Título original: Nosferatu –eine
Symphonie des Grauens
Director: Friedrich Wilhelm
Murnau
Guión: Henrik Galeen
Elenco: Max
Schreck, Greta Schröder, Gustav von Wangenheim
Cinematógrafo:
Fritz Arno Wagner
País: Alemania
Año: 1922
Tópicos: Cine gótico,
vampiros, expresionismo
Canción recomendada: Bela Lugosi no sale en esta película, pero no hay un mejor tema de vampiros que sea más gótico que este.
Seguimos con el expresionismo,
los alemanes y una profunda huella en la cinematografía mundial. Esta, la primera adaptación de la famosa novela
de Bram Stoker, sobrevivió a la actualidad a pesar de los poderes que
trataron de destruirla. Como el vampiro, ha demostrado ser inmortal. Donde
Caligari fue capaz de evocar estados alterados, Nosferatu demostró que el expresionismo era capaz de brotar un
ambiente macabro a punta de iluminación, ritmo, edición y puesta en escena, imitados
pero nunca igualados.
Su director, F. W. Murnau,
estaba loco por obtener los derechos fílmicos de Drácula. Al ser incapaz de
obtenerlos, se arriesgó por una versión
no-oficial que es, en términos de historia, un auténtico fusil. Hablaremos
de la trama cuando lleguemos a Drácula, porque es el mismo cuento con los
nombres de los personajes cambiados (Harker es, por ejemplo, “Hutter”) y tenues
alteraciones. Ambientar la película en Alemania no funcionó, porque la viuda de Stoker demandó a Murnau y una
corte inglesa dictaminó que todas las copias del film debían ser destruidas.
En serio. El esfuerzo por quemar todas las cintas se hizo, pero muchos
coleccionistas y cinéfilos, conscientes de estar en posesión de un logro del
cine, conservaron y contrabandearon copias, llegando a proyectarse versiones
bastante mutiladas —no fue sino con los años que distintas personas se unieron
para, entre todos, componer la versión “final” del film.
Pero una de mis anécdotas
favoritas de la película se refiere a su estrella, el actor Max Schreck, en el papel del Conde Orlok. Cuenta la
leyenda que Schreck (cuyo nombre traducido quiere decir “Máximo Terror”, hasta
mercadotecnia tenía) era un actor de método. Como tal, estaba siempre en personaje. No socializaba con los otros actores,
estaba siempre en maquillaje, nunca se le veía comiendo o a la luz del día.
Esta premisa fue explotada con gran efecto para la película Shadow of the Vampire, una carta de amor
al film que hoy nos ocupa (Shadow
sugiere que todo esto fue porque Schreck
era realmente un vampiro. Recomendadísima).
Y la estrella no venía sólo por
su actor, sino por el propio personaje, un maquillaje que sugería lo nunca
visto. Orlok es un verdadero muerto viviente, con posturas perturbadas y una
apariencia que todavía hoy es copiada, desde series de televisión (Angel, Penny Dreadful), hasta películas (Salem’s Lot, The Descent), juegos de rol (Vampire: The Masquerade), y juegos de video (Castlevania). Más roedor que quiróptero, cuesta ver a Orlok como
una criatura seductora, pero la sexualidad que sugiere (porque en efecto la
tiene) tiene tintes putrefactos. Hablaremos de eso en breve.
El film también explota otras
técnicas, usadas por primera vez entonces, para sugerir actitudes
supernaturales, como la grabación de la película en negativo, o la proyección
de una escena más rápido de lo normal para sugerir velocidad. Nada es más efectivo, por supuesto, que el
empleo del claroscuro. La escena más famosa involucra al Conde, ya habiendo
llegado a Bremen, asechando a la novia de Hutter, en una pose de pesadilla
visto por la ventana. Asciende el mostruo las escaleras hacia su presa. No
vemos a Orlok, pero vemos a su sombra,
diciéndonos todo lo que necesitamos saber, la postura encorvada, las orejas,
los dedos huesudos y largos, demasiado largos, acercándose a la manilla de la
puerta, trayendo un beso cargado de muerte.
Ese tema, la mezcla del vampiro
con la sexualidad, es algo de lo que el mito nunca se ha separado y está muy
bien logrado como adaptación de Drácula. No resulta sino un logro que, con una
criatura tan repelente, aún exista sensualidad en su proceder. La escena es esa
noche en la que Hutter está en el castillo, se asoma desde su puerta y ahí
está, lejos, Orlok de pie. La versión que yo tengo ambienta esta escena en película
azul y es súper efectiva. El vampiro
se acerca, lento, lento, hasta que está ya ahí, junto a él, a punto de poseerlo
en su propia cama (de manera que la
película está cargada de represión sexual, erotismo, homo-erotismo, necrofilia
y sadomasoquismo -¿o qué otra lectura le das al final de la película?).
Siempre me ha gustado, como a
todo el mundo, el diseño de Orlok y es una lástima que no tenga una historia
propia sino como copia del vampiro más famoso. Varios esfuerzos se han hecho
por cambiarlo, incluyendo un remake por Werner Herzog (que no me termina de
enamorar) y el antedicho Shadow of the
Vampire.
Nosferatu, Una Sinfonía de Terror, contribuyó más al medio que todas esas películas de
vaqueros, mafiosos y millonarios. Elemental en toda colección.
Qué increíble que hayan intentado destruírla, no lo sabía. La historia detrás de la historia. Sin tener muchísimos recursos visuales se logró hacer joyas del cine.
ResponderEliminarEsa es una de las cosas repetidas que Hollywood no comprende: No necesitas millones de dólares mientras haya talento. No en vano muchas -la mayoría - de las películas que veremos acá son de menudos presupuestos.
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