Título original: The Wolf-Man
Director: George Waggner
Guion: Curt Siodmak
Elenco:
Lon Chaney Jr, Claude Rains, Maria Ouspenskaya, Bela Lugosi
Cinematógrafo:
Joseph Valentine
País: Estados Unidos
Año: 1941
Tópicos:
Hombres lobo, gótico, licantropía
Tema
sugerido: Siempre es un buen momento para Duran Duran.
Incluso
un hombre puro de corazón
Que
hace sus rezos por la noche
Puede
volverse un lobo cuando el acónito florece
Y
la luna de otoño brilla
Hijo de gato caza ratón. Su nombre real era Creighton
Tull Chaney, pero se promovió bajo el nombre artístico que referenciaba a su
padre, Lon Chaney Jr. En esta, la
película que codificó todo lo que entendemos por “Hombre lobo” y mostró a su
estrella (previamente dedicado al comercio) capaz de llevar un drama a sus
espaldas, el heredero bien hace honor al
histrionismo que volvió a su padre leyenda.
Interpreta su rol más famoso, Larry Talbot, que vuelve a casa tras la muerte de su hermano.
Haciendo las paces con su padre y retomando el ritmo de la vida cotidiana, se
enamora de una chica, Gwen, y
salvándola del ataque de un lobo rabioso, es mordido. Los gitanos de la
localidad ven la mala fortuna, porque la
criatura no era un lobo, sino un licántropo, un hombre condenado a
transformarse en híbrido de lobo y humano con cada luna llena. Ahora Larry está
infectado. Y la maldición de la luna es inexorable.
Los
años 40 fueron duros para el cine de terror. Mucha gente opina
que el mundo, enfrascado en la guerra, había visto tantos horrores que nadie
tenía muchas ganas de ir al cine a ser espantado. Aunque eso puede tener su
dosis de verdad, yo le sumaría otro elemento: sobre-exposición. Los años 30’ fueron la primera era dorada del cine de
terror, con la famosa Universal e importantes adiciones de MGM (ya hablamos
de Freaks),
AIP y producciones independientes. Las
secuelas y explotación del tema dibujaron a los 40’ con un público que ya tenía
ganas de otra cosa (a esto se refiere Steven Spielberg cuando dice que
pronto se dejará de hacer tantas pelis de superhéroes, es “la teoría de los
ciclos”). Y en ese contexto, salió mi
favorita de las Universal Monsters.
Está bien difícil que alguien supere a Lon Chaney padre
ante mis ojos, de manera que Chaney Jr no es que no dé la talla, porque una de las fortalezas de este film es el
drama que nos transmite. Es decir, el tipo es más que competente: es bueno
y lo veremos sinceramente angustiado, que
es lo que hace a la licantropía interesante para mí.
El mito del hombre lobo fue por primera vez explorado
en El
Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, la novela de Stevenson en la
que un científico respetable se convierte en un salvaje al tomar una poción. No
es literalmente un lupino, pero el núcleo está ahí: Debajo de nuestra piel normal, contamos con una segunda cara, sedienta
de sangre. Un arquetipo del género que verás recurriendo (los otros dos
arquetipos son “El Vampiro” y “La Cosa Sin Nombre”, algún día vamos a hablar de
eso).
¿American
Psycho? Hombre lobo.
¿Cabo de Miedo? Hombre lobo.
¿El
Silencio de los Inocentes? Hombre lobo.
¿Psycho?
Hombre
lobo.
¿Repulsion?
Hombre
lobo.
Es
la segmentación freudiana de la personalidad: “Yo, super-yo” y “ello”.
Y el “ello” es de corazón salvaje.
Y la lectura es súper pertinente porque, a pesar de ser
un producto 100% hollywoodense (no tiene fuente literaria), la película tiene
otro cariz: En el guion no existe escena
de transformación. Es decir, Larry
Talbot es infectado con la maldición, pero él creía que se convertía en
lobo. En realidad era un humano que
enloquecía con la luna llena. Un
trasfondo psicológico bastante rico. Cuando se sugirió a la Universal, el
estudio dijo que “Tenemos que poner a un monstruo. Muy bonito lo psicológico,
pero eso al público no le interesa”.
Y no perdemos nada, porque Jack Pierce vuelve a hacer de las suyas. Una de las escenas más
importantes (e impresionantes) ocurre cuando llega esa primera luna llena, la
que nos dirá si Larry de verdad se volverá un monstruo (spoiler: he does). Los
pelos crecen poco a poco con un truco de cámara, hasta revelar uno de los
mejores maquillajes del cirujano. De todos los efectos realizados por Pierce,
este era el más laborioso; todo el pelo que
ves es real y es añadido pizca por pizca. El proceso era tan engorroso que
una versión previa fue rechazada contundentemente por aquel actor. Chaney,
respetuoso del arte de su padre, aguantó como un macho, macho, varón. Amante del
terror y su legado, cada vez que se hizo
una película de The Wolf-Man, asumió
al personaje con orgullo (“He’s my baby” llegó a decir).
Bela
Lugosi vuelve (con un rol homónimo) y la gitana famosa,
Maria Ouspenskaya, pone de su parte para formar dos de los más memorables
elementos de la película. Debe haber sido raro para Bela participar en otra
peli de la Universal donde él no era ni siquiera un actor de reparto, sino casi
un extra, su participación es más reducida que la de Ouspensakaya. Para estos años, lo más cerca que Lugosi
podía estar de un rol “normal” era pagando su entrada como audiencia.
Después de esta peli, los monstruos de la Universal
fueron a lo que es considerado el fin de un ciclo cinematográfico: la parodia.
El famoso dúo de comediantes, Abbot y Costello, lanzó una serie de películas
exitosas con los monstruos.
“Es que no entiendes” diría Larry Talbot a Lou
Costello. “Todas las noches me convierto en… en un animal”.
“Sí,
tú y los demás hombres vagabundos”.
A fin de cuentas, la
película es una historia gótica sabrosa con un monstruo que camina por el bosque,
entre neblina y sombras, una imagen icónica que paga el precio de la
entrada. A lo mejor para ti peca de melodramática, pero eran los 40’, baby. Y
el paso de Larry Talbot al panteón de los Monsters está bien merecido.
De todas las criaturas y monstruos, es el hombre lobo el que jamás ha logrado captar del todo mi atención. Me interesa el enfoque psicológico que resaltas de esta película, y pienso que así sí podría tener una interacción distinta con el personaje. ¡Apuntada en la lista!
ResponderEliminarEs que no tienen tantas historias buenas, hay que buscar.
EliminarDe Sympathy, está esta... y otra que es la perfecta pa' mí. Ya hablaremos de esa.