lunes, 31 de octubre de 2016

SYMPATHY FOR THE CREATURE 2: La Mosca




Título original: The Fly

Director: David Cronenberg

Guion: Charles Edward Pogue, David Cronenberg

Elenco: Jeff Goldblum, Geena Davis, John Getz

Cinematógrafo: Mark Irwin

País: Estados Unidos

Año: 1986

Tópicos: Ciencia ficción, mutantes, terror corporal


El doctor Seth Brundle ha hecho un descubrimiento que, descrito acertadamente a la periodista Ronnie Quaife, “cambiará al mundo para siempre”: Con dos cúpulas y manipulando a la física, se puede introducir algo en una y hacer que aparezca en la otra. Teleportación, baby. El invento tiene un solo problema: Sólo funciona con materia inorgánica. Intentando descifrar el acertijo y tras un entregado romance con Ronnie, Seth se somete a la prueba de teleportación. No sabe que comparte su “telepod” con una mosca doméstica y, cuando reaparece en la otra máquina, no ha sido erradicación, ni dominación lo que la máquina resolvió: Ha sido fusión.

Si esta fuese una historia de Marvel, te aseguro que Seth se habría convertido en The Marvelous Fly, pero quien lleva las riendas es David Cronenberg; Antes de continuar, te pido encarecidamente que no busques imágenes ni el tráiler ni nada de esta película. En general nunca hagas eso con el cine de terror, pero ir descubriendo el experimento de Seth conforme Cronenberg nos lo muestra es un espectáculo grandioso.

Por si no lo sabes, esta película es un remake de una película homónima de 1958, con Vincent Price. Las premisas son más o menos las mismas, pero en la primera versión nunca nos dan una explicación científica de por qué el resultado es un hombre con cabeza de mosca y una mosca con cabeza de hombre, como bien apunta Cronenberg. “Sabemos que las moscas tienen aspectos distintos a la naturaleza humana, más allá de la imagen mosaico clásica de la esposa gritando y que vemos por los ojos compuestos de la criatura. Esos aspectos no deben aparecer divididos en distintas partes de la película, sino ensamblados”. Muchos de esos cambios (posibles gracias a los efectos especiales de Chris Walas, que salió con un Oscar para montar en el escritorio) son obvios si sabes lo más básico sobre las moscas, pero el modo en que Seth va cambiando afecta su forma de moverse -algo tan básico como el movimiento humano nos resulta repelente cuando cambia y va dando paso a otra naturaleza. Todo lo que ves en pantalla es cien por ciento creíble y, como todo buen mago, aquello que no se ve tan bien, apenas lo vemos. La ilusión de que presenciamos a una forma de vida real nunca se quiebra.


Genios en faena

Pero es que el cambio también afecta a Seth psicológicamente, aspecto que no se comenta tanto –así de espectacular es el cambio físico. Durante un desayuno (e ignorante de lo que realmente acaeció durante el experimento), le cuenta a Ronnie cómo se siente más puro, más enérgico, va de acá para allá en una perorata verborréica (y parcialmente improvisada por el actor), mientras le añade azúcar al café, y azúcar, y azúcar y Ronnie alza la ceja, “¿Tomas tu azúcar con café?” Así como los efectos de Walas nos venden la historia, es el genio histriónico de Jeff Goldblum lo que nos convence de que, en efecto, cualquier persona atravesando esta situación reaccionaría así (muchos actores rechazaron el papel por lo exigente físicamente, algo que Jeff asumió como un reto). Geena Davis, otra señora actriz (y novia real de Goldblum en esos años), lo acompaña como la aterrada pareja que ve a su otrora amante deteriorarse y dar paso a algo insospechado, por una enfermedad que no comprenden bien. Claro, imposible no ver paralelismos con la epidemia del SIDA, que tantos estragos causaba por la época. “En realidad el espíritu tras la enfermedad de Seth es la vejez y lo inevitable que es deteriorarnos” cuenta el director. “Es una de las razones de por qué la historia es tan universal, porque todos podemos identificarnos con ella. ¿Sabes cuánta gente se ha dado cuenta de sus enfermedades fatales mientras se veían en el espejo del baño?”

Una característica de David Cronenberg es cómo consigue el corazón dentro de lo grotesco y esta, una de sus mejores películas en una distinguida filmografía, es evidencia de cuán cerebral es, cuánto investiga sus proyectos, cuánto esmero le pone a escuchar el espíritu de sus personajes (date cuenta del cambio psicológico que experimenta Stathis, el que sería el malo en una peli convencional). Basta con decir que para desarrollar la psicología de Seth, el punto de partida fueron los libros en primera persona de gente con enfermedades fatales. De manera que el impacto de The Fly no es sólo lo físico (que es bastante), sino cómo la degeneración se vuelve mental y, por último, espiritual. “El tema de la ética en la tecnología, la ciencia y la moralidad es recurrente en mis películas y prevalece el concepto romántico de llegar tan lejos que retas a los dioses. Si vuelas muy cerca del sol, se te derriten las alas y caes a tu fin. No creo en el destino, pero sí creo que parte de nuestra naturaleza está en cuestionar y cambiar lo que ya conocemos, tratar de entenderlo todo, y eso tiene buenos y malos resultados. Y nadie podrá detenerlo”.


Otra por el estilo:

Otro maquillaje icónico en corazón grotesco, El Fantasma de la Ópera.

domingo, 30 de octubre de 2016

SYMPATHY FOR THE CREATURE 2: El Bebé de Rosemary




Título original: Rosemary’s Baby

Director: Roman Polanski

Guion: Roman Polanski

Elenco: Mia Farrow, John Cassavetes, Ruth Gordon, Ralph Bellamy

Cinematógrafo: William A. Fraker

País: Estados Unidos

Año: 1968

Tópicos: Satanismo, brujas, paranoia


Cuando hablamos de The Thing comentamos cómo era una historia de paranoia perfecta y uno puede pensar que eso se da por el entorno aislado de los personajes. ¿Puede darse semejante escenario rodeado de personas? Polanski, un amo del terror, nos muestra que sí.

Rosemary y Guy Woodhouse se han mudado a Nueva York y la vida está como complicada. Pronto son recibidos por los vecinos, incluyendo la gentil pareja anciana de Minnie y Roman Castevet. Al principio Rose está maravillada, los Castevet la bañan de regalos inocuos… y amuletos. Una noche Minnie trae una torta de chocolate con un saborcito como a ceniza por debajo y la pesadilla de la chica esa noche es ella en la cama con su marido. Hacen el amor, normal hasta aquí, pero Guy cambia de formas y están rodeados de gente desnuda cantando.

Efectivamente, Rose queda embarazada. ¿Pero es realmente de su marido, al que todo empieza a salirle bien de repente, o el padre es un ente infernal?

Nada más esa premisa es acojonante: ¿Qué harías si descubres que el bebé en tus entrañas es probablemente la semilla del diablo?

Dicen que hay películas que si uno ve, no necesitas leer el libro y viceversa. Eso nunca es del todo cierto, pero si hay una que se acerca a ese axioma es la que muchos consideran la obra maestra de Polanski –Ira Levin, autor del libro, cuenta que el director lo llamaba tipo “Hey. Mira, en la cena de la tercera noche, ¿de qué color es la corbata de Guy?” El libro, una de las novelas fundamentales de terror del siglo XX, está más que adaptado, calcado aquí. Si lo has leído, podrías pasarle por encima a la película… de no ser por las excelentes actuaciones.

Mia Farrow, el ancla principal del film, va más allá de retratar a Rosemary: Se gana tu simpatía y entre las cosas descienden de mal, a peor, a pesadilla, nuestro terror nace de que queremos que todo le salga bien. Su contraparte directa es Minnie y el doctor Sapirstein, recomendado por los ancianos como obstetra. Descubrir lo que pasa en la trama es como tener una imagen perfecta en la que algo no cuadra. Toqueteas ese algo y descubres otra cosa. Y así vas quitándole capas a la cebolla en un misterio en el que todo el fucking mundo podría estar implicado en esta conspiración para robarse al bebé de Rose.

Polanski ya tenía tremendas obras (incluyendo una de las pelis más aterradoras que he visto en la vida, Repulsion), pero este, su primer esfuerzo en Hollywood, fue uno de los pocos films de terror que ha ganado un Oscar (Ruth Gordon como Minnie) y cuenta con talento que, en la época, era bastante anormal en el género (nada más y nada menos que la esposa de Frank Sinatra protagonizando). Es una película que va más allá del satanismo y la paranoia y le pega particularmente a las mujeres, con las ansiedades de maternidad en una atmósfera progresivamente maléfica. La primera vez que vi esta película, te juro que pensé que vi al bebé, un error frecuente pues la criatura es sugerida, pero no sale nunca. Eso no lo logra un director sino un maestro.

Cargada de tensión religiosa, Dios no existe ni en la obra de Polanski ni en su vida personal. Wanna know what’s fucked up? En 1969, Charlie Manson, un tipo que decía ser dios y el diablo, ordenó la muerte de Sharon Tate, la esposa embarazada de Polanski por unas vainas que leía en un disco de los Beatles y en 1980 Mark David Chapman, un tipo obsesionado con el diablo, mató a John Lennon, que vivía en el edificio Dakota, donde se grabó esta película.

Dicen que lo peor de vivir en la ciudad es el anonimato y Rosemary lo descubre encerrada en la soledad de la multitud. “Muchos católicos me atacaron cuando hice El Bebé de Rosemary” cuenta Polanski, “Pero los satanistas me trataron bien. Todos los satánicos que se me acercaban lo hacían para decirme cuánto les gustó”.



Otra por el estilo:

Más terror satánico con talento hollywoodense: El Exorcista.

sábado, 29 de octubre de 2016

SYMPATHY FOR THE CREATURE 2: La Niebla




Título original: The Mist

Director: Frank Darabont

Guion: Frank Darabont

Elenco: Thomas Jane, Laurie Holden, Jeffrey DeMunn, Marcia Gay Harden

Cinematógrafo: Rohn Schmidt

País: Estados Unidos

Año: 2007

Tópicos: Supervivencia, ciencia ficción, Stephen King

Canción recomendada: La peli no tuvo mucho enfoque en el soundtrack a propósito.


Cuando hablamos de adaptaciones de Stephen King, hay las geniales (Carrie, Misery, The Shining, Pet Sematary) y las despreciables (Dreamcatcher, 1408, The Mangler). Pero entre las más elevadas siempre consigues dos, ambas del lente de Frank Darabont: La Milla Verde y The Shawshank Redeption, ambas lejos del terror que caracteriza al Hombre de Maine. Darabont dirigió, también, una tercera adaptación, menos popular pero brillante, quizá la mejor traducción de King al cine y quizá la mejor película de terror de los 2000.

Basada en la novela corta homónima, la película es una actualización del escenario clásico de Romero (Night of the Living Dead; ¿te has dado cuenta de cómo todas estas películas siempre referencian a las mismas cinco o seis? Eso es legado): David Drayton y su hijo van al supermercado después de que una terrible tormenta puso a la infraestructura del pueblo en jaque. El local se convierte en un pandemonio al verse envuelto por una niebla demasiado espesa como para ser natural, escondiendo siluetas, rugidos y horrores. Encerrados en una isla de presión, Drayton y un puñado de supervivientes defienden la cordura, la sociedad y sus vidas.

“No se trata tanto de los monstruos afuera, sino de los que están adentro. De lo que pasa cuando tus amigos y vecinos se quiebran bajo presión” dijo Darabont, y se nota. En una década donde las Hostel, las Saw y mediocres remakes de veneradas producciones marcaban la supuesta pauta de lo que el terror debía ser, se nos presentó un film cerebral que voló fuera del radar de muchos fans. The Mist pertenece a finales de los setenta y bien podría pasar por obra de Cronenberg, desentonando totalmente con el panorama de aquel momento. La trama no está impulsada por la sangre ni por los monstruos, sino por los personajes, tan bien construidos que reconocerás a muchos de tus conocidos en ellos. O sea, gente normal en situación extraordinaria.

Hay un performance pivotal en la película, el de Marcia Gay Harden como la señora Carmody —una joya de actuación, porque ni esos son los papeles que ella regularmente hace ni se parece en nada a la persona cortés que hemos visto de ella en sus entrevistas. Mi amigo, me repito siempre en los Sympathy for the Creature, pero aquí voy otra vez: Ve la película antes de leer lo que viene a continuación…

…porque uno de los corazones de esta película es ver al auge de la fanática religiosa, prácticamente ignorada por todos until the shit hits the fan. En ese aspecto, The Mist es un experimento sociológico; todos conocemos al loco de la comunidad, el imbécil que grita con la voz en el pecho sobre cómo los fascistas, golpistas, terroristas, marcianos del infierno vendrán por nosotros como una conspiración de la CIA, para matar a mujeres y violar a hombres, y arruinar la vida de las generaciones futuras. En Venezuela, esa gente formó el PSUV y hoy gobiernan al país, pero en un país normal (cuidado con Trump), no pasa de ahí. El excéntrico estúpido. ¿Pero qué pasa cuando nos sentimos progresivamente amenazados y los peligros que de día eran absurdos sacan las garras de noche? Somos más propensos a abrazar el extremismo, por irracional que sea, entre más amenazados, más hartos nos sentimos –sin mencionar los rencores que se mezclan y distorsionan la realidad. La niebla afuera es literal, adentro es intelectual.

Dicen que los venezolanos nos vemos en todo lo que pasa en todo el mundo y no pude evitarlo, viendo The Mist hace poco lo entendí, “Esto es un microcosmos de lo que pasó en mi país”. Probablemente tú veas tus propios paralelismos.

Muchas películas han explorado el miedo a lo desconocido y otra (The Fog, de Carpenter) usó a la niebla como elemento narrativo, pero creo que ninguna funciona tan bien como acá, brindándonos una conclusión que el propio King celebró (“Ojalá se me hubiese ocurrido a mí”). Estoy tratando de comentar lo menos posible de la película para dejar que te sorprenda si ignoraste mi advertencia y seguiste leyendo (¿también lees la última página de los libros?), pero recuerda mucho al escenario de El Señor de las Moscas, donde unos señoritos ingleses naufragan y se vuelven una salvaje tribu. Decir que Frank Darabont nos otorga una película de calidad es como decirlo de James Cameron o de De Palma, pero donde Green Mile y Shawshank triunfaron por corazón, La Niebla triunfa por su nihilismo.


Otra por el estilo:

Esta peli hasta tiene una versión en blanco y negro, como referencia y homenaje a Night of the Living Dead.