viernes, 2 de octubre de 2015

SYMPATHY FOR THE CREATURE: Nosferatu (1922)





Título original: Nosferatu –eine Symphonie des Grauens

Director: Friedrich Wilhelm Murnau

Guión: Henrik Galeen

Elenco: Max Schreck, Greta Schröder, Gustav von Wangenheim

Cinematógrafo: Fritz Arno Wagner

País: Alemania

Año: 1922

Tópicos: Cine gótico, vampiros, expresionismo



Seguimos con el expresionismo, los alemanes y una profunda huella en la cinematografía mundial. Esta, la primera adaptación de la famosa novela de Bram Stoker, sobrevivió a la actualidad a pesar de los poderes que trataron de destruirla. Como el vampiro, ha demostrado ser inmortal. Donde Caligari fue capaz de evocar estados alterados, Nosferatu demostró que el expresionismo era capaz de brotar un ambiente macabro a punta de iluminación, ritmo, edición y puesta en escena, imitados pero nunca igualados.

Su director, F. W. Murnau, estaba loco por obtener los derechos fílmicos de Drácula. Al ser incapaz de obtenerlos, se arriesgó por una versión no-oficial que es, en términos de historia, un auténtico fusil. Hablaremos de la trama cuando lleguemos a Drácula, porque es el mismo cuento con los nombres de los personajes cambiados (Harker es, por ejemplo, “Hutter”) y tenues alteraciones. Ambientar la película en Alemania no funcionó, porque la viuda de Stoker demandó a Murnau y una corte inglesa dictaminó que todas las copias del film debían ser destruidas. En serio. El esfuerzo por quemar todas las cintas se hizo, pero muchos coleccionistas y cinéfilos, conscientes de estar en posesión de un logro del cine, conservaron y contrabandearon copias, llegando a proyectarse versiones bastante mutiladas —no fue sino con los años que distintas personas se unieron para, entre todos, componer la versión “final” del film.

Pero una de mis anécdotas favoritas de la película se refiere a su estrella, el actor Max Schreck, en el papel del Conde Orlok. Cuenta la leyenda que Schreck (cuyo nombre traducido quiere decir “Máximo Terror”, hasta mercadotecnia tenía) era un actor de método. Como tal, estaba siempre en personaje. No socializaba con los otros actores, estaba siempre en maquillaje, nunca se le veía comiendo o a la luz del día. Esta premisa fue explotada con gran efecto para la película Shadow of the Vampire, una carta de amor al film que hoy nos ocupa (Shadow sugiere que todo esto fue porque Schreck era realmente un vampiro. Recomendadísima).

Y la estrella no venía sólo por su actor, sino por el propio personaje, un maquillaje que sugería lo nunca visto. Orlok es un verdadero muerto viviente, con posturas perturbadas y una apariencia que todavía hoy es copiada, desde series de televisión (Angel, Penny Dreadful), hasta películas (Salem’s Lot, The Descent), juegos de rol (Vampire: The Masquerade), y juegos de video (Castlevania). Más roedor que quiróptero, cuesta ver a Orlok como una criatura seductora, pero la sexualidad que sugiere (porque en efecto la tiene) tiene tintes putrefactos. Hablaremos de eso en breve.

El film también explota otras técnicas, usadas por primera vez entonces, para sugerir actitudes supernaturales, como la grabación de la película en negativo, o la proyección de una escena más rápido de lo normal para sugerir velocidad. Nada es más efectivo, por supuesto, que el empleo del claroscuro. La escena más famosa involucra al Conde, ya habiendo llegado a Bremen, asechando a la novia de Hutter, en una pose de pesadilla visto por la ventana. Asciende el mostruo las escaleras hacia su presa. No vemos a Orlok, pero vemos a su sombra, diciéndonos todo lo que necesitamos saber, la postura encorvada, las orejas, los dedos huesudos y largos, demasiado largos, acercándose a la manilla de la puerta, trayendo un beso cargado de muerte.

Ese tema, la mezcla del vampiro con la sexualidad, es algo de lo que el mito nunca se ha separado y está muy bien logrado como adaptación de Drácula. No resulta sino un logro que, con una criatura tan repelente, aún exista sensualidad en su proceder. La escena es esa noche en la que Hutter está en el castillo, se asoma desde su puerta y ahí está, lejos, Orlok de pie. La versión que yo tengo ambienta esta escena en película azul y es súper efectiva. El vampiro se acerca, lento, lento, hasta que está ya ahí, junto a él, a punto de poseerlo en su propia cama (de manera que la película está cargada de represión sexual, erotismo, homo-erotismo, necrofilia y sadomasoquismo -¿o qué otra lectura le das al final de la película?).

Siempre me ha gustado, como a todo el mundo, el diseño de Orlok y es una lástima que no tenga una historia propia sino como copia del vampiro más famoso. Varios esfuerzos se han hecho por cambiarlo, incluyendo un remake por Werner Herzog (que no me termina de enamorar) y el antedicho Shadow of the Vampire.

Nosferatu, Una Sinfonía de Terror, contribuyó más al medio que todas esas películas de vaqueros, mafiosos y millonarios. Elemental en toda colección.

2 comentarios:

  1. Qué increíble que hayan intentado destruírla, no lo sabía. La historia detrás de la historia. Sin tener muchísimos recursos visuales se logró hacer joyas del cine.

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    1. Esa es una de las cosas repetidas que Hollywood no comprende: No necesitas millones de dólares mientras haya talento. No en vano muchas -la mayoría - de las películas que veremos acá son de menudos presupuestos.

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