sábado, 15 de octubre de 2016

SYMPATHY FOR THE CREATURE 2: La Isla de las Almas Perdidas


Título original: The Island of Lost Souls

Director: Erle C. Kenton

Guion: Philip Wylie, Waldemar Young

Elenco: Charles Laughton, Bela Lugosi, Richard Arlen, Leila Hyams

Cinematógrafo: Karl Struss

País: Estados Unidos

Año: 1932

Tópicos: Ciencia ficción, engendros, clásicos

Canción recomendada: Esta era fue el amanecer de la banda sonora. Como tal, la peli no tenía soundtrack destacable.

Nadie pone en duda que los monstruos de Universal Studios eran los dueños de la primera era dorada del terror. Tal vez es por eso, porque estamos tan familiarizados con la imagen de Drácula, del Hombre Lobo, del Monstruo de Frankenstein, que mucho del impacto terrorífico en aquellas películas ha desaparecido, dando paso a un elevado valor histórico y narrativo. Es la opinión de este autor que sólo dos películas de la era mantienen su capacidad para inquietar e inducir pavor: La infame Freaks, y la tenebrosa Isla de las Almas Perdidas, una verdadera joya del cine, tan espantosa que estuvo prohibida en Suecia y el Reino Unido hasta 1958.

El náufrago Edward Parker ha dado con una isla realmente misteriosa. Regentada por un tal Dr. Moreau, está poblada por indígenas muy peculiares, cubiertos de espesos pelajes, dueños de su propio léxico, con rasgos y gestos más propios de animales que de personas. En efecto, son el resultado de los experimentos del doctor en vivisección (una senda que provocó su expulsión de la comunidad científica). Atrapado por un cada vez más siniestro doctor, Parker presencia de primera mano lo que pasa cuando un hombre enloquece de poder… y su salvaje creación prueba sangre por primera vez.

En caso de que no lo sepas, esta es la primera y la mejor adaptación del clásico de H.G. Wells, La Isla del Dr. Moreau (aléjate de la desastrosa versión de 1996), pero aunque el libro sentó un imborrable precedente en la ciencia ficción, esta película es innegablemente de terror –tanto así que el autor del libro se sintió repelido. Todo está en la atmósfera, una selva espesa, niebla (real, con la iluminación real del set) y sombras, un claroscuro más cerca del expresionismo que del cine noir. El juego de sombras se afinca conforme el aparentemente inocente Moreau se hace más siniestro; esta película –al igual que Drácula y Frankenstein- es de antes de la invención del soundtrack, pero ese silencio beneficia a la calidad creepy del resultado. Hay muchos clichés, no te lo niego (el científico loco y la sempiterna escena del monstruo y la doncella), pero en todo donde la película todavía funciona, funciona pero que muy bien.

Otra cosa apasionante de la película es cómo juega con la violencia, en una época en que era impensable mostrar un asesinato en cámara. Personajes mueren, pero el manejo de Kenton (dirigió muchas películas antes y después de esta, sin alcanzar las altas notas de acá) te muestra las cosas hasta cierto punto, casi probando qué tan lejos puede llegar –un conocedor del cine alzará las cejas, “¿Vas a mostrar eso en 1932?” Las escenas más cruentas nos presentan al laboratorio del doctor, donde lo vemos trabajar en vivo y directo. La voz de las criaturas, que oscilan entre lo humano y lo animal (mezcla de sonido que, cuenta la leyenda, hizo vomitar a la audiencia de la época), se desgarra a gritos ante la insensible tortura de Moreau. Incluso en blanco y negro, this shit is fucked up.

Charles Laughton está a sus anchas como Moreau, performance que basó en su dentista y que puedes trasladar a cualquier sátrapa borracho de poder. Verlo pasar de la ilusión al desengaño es un arco que vale la pena. Pero el que se roba el show, por supuesto y cómo no, es nuestro adorado Bela Lugosi, en un papel de reparto como brújula moral de las criaturas. Lugosi, que aceptó el rol por mucha menos plata que sus colegas (estaba en la quiebra, la cruz de su existencia), aparece pocas veces y en cierta manera es impresionante que una estrella de su estatura reciba un papel que no protagónico. Yo pienso, a cambio, que ese es uno de los mayores triunfos del film. Su maquillaje es uno de los más aterradores y lo complementa con su lenguaje corporal y su voz. This son of a bitch just knew how to play a monster!

Toda la película parece un crescendo al clímax de la rebelión, cuando Moreau rompe su propia ley y empuja a una de sus criaturas al asesinato. Los esclavos unen los puntos y comprenden que si todos los humanos pueden morir, el amo también puede morir. Se reúnen ante un doctor que, látigo en mano, pretende intimidarlos:
“¿Acaso se olvidaron de la casa del dolor?”
Lugosi, como el sacerdote, nos agarra el corazón en su puño:
“¡Tú!” nos dice, cada vez más cerca de la cámara, “¡Tú nos hiciste en la casa del dolor! ¡Y nos hiciste cosas! ¡No hombres y no bestias! ¡Parte hombre y parte bestia! ¡Cosas!”
Y el público se alza, desnudando sus malformaciones, “¡Como yo!”

Gasolina de pesadillas. Una película fundamental y el film de terror más glorioso que la Universal nunca sacó. Cinco estrellas de la época dorada.


Otra por el estilo:

Freaks, por motivos obvios.

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