Título
original: The Blair Witch Project
Director: Daniel Myrick, Eduardo Sanchez
Guion: Jacob Cruse, Eduardo Sanchez
Elenco: Heather Donahue, Michael Williams, Joshua Leonard
Cinematógrafo: Neal Fredericks
País: Estados Unidos
Año: 1999
Tópicos: Película encontrada, ocultismo, brujas
Canción
recomendada: Creo que es la
única película en las dos ediciones de Creature que queda mejor descrita con el
silencio.
Parece que en nuestros días, tres de cada cinco
películas de terror son “cintas encontradas”, el subgénero en el que, a modo de documental, presenciamos los
eventos por medio de una cámara. Los responsables son dos tremendas, la
española REC y la minimalista Paranormal Activity. Ya sabemos que
ninguna de las dos inventó la movida y que ya a finales de los setenta podíamos
ver a su precursor más sólido, pero la que la gente recuerda por su impacto y
por su efectividad, es la que hoy nos ocupa, una película que, con presupuesto
microscópico, nos confirma que menos es
más y no hay nada más aterrador que lo que está en tu imaginación.
Tres jóvenes cineastas están grabando un documental
sobre el espanto local, “La Bruja de Blair”. En Burkitsville, todo el mundo ha
escuchado de la leyenda, plagada de asesinatos rituales y pistas sobre lo que
está por venir. Al día siguiente, los chicos se adentran en el bosque a pesar
de las advertencias en contrario. Todo va bien, pero pronto se pierden,
encuentran glifos y señales ocultistas y se vuelve evidente que están siendo
observados… y cazados.
Cuando tomas la premisa así, at face value, no parece particularmente terrorífica, pero todo está en la presentación. Los
tres actores son súper convincentes (si te preguntas cómo éramos los chamos en
los 90’, no busques más) y además improvisaron
la mayor parte de sus diálogos y acciones. La producción fue una locura:
Cada mañana, debían encontrar una caja con pistas sobre lo que iba a pasar y
cómo debían reaccionar. Fueron electos tras un arduo casting y los directores
sabían que estaban particularmente entrenados para la improvisación, pero el
rodaje, que brindó 90 horas de película (posteriormente editadas a 90 minutos),
fue una tortura. Gregg Hale, uno de los productores, recreó su entrenamiento
militar, en el que los cadetes eran cazados por el enemigo. Pasaron hambre,
frío y sueño. Mucho de lo que ves no es
actuado.
La cosa tiene un cariz progresivamente macabro. No
quiero spoilearte mucho, pero la vibra, que comienza inquietante, va dando
pasitos hasta la dimensión desconocida y llega un punto en que shit gets
decidedly fucked up, días de tormento
puntuados por noches de auténtico terror. La discípula Paranormal Activity recrearía estos puntos con gran efectividad.
Lo más curioso de todo es que durante toda la
película, no vemos mayor cosa. Si The
Texas Chainsaw Massacre es la maestra del juego entre lo explícito y lo
implícito, The Blair Witch Project es la campeona de la sugestión. Toda
esta película es atmósfera, ruiditos, actuaciones, advertencias, un descenso
gradual en la temperatura hasta que te preguntas por qué coño estás haciéndote
sufrir. ¿Hay algo entre los árboles o sólo lo imaginaste?
Quizá lo más famoso de la película es la treta que se
lanzaron los directores: Vendieron al
film como un documental real. Los tres actores (que participan con sus
nombres reales) literalmente desaparecieron, se montaron campañas para
conseguirlos, era sabido que los tres entraron al bosque, se perdieron y esta
cinta es lo que quedó. Pasó como dos años para que se supiera la verdad y si ya es acojonante verla sabiendo que es
ficción, no quiero imaginármelo bajo el truco de los artistas.
Deja que te seduzca el hechizo de la bruja, cálate las
escenas nocturnas y vas a reconocer a una película de lo que se llama terror en
su estado más puro.
Otra
por el estilo:
La abominable predecesora: Cannibal Holocaust.
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