viernes, 14 de octubre de 2016

SYMPATHY FOR THE CREATURE 2: Holocausto Caníbal




Título original: Cannibal Holocaust

Director: Ruggero Deodato

Guion: Gianfranco Clerici

Elenco: Robert Kerman, Gabriel Yorke, Luca Barbareschi, Francesca Ciardi

Cinematógrafo: Sergio D’Offici

País: Italia

Año: 1980

Tópicos: Caníbales, video descubierto, gore

Canción recomendada: Una de las cosas más perturbadoras de la película es que, en las peores escenas, suena esto.

El año pasado, cuando toqué las que considero trascendentales en el terror, estuve a punto de incluir al film que hoy nos ocupa. Opté por lo opuesto, porque si existe un material enfermo, asqueroso, perturbador y maldito, que no debería ser replicado nunca, es el magnum opus de Ruggero Deodato, quizá la película más impactante y controversial de todos los tiempos.

El cine italiano de los años 70’ y tempranos 80’ era el salvaje oeste: No había ley. Siempre que pudieras darle cierto marco de legitimidad a lo que estabas haciendo, podías salirte con la tuya (Lucio Fulci grabó Zombi promocionándola como secuela de Dawn of the Dead, sin la aprobación de George Romero, por ejemplo), de manera que los rodajes sin permisos, sin sueldos y maltratando a los actores estaban a la orden del día. Las películas que se derivaron son notables porque, mezclando la idiosincrasia propia del cine europeo con títulos hermosos que realmente no dicen nada de lo que estás a punto de ver (El Ave con el Plumaje de Cristal, La Casa de las Ventanas Sonrientes, Extrañas Sombras en un Cuarto Oscuro), coronaban con el más salvaje gore alguna vez retratado, dándonos genios como Gianetto de Rossi, que no tienen nada que envidiar a los maestros norteamericanos.

Una de las ramas más bastardas del momento fue el cine de caníbales. Películas como Mangiati Vivi y la inmisericorde Cannibal Ferox (conocida también bajo un título que sí te dice todo, “Make Them Die Slowly”) violentaban las fronteras del buen gusto a tal extremo, que muchas veces los propios actores y cineastas renegaban el producto que realizaron (y estamos hablando de borderline criminals). En aquel panorama, es difícil decir por qué Cannibal Holocaust trascendió. Quizá porque es la más coherente, más “artística” y mejor actuada del montón, o quizá porque su inigualable huella convenció a las autoridades de que todo lo que pasó en pantalla ocurrió de verdad; Ruggero Deodato tuvo que presentarse ante tribunales con los actores, para demostrar que seguían vivos. Di lo que tú quieras de Lars von Trier, pero él nunca tuvo que explicarle a nadie que sus efectos especiales eran sólo efectos.

Un equipo de documentaristas liderado por el famoso Alan Yates, desaparece en un sector de la selva sudamericana conocido como “El Infierno Verde”, en un proyecto sobre el canibalismo tribal. Sus productores envían al antropólogo Harold Monroe (interpretado por el actor porno Robert Bolla, apareciendo aquí bajo su nombre real) a determinar lo ocurrido. Entre extraños ritos, Monroe descubre las latas con el film de Yates y lo trae a Norteamérica, para su estudio con sus patrones. Nada podrá prepararlos para lo que verán.

Toda la carnicería animal que figura en Cannibal Holocaust es real, sucedida en un rodaje inhumano que amerita su propia película. Los propios actores se amotinaron en varias ocasiones (imagínate que Deodato se los llevó a grabar a Colombia sin haberles pagado y, ya allá, les pagó menos de lo prometido y no en dólares, sino en pesos –tuvieron suerte, porque a muchos nativos se les sometió a prácticas antiéticas, como pararse en una choza ardiente durante demasiado tiempo, de gratis. I’m not fucking kidding). Se nos presentan abortos, violaciones y mutilaciones falsas, incluyendo una castración frente a la cámara sin cortes de edición. Siguiendo la muy italiana tradición shockumentary nacida con Mondo Cane, Cannibal Holocaust tiene hasta la muerte de varias personas reales, en una ejecución presentada como “el material previamente hecho por Yates” (grabada originalmente con fines periodísticos reales).

El eterno debate cuando uno habla de esta película es el mensaje. Adentrados en la trama, descubrimos que los caníbales del Infierno Verde se lanzan contra Yates y su gente porque, en realidad, Yates los antagonizó desde que llegó. “¿Quién es más salvaje, nosotros de la ciudad, o ellos en su selva?” parece preguntarnos Deodato, en una pregunta que se cae de maduro, porque la respuesta no es ninguno de los dos. Los salvajes de verdad son los creadores de Cannibal Holocaust.

Otra por el estilo:

Este género es tan insular que no hay nada más así. Ve Cannibal Ferox, si tienes estómago para eso.

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