lunes, 18 de febrero de 2013

Ted Bundy en Lake Sammamish

Seh, ando pegado con el tema de los sociópatas de nuevo. Anyhow, esto es del libro The Bundy Murders: A Comprehensive History, por Kevin M. Sullivan:




"No mucho después de ponerse cómodo, Snyder (agente de la DEA vacacionando), notó a 'un hombre blanco caminando por mi derecha, hacia mí, y la razón por la que lo noté es porque estaba mirando a todas las muchachas... llegaría a detenerse casi por completo y me pareció que estaba o buscando abordar a una chica, o tratando de encontrarse con alguien que cumpliera sus estándares'. Pero siguió caminando, buscando, pasó enfrente del agente de la DEA y se acercó a la rubia en el bikini negro. Al aproximarse, Snyder lo escuchó decir 'Buenas, señorita' o 'Discúlpeme, señorita', un saludo cordial. Respondiendo a la educada introducción, Janice le hizo un gesto para que se sentara junto a ella en la toalla. Él tuvo que bajar con cuidado, porque su brazo izquierdo estaba vendado y en cabestrillo. Una vez sentado, dijo Snyder, el hombre cruzó las piernas y los dos conversaron por unos cinco minutos. Mientras hablaban, Janice Ott se puso a recoger sus cosas.

Snyder describió al hombre como un sujeto de un metro, setenta y ocho centímetros, aproximadamente. Entre veinticinco y veintinueve años, vestido de blanco. El cabello, añadió, 'estaba a la altura del cuello, ondulado, color castaño claro'.

Sin que Snyder lo supiera, el individuo al que le estaba prestando atención acababa de tener un encuentro con otra mujer, apenas momentos antes.

Janice Graham, de veintidós años, era una empleada de Boeing y vivía cerca de Bellevue, Washington. Llegó a Lake Sammamish alrededor de las 11:30 de la mañana e inmediatamente buscó una mesa para picnic, sin conseguir una. Después se acercó al patio deportivo, donde la abordo un hombre que describió 'de un metro setenta y cinco, con cabello rulo, nácar'. Ella lo saludó, sintiéndose un poco perturbada por la intrusión. Cuando ella se iba, él le pidió 'su ayuda un minuto', explicando que no podía hallar a sus amigos. '¿Sí?' dijo ella, '¿Qué quieres?' El educado joven con brazo en cabestrillo le dijo que necesitaba ayuda desenganchando su lancha del carro. Una petición razonable, le pareció a ella, a la que contestó con un 'Está bien'.

Conforme se abrian paso por lo que parecía volverse una multitud, él dijo que 'No se ve desde aquí, hay mucha gente'. También le preguntó a ella dónde vivía y en qué trabajaba. 'Se detuvo muchas veces para agarrarse el brazo, sosteniéndoselo como si le doliera' explicó Graham. 'Dijo que se lastimó jugando squash. Me preguntó si yo había jugado. Dijo que era muy divertido'. Cuando llegaron al estacionamiento, él apuntó a un Escarabajo VW, 'Color marrón metálico'. Por sorpresa, no tenía ni una lancha adjunta, ni un gancho al qué atarla. Al ella preguntarle al respecto, él respondió: 'Es que está en la casa de mis padres. Está subiendo esa montaña'. Sacudiendo la cabeza en negación, ella dijo que no podía acompañarlo, porque su esposo y sus padres estaban por llegar. 'Ah, está bien; debí avisarte que no era en el estacionamiento'. Volviendo hacia la gente, se disculpó una vez más. 'Gracias por acompañarme; debí decirte que no estaba en el estacionamiento'. Graham luego haría énfasis en lo agradable que fue.

'Era muy educado, muy sincero... y no se molestó cuando le dije que no lo iba a acompañar'.

Dejando a Janice Graham esperando a su familia, él siguió buscando. Unos diez minutos después, Graham lo vio caminando con otra mujer, que llevaba una bicicleta al lado. 'Pensé' dijo, 'que no le tomó mucho conseguirse a otra que lo acompañara'. Esa fue la última vez que Graham lo vio.

Dada la distancia entre Snyder y Ott, la posibilidad de escuchar la conversación entre los dos resultó muy limitada. No obstante, otros sentados mucho más cerca de la pareja darían una descripción más detalla del encuentro a las autoridades.

(...)

Sylvia Valint tenía quince años el día en que Janice Ott desapareció de Lake Sam, como lo conocían los lugareños. Aún así, daría una de las descripciones más precisas sobre lo que ocurrió entre el asesino y la víctima esa caliente tarde de Julio, de 1974. Obtener una descripción tan nítida y concisa de alguien tan joven es inusual. La mayoría de los niños de su edad, no recuerdan conversaciones aparentemente sin consecuencias. Estaba a sólo tres metros de Janice Ott.

'Llegó un tipo hacia ella' le explicó Sylvia al detective Robert Keppel, al miércoles siguiente. El reporte asegura: 'Es de un metro setenta y cinco a un metro setenta y ocho de estatura, constitución media, cabello pajizo largo hasta el cuello, bronceado, brazo izquierdo en cabestrillo. El yeso empieza en la muñeca y termina después de doblar en el codo. Zapatos deportivos blancos, medias blancas, shorts blancos y franela blanca. Dijo 'Disculpe, ¿me puede ayudar a enganchar mi lancha a mi carro, porque no puedo hacerlo yo solo, porque me rompí el brazo?' Ella dijo 'Bueno, siéntate y vamos a ver. ¿Dónde está la lancha?' Él dijo: 'En casa de mis papás, en Issaquah'. Ella dijo: '¿Ah, sí? Yo vivo en Issaquah. Bueno, está bien'. Se levantó y se puso ropa encima del traje de baño. Agarró su bicicleta y dijo 'Bajo una condición. Que yo pueda subirme después a la lancha. Y que me presentes a tus padres'. Se presentaron. Ella dijo que su nombre era Jan. Él se presentó como Ted.

Sylvia dijo que era un sujeto elocuente, articulado".

Sacado de Wikipedia:

"Los homicidios del Pacific Northwest terminaron el 14 de Julio, con el secuestro a plena luz del día, de dos mujeres, entre una multitud en la playa de Lake Sammamish. Cinco testigos mujeres describieron a un joven atractivo vestido de blanco, con el brazo en cabestrillo, hablando con un tenue acento, quizá canadiense, quizá inglés. Presentándose como "Ted", preguntó si podrían ayudarlo a descargar su lancha de su Escarabajo opaco -o bronce. Cuatro de ellas, se rehusaron. Una lo acompañó hasta el carro, vio que no había lancha y se marchó. Tres testigos más lo vieron acercarse a Janice Anne Ott, de 23 años, con la historia de la lancha, y la vieron irse en su compañía. Unas cuatro horas más tarde, Denise Naslund, una joven de 18 años estudiante de computación, se levantó de la mesa en la que estaba con unos amigos para ir al baño, y nunca regresó. Bundy le dijo luego a Stephen Michaud que Ott seguía viva cuando él regresó con Naslund -y que una fue obligada a ver a la otra morir-, pero luego cambió ese detalle de su confesión la noche previa a su ejecución".


Saben, tengo que admitirlo. La maldad absoluta de este carajo es creepy y medio.

viernes, 15 de febrero de 2013

Green River Killer

Cuando empecé a investigar sobre asesinos en serie y el fenómeno del trastorno sociopático de la personalidad, nadie sabía quién era el Green River Killer.

Había actuado durante los ochenta, cobrado varias víctimas (prostitutas, que posteriormente aparecían abandonadas en el epónimo Green River) y desaparecido. Muchas teorías existían sobre su paradero; la más popular era que había muerto. Dado que los asesinos en serie son incapaces de dejar de matar, era extremadamente inverosímil que el hombre en cuestión hubiera cambiado de espíritu. Tenía que haber fallecido, decían, y se llevó el secreto de su identidad a la tumba. Explicaciones como esa se aplican a Jack el Destripador y al Asesino del Zodíaco, dos figuras tan legendarias como el Green River Killer lo era en la época.

Asumí que nunca sería capturado. La evidencia tiende a deteriorarse y no existía ningún sospechoso viable. No ocupé demasiada atención al tipo, ni al caso.

Unos años más tarde (2001, específicamente), boom, la noticia: el Green River Killer había sido capturado. Era Gary Ridgway, el arquetípico psycho. Amistoso pero sin amigos, sin rasgos físicos distintivos, calificado como distante por sus parejas (que también lo describieron como "violento" en la cama). Ocupaba trabajos de poca responsabilidad y oscilaba entre ellos. Había contraído gonorrea tras el contacto con una prostituta, incidente que lo molestó profundamente. Se volvió fanático religioso durante los ochenta y lloraba con frecuencia durante los sermones. Detenido por solicitar los servicios de prostitutas, fue considerado uno (entre miles) de sospechosos en el caso del Green River. Este hombre:



Ridgway, al igual que otros de su estilo, tenía una intensa rabia y deseos de venganza hacia su madre y las mujeres en general. Durante su primera detención, otorgó muestras de fluidos y se sometió al exámen de un polígrafo (máquina de la verdad). El excelente maestro en ciencias penales del que recibí lecciones en la universidad, Alberto Morales Gómez, señalaba que un polígrafo no puede constituir prueba ante juicios penales porque se basan en respuestas de ansiedad física. Existe una clase de delincuente, como el sociópata, que puede modificar sus respuestas para no mostrarse alterado bajo sospecha. En otras palabras, Gary mintió bajo el polígrafo, no se sintió en lo absoluto culpable o ansioso, y fue puesto en libertad.

La ciencia criminalista evolucionó, se perfeccionó la prueba del ADN y, en revisión de un caso sin resolver, la conexión entre los fluidos en una de las víctimas y aquellos dados por Ridgway dio positiva. Después de veinte años, el asesino era capturado.



Jeff Jensen publicó hace pocos años una brillante novela gráfica sobre el tema, Green River Killer: A True Crime Story. El libro no es un recuento de los homicidios caso por caso, ni una biografía de Ridgway. Es un homenaje a su padre, el detective Tom Jensen, principal investigador del caso. Tras 20 años de sufrimiento, llevó a uno de los peores asesinos en serie en la historia al calabozo. Y sí, el libro fue escrito partiendo de información oficial de la investigación.

Como vale la pena que leas el libro tal y como fue concebido, no voy a publicar aquí las páginas de la escena que prosigue. La voy a presentar, más bien, como una transcripción literal. Brace yourselves:


TOM JENSEN: Cuéntame de la última vez (con ella). ¿Cómo ocurrió?

GARY RIDGWAY: Fue en Mayo de 1985. Había una huelga en el trabajo, así que tenía mucho tiempo libre. No recuerdo si fue de día o de noche cuando la recogí. Recuerdo que ella estaba saliendo de su trabajo en el bar. Yo la estaba esperando. Le pregunté si quería tener una cita conmigo. Dijo que estaba cansada. Dijo que tenía que ir a algún lugar. Dijo que tendríamos que hacerlo rápido.
La llevé a mi casa. Pensé que estaría más cómoda ahí que en la calle. Mi hijo estaba con mi ex-esposa. Teníamos al lugar solo para nosotros. Quería que se quedara después conmigo. Que siguiera acostada. Se duchara conmigo. Que fuera íntima conmigo.
Pero ella andaba apurada y no me estaba complaciendo y la rabia dentro de mí se fue haciendo más fuerte. Me puse detrás de ella y cuando habíamos terminado, la maté. Lloré después. Me quedé con ella toda la noche.
El pescado y la salchicha y la bolsa (que dejé en la escena del crimen) no significan nada. Fueron cosas que dejé para despistarlos a ustedes. La volví a vestir porque no podía regresar a visitarla después. A ella, no.
La quise. De verdad la quise. Estaba más contento que el carrizo cuando la vi ese día, porque me había complacido mucho antes. ¿Por qué esta vez no?

(LOS DETECTIVES LO MIRAN. ÉL LES DEVUELVE LA MIRADA EN SILENCIO).

TOM JENSEN: Gary...

(RIDGWAY OBSERVA).

TOM JENSEN: Christine era especial para ti. Apuesto a que nunca olvidaste su rostro, ¿verdad?

GARY RIDGWAY: Era hermosa. Esas fotos que ustedes tienen no le hacen justicia.

TOM JENSEN: Bien. ¿Por qué la mataste, entonces?

GARY RIDGWAY: Ya te dije. Porque me estaba apurando y porque...

TOM JENSEN: Yo sé qué me dijiste, Gary. Escuché cada palabra. Pero no tiene sentido.
Durante los últimos cuatro días, has culpado a estas mujeres de sus propias muertes. Tú querías sexo y ellas te hicieron molestar. Despertaron tu "rabia". Perdiste el control y las estrangulaste.
Pero Christine King no fue la primera mujer que mataste. Mataste al menos a seis otras mujeres antes de ella. Y ella te dijo de entrada, antes de que la lleves a tu casa, que no te puede dar el tiempo que tú quieres. Justo ahí, debiste saber qué podía pasar. Y creo que sí lo sabías.
Dices que hacías esto sólo por el sexo. Pero también era por matar, ¿verdad?

(RIDGWAY PERMANECE SILENTE).

TOM JENSEN: Habías matado ya varias veces.

GARY RIDGWAY: Sí.

TOM JENSEN: Sabías qué pasa y cómo pasa.

GARY RIDGWAY: Sí.

TOM JENSEN: Y sin embargo, lo hiciste, sabiendo que ella iba a parar muerta.

GARY RIDGWAY: Sí.

(AMBOS SE OBSERVAN).

TOM JENSEN: ¿Por qué? ¡¿Por qué lo hiciste?!



GARY RIDGWAY: Necesitaba matar. Sólo necesitaba matar.



Tom Jensen continúa trabajando en casos no resueltos. Dice que trabajará en el departamento siempre que haya fondos; no considera retirarse.

Gary Ridgway fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de fianza.