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martes, 2 de septiembre de 2025

Este Post es 100% Orgánico


El otro día, leyendo de las locuritas del publishing, encontré un post de Gabino Iglesias sobre un tema que lo tiene desanimado, y es que a cualquiera; Para quien no le conozca, Gabino es un latino que escribe en inglés y no sólo es que tiene obra publicada con publishers mainstream, es que el man forma parte de esa nueva camada de la literatura de terror que incluye a Josh Malerman, a Paul Tremblay, a Adam Cesare y a Gwendolyn Kiste. Su novela más famosa, The Devil Takes You Home, ganó el premio Stoker del 2022 por mejor novela, el premio más prestigioso de la literatura de sustos en la actualidad. Gabino tiene lectoría y escribe en columnas, hace reseñas, está en el mamey.

 

Y bueno, el pana comentaba que este año ha sido complicado porque su siguiente novela, House of Bone and Rain, fue muy bien recibida por la crítica, fue también nominada al Stoker, pero vendió menos que su antecesora. En consecuencia, Gabino perdió el contrato que tenía con su publisher y es, actualmente, un “agente libre” como quien dice. La próxima vez que escriba una novela, tiene que hacer el proceso de venta de los derechos a una editorial desde cero, sin que haya ya alguien esperando por poner ese libro en el mercado.

 

Eso es algo que yo siento que el público en general no entiende sobre la vida del escritor moderno, y sobre esto hay una película buenísima con Charlize Theron llamada Young Adult; La gente cree que tú coronas un libro con un publisher (léase, casa editorial), grande o pequeño, y ya lo que te viene es entrevistas con el New York Times, cocteles de camarón en un penthouse lujoso, y consultas de la Warner Bros. para que les digas a quién ves protagonizando la película. Verbigracia, la gente cree que todos los escritores publicados son Stephen King o JK Rowling.

 

La realidad es que la vasta, vastísima mayoría de los escritores somos una gente que funciona como unos permanentes freelancers. Todo el mundo tiene el llamado “trabajo diurno”, que muchas veces no tiene nada qué ver con literatura, pero que paga las cuentas. Mucha gente escribe ficción (o no) a nombre de otra persona o empresa (el ghost-writing), y mucha gente ya dio el paso a la publicación independiente y sacan sus libros directamente con el Kindle Direct Publishing. Mucha gente que incluso la pegó y salió en la lista de los más vendidos del antedicho Times, cuenta en sus redes que ellos realmente viven en la casa de siempre, que con la plata que se ganaron del libro compraron otra computadora o se arreglaron los dientes, y ciertamente aquí no hay nadie comprando una mansión en Escocia.

 

La razón está en que si bien hubo una época en la que un escritor recibía unos avances de publicación bien generosos y las fiestas de lanzamiento de la novela eran en Manhattan, eso se acabó a principios de los 90’. La industria moderna existe en una carrera perpetua por ver quién será el siguiente gran hit, montándose en una ola que nadie sabe cuál será hasta que las mismas ventas lo revelen, y donde tu acceso al mercado tradicional, con obra publicada y en los mostradores de Books-a-Millions, no garantiza que el día de mañana seguirás siendo publicado. Esto no es un club, pues, donde una vez eres aceptado, serás aceptado para siempre y formas parte de un Olimpo donde puedes mirar hacia abajo a aquellos mortales que tienen que arar bien arados esos campos a ver si venden cinco ejemplares. Aquí todos, salvo una muy privilegiada minoría, somos jornaleros, contratistas independientes con un libro que esperamos que venda para ver si el siguiente vende también y entonces así estar más o menos estables en un medio caracterizado por su inestabilidad. En Hollywood dicen que tú eres tan bueno como tu más reciente película. Aquí eres tan bueno como las ventas de tu más reciente obra y cada proyecto nuevo es empezar de cero ese proceso editorial de ver si tu agente logra que alguna editorial apueste por ti.

 

*        *        *

 

Hoy, lunes primero de septiembre de 2025, expulsaron a una gente de Dragon Con, quizá la convención geek más grande del planeta (poniendo de lado a convenciones más corporativas como la de San Diego), por el pecado capital de vender arte generado por inteligencia artificial. Parece que los peluches en cuestión burlaron todos los filtros y montaron su stand ahí con sus afiches y sus cosas, vendiendo algo que pudiste haber hecho tú o yo con ChatGPT.

 

La policía fue a ayudar con
el desalojo.

Esa conversación, que está encendida ahorita, ya se desvió a un tema que nos es mucho más pertinente, y es el gentío que está usando a estos programas para generar cuentos y novelas a los que ellos firman y venden como propios. Hay de todo, en realidad, gente que se mete en Gemini o en Copilot y les dice que “yo quiero que tú me generes una novela de fantasía donde los personajes sean mesoamericanos, haya magia y un ligero tinte de terror, y donde la protagonista tenga un triángulo amoroso con un noble guerrero y con su rival, un hombre-jaguar. Escríbelo en el estilo de Sanderson”; Gente que entra con un par de capítulos escritos y quiere que la IA les haga el resto, gente que deja que la IA les haga la trama de la novela para ellos escribirla después y gente que escribe de la mano con la inteligencia artificial, como si fuera una autoría doble.

 

Los resultados de todo eso suelen delatarse a sí mismos porque la IA tiende a seguir los mismos patrones al escribir, porque no es capaz de reconocer el contexto de lo que está haciendo y porque la gente que la está usando carece de la pericia para reconocer cuándo el trabajo producido es mediocre. Cualquiera que se haya puesto a conversar con Gemini sabe que estos programas son mucho más imprecisos que la Wikipedia en español—hace como dos meses estaba fregando platos y tratando de entretenerme en una conversa con Copilot sobre asesinos en serie porque, pues, soy yo, y el programa me ha lanzado una lírica de que por todos esos crímenes, Jeffrey Dahmer vive en cadena perpetua (contexto: Dahmer no duró un año vivo entre la población general del penal). Hace un tiempo escuché, no recuerdo dónde, que el verdadero artista es una persona que tiene que tener calle, tiene que tener burdel, tiene que haberse dado carajazos con una tarima, con un público, con un jurado, y que de esa experiencia es que sale aquello que le ayudará a mejorar su propia destreza. Eso es totalmente cierto, y a la IA, sencillamente, le falta calle.

 

Pero eso le rebota a los entusiastas de los atajos. Es una gente que usa IA para meterle un artículo a una revista sin darse cuenta de que el artículo tiene hechos ficticios (eso sucedió en verdad) y escriben libros que publican por KDP, y el texto tiene notas del mal llamado “autor” donde la narrativa se interrumpe para decir “esto lo reescribí para que se ajuste con el estilo de narración del protagonista, que es más tenso y emotivo”, como le pasó a Lena McDonald, quien después admitió que sí, usó IA, pero solamente para corregir. Esta es la razón de por qué Amazon ha limitado el tiempo en el que tú puedes publicar con ellos, porque había un pocotón de peluches sacando libros que hicieron con IA a razón de uno semanal, ritmo imposible en un autor “orgánico”.

 

El caso de McDonald es interesante porque, después de pillada, ella sacó una disculpa pública que es típica de quien usa IA con fines artísticos. De entrada que a mí me parece repudiable que toda esa gente reconoce que usó inteligencia artificial después de que los descubren, eso te pone a pensar sobre quien anda por ahí pasando agachado. Pero es que además, mírame esto, McDonald dice que la escritura es una pasión que ha perseguido desde hace mucho tiempo y que, “como madre y maestra a tiempo completo, sencillamente no me puedo costear un editor profesional, y me fui con la IA para refinar mi texto.” Eso no es lo que se desprende de cuando tú lees el fragmento—aquí lo que parece es que sencillamente esa nota no es de ella sino de Copilot, explicándole qué fue lo que hizo, y la “autora” pegó y copió todo el texto sin tomarse el respeto consigo misma y con su público de revisar esa vaina. Huelga decir que un editor humano, un corrector, un beta reader, habría detectado este tipo de cosas. Pero ese victimismo, esa excusa, es inaceptable cuando aquí todos-toditos-todos tenemos también trabajos a tiempo completo y responsabilidades qué enfrentar, y todos tenemos que laburar bien duro para pagarle a un editor y a un corrector profesional, y luego a un ilustrador que haga el arte (en caso de que seas independiente), y que eso mismo se replica en quien hace cine, música, poesía o pintura a la antigüita. Tú no eres especial ni más sacrificado porque te acuestas a las diez de la noche escribiendo después de llegar del trabajo. Eso lo hacemos todos.

 

Pero aquí pareciera que nadamos contracorriente. Tú te metes en cualquier post en redes que hable de este tema y lo que sobra es gente diciendo que esto que está pasando es buenísimo porque “ha democratizado” al arte y ahora cualquiera puede ser novelista. Que “yo no escribo el libro, pero dejo que Copilot me ayude a guiar la trama”. Son cosas que dice alguien que, siento yo, quiere perseguir ese espejismo del que hablé en el acápite de este post. Esto es igualito a quien plagia un texto—la escritura con IA es el primo del plagio, porque a fin de cuentas eso no lo escribiste tú. Es una persona que quiere ver su nombre publicado en alguna parte porque quiere decir que es escritor, que le han publicado aquí y allá, y que vende en Amazon. Es gente que quiere llegar al tesoro sin haberle echado mano a la pala. No es artista porque tú no eres artesano de nada, tú te sentaste frente al computador y le diste a un programa una serie de direcciones sobre lo que querías, pero que tú mismo eres incapaz de producir.

 

Los problemas de esto para quien quiera ser escritor con honestidad son enormes. Definir una trama es parte de la habilidad de un escritor. Empezar una historia, desarrollarla y terminarla son habilidades diferentes, cada uno de esos pasos. La voz de los personajes, hacer eso que hace Irvine Welsh de que su libro lo narran cinco personajes diferentes y cada uno suena totalmente distinto a los demás, eso es una habilidad. Y desarrollar todas estas cosas que estoy diciendo toma muchísimo tiempo y trancazos contra la pared, pero es así como se aprende y es la única forma, eso es como cuando tú quieres tocar la guitarra; no hay sustituto para sentarte a tocar el instrumento. Si tú dejas que una computadora haga estas cosas por ti, podrás llamarte a ti mismo “escritor” después, pero estás comparativamente lisiado ante quien sí lo hace solo.

 

No sé si me estoy explicando, porque yo he conversado esto con gente y hay quien me señala de elitista. Mano, yo estoy claro que escribir es estresante. Hay gente que se sienta a escribir y se ríe y disfruta, y canta. No es mi caso y sospecho que eso está relacionado con mi bajo output de material allá afuera; una vez leí a alguien que decía que para ellos escribir era como estar en la silla del dentista y, mira, sí, especialmente si lo que estoy escribiendo está cargado de lenguaje técnico—porque a ese lenguaje hay que irlo presentando de forma que sea ameno de leer. Entonces esto que estoy diciendo no proviene de alguien que niega la ansiedad que da escribir, yo la entiendo y estamos en el mismo barco.

 

¿Por qué lo hago entonces? Porque hay algo que ocurre cuando tú estás escribiendo que es como entrar en trance, y la trama sale prácticamente sola y terminas descubriendo cosas de tu propia obra que tú no sabías que iban a pasar cuando te sentaste a esa sesión, y cuando esa vaina pasa es honestamente una de las cosas más satisfactorias que yo he sentido en la vida. Escribir es tenso, pero haber escrito es post-orgásmico. Es una sensación de bienestar de haber tenido la escena en la mente y haberla plasmado de modo que a ti mismo te sorprende. No voy a decir que esto pasa siempre, hay sesiones que te sientas y llevas 600 palabras y eso ha sido un parto de mediocridad, pero cuando le das a ese sweet spot, es por eso que uno hace lo que hace. Hace unos días vi a un gurú de estos de la IA diciendo que “a nadie le gusta hacer arte porque tienes que aprender cosas y pasar mucho tiempo”. Si eso es lo que tú sientes también, entonces no hagas arte, métete a productor. A inversionista. Si tú quieres escribir y te quieres saltar la parte que te desarrolla como escritor, esto no es lo tuyo, tu propio espíritu te lo está diciendo.

 

Y no lo hagas por la plata o por la fama, acuérdate de cómo empezamos este post, hoy en día nadie está forrándose en billete haciendo literatura. Realmente nadie lo ha hecho nunca, esa es una creencia que sólo puedes tener si no te has puesto a investigar bien, pero el punto es que hay maneras mucho más fáciles de hacerse famoso.

 

*        *        *

 

La IA está aquí para quedarse en las artes, por lo menos por un tiempo. Cada dos videos que me meto a ver en YouTube me sale una publicidad atorrantísima de un imbécil diciéndome que me estoy quedando en el pasado si no uso IA. Me acuerda el puje que había con los NFTs, de los que nadie se acuerda hoy (“¡la inversión del futuro!”). La IA ciertamente tiene usos que son legitimísimos, y algunos de esos pueden contribuir a tu desempeño como escritor, como pedirle a ChatGPT que te recomiende una serie de libros para investigar sobre un tema (investigar tú). Pero la verdad más verdaíta es que ahorita estamos en un boom de gente que quiere comerse el postre sin tocar el almuerzo, que se autodenomina “escritor” y que carece de las herramientas para reconocer por qué su pobre trabajo es rechazado por el filtro más básico. Al arte generado por IA le están llamado “AI Slop”, algo así como “bazofia de IA” por los pobres resultados que estas máquinas producen, y yo me temo que tendremos que pasar unos cuantos años de este slop para que a la gente se le olvide y pasen al siguiente juguete. Esto generará daños para los legítimos, porque si tú quieres publicar con KDP por la razón que sea, te tocará competir con el maremoto de slop, y esto es si tenemos suerte y la industria no se monta en la ola de la sinvergüenzura.

 

Que no creo, pero este es el divertido mundo del publishing, donde nada puede malir sal.


domingo, 19 de enero de 2025

Acta, Non Verba


 

Hoy terminé el primer manuscrito de mi novela.

 

No es la primera novela que escribo (esta sería la cuarta), pero sí es la primera que cumple con todos los cánones de una obra comercial en su género—tiene extensión de novela, trama ubicable en el mercado y está escrita en inglés. Es un libro que parece libro, aunque como todo primer borrador, es desastroso; Los temas al inicio del libro y la personalidad de los protagonistas están más difusos que al final. La extensión es demasiado larga también. Un libro de ciencia ficción moderno, para un debutante, debería estar entre las cien mil y las ciento diez mil palabras, y la mía tiene ciento veinticuatro mil.

 

Pero todo esto está bien porque la labor del primer borrador es existir, sacarte la historia que llevas en el cerebro a un lugar donde exista en concreto y donde tú puedas corregirla.


O sea que no es que el libro está escrito y “Pa’ amazon!”

 

Este es el inicio de un proceso donde todo va a velocidad de caracol. El plan de batalla es, primero, dejar a ese borrador descansar y retomarlo dentro de mes y medio a dos meses, para empezar la corrección. Primero me gustaría añadir cosas al principio, de lo que tendré cosas qué cortar después, y borradores habrá todos los que sean necesarios para que sea un libro a la altura de cualquiera que compras en la librería.

 

Cuando el libro ya esté tal cual como yo quiero, será hora de mostrarlo a unos cuantos “beta readers”, a ver qué les parece y, tras evaluar esos comentarios me tocará pagarle a un editor para que le meta mano porque por muy editor que uno sea, nunca podrás corregir tu propia obra como lo hacen ojos ajenos.

 

Y cuando eso esté listo, será hora del querying, que es ponerlo en rotación en el mercado de agentes, a ver qué tal va.

 

Si un agente cree que hay vida, tratará de venderlo a alguna editorial, que podrá aceptarlo o no. Si lo aceptan, pues veremos.

 

Por mucho tiempo le he comentado a todo el que me escuche los beneficios del mercado independiente moderno, pero ahora, con borrador listo, me gustaría probar el método tradicional de publicación, al menos para decir que lo hice, y ver qué tal va. Es menester decir que lo normal es que tú le envíes tu manuscrito a cien agentes y lo rechacen 95. Algunos pedirán leer el resto (tú envías un sample con los primeros dos o tres capítulos) y ahí te pedirán representarte o no. Así que esto hay que hacerlo manteniendo las expectativas bajas, jaja.

 

Pero incluso si nadie lo agarra, me gustaría sacarlo así sea independiente (que es lo que todo el mundo conoce como “¡Móntalo en Amazon!”), aprovechándome de beneficios que no tendría en el mercado tradicional—contratar a un ilustrador calidarks para la portada, y me gustaría sacarlo tanto en inglés como en español, con ciertas cositas adicionales que permite tener el control creativo total de la obra.

 

Claro, si toca sacarlo independiente, el camino es otro…

 

Sé que todo esto suena muy aburrido a menos que seas un nerd total del proceso editorial, un laberinto que muchas veces ni el que es aficionado a la escritura conoce, o tiene interés de conocer. Lo que todo esto significa es que este es un maratón, no una carrera, y que el primer capítulo de ese maratón está listo.

 

Conforme el proceso avance ya les iré contando de qué va y detalles más específicos, pero es que ahorita tengo preocupaciones “técnicas” que considero más relevantes. La novela es narrada en primera persona y en tiempo presente, por cuatro personajes que provienen de distintos trasfondos, y ahorita es muy importante para mí que esos cuatro suenen distintos entre sí y que tú empieces un capítulo con uno y sepas quién es sin tener yo que señalar de quién es esa voz. Cosas que se pueden lograr, pero que ameritan trabajo.

 

Confieso que he convivido por tanto tiempo con esa trama y esos personajes que estoy más bien ansioso de empezar otro proyecto sobre otra cosa. Tengo tres temas en la mente ahorita, dos de los cuales me llaman como para volverse el siguiente libro. Si me sigues en instagram, sabes que uno de ellos es una novela histórica ambientada en el Japón feudal, que me llama bastantísimo la atención (that’s the first advice for you to write a novel: Be obsessed with the subject), al punto que esta mañana estaba leyendo en profundidad sobre los regimientos de ashigaru y cómo funcionaban. Las novelas históricas en la actualidad han tenido un resurgimiento, pero no me preocupa mucho que un agente la agarre o no, ahorita lo que me interesa es narrar, echar el cuento.

 

Escribir.

domingo, 2 de junio de 2024

La Publicación Indie

 




Cuando me pregunto sobre los beneficios de lo que hoy se llama “indie pub”, pienso en un señor llamado John Deacon. No, no ese, sino este. El género literario del western es bastante de nicho porque, aunque fue muy popular entre los 1930s y los 1970s, es muy pero que muy difícil vender un western a una editorial. Es un mercado muy reducido (hombres, y sólo algunos).

 

¿Cómo hace un ilustre que quiera publicar su novela de vaqueros, ante una industria que le cierra las puertas tan pronto ve en ese manuscrito al polvo de los caballos elevarse en el horizonte?

 

Antes del 2013, estaba jodido. Le habría tocado publicar a la antigüita y morir en ese Alamo particular, porque la auto-publicación ha existido desde que el génesis del publishing, pero siempre fue una cosa inviable porque requería que el autor hiciese todas las tareas de una editorial—puedes verlo de esta manera: Cuando aceptas auto-publicar, estás lanzando una pequeña editorial con un solo cliente (tú). Tú tienes que buscar al editor, encargarte del diseño gráfico, distribución de la obra, mercadeo y, pues, tener éxito en esas circunstancias no era imposible pero tú me entiendes.

 

En una industria que no cambia a menos que la obliguen, Kindle Direct Publishing cambió todo, y pongo el año 2013 como el watermark (a pesar de que KDP se lanzó en el 2007) porque ese es el año en el que se empiezan a ver casos de éxito concretos. Hugh Howey estaba haciendo un platal y una lectoría enorme con su serie Silo, E.L. James estaba impresionando a un gentío que no entendíamos como un fanfic podía capitalizarse masivamente y Andy Weir sacó una de las mejores novelas de ciencia ficción de memoria reciente (The Martian).

 

Así que alguien que escriba sus buenos libros de vaqueros y bandidos en el desierto texano hace como el señor Deacon y publica su vaina por KDP y se adueña de todo ese nicho del mercado y se vuelve otro caso de éxito.

 

Cuando tú firmas un contrato con una editorial tradicional, tú conservas el copyright de tu obra, pero estás cediendo los derechos de publicación y comercialización, lo que quiere decir que el publisher puede sacar tu libro con el título que ellos crean que mejor funciona, con la portada que ellos quieran, el mercadeo que les parezca y la estrategia de ventas que les dé su gana y usted, pana mío, no puede hacer absolutamente nada al respecto. Te puede pasar como a mucha gente, que te enteras de la portada que tu novela va a tener al mismo tiempo que se entera el público, porque la editorial no te lo consulta.

 

“Pero ya va”, te escucho decir, “Fulano y Fulano sí tuvieron voz y voto en tales aspectos de publicación”. Eso pasa si tienes un agente brutal, o si la editorial tiene tanto interés en tu libro que te permite manipular al contrato, o si eres un nombresote de ventas garantizadas—George R. R. Martin, por ejemplo, puede echarse diez años entre publicaciones y sacar ladrillos de 900k palabras porque precisamente es un gigante de la industria. Uno, que no lo conoce nadie y no tiene esa lectoría garantizada, carece de pull en la industria.

 

Y lo más importante para mí: Escribir una novela es una de las cosas más difíciles que hay en esta vida. Es agarrar un concepto que está en tu mente y partir de cero hasta volverlo interesante y coherente por unas 120k palabras. Es no menos de un año fajado ante el monitor, jalándote los pelos por todas las secciones que funcionaban bien en tu cabeza pero que en la página Rick, parece falso.

 

Tener una obra pulidita, linda y bella y que no la agarre ningún publisher porque no ven cómo meterla en el mercado, es un dolor. Pasa lo de Deacon con los westerns, o lo que le pasó a Andy Weir cuando, con su Marciano, tocó todas las puertas posibles y todas le dijeron que no. Antes, esa obra se iba al cajón. Fatality, Status-Quo wins—flawless victory.

 

Hoy, existe una vía para que tu obra sea expuesta y gane lectoría. That’s all you can really aspire to. Fame and riches are fool’s gold, and shit you can’t control anyhow.

 

¿Cuál es el problema, entonces, si todo suena tan maravilloso?

 

Que para que el camino indie funcione, tienes que ponerle. Como he dicho ya, ese libro que estás sacando por tu cuenta lo tienes que sacar con la mente de que va a competir de tú a tú con lo que publica Hachette y Random House, la gente no lo va a comprar por lástima. Todos hemos visto esas portadas cutres y esos textos que se nota que jamás pasaron por las manos de un editor, todos conocemos la calidad estándar wattpadera. Tu libro, para aspirar a ser un éxito, tiene que estar por encima de eso.

 

O sea que tienes tú que encargarte de:

 

·       El diseño gráfico del libro. A menos que seas un artista gráfico que alguien contrataría para que diseñe una portada, ni lo intentes; búscate a un diseñador profesional, que hay muchísimos en internet, y muchos ya trabajan para autores y saben qué entregarte y en qué formatos, con tasas de pago accesibles. No lo hagas con inteligencia artificial, no robes arte de por ahí, no le digas al pana tuyo que dibuja bestial. Ve con la opción más profesional posible y cambia todo lo que no te guste del diseño porque a fin de cuentas es tu libro, que saldrá con tu nombre.

 

·       Maquetación. Hay muchísimos recursos en internet sobre cómo cuadrar la maquetación de un libro y, aunque no es particularmente difícil, es tricky porque lo que se ve bien en una versión digital puede salir mal a la hora de imprimirse en físico. Y esto último es un temazo; actualmente, los autores indie generalmente trabajan para los libros físicos con un modelo llamado “print on demand”, que quiere decir que tú no tienes un stock físico de ejemplares (a menos que lo puedas costear y así lo decidas), sino que cuando alguien paga el libro físico, tú costeas la producción en ese momento para el ejemplar de esa persona. Hay muchas imprentas que hacen esa labor en los Estados Unidos, pero ten en cuenta que ellos van a imprimir lo que tú les digas que está bien, no van a corregir absolutamente nada. Es decir que si el arte de tu libro no se ajusta bien a las dimensiones del ejemplar impreso y queda descuadrado, no hay queja que valga, eso va así a las manos del que compró. O sea que el control de calidad lo tienes que hacer tú mismo antes de poner al libro en venta, pidiendo algunos ejemplares de prueba (que salen de tu bolsillo), donde te puedas asegurar de que esas versiones físicas están al pelo.

 

·       Corrección y estilo. Cuando empecé a trabajar como editor en medios, hubo algo que me llamó muchísimo la atención de gente que mandaba textos que habían salido publicados en español ya, y venían “editados”; eran un desastre. Repeticiones constantes, idas por las ramas, explicaciones de obviedades, adverbios encima de adverbios… al alzar la voz sobre esto, se me explicó gentilmente que “edición” se entiende como corrección, y específicamente corrección ortográfica.

 

Esto no lo puedes hacer tú. Búscate a un editor profesional, que los hay en internet y bastante, y que sea él, o ella, quien le eche un ojo a tu obra y corrija estilo. El trabajo del editor es hacerte ver mejor, es agarrar tu obra y pulirla eliminando lo que sobra y sugiriendo trabajar donde haga falta. No todas las sugerencias que el editor te haga van a ser acertadas, pero sí es importante que te sientes con alguien que no tiene apego emocional a la obra y que te diga “Esta sección acá, todo esto es relleno y el capítulo no puede abrir con relleno, tiene que abrir con trama. Tráete esto de la página seis para el inicio, para que atrapes al lector de una vez, sin introducciones”. Son cosas que uno como autor no ve.

 

Hay gente que con este tema se pone como una gata boca arriba, ¿qué coño va a saber un tercero de mi libro, va a saber ese “editor” lo que quiero decir mejor que yo?

 

Bueno, saque su libro entonces como a usted le dé su mardita gana. Después no esté llorando.

 

·       Marketing. Oh boy. De todos estos puntos, marketing es quizá el único que amerita un post sólo para él, y será un post terrible y caótico porque la verdad más verdadera, amigo mío, es que nadie sabe a ciencia cierta cómo se hace el marketing de libros hoy en día. The internet and the pandemic changed everything. Random House manda a sus grandes escritores de giras, pero un autor nuevo no hace gira porque nadie va a hacer colas afuera de una librería en Fresno para ver a un debut que vaya usted a saber quién es. Hace un par de años se hablaba mucho del book-tok, los tik-tokers que hablaban solo de libros y eran LA forma de vender; hoy eso está desmentido, con libros que no vendieron a pesar de ser consentidos de influencers.

 

El marketing siempre ha sido el gran misterio de la industria, y es por eso que tienes que tener muchísimo cuidado a la hora de pagar publicidad, porque no hay frutos garantizados para nadie. Amazon tiene un sistema de publicidad que en el mundillo se llama “Scamazon”, porque es como que un paquete publicitario que te pone al frente de todas las páginas para darte visibilidad, tú gastas un dineral loco… y el libro no vende. Este es un mundo de gente que está siempre tratando de game the system, de manipular las condiciones para obtener ventajas. Hay gente que se ha echado miles de dólares en publicistas para ventas de cien ejemplares. Nobody knows.

 

Does any of this sound attractive to you? Bienvenido al método indie. Y ante esto, muchísima gente dice “Mira, no, yo lo que quiero es escribir y no preocuparme por todas esas cosas que corresponden a la editorial”, cosa que es validísima. Ahí hay un detallazo, que es que hay cosas de lo antedicho (como la publicidad y la corrección y estilo) que te van a tocar hacer aunque publiques con una editorial, pero queda claro que lo indie es un trabajón. Si la pegas, la vas a pegar en grande, ojo, y es muy normal que autores indie reciban ofertas de las cinco grandes para distribución donde el autor llega ya con la fortaleza de una fanaticada a sus espaldas—y ya va, hay gente que uno no conoce ni quiénes son, y viven exclusivamente de su literatura, con carreras envidiables e indies.

 

De que es posible, lo es. Pero tienes que estar claro en lo claro, como decimos en mi tierra, jaja.



domingo, 26 de mayo de 2024

La Publicación Tradicional


 


Hace un par de semanas hablamos sobre cosas básicas del publishing y hoy vamos a conversar sobre el método tradicional de publicación, y por “conversar” quiero decir que soy yo echando cuentos acá en unas cuatro o cinco cuartillas.

 

So, el publishing anglo se maneja a través de las “Big Five Publishers”, que son:

1-   Hachette;

2-   Simon & Schuster;

3-   HarperCollins;

4-   Penguin Random House, y;

5-   Macmillan.

 

Todo, pero absolutamente todo lo que sucede en el mundo editorial angloparlante sucede a través de esa gente. O mejor dicho, todo lo de peso, porque existe una multitud de publishers más pequeños que están dando la batalla, pero obviamente no pueden competir en términos de negocios con estas transnacionales. También podemos hablar hoy en día de una sexta Big, que sería Amazon, but more on that on a future post.

 

Una de las formas que tienen estas cinco grandes de dominar el mercado es a través de una cosa que se llama “imprints” o “prints”, que es una casa dentro de la gran editorial que está dedicada a un tipo específico de ficción. Por ejemplo, Del Rey, una de mis favoritas por no decir la gran querida, es un sello de Random House dedicado exclusivamente a ciencia ficción y fantasía. Tor, otra buenarda, pertenece a Macmillan, Harper Voyager obviamente pertenece a Harper y así.

 

Esto es importante porque si tu meta es publicar con una casa editorial grande, tu obra va a pasar por uno de esos sellos—empero, hay muchos otros smaller press que aunque no tienen el prestigio de las antedichas ni sus capacidades de distribución, pueden darte un mejor trato al manejar una cartera más reducida de clientes. Es un puente que tendrás que cruzar cuando estés ahí.

 

Pero antes de todo esto, vas a necesitar a un agente. En el publishing anglo, tú no vas con el libro a la editorial ni ellos te contactan a ti; tú te buscas a un agente con tu obra ya lista y es el agente el que les vende el libro a las editoriales que conoce, por un porcentaje de la venta final. El agente es alguien que trabaja para ti y que servirá de puente entre el autor y el Publisher.

 

Ese es el primer tamiz de la industria. O bueno, ya va: el primer tamiz es el autor mismo, porque terminar una novela es bien difícil y mucha gente sencillamente no alcanza. Porque cuando ese manuscrito llega a manos de un agente, debe estar para publicarse ya.

 

Déjame barajear esa otra vez: La idea de que tú escribes una novela y esa novela ahora pasa a un editor o a un agente que te ayudan a pulirla para que pueda pasar a publicación es una fantasía. Si eso alguna vez existió, dejó de pasar por lo menos hace veinte años. Actualmente, un agente no se va a molestar siquiera a revisar tu manuscrito si no se ajusta a cánones de formato establecidos y si no está pepito, al pelo, perfecta. Esto quiere decir, si eres un autor hispanoparlante, que la obra tiene que venir de una vez en inglés. ¿Ves a lo que me refiero cuando digo que el propio autor es el primer tamiz?

 

Ese inglés tiene que estar a tal nivel que lo normal es que un autor que es angloparlante nativo contrata a un editor por su lado para pulir la obra y asegurarse de que está gramatical y estilísticamente perfecta, antes de buscar agente (ese proceso de búsqueda se llama “querying”). Olvídate de que te vas a llegar con una obra en español, por muy perfecta que esté, y ellos van a hacer la tarea de traducir. Debo decir que cuando participé en la antología de Planetoide, ellos sí tradujeron el cuento (de inglés a francés) y que durante mi breve paso como slushpile reader en Clarkesworld, ya se estaban aceptando textos en otros idiomas que iban a ser traducidos después. Ese sistema sí se ve a nivel de publicaciones pequeñas o revistas de ficción. Pero una novela así, completa, no.

 

Es decir que tu libro, mucho antes de entrar en el carril de la publicación, ya debe tener calidad profesional. Sobre la búsqueda de agentes, hay páginas con listas de agentes y qué tipo de material están aceptando—no es que le vas a hacer querying a toda una lista bajo la impresión de que todos trabajan con lo mismo. Este tema del agente confirma que esta es una profesión donde el rechazo es la señal de costumbre. Lo normal es que tú hagas query con cien agentes y recibas menos de diez (o de cinco) solicitudes para leer el resto del texto. Y de ahí puede surgir, o no, una oferta de representación. Es tu deber averiguar a priori qué agente te conviene.

 

Ahora supongamos que todo marcha bien. Te llegó tu oferta de un agente y el libro está en el circuito, pasando por las oficinas de acquisitions de los distintos publishers. De ahí puede que recibas una oferta o no, y en caso positivo te conviene ver quién te está haciendo esa oferta. Es muy, pero que muy, muy, muy raro que un autor que nunca ha publicado en ningún lado y que no lo conoce nadie consiga una oportunidad con uno de los cinco grandes. Lo más probable es que un small press te tienda la mano y queda de ti ver qué otros títulos han publicado y quiénes son, qué se dice de ellos. En este negocio, como en cualquier otro, hay gente que existe para aprovecharse de los demás, y existen cuentos de terror sobre publishers que aceptan tu libro, te hacen firmar el contrato de exclusividad y ahora no te publican, o no te publican como dijeron, o no les da la gana de pagarte.

 

Y ya que hablamos de pagos, hablemos de dinero. Cuando un publisher te hace una oferta para comprar tu libro, te la hace ofreciéndote un avance (pon cuidado que esto es importante); el avance es un dinero calculado en base a lo que la editorial cree que tú puedes vender. Stephen King cuenta en su Mientras Escribo que él vendió Carrie por un avance absurdo, cientos de miles de dólares pero eso es algo que ya no se ve. Si Stevie tuvo un avance en 1973 de $400.000, hoy los avances son que si de $15.000, $10.000 o menos. Eso depende del autor, no es lo mismo publicar a alguien que nadie lo conoce que a alguien que ya viene con un following (angloparlante, obvio).

 

El avance tampoco te lo van a pagar todo de una vez. Cada contrato varía depende de la casa, pero lo normal es que te paguen primero entre el 30% al 40% y el resto va a venir en pequeños instalments a lo largo del tiempo. Lo bueno de eso es que ese dinero es tuyo para hacer lo que tú quieras. Lo malo es que las regalías dependen de ese avance. Ve: como su nombre indica, el avance es una plata que te están dando alante, antes de que se produzca la primera venta. Cuando el libro llega a las librerías, depende tanto de la editorial como de ti, el autor, hacer toda la promoción posible para que ese libro tenga éxito comercial y produzca ventas iguales al avance que tú recibiste. Mientras eso no pase, tú no recibes dinero por regalías.

 

¿Ves el beta?

 

Dicen que la mayoría de los libros que se publican hoy en día, no superan ese avance. Eso es malo porque si tú no le demuestras al mundo editorial que puedes vender, que eres rentable, el avance de tu siguiente obra será más reducido y el tiraje también. Este es el camino por el que muchos autores se extinguen—George R. R. Martin, de hecho, fue uno. Él cuenta que cuando empezó a publicar en los años 70’, era una promesa de la literatura de género, pero cerrando la década publicó The Armaggedon Rag, un libro que él creía que iba a ser el batacazo épico que coronaría su carrera, y el libro no vendió. El fracaso fue tal que la carrera de George murió, igualito que le pasa a directores cuyas películas no lo logran o músicos cuyos discos se quedan en los anaqueles. Nuestro querido GRRM asumió la cosa con estoicismo y se puso a escribir para televisión hasta que, empezando los 90’, tuvo una idea para una serie de novelas de fantasía épica, pero con sabor a fantasía histórica y con un pie en el mundo medieval real. De ahí nació Juego de Tronos y el resto es historia.

 

El cuento sirve para demostrar que acá no hay nada seguro, escribir es una carrera para apostadores. Si eres un caso de éxito y tu libro supera en ventas a su avance, empiezas a ganar un porcentaje de regalías sobre las ventas que hagas. Ese porcentaje empieza bajito, pero va aumentando conforme sigas vendiendo.

 

Por eso es importante que, aunque tengas a Sanderson o a Rothfuss como modelos a seguir, no te compares con ellos a nivel de negocios porque esa es gente que ya tiene un puesto en el mercado y es capaz de manipular las condiciones, de romper las reglas.

 

Ante todo esto, tú dirás “Pero marico, esta vaina es una perpetua carrera de obstáculos donde el éxito es casi que casual”. Y estarías en lo cierto, él publishing tradicional depende de mil cosas que tú no podrás controlar. Como dije en aquel post de instagram, el gran beneficio del trad pub es que esas cinco grandes siguen siendo los papaúpas a la hora de poner libros en las librerías. Nadie les gana a métodos de distribución que tienen décadas funcionando ya, así que si tú objetivo es ese—ver tu libro en físico en todas las librerías del mundo—ningún otro método lo logra mejor que este. Es tan difícil que eso pase que bordea en la fantasía, pero es posible.

 

Hace poco oía un podcast con el agente de Liu Cixin donde él decía que cuando tú empieces a escribir tu proyecto, ten en mente qué es lo que quieres lograr porque es posible que el camino indie te ofrezca mayores ventajas que las que vas a conseguir con un publisher tradicional. Contundentes declaraciones, lo sé. Publicar con Harper o con Random House inmediatamente te recubre de prestigio y, vamos a estar claros, es una inyección de esteroides al ego, no hay un solo autor nuevo en este planeta que no quisiera verse en esa película. Pero, como decía este agente, “Tienes que ver qué condiciones te ofrecen, y eso requiere que el autor sea artista pero también que sepa del negocio, una propuesta injusta pero las cosas son como son”.

 

La semana que viene vamos a hablar de cuál es esa alternativa, el publishing indie.

 

¿De Dónde Vienen los Libros? (I)

sábado, 16 de abril de 2022

Soy parte de La Cátedra, PANAS.

 

Hola, soy parte de La Cátedra del Pop, orgullosamente, así que lo moralmente correcto es que nos sigas en todas las redes posibles, porque le estamos poniendo para que puedas vacilar con contenido confiable de gente que es geek de toda la vida, y no por moda, PANAS.

 

Es muy nice, esto de ser escritor, y le doy gracias a la vida por permitirme vivir de escribir, desde hace más de cinco años ya. How do you get to be a working writer? Well, you first must write a lot, and then you must believe that shit can be done. You must believe things are possible. And then you try to show your writing everywhere. And someone, hopefully, will take notice and offer you a job and you go from there.

 

“But what about fiction, Vic?”

You know I’m still writing fiction.

También estoy llevando este perfil de Instagram con mi chica, sobre cosas del fandom de terror, y hacemos reviews cortas de películas y comentamos todo lo nuevo que sucede por ahí.

jueves, 4 de noviembre de 2021

Ansiedad en Spanglish

 

Hola. Tenía a este blog como congelado y pensaba que ya había cumplido su ciclo, pero últimamente me ha estado llamando más y, pues, ¿por qué no? Estaba leyendo algo recientemente (Batman: A Death in the Family, por si tienes la curiosidad), y se me ocurrió una idea para un post, que lo más seguro es que salga en español pero cuyo idioma final sabremos pronto, porque también he estado pensando en publicar acá directamente en inglés (dado que eso ha pasado a ser el 100% de mi output). Quizá es muy pronto para eso, though.

 

Otra cosa sobre la que he estado pensando es cómo funciona la ansiedad de escritor, que es algo que he incluso tratado en terapia. George R. R. Martin una vez dijo “Odio escribir, pero amo haber escrito” y lo entiendo totalmente. Desde que me he metido de lleno al tema de ser ghostwriter, me he dado cuenta de una dinámica interesante: cuando escribes algo que va a salir bajo el nombre de una empresa o de otra persona, la redacción es sencilla. But as soon as you know that shit is coming out under your name, narration gets “complicated.”

 

Está en tu cabeza (o bueno, en la mía), y funciona así: Escribir es fácil cuando estás empezando porque no tienes nada qué perder. Sólo estás escalando posiciones y ya, llamando la atención de la gente. Pero con el tiempo, y si la vaina se te da bien, vas a ir ganando ciertas señales de aprobación. Algunas te van a importar más que otras, pero un día vas a escribir algo que se publica en equis parte con buena lectoría, y la recepción va a ser uniformemente positiva. Lo que es más, gente que admiras te va a decir, “Verga, bien” (que es mi caso con Rafael Osío, que siempre he dicho que es como un Obi Wan Kenobi de escritores, a super amazing, nice guy). Por supuesto que cuando esas cosas pasan, te las vacilas; uno es un ser humano con emociones humanas normales y la sonrisita te llega sola…

 

…pero así es como nace la ansiedad. Porque si escribes algo que cayó bien, eres “el carajo que escribió tal cosa que, mira, quedó depinga”. Ese estatus no lo vas a cagar si no escribes más nada, ¿me entiendes? Y es así como tu output se reduce dramáticamente, así es como empiezas a escribir cosas y paras a mitad de camino y te dices, “Nah, this is a piece of shit.” Es una versión diferente del síndrome de impostor, una voz que te dice, “Muy bien eso que escribiste y tal, but the next thing you write better be some inspired Mark Twain shit, or else everyone’s gonna notice you don’t know what you’re doing and you’re making it up as you go along”.

 

Es auto-saboteo y es absurdo. Y síp, lo estoy tratando en terapia y parece que está funcionando. Leí un consejo genial esta semana, del que voy a pegar un fragmento acá (el post lo puedes leer aquí); es de Jordan Harper, y dice que te acerques a lo que amas con la mentalidad de un principiante. Olvídate lo que hayas hecho y olvídate las expectativas que tú crees que la gente tiene de tu trabajo:

 

If you write for money, if you write for the market, if you write to chase trends, if you write to impress people you don’t like, if you write while afraid of offense or critique, you are smothering your beginner’s mind, and your work will suffer. It may refuse to come out at all. Or it will come out bland and safe and good for easy consumption. And maybe that’s all you want, or all you allow yourself to think you want. And that’s your business, but I don’t have much to say to you then.

 

But listen. You know what you are supposed to do. You’ve always known.

 

I drew the following triptych when I was in the 3rd grade. (I know this because one of them was drawn on the back of a science report. I got a C. My teacher said I didn’t spend enough time on my school work).

 

I would ignore this at my own peril. And to my credit, I mostly haven’t. I’ve stayed pretty true, at least in the broad strokes, to the joys of crime fiction, to the stories of human choices in a brutal world.

 

Where it gets the hardest is when you’re sitting down to write. And it gets harder the longer you do it, the more you’ve laden your mind with failures and responsibilities and the judgments of other people both real and imagined. It gets harder and harder to remember the pure clean joy you felt when you were a beginner making yourself say holy shit look at what I’m doing. That’s why I look at my old short stories with something like jealousy.

 

That’s why I look at the spirit board before I write. That’s why I keep refilling the tank. That’s why I keep re-watching and rereading the things I love. (Well, that’s not the only reason, but that’s for another time).

 

Así que, bueno, nos veremos pronto por acá, jaja. You'd probably be glad to know that, other than this bump in the road, I've been doing well. I hope against hope that you are, too.