me hice fan de Hellboy.

Causar terror a través de un cómic es pelúo, vamos a estar claros. Créeme que he buscado y es por eso que, cuando uno lo logra, es una joya que demuestra la versatilidad del medio. Tom Ferrell cometió un grave error cuando era muchacho: enamorarse de la bruja Effie Kolb. Los jóvenes hacen cosas estúpidas, pero cuando se está enamorado, ni siquiera piensas. Así que Tom se metió en la brujería. Cuando Tom vio que la magia de Effie no era particularmente hippie, Tom quiso abandonar. Así que Effie hizo lo único que puedes hacer en una situación así: convirtió al moribundo padre de Tom en un caballo. El caballo ha muerto, Tom está maldito y lo único que ahora quiere es darle santa sepultura a su padre. Pero la única iglesia que puede hacerlo es el hogar de El Hombre Torcido, la personificación de la oscuridad.

Cuando uno ve a Hellboy, te haces la idea de que este va a ser un cómic con un superhéroe y tipo tranquilo, pues. Hellboy aquí está realmente along for the ride y la escena en la que está encerrado dentro de la iglesia con la congregación de brujas afuera es simplemente seminal. Como dice Tom, "Estaremos a salvo mientras sea de día, pero cuando caiga la noche, estaremos en la hora del diablo"... e inmediatamente anochece.

Very creepy, de esas cosas que se quedan contigo después de que has leído la última palabra.


Rawhead Rex,
 por
Clive Barker



Now we're in for some real fucked up shit.

Un elemento importante del terror es romper tabúes, enfrentarte con lo que te incomoda. Si vas al cine a ver una película titulada "Masacre en Texas", no puedes salir después diciendo "Nooo, marico, es mala. Es que... no sé, es muy fuerte". Lee el título, brother, this is what you get when you mess with us.

Aunque Barker tiene años que no se dedica al terror, cuando lo hacía, a finales de los ochenta y principios de los noventa, era, claro y raspao, el mejor autor de terror y fantasía del mundo. Muy conocido por Hellraiser (ya hablaremos de eso), su salto a la palestra fue una colección de historias llamada "Los Libros de Sangre". Es en el tercer volúmen que leí la que quizá es la pieza de ficción más transgresora que he descubierto. El pueblo de Zeal es el lugar más ladilla de Inglaterra, donde la lluvia cae y no pasa nada, nunca. Uno de esos días nulos, un granjero descubre por error a una piedra en la tierra. Empeñado en ver qué es (¡Es que mírala, es demasiado rara!), termina liberando a Rawhead Rex, un antiguo ente gigantesco, desnudo y con hileras de filosos dientes. El problema de ese monstruo no es tanto que es capaz de todo, sino que es inteligente, es esa maldad absoluta y astuta, que sabe qué es lo que está haciendo y no le tiene timidez a ninguna perversión. Sólo digamos que (SPOILER), empezando el cuento, la criatura se cruza con una niña. Leyéndolo, pensé "Noooo creo que Clive sea tan satánico como para matar a la carajita". Bueno, después de que vi lo que Rawhead hizo, entendí que all bets were off y Clive iba muy, pero muy en serio.

Ok, ahora quiero leerlo otra vez.


The Bundy Murders,
por
Kevin M. Sullivan



A principios de los años 70, mujeres empezaron a desaparecer en Utah, Colorado y Washington. Cuando aparecían, si es que aparecían, los cadáveres reflejaban las acciones de un auténtico monstruo. Ese monstruo operó durante años antes de ser capturado. Peor aún, era un hombre en apariencia normal.

Hay muchos libros sobre Ted Bundy, uno de los más infames asesinos en serie de la historia (y psicópata americano por excelencia), siendo el más representativo The Stranger Beside Me, por Anne Rule -autora de novelas de crímenes que, resulta, conoció al tipo y compartió en varias oportunidades con él, sin saber el mundo secreto de violencia y muerte que bullía dentro del joven y prometedor hombre. Si no sabes nada del caso Bundy, no hay mejor libro que el de la señora Rule: una crónica de la vida y crímenes que sacudió a su nación.

Pero si ya estás familiarizado con el caso y crees saberlo todo, entonces este es el libro que debes leer. Sullivan se lanzó una investigación espectacular (con fotografías incluídas) sobre quién fue Bundy, no sólo desde su punto de vista, sino desde aquellos de quienes lo conocieron, estudiaron o trabajaron con él y, muy importante, de quienes conocieron a sus víctimas. Te da la poderosa impresión leyendo este libro de que sus víctimas no son nombres en una lista, sino personas reales, con vidas y aspiraciones. En ese sentido, el libro es muy sensible y respetuoso hacia las desafortunadas que se cruzaron con él. Es un libro triste, sí, pero aterrador cuando piensas en cómo este monstruo de la vida real estuvo ahí, frente a todos, dando señales claras de su sadismo, y la gente simplemente no lo pudo creer.

Durante los horrendos homicidios en la facultad Chi Omega tuve que parar de leer varias veces. Y eso que ya yo sabía exactamente qué ocurrió -pero en el contexto y evolución del hombre, fue una de las cosas más espantosas que he podido leer.


El Exorcista,
por
William Peter Blatty 



Todos hemos visto la película y todos estamos familiarizados con sus imágenes: la niña que vomita verde, le gira la cabeza, flota, habla en voces, saca la lengua como Miley Cyrus on crack. A título personal, he visto la película tantas veces, que me sé diálogos de memoria. El punto es: estoy bien familiarizado con ese fragmento de la cultura pop. Leer el libro era casi que por cumplir.

Resulta que si la película es aterradora es porque el material original, la novela, es acojonante. No hay desviaciones de la película (o, bueno, la película no se desvía del libro), así que no vas a hacer grandes descubrimientos sobre la trama o los personajes si lees la novela -un testamento a la brillante adaptación cinematográfica de Billy Friedkin.

El poder de este libro es la prosa. Dios, qué prosa tan cuidada y hermosa. Vamos a dejar claro algo from the get go: el epónimo "Exorcista" NO ES EL DEMONIO, sino quien hace el exorcismo, que tampoco es el padre Merrin, el más viejo de los dos. No, el exorcista es Damien Karras, un hombre que cruza una profunda crisis de fe. Su madre está enferma y en la miseria, él apenas gana para mantenerse y siente que una vida de aspiraciones y deseos ha quedado atrás porque se dedicó al sacerdocio. No puede evitar pensar que, si siguiese otra profesión, como quiso en algún punto, su madre tendría una mejor vida. Ahora viaja a Georgetown para hacerse cargo de ella en una de mis frases favoritas, "Llegó. Cargaba su maleta llena de miserias".
Y este es el hombre del que dependerá el alma de la inocente Regan MacNeil.

Que la prosa esté tan bien cuidada sólo quiere decir que, cuando empieza el terror, las imágenes son muy vívidas. ¿Recuerdas la escena en la que Regan baja por las escaleras invertida como una araña? No voy a entrar en detalles, pero en el libro es muchísimo peor.


Crossed,
por
Garth Ennis y arte de Jacen Burrows



Amo todo lo que Garth Ennis escriba. Sus historias no sólo revelan detalles sobre la experiencia humana (como toda buena pieza de ficción, claro), sino que están cargadas de humor negro, de críticas a la cultura y, a veces, terrores indescriptibles. Así, Crossed, un libro que me incomodó tanto que no supe por mucho tiempo si me había gustado o no (la respuesta es, sí, me gustó, y lo leí hasta el final).

Como en un arquetípico apocalipsis zombi, algo ha ocurrido que nadie puede explicar: en los rostros de millones de personas, se ha quemado una cruz, que bien podría ser la marca de la bestia, porque los "crossed" viven para cumplir sus más oscuros deseos. Juntándose en comunidades de iguales, cazan a los humanos normales para perpetrar en ellos las atrocidades que nuestras almas nos impiden cometer. Con la civilización en ruinas, un conjunto de sobrevivientes trata de escapar de la pesadilla.

Nada nuevo bajo el sol, ¿verdad? En cierta parte, así es. Lo que le da su filo a esta historia es lo que los infectados son capaces de hacer. Cuando una horda de zombis te captura, tú sabes que te despedazarán y te comerán. Créeme que eso es preferible a lo que te hacen estos putos psicópatas. Por supuesto, el libro no sería tan efectivo si los personajes no estuvieran bien escritos y creados, haciendo que te preocupes por ellos y tengas opiniones sobre sus opiniones.

Pero ten cuidado: este libro no es para todo el mundo. Hay varias imágenes que nunca se te van a olvidar, pero una en particular es abominable (quizá por qué el libro y Garth son tan criticados). Esto es terror puro y duro, si no te gustó Cannibal Holocaust, deja esto así y lee otra cosa. En serio.


Green River Killer: a true detective story,
por
Jeff Jensen y arte de Jonathan Case 



Cuando empecé a investigar de asesinos en serie, el Green River Killer era una leyenda. No sólo estaba en libertad, sino que ya no se pensaba que sería capturado. Se habría muerto o estaría preso por cualquier otra ofensa. Un caso sin resolver, como el del Zodiac.
Un par de años más tarde, lo veo en internet: "CAPTURADO EL GREEN RIVER KILLER: las técnicas de ADN llevaron a la policía directo al asesino".

"Holy shit!" pensé, con un enorme orgullo por los héroes que habían cerrado un caso que, en apariencia, estaba muerto. ¿Quién era el tipo que evadió a la policía por décadas? Su nombre era Gary Leon Ridgway y era, sorpresa, un "tipo normal". Casado, de mediana edad, clase media, blanco. Iba a la iglesia con regularidad y a veces lloraba durante los servicios. Sus allegados decían que, ok, a lo mejor era un tipo medio raro a veces, pero ¿asesino de 49 mujeres? ¡Nunca!

"Green River Killer" es el cómic (oh, ejem, "Novela Gráfica") que redactó Jeff Jensen en homenaje a su padre, el detective Tom Jensen, que dirigió y cazó a Ridgway como un sabueso, hasta que lo capturó y consiguió su confesión. Este libro te asustará, sí, porque realmente es aterrador saber que el demonio tiene un rostro humano (y no se siente en lo absoluto culpable), pero lo que más te causará será tristeza. Un hombre mató porque quiso y sus víctimas no fueron sólo aquellas almas perdidas que se cruzaron con él, sino sus familias. Los detectives. Las familias de los detectives.

Léelo. Si te gustó "El Silencio de los Inocentes", no te arrepentirás de seguir esta historia, sacada de la vida real (huelga decir, el detective Jensen es un varón).


The Hellbound Heart,
por
Clive Barker 



Este libro no salió en español sino mucho después de que su película, Hellraiser, se hizo famosa.

Publicada como "El Corazón Cautivo" y "Hellraiser", esta historia seminal de Clive Barker cuenta dos historias: Frank, el bon vivant nihilista que está siempre detrás de la gran experiencia, sea sexual, narcótica o dolorosa. Y ninguna experiencia se asemeja a la que ofrece "La Configuración del Lamento", una caja como un rompecabezas chino que, se supone, abre las puertas a otros mundos.

La otra historia es la de una chica, Kirsty, amiga del hermano de Frank, Rory. Sin que ella lo sepa, Frank habita en esa casa que ella va a visitar, no como el hombre que fue, sino como un espíritu despedazado. La caja, en efecto, dio paso a unas entidades monásticas, ángeles para unos, demonios para otros. Huyendo de ellos, que destruyeron su cuerpo y siguieron torturando su alma, Frank espera reconstruirse. Y nada, ni la muerte de muchos, ni siquiera la buena Kirsty, lo interrumpirá.

Lo que destaca y salta a la vista tan pronto empiezas la lectura es, de nuevo, la prosa. Decir que Clive escribe muy bien es quedarse corto: sus imágenes sí te dicen qué está pasando, pero también llevan una estética particular, hace que no sólo presencies lo que pasa, sino que lo sientas. Nada de exposiciones sangrientas o innecesarias, el horror aparece tal y como lo expresan los monjes infernales al aparecer: "Nos llamaste. Vinimos".

¿Sabes cómo dicen que los libros son mejores que las películas? Este es un excelente ejemplo.


American Psycho,
por
Bret Easton Ellis



Patrick Bateman es el sueño americano hecho realidad. Trabaja en wall street, tiene plata pa' tirar pa' arriba y vive al último grito de la moda. Sus días transcurren en reuniones de negocios, cenas entre adinerados, discusiones de arte y sexo insignificante.

Claro, Patrick también es un depravado asesino en serie y no le importa quién lo sepa. En conversaciones casuales con Evelyn, su prometida, comenta cómo le gustaría casarse con lentes oscuros. "Y también me gustaría portar un rifle AK-47. Así, después de volarle la cabeza al cretino de tu hermano, puedo matar a la bruja insoportable de tu madre. Y aunque no me gusta usar nada que los rusos hayan hecho, el AK me da un feeling como de... ¿Stoli?"
¿Cómo reacciona Evelyn? "Ay, Patrick, tú y tus cosas".

Lo genial de este libro es leer los pensamientos de Patrick, una criatura inhumana en un entorno en el que todo es apariencias y nadie tiene alma. Pat es no sólo psicótico y violento, sino sincero, particularmente con uno, el lector. Nunca se me va a olvidar el episodio en el que está devolviendo unas cintas de VHS al club de video (la novela transcurre en los 80) y la cajera se tarda innecesariamente. Parafraseo: "Entonces tengo que calarme que esta inepta vea con mala cara la película pornográfica que me llevo. Le digo que es la primera vez que la rento, a pesar de que en la pantalla sale que la he rentado 38 veces. 'Me gusta mucho la parte de, ehm, el taladro' digo. 'Y la sangre en el techo', y ella finge que no me ha escuchado y se sigue tardando y en la cola me están viendo extraño y como el trabajo de esta idiota es tan mentalmente exigente, yo tengo que seguir aquí sin molestarme y ser comprensivo".
Patrick dice todo lo que tú piensas y eres incapaz de expresar. En ese sentido, el libro es la mejor crítica social (en especial a la alta sociedad) que leerás en tu vida.

Pero no podemos ignorar que este es un despiadado carnicero y, conforme el libro avanza y la psiquis de nuestro (anti)héroe se debilita, las escenas se vuelven más explícitas y los asesinatos más difíciles de soportar. Con todo y que cerca del final del libro, la vaina ya es asquerosa y despreciable, este es uno de mis libros favoritos. Esta confesión no ha significado nada.


It
por
Stephen King



Del azul del cielo al negro de la nada.

Derry is one fucked up place. La gente desaparece, grandes masacres ocurren y se olvidan y nadie puede decir con exactitud qué es ese manto de oscuridad que parece tenderse sobre el pueblo de tanto en tanto. Y para un grupo de adultos que se ha mudado a otras latitudes, el asesinato de un joven homosexual no representa sino el retorno del terror, porque, fíjate, cuentan que en el asesinato participó un payaso. Un payaso que, saben, es la personificación del mal. Hay que regresar a Derry y afrontar al mal una vez más, aunque consuma a sus vidas.

It es una novela espectacular. King es un buen autor en su ficción de extensión regular, pero en sus libros largos (Apocalipsis, 11/22/63, este), el maldito brilla. No es sólo lo genial de cómo está construida la historia y los personajes, que hace que quieras seguir leyendo y nunca pienses "wow, qué libro tan largo" (porque algo interesante está pasando siempre), sino que el modo en que están presentados los episodios te permiten descubrir al terror que representa el Payaso Pennywise y el pueblo de Derry a un ritmo de cuentagotas. Una cápsula de horror aquí, una allá y, de pronto, está ocurriendo frente a ti, con toda naturalidad. Este libro tiene tantas escenas aterradoras que no puede ser sino un tour de force para todo amante del género. De todos los libros de ficción de terror que he leído, este es quizá el mejor. No puedo recomendarlo lo suficiente.

jueves, 29 de agosto de 2013

Aprendiendo a Pelear



 Durante mi último año de bachillerato y los primeros meses de la universidad, frecuenté un cyber-café. El lugar era regentado por tres hermanos y su mamá, una familia cuyas relaciones tenía bemoles, si bien afrontaban las crisis juntos. La mamá nos trató como hijos a todos los personajes que nos aparecimos, que con el tiempo fue un grupo nutrido. Al principio íbamos, pagábamos por una o dos horas de internet y hablábamos pendejadas. Pronto, el uso de las computadoras era gratis y cuadrábamos para jugar en red, o perder el tiempo en el depósito. Huelga decir, el negoció no funcionó y el cyber cerró tras un par de años.

Los hermanos contemporáneos conmigo eran morochos (en venezolano, eso quiere decir "gemelos") y se daban un fuerte aire a David Beckham. Es decir, siempre tenían carajitas bellas a su alrededor, mientras que los rechazados del diablo (nosotros) tratábamos torpemente de mantenernos al mismo nivel. El hermano mayor, que llamaré "Mufasa", era un tipo alto y delgado, nada parecido a los morochos. Reservado, nunca se mezclaba con nosotros, a menos que estuviera buscando cigarros o alguna chama le capturara la atención. Ambas cosas eran raras.

Compenetré con el grupo y, por al menos tres meses, fue el núcleo de mi vida social. El cyber estaba cerca de mi casa y como casi todo el grupo vivía cerca, era cuestión de tiempo para que nuestras actividades se expandieran. Una noche, Mufasa se nos unió. No más de una semana más tarde, lo vi pelear por primera vez.

Mufasa era la clase de carajos capaces de convertir a un amigo del alma en un odiado enemigo en cuestión de segundos, por los temas más triviales. Hoy te saludaba con una sonrisa y se ponía a jugar Mortal Kombat 4 contigo, mañana no te ve a los ojos y te escupe en los zapatos. Por supuesto, no tenía amigos y estoy convencido de que eso lo hizo gravitar hacia nosotros. Si nunca has visto una pelea, te cuento que no son como en las películas y que, por lo general, se deciden en menos de cinco segundos. En el momento, escuché gritos, oí el equivalente a palmadas en una pared y alguien estaba en el suelo, con Mufasa yéndose rodeado de personas -apoyándolo o separándolo de su víctima.

Insisto, él no era un tipo atlético. Durante el tiempo que compartimos, lo vi pelear no menos de seis veces y, la mitad de esas veces, con gente más cuadrada que él. Cuando el tipo iba pendiente de coñazo, era imposible contenerlo. ¿Has escuchado que más vale maña que fuerza? Pues funciona si le sumas estrategia.

Era cool andar con él. Había riesgo y emoción, te ibas a tu casa sintiéndote como un badass, aunque no hubieras soltado una patada. Ocurriría que estábamos en el cyber y alguien llegaba a decirle a Mufasa que un carajo con el que tenía culebra estaba en una reunión a tres cuadras. Bets were off. Nos íbamos todos (como seis chamos, además de él), casi que botando espuma por la boca. Llegábamos y actuábamos como si estuviésemos invitados -en una ocasión, hasta nos dieron torta de cumpleaños. El objetivo se ponía tenso, pero trataba de ser sociable. Mufasa no caminaba hostilmente, no iba gritando. Llegaba, pedía un trago y conversaba. Luego, con una mezcla de timidez y determinación, se acercaba hasta el otro chamo. Sin amenazas, sin insultos, sin hablar güevonadas: Un solo coñazo por la cara. Si el chamo seguía de pie, le seguía dando. Adoptaba esta posición, que es separando las piernas, una detrás de la otra, bajando la cabeza de manera que no puedes ver con quién estás peleando, y soltaba coñazo tras coñazo, trancao. He would fuck you up. Y ese era siempre su acercamiento: iba casualmente y empezaba el kung fu. It was a rush presenciar la obra hasta su conclusión obvia. No recuerdo si alguna vez le pegaron, pero sé que nunca lo jodieron. Nos íbamos, riéndonos y con botellas que no eran nuestras.

Well, it got old real fast y lo obvio te sorprende cuando eres un carajito pendejo -justo lo que éramos. Muy pronto, Mufasa se construyó una reputación que se expandió a los que andábamos con él. La gente nos evitaba y estaba siempre incómoda en nuestra presencia. Nulas probabilidades de levantar carajas. Nos fuimos haciendo enemigos también y, antes de darnos cuenta, teníamos la amenaza tácita de que alguien iba a llegar a hacernos lo que nosotros hacíamos. Mind you, nosotros nunca peleamos, pero para el mundo exterior, no había diferencia. Era una ladilla de la que no había salida fácil: Si te vas, eres un cagao traidor habla paja mariquito. Si te quedas, es posible que te escoñeten. Andas valorando si te importa más tu reputación y tu orgullo, que la configuración original de tu cara.

Más por un sentimiento de fidelidad que por otra cosa, fui uno de los últimos que se retiró y, en retrospectiva, me llama la atención cómo esos tiempos coincidieron con una baja en los clientes del local, que nunca se recuperaría, cerrando poco tiempo después. Quisiera decirte que hubo una charla dramática que propició mi callado abandono, que hubo la mamá de las peleas y que me salvé de vainita. La verdad es que una tarde me quedé viendo la pantalla de una de las computadoras, me dije que esta era una mariquera estúpida de carajitos estúpidos, y me fui. Dale, chamo, estamos hablando. Ya.

No pasó mucho antes de que me llegara noticias del grupo, que prácticamente se había reducido a los tres hermanos. Habiéndome conseguido por casualidad con otro pana, supe que Mufasa se quedó sin suerte: Resulta que el escenario de siempre se desarrolló, pero cuando Mufasa fue a casa del otro chamo a cobrar una plata que él creía que le debían, el hermano del chamo lo estaba esperando. Lo apuñalaron tres veces y le partieron una botella en la cara. Lo de la botella ameritaría cirugía plástica y no recuerdo bien si el vidrio había traspasado de sus mejillas a su lengua. La mamá estaba aterrada. Los morochos tenían tiempo sin aparecer.

Un tiempo después, me crucé con el Beckham más cercano a mí. Había experimentado un cambio completo de actitud y, si bien nunca rindió como estudiante, ahora estaba en una carrera de chef, muy entusiasmado. Yo estoy estudiando Derecho, le dije. En la Católica, le dije. ¿Qué bolas, no?
Mufasa todavía se estaba recuperando, contó él. Tenía pensado irse del país. Le dije que me contentaba y que le hiciera llegar mis saludos. Volví a ver a ese mismo chamo (no creo que haya sido su hermano) hace un par de semanas; había subido burda de peso y, aunque no me vio, no me sentí tentado a acercarme. Esas cosas pasan, supongo.

Y, como diría Forrest Gump, "Eso es todo lo que tengo que decir sobre la guerra de Vietnam".

lunes, 12 de agosto de 2013

A Week @ Arcadia

El soundtrack de mi semana pasada. Esto sólo lo entenderán que si 3 personas.


1) Just Because, Jane's Addiction.

2) Ghosts, Slash.

3) Walk, Foo Fighters.

4) Starlight, Muse.

5) Bridge Burning, Foo Fighters.

6) Super Collider, Megadeth.

7) Girls of Summer, Aerosmith.

8) Time, David Bowie.

9) We Die Young, Alice in Chains.

10) Sea of Sorrow, Alice in Chains.

11) Don't Follow, Alice in Chains.

12) New Born, Muse.

13) Like Suicide, Soundgarden.

14) Came Back Haunted, Nine Inch Nails.

15) A Matter of Time, Foo Fighters.

16) You Only Live Once, The Strokes.

17) The Last Flight, Velvet Revolver.

18) Violet, Hole.

19) Scary Monsters, David Bowie & Nine Inch Nails.

20) Plug In Baby, Muse.

21) Tornado of Souls, Megadeth.

22) Sweet Home Alabama, Lynyrd Skynyrd.

23) Free Bird, Lynyrd Skynyrd.

24) Everlong (acoustic), Foo Fighters.

25) Patience, Guns N' Roses.

26) Estranged, Guns N' Roses.

miércoles, 26 de junio de 2013

Venezuela 2013

Hey. He pasado mucho tiempo sin publicar porque, pues, he estado ocupado. ¿Recuerdan cuando les dije que iba a estar dedicado a una plataforma distinta para mostrar mi trabajo? Bueno, he estado en eso y en la redacción de una pieza larga de ficción que, por supuesto, no he mostrado porque no está terminada. También, he estado pensado cambiar el blog, mudarme a otro hosting y hacerlo una cosa más minimalista. Probablemente estoy hablando con mucha gente de otros países y oyendo mucha radio gringa, que me meten estas ideas en la cabeza.

Supongo que el tema de mi ausencia "in the scene" está en contraste con un fenómeno que he notado que ocurre con los escritores nacionales: Aunque escriben ficción, están siempre muy enfocados en lo que está pasando en el país, lo comentan, lo suben a blogs o a revistas de internet y así se mantienen activos, se mantienen a la vista de la audiencia. Sería injusto decir que todos lo hacen por ese motivo, seguramente está el que lo hace porque le gusta tanto escribir, que escribe del tema también y, ya que está escrito, ¿por qué no mostrarlo? Fair enough, no hay rollo. Yo, personalmente, no me enfoco en escribir largos textos al respecto porque, por un lado, tengo una cuenta de twitter donde aprovecho para emitir mis opiniones. Por otro, vamos. Me gusta escribir de género, de fantasía, de terror y si tengo algo que decir sobre la realidad que me envuelve, lo más probable es que use ese medio para transmitirlo.

Pero ya que estamos en el tema, aprovecharé para desahogarme. Porque el 2013 ha sido el año más disparatado de nuestra historia.

Héctor Torres ya escribió un excelente artículo detallando sólo al mes de enero que, si no has leído, échale un ojo, yo espero. Ahora que estamos entrando a Julio, creo que hemos visto, inequívocamente, lo tóxica que se ha vuelto la sociedad venezolana. Sí, antes vivíamos estresados en la calle, con la hostilidad de nuestras Calcutas tropicales, pero de un tiempo para acá, la cosa se ha ido derramando sobre nuestras vidas, siguiéndonos a la casa. Dicho de otro modo, antes teníamos el problema de la inseguridad y tú asumías que cuando estabas en tu casa, estabas a salvo, pero ahora tenemos también la profunda crisis económica. Después de una devaluación expresa (y una tácita), el valor de las cosas no se ha duplicado, sino se ha triplicado en el mejor de los casos. Un frasco de Nutella costaba 70 lucas en diciembre. Hoy, cuesta 650 bolos.

Y como las cosas están afectando a nuestro estilo de vida de un modo más directo, temas que no eran políticos (que no estaban abiertas a debate), ahora están politizados. En la "Cuarta República", todos estábamos de acuerdo en puntos fundamentales: los políticos son unos idiotas, la Radio Rochela es genial y la escasez es mala. Si yo no tengo comida en mi casa y no puedo comprar papel higiénico en el supermercado, hey, alguien no está haciendo su trabajo. La gente en el gobierno, cuyo principal rol consiste en mejorar mi calidad de vida, está como que fracasando. Ahora, en el gobierno de Nicolás Maduro, tenemos a dos corrientes de pensamiento: 1) Los que dicen que ir a comprar pollo y no conseguir, es una de las cosas más tercermundistas a las que se puede someter a un pueblo y 2) Los que dicen que las cosas no se consiguen porque hay un golpe económico y los patrones de las empresas quieren aprovecharse de la gente.

Tengo a un conocido. El tipo es full-on chavista, de los que hablan de Chávez en sus redes sociales y le compone canciones y tal. Hace un tiempo publicó un estado en Facebook quejándose de que todo estaba caro (y detalló, "Los alquileres, los carros, la comida") y lo culminó con "Todos esos explotadores quieren abusar". O sea que él sabe que hubo un control cambiario, sabe que Venezuela importa la mayor parte de lo que consume, sabe que el acceso a las divisas está restringido y, sin embargo, no logra hacer la conexión entre ello y la administración de la hacienda pública. Para este tipo, es mucho más fácil creer que todos los comerciantes de Venezuela se han confabulado en una gran conspiración para que él no tenga billete, que creer que el gobierno nacional es inepto, lo ha sido desde hace mucho tiempo y son responsables directos del entorno en el que vive.

Y ese es el problema fundamental: los chavistas creen fervorosamente en quienes los pisa y los opositores no creen en quienes luchan por una senda distinta.

Consideremos esto: Nicolás Maduro ganó las elecciones en circunstancias particularmente dudosas. Una brecha muy cerrada, sale diciendo después de los resultados que estaba de acuerdo con una auditoría para cambiar al día siguiente la seña. Se le juramenta antes de tiempo por un Consejo Nacional Electoral criticado por los observadores internacionales (igual que al Tribunal Supremo de Justicia, tras haber verificado numerosas irregularidades que afectan la transparencia del proceso). Henrique Capriles, líder de la oposición, denuncia las irregularidades y, en vez de llamar a la calle, pide a sus seguidores que "toquen cacerolas con arrechera". Maduro le da la vuelta al discurso y dice que Capriles llamó a la gente a "salir a la calle con arrechera". Indiferentes a la crítica internacional (y a cualquier sentimiento de decencia), el gobierno de los rojos sigue, porque sí. Los chavistas, que criticaban a George W. Bush por haber obtenido la presidencia en circunstancias disputadas, dicen que "MADURO GANÓ Y LISTO". ¿Alguien tendría la bondad de explicarme esa disonancia cognitiva?

En la Asamblea Nacional, los diputados de la bancada opositora deciden no reconocer los resultados de las elecciones. El presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, les dice que si no lo reconocen, no tendrán derecho de palabra. La discusión se convierte en los juicios de Salem: Diosdado, en su papel de cazador de brujas, le pregunta a los infieles si creen o no -algo por demás apropiado, porque de eso se trata el chavismo: la fe. Y la fe consiste en suspender tu pensamiento crítico y aceptar lo que se te dice como verdad.

El clima en el parlamento se deteriora tan rápido que llega a la violencia y a dos diputados les parten la cara y a una diputada la agreden y la tiran contra el suelo. Por esto, nadie va preso. Al tiempo, salen grabaciones del principal propagandista del gobierno, reconociendo la profunda corrupción que se nutre en el seno del chavismo y, aunque el chivato, Mario Silva, pierde sus privilegios, nadie va a la cárcel, ninguna acusación formal se eleva y, en fin, la justicia no fluye (parece que los chavistas trataron al tema como "Sí, sabíamos que el tipo era escoria, pero era nuestra escoria").

Partidarios del gobierno compran al canal abanderado de la oposición, Globovisión, y los despidos ocurren casi de inmediato. Los medios de comunicación que están en manos privadas, se autocensuran (como Venevisión), en pro de la supervivencia. Antes de esto, una actriz anti-gobierno sufre un ataque durante una presentación teatral cuando lanzan una bomba lacrimógena en el recinto. Recientemente, partidarios del gobierno vandalizaron a la Universidad Central de Venezuela, que se ha ido a protestas porque el gobierno considera que es más importante subirle los sueldos a los militares, que a los profesores.

Y, como dije antes, no hay papel de baño.

Viéndolo todo, ¿qué más tiene que ocurrir para que un chavista se quite la camisa roja y diga "Es que me da demasiada vergüenza apoyar a esta gente"?

Los ciudadanos opositores no son, lamentablemente, mejores.

Si has estado leyendo con atención, puede que hayas notado que la lucha de los líderes de oposición ha sido pacífica. Ha sido siempre apelando a los canales democráticos. Y, ante un gobierno sin legitimidad de orígen y con vaga legitimidad de ejercicio, ¿Cómo haces para llevar la lucha sin que se derrame sangre? Entonces lo que quieren, es que Capriles llame a la gente a la calle. ¿Quién está dispuesto a asumir la responsabilidad de lo que pueda ocurrir? En los días inmediatos a las elecciones presidenciales, Nicolás Maduro dijo que lo que quería Capriles (a quien, afectivamente, llama "El Caprichito", porque, sabes, hacer valer la carta democrática es lo más caprichoso ever) era desatar la violencia. Pero, oh, snap, Capriles no llamó a la calle. Capriles no pisó ese peine y no se prestó para la violencia. Y no obstante, tenemos a gente de oposición diciendo "¡Es que hay que salir a agarrarnos a carajazos!"

Hijo, crece.

¿Quién va a poner la sangre para que se nutra la libertad? ¿Quiénes van tomar las armas y asumir una resistencia armada? Dicho de otra forma, ¿Tú estás dispuesto a abandonar tu teléfono android, tu Playstation 3 y tus fines de semana de marihuana con tus amiguitos para coger un rifle -con el que no tienes ningún entrenamiento- y lanzarte a la guerrilla hasta que te maten, o caiga el gobierno? Es una de las cosas que el periodista Vladimir Villegas estaba diciendo, "Hay que tener cuidado con cómo se ejerce la oposición (desde el liderazgo), porque si tú renuncias a los métodos democráticos, entonces la lucha toma otro contexto". ¿Quién está dispuesto a asumir esos sacrificios?

Y está el verbo que más me molesta de todos: "Hey, Capriles, hippie pendejo: Te dejaste joder".

Esa actitud demuestra, en mi opinión, la crasa, profunda, supina ignorancia que también existe del lado de los opositores. Déjame explicarte: Si tú votaste por Capriles y la gente en el poder le robó las elecciones, se robaron también tu voto. Por eso se llama "Democracia Representativa", porque el líder que tú eliges representa tu voz, tu voluntad. ¿Dónde queda la responsabilidad personal? Es muy cómodo echarse en el sillón y decir "Ese carajo sí es perdedor, mira cómo se dejó joder" y esperar que Capriles (u otro dirigente opositor) ponga el pecho por ti y vaya preso por ti. Hay mucha, muchísima gente en la oposición que piensa que Capriles "es un politicazo" solamente cuando levanta la esperanza, pero es "un pendejo comeflor" cuando insiste en sus métodos de lucha pacífica y democrática. ¿No ves que tenemos a diputados llevando coñazos en la Asamblea por ti, lidiando con gente con la que tú no quieres lidiar, para que les quites tu apoyo porque "Ay, qué ladilla es la democracia"?


Huelga decir los paralíticos mentales que no quieren que Capriles sea presidente porque "ay, no, es homosexual". Porque no hay otra cosa que simbolize mejor el pensamiento progresista que la discriminación.

Sólo miren este tweet. Una observación (que no pasa de ser eso, una opinión) se volvió una excusa para que la gente de oposición diga "MÁS SALVAJE SERÁS TÚ, MIJO". El perfecto ejemplo del idiota que mira al dedo y no a lo que señala.

Es descorazonador. La versión tl;dr (la versión express): El tercermundismo se lleva dentro del cerebro y aqueja a chavistas y opositores -a unos más que a otros, pero a todos en fin. ¿Cuál es la solución? Cuando surja, estaré encantando de publicarla.

Adieu.

jueves, 7 de marzo de 2013

¿Y Ahora Qué con Rosinés?

Anoche, en todo este tema del funeral a Hugo Chávez, vi a Rosinés, la hija menor del ex-presidente.

Estaba junto al ataúd, entre sus hermanos. Reservada. Si bien los hermanos estaban dolidos, pero estóicos, Rosinés fue la que lloró. Se tomó los últimos segundos de esa pública intimidad para secarse las lágrimas.

Y eso me hizo pensar.

La primera vez que yo la vi, era una criatura. Bueno, lo éramos los dos, sólo que yo era varios años mayor. Era la campaña para aprobar la constituyente (es posible que me equivoque y haya sido la campaña contra Arias Cárdenas, pero fue en esa época). Una propaganda donde salía el presidente con su esposa, Marisabel de Chávez, y su hija. Me acuerdo aún de la canción: "Vamos a votar, vamor a votar, el 10 (¿6? ¿3?) de Diciembre, por el comandante que respeta al pueblo, ese es Hugo Chávez, ese es Hugo Chávez, un buen presidente..." La familia Chávez transmitía un mensaje conservador, tan habitual en la política: el candidato con su amorosa familia.

El tiempo pasó y las cosas cambiaron. Hugo y Marisabel se separaron y la ex-esposa se llevó a su muchacha a su nativo estado Lara. El presidente no tuvo otra amante que se supiera, dedicándose por completo a la política. Le vinieron tiempos difíciles: paros nacionales, un sangriento golpe de estado, radicalismo progresivo en su propia personalidad. La ex-mujer y la hija no tenían demasiado espacio en todo aquello, así que siguieron viviendo su vida, alejadas de la esfera interna del presidente.

Todos sabemos cómo es la gente en este país, de bando y bando. Escuché sopotocientas veces a la gente metiéndose con la hija del presidente, que ya no era una bebé, sino una mujercita. "Ahí está la bastardita, la zafia esa, mira la chusmita, debe estar disfrutando todos los reales que se han robado".

Pana, hasta ahí.

Me tomé el momento de explicar, "¿Cuántas veces has visto tú a esa niña con Chávez? Es probable que ella ni lo vea, que tenga tiempo sin hablar con él". Y es que así es la mayor parte de los hombres venezolanos: hacen al muchacho y se van, que lo críe la madre. Al igual que Rosinés, yo crecí sin un padre. Y es duro. ¿Que odies al tipo? Cool, es tu derecho, pero no creo que el odio de haga extensivo a los hijos. Me figuré que la niña sería inocente de todo lo que estaba ocurriendo. Ingenuidad, es la palabra clave.

Luego, vi las famosas fotos que están rondando por ahí.

De manera que sí, ingenuidad. Mía.

No voy a atacar a Rosinés en este post, porque está fuera de orden, en especial en un momento como este (a lo mejor en otro momento les explico lo que es el "peculado de uso"). Sí, crecimos en circunstancias dramáticamente distintas. Cuando ella contaba con guardaespaldas, yo tenía que elegir bien mis palabras al tener un cuchillo en la garganta y tres carajitos malditos diciéndome que ellos no me estaban robando, me estaban "pidiendo" las cosas. Ella viajaba por el mundo, en mi casa recogíamos el dinero con esfuerzo y sacrificio para poder viajar (mención especial para los dólares limitados y tarjetas que se bloquean cuando estás en el exterior, sin que cadivi te de explicación). Ella se entrevistó con sus ídolos, yo tuve el chance de ver a Trent Reznor en primera fila y hasta ahí.

Los beneficios que ella tiene, no creo que se acaben, ahora que su padre ha fallecido. No creo que se reduzcan ni a la mitad. La sombra de El Comandante la arropará el resto de su vida y a dónde quiera que vaya, le harán preguntas sobre la figura histórica venezolana. Nicolás Maduro le tendrá tratamiento preferencial (porque Nicolás es muy, pero muy capaz de ganar las venideras elecciones, más capáz que la oposición, tal y como están las cosas hoy). A lo mejor, se aleja del escenario público (todo lo que le sea posible, por lo menos), a lo mejor imita a Keiko Fujimori y se lanza como candidata presidencial. El mundo seguirá girando y a lo mejor ella se esmera por comprender el zeitgeist vigente cuando su padre gobernó a nuestra nación. A lo mejor, no.

Lo que sí, es que vivirá para siempre con el desprecio de un sector de la población, que la odiará por los genes que tiene. Otro sector, pondrá en ella sus esperanzas, por los mismos motivos. Y el temor que tenemos todos los librepensantes, ciudadanos y politólogos de cafetín de expresar lo que pensamos, nunca correrá del mismo modo por su corazón, sabiéndose la hija del que fue (y quizá siga siendo) el hombre más poderoso del país.

Creo que lo que estoy queriendo decir es que, como diría Orwell, en la Venezuela de la Quinta República, todos somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros.

La función debe continuar, Hugo Chávez dixit.

lunes, 18 de febrero de 2013

Ted Bundy en Lake Sammamish

Seh, ando pegado con el tema de los sociópatas de nuevo. Anyhow, esto es del libro The Bundy Murders: A Comprehensive History, por Kevin M. Sullivan:




"No mucho después de ponerse cómodo, Snyder (agente de la DEA vacacionando), notó a 'un hombre blanco caminando por mi derecha, hacia mí, y la razón por la que lo noté es porque estaba mirando a todas las muchachas... llegaría a detenerse casi por completo y me pareció que estaba o buscando abordar a una chica, o tratando de encontrarse con alguien que cumpliera sus estándares'. Pero siguió caminando, buscando, pasó enfrente del agente de la DEA y se acercó a la rubia en el bikini negro. Al aproximarse, Snyder lo escuchó decir 'Buenas, señorita' o 'Discúlpeme, señorita', un saludo cordial. Respondiendo a la educada introducción, Janice le hizo un gesto para que se sentara junto a ella en la toalla. Él tuvo que bajar con cuidado, porque su brazo izquierdo estaba vendado y en cabestrillo. Una vez sentado, dijo Snyder, el hombre cruzó las piernas y los dos conversaron por unos cinco minutos. Mientras hablaban, Janice Ott se puso a recoger sus cosas.

Snyder describió al hombre como un sujeto de un metro, setenta y ocho centímetros, aproximadamente. Entre veinticinco y veintinueve años, vestido de blanco. El cabello, añadió, 'estaba a la altura del cuello, ondulado, color castaño claro'.

Sin que Snyder lo supiera, el individuo al que le estaba prestando atención acababa de tener un encuentro con otra mujer, apenas momentos antes.

Janice Graham, de veintidós años, era una empleada de Boeing y vivía cerca de Bellevue, Washington. Llegó a Lake Sammamish alrededor de las 11:30 de la mañana e inmediatamente buscó una mesa para picnic, sin conseguir una. Después se acercó al patio deportivo, donde la abordo un hombre que describió 'de un metro setenta y cinco, con cabello rulo, nácar'. Ella lo saludó, sintiéndose un poco perturbada por la intrusión. Cuando ella se iba, él le pidió 'su ayuda un minuto', explicando que no podía hallar a sus amigos. '¿Sí?' dijo ella, '¿Qué quieres?' El educado joven con brazo en cabestrillo le dijo que necesitaba ayuda desenganchando su lancha del carro. Una petición razonable, le pareció a ella, a la que contestó con un 'Está bien'.

Conforme se abrian paso por lo que parecía volverse una multitud, él dijo que 'No se ve desde aquí, hay mucha gente'. También le preguntó a ella dónde vivía y en qué trabajaba. 'Se detuvo muchas veces para agarrarse el brazo, sosteniéndoselo como si le doliera' explicó Graham. 'Dijo que se lastimó jugando squash. Me preguntó si yo había jugado. Dijo que era muy divertido'. Cuando llegaron al estacionamiento, él apuntó a un Escarabajo VW, 'Color marrón metálico'. Por sorpresa, no tenía ni una lancha adjunta, ni un gancho al qué atarla. Al ella preguntarle al respecto, él respondió: 'Es que está en la casa de mis padres. Está subiendo esa montaña'. Sacudiendo la cabeza en negación, ella dijo que no podía acompañarlo, porque su esposo y sus padres estaban por llegar. 'Ah, está bien; debí avisarte que no era en el estacionamiento'. Volviendo hacia la gente, se disculpó una vez más. 'Gracias por acompañarme; debí decirte que no estaba en el estacionamiento'. Graham luego haría énfasis en lo agradable que fue.

'Era muy educado, muy sincero... y no se molestó cuando le dije que no lo iba a acompañar'.

Dejando a Janice Graham esperando a su familia, él siguió buscando. Unos diez minutos después, Graham lo vio caminando con otra mujer, que llevaba una bicicleta al lado. 'Pensé' dijo, 'que no le tomó mucho conseguirse a otra que lo acompañara'. Esa fue la última vez que Graham lo vio.

Dada la distancia entre Snyder y Ott, la posibilidad de escuchar la conversación entre los dos resultó muy limitada. No obstante, otros sentados mucho más cerca de la pareja darían una descripción más detalla del encuentro a las autoridades.

(...)

Sylvia Valint tenía quince años el día en que Janice Ott desapareció de Lake Sam, como lo conocían los lugareños. Aún así, daría una de las descripciones más precisas sobre lo que ocurrió entre el asesino y la víctima esa caliente tarde de Julio, de 1974. Obtener una descripción tan nítida y concisa de alguien tan joven es inusual. La mayoría de los niños de su edad, no recuerdan conversaciones aparentemente sin consecuencias. Estaba a sólo tres metros de Janice Ott.

'Llegó un tipo hacia ella' le explicó Sylvia al detective Robert Keppel, al miércoles siguiente. El reporte asegura: 'Es de un metro setenta y cinco a un metro setenta y ocho de estatura, constitución media, cabello pajizo largo hasta el cuello, bronceado, brazo izquierdo en cabestrillo. El yeso empieza en la muñeca y termina después de doblar en el codo. Zapatos deportivos blancos, medias blancas, shorts blancos y franela blanca. Dijo 'Disculpe, ¿me puede ayudar a enganchar mi lancha a mi carro, porque no puedo hacerlo yo solo, porque me rompí el brazo?' Ella dijo 'Bueno, siéntate y vamos a ver. ¿Dónde está la lancha?' Él dijo: 'En casa de mis papás, en Issaquah'. Ella dijo: '¿Ah, sí? Yo vivo en Issaquah. Bueno, está bien'. Se levantó y se puso ropa encima del traje de baño. Agarró su bicicleta y dijo 'Bajo una condición. Que yo pueda subirme después a la lancha. Y que me presentes a tus padres'. Se presentaron. Ella dijo que su nombre era Jan. Él se presentó como Ted.

Sylvia dijo que era un sujeto elocuente, articulado".

Sacado de Wikipedia:

"Los homicidios del Pacific Northwest terminaron el 14 de Julio, con el secuestro a plena luz del día, de dos mujeres, entre una multitud en la playa de Lake Sammamish. Cinco testigos mujeres describieron a un joven atractivo vestido de blanco, con el brazo en cabestrillo, hablando con un tenue acento, quizá canadiense, quizá inglés. Presentándose como "Ted", preguntó si podrían ayudarlo a descargar su lancha de su Escarabajo opaco -o bronce. Cuatro de ellas, se rehusaron. Una lo acompañó hasta el carro, vio que no había lancha y se marchó. Tres testigos más lo vieron acercarse a Janice Anne Ott, de 23 años, con la historia de la lancha, y la vieron irse en su compañía. Unas cuatro horas más tarde, Denise Naslund, una joven de 18 años estudiante de computación, se levantó de la mesa en la que estaba con unos amigos para ir al baño, y nunca regresó. Bundy le dijo luego a Stephen Michaud que Ott seguía viva cuando él regresó con Naslund -y que una fue obligada a ver a la otra morir-, pero luego cambió ese detalle de su confesión la noche previa a su ejecución".


Saben, tengo que admitirlo. La maldad absoluta de este carajo es creepy y medio.

viernes, 15 de febrero de 2013

Green River Killer

Cuando empecé a investigar sobre asesinos en serie y el fenómeno del trastorno sociopático de la personalidad, nadie sabía quién era el Green River Killer.

Había actuado durante los ochenta, cobrado varias víctimas (prostitutas, que posteriormente aparecían abandonadas en el epónimo Green River) y desaparecido. Muchas teorías existían sobre su paradero; la más popular era que había muerto. Dado que los asesinos en serie son incapaces de dejar de matar, era extremadamente inverosímil que el hombre en cuestión hubiera cambiado de espíritu. Tenía que haber fallecido, decían, y se llevó el secreto de su identidad a la tumba. Explicaciones como esa se aplican a Jack el Destripador y al Asesino del Zodíaco, dos figuras tan legendarias como el Green River Killer lo era en la época.

Asumí que nunca sería capturado. La evidencia tiende a deteriorarse y no existía ningún sospechoso viable. No ocupé demasiada atención al tipo, ni al caso.

Unos años más tarde (2001, específicamente), boom, la noticia: el Green River Killer había sido capturado. Era Gary Ridgway, el arquetípico psycho. Amistoso pero sin amigos, sin rasgos físicos distintivos, calificado como distante por sus parejas (que también lo describieron como "violento" en la cama). Ocupaba trabajos de poca responsabilidad y oscilaba entre ellos. Había contraído gonorrea tras el contacto con una prostituta, incidente que lo molestó profundamente. Se volvió fanático religioso durante los ochenta y lloraba con frecuencia durante los sermones. Detenido por solicitar los servicios de prostitutas, fue considerado uno (entre miles) de sospechosos en el caso del Green River. Este hombre:



Ridgway, al igual que otros de su estilo, tenía una intensa rabia y deseos de venganza hacia su madre y las mujeres en general. Durante su primera detención, otorgó muestras de fluidos y se sometió al exámen de un polígrafo (máquina de la verdad). El excelente maestro en ciencias penales del que recibí lecciones en la universidad, Alberto Morales Gómez, señalaba que un polígrafo no puede constituir prueba ante juicios penales porque se basan en respuestas de ansiedad física. Existe una clase de delincuente, como el sociópata, que puede modificar sus respuestas para no mostrarse alterado bajo sospecha. En otras palabras, Gary mintió bajo el polígrafo, no se sintió en lo absoluto culpable o ansioso, y fue puesto en libertad.

La ciencia criminalista evolucionó, se perfeccionó la prueba del ADN y, en revisión de un caso sin resolver, la conexión entre los fluidos en una de las víctimas y aquellos dados por Ridgway dio positiva. Después de veinte años, el asesino era capturado.



Jeff Jensen publicó hace pocos años una brillante novela gráfica sobre el tema, Green River Killer: A True Crime Story. El libro no es un recuento de los homicidios caso por caso, ni una biografía de Ridgway. Es un homenaje a su padre, el detective Tom Jensen, principal investigador del caso. Tras 20 años de sufrimiento, llevó a uno de los peores asesinos en serie en la historia al calabozo. Y sí, el libro fue escrito partiendo de información oficial de la investigación.

Como vale la pena que leas el libro tal y como fue concebido, no voy a publicar aquí las páginas de la escena que prosigue. La voy a presentar, más bien, como una transcripción literal. Brace yourselves:


TOM JENSEN: Cuéntame de la última vez (con ella). ¿Cómo ocurrió?

GARY RIDGWAY: Fue en Mayo de 1985. Había una huelga en el trabajo, así que tenía mucho tiempo libre. No recuerdo si fue de día o de noche cuando la recogí. Recuerdo que ella estaba saliendo de su trabajo en el bar. Yo la estaba esperando. Le pregunté si quería tener una cita conmigo. Dijo que estaba cansada. Dijo que tenía que ir a algún lugar. Dijo que tendríamos que hacerlo rápido.
La llevé a mi casa. Pensé que estaría más cómoda ahí que en la calle. Mi hijo estaba con mi ex-esposa. Teníamos al lugar solo para nosotros. Quería que se quedara después conmigo. Que siguiera acostada. Se duchara conmigo. Que fuera íntima conmigo.
Pero ella andaba apurada y no me estaba complaciendo y la rabia dentro de mí se fue haciendo más fuerte. Me puse detrás de ella y cuando habíamos terminado, la maté. Lloré después. Me quedé con ella toda la noche.
El pescado y la salchicha y la bolsa (que dejé en la escena del crimen) no significan nada. Fueron cosas que dejé para despistarlos a ustedes. La volví a vestir porque no podía regresar a visitarla después. A ella, no.
La quise. De verdad la quise. Estaba más contento que el carrizo cuando la vi ese día, porque me había complacido mucho antes. ¿Por qué esta vez no?

(LOS DETECTIVES LO MIRAN. ÉL LES DEVUELVE LA MIRADA EN SILENCIO).

TOM JENSEN: Gary...

(RIDGWAY OBSERVA).

TOM JENSEN: Christine era especial para ti. Apuesto a que nunca olvidaste su rostro, ¿verdad?

GARY RIDGWAY: Era hermosa. Esas fotos que ustedes tienen no le hacen justicia.

TOM JENSEN: Bien. ¿Por qué la mataste, entonces?

GARY RIDGWAY: Ya te dije. Porque me estaba apurando y porque...

TOM JENSEN: Yo sé qué me dijiste, Gary. Escuché cada palabra. Pero no tiene sentido.
Durante los últimos cuatro días, has culpado a estas mujeres de sus propias muertes. Tú querías sexo y ellas te hicieron molestar. Despertaron tu "rabia". Perdiste el control y las estrangulaste.
Pero Christine King no fue la primera mujer que mataste. Mataste al menos a seis otras mujeres antes de ella. Y ella te dijo de entrada, antes de que la lleves a tu casa, que no te puede dar el tiempo que tú quieres. Justo ahí, debiste saber qué podía pasar. Y creo que sí lo sabías.
Dices que hacías esto sólo por el sexo. Pero también era por matar, ¿verdad?

(RIDGWAY PERMANECE SILENTE).

TOM JENSEN: Habías matado ya varias veces.

GARY RIDGWAY: Sí.

TOM JENSEN: Sabías qué pasa y cómo pasa.

GARY RIDGWAY: Sí.

TOM JENSEN: Y sin embargo, lo hiciste, sabiendo que ella iba a parar muerta.

GARY RIDGWAY: Sí.

(AMBOS SE OBSERVAN).

TOM JENSEN: ¿Por qué? ¡¿Por qué lo hiciste?!



GARY RIDGWAY: Necesitaba matar. Sólo necesitaba matar.



Tom Jensen continúa trabajando en casos no resueltos. Dice que trabajará en el departamento siempre que haya fondos; no considera retirarse.

Gary Ridgway fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de fianza.