miércoles, 14 de octubre de 2015

SYMPATHY FOR THE CREATURE: Onibaba (1964)





Director: Kaneto Shindo

Guion: Kaneto Shindo

Elenco: Nobuko Otowa, Jitsuko Yoshimura, Kei Sato, Jukichi Uno

Cinematógrafo: Kiyomi Kuroda

País: Japón

Año: 1964

Tópicos: Terror psicológico, J-Horror, maldiciones


Para el público mainstream, sobre todo en nuestros tiempos, el cine de terror japonés parte de Ringu, la famosa película sobre la cinta de video embrujada, famosa por su remake gringo (The Ring). Pero antes de esa explosión que puso al J-Horror en el mapa, estaba el clásico de Kaneto Shindo, en una época en que la audiencia no contaban con las herramientas para comprenderla.

El cine japonés era visto como una de dos: Las pelis artísticas de Akira Kurosawa o los festivales de kaijus, tipo Godzilla, Gamera y Mothra. En ese contexto, surge esta película sobre dos mujeres que viven en la pobreza extrema del Japón feudal. Una de las cosas que me gusta de Game of Thrones es el acercamiento realista a la fantasía -si eras un campesino, te esperaba una vida dura y eso no era muy distinto en el Japón de la katana (acuérdate de Los Siete Samurái). Estas dos, La Anciana y La Joven, viven en tal crisis que son carroñeras: Todo samurái que pasa por la zona malherido es atacado, asesinado y desprovisto de sus bienes, para la venta. Una existencia miserable de la más estricta supervivencia.

Dos cosas alteran esta dinámica. Primero, la llegada de Hachi, un hombre que combatió en la guerra con el hijo de La Anciana (y marido de La Joven). Es él el superviviente que pronto se les une en la caza de samurái desafortunados y, en ese día a día, empieza una relación con La Joven. La Anciana, que no toma mucho para darse cuenta de lo que pasa, se le insinúa a Hachi sin efecto. Debe tolerar, entonces, las escapadas de La Joven a placeres que ella no puede aspirar.
Y en una de esas noches de frustración sexual, ocurre la segunda cosa. Sola, La Anciana es descubierta en su cabaña por un samurái portando una máscara de demonio. “Es para proteger mi hermoso rostro” dice el samurái. Un poco extraño, La Anciana termina matándolo e ideando un bizarro plan: Cada noche en que La Joven sale, La Anciana se disfraza de demonio, portando la máscara, y la espanta a tal nivel que la chica cree que es un demonio real el que ha venido a castigarla.

Muy orgullosa se siente La Anciana de su treta, sin saber que la máscara es una maldición.

El chiste popular sobre esta película es que los hombres iban a los cines baratos (los famosos grindhouse) para ver lo que las películas occidentales no podían mostrar. Eran los años en que tenías que viajar a otra ciudad para ver una película escandinava de alpinistas cachondas que recorren la pradera desnudas (“propósitos educativos”). Onibaba es tan franca con la sexualidad que podría pasar por una soft-porn. Los hombres entraban al cine a ver a estas dos mujeres topless y conseguían un cuento bien tenebroso dañando la vibra.

Porque las escenas son de pesadilla surreal. La máscara del demonio japonesa (hannya) era famosa en el teatro noh porque dependiendo de la iluminación y la inclinación del actor, podía ser tenebrosa o triste. Ese detalle es explotado por el director en tácticas propias del teatro y aprovechándose de que la cinta está en blanco y negro —toda la película, de hecho, tiene una fotografía muy bien cuidada.

La ficción de terror tiene una cualidad bastante moralista. Es cuando Victor Frankenstein rompe las leyes de la naturaleza que le caen las desgracias. Las muchachas buenas no tienen por qué temer al vampiro, sólo las lascivas. Si te vas de campamento y te portas bien no tienes que temer al asesino enmascarado, que sólo ataca a los pecadores. Acá, la historia es una auténtica tragedia. Porque sí, las dos mujeres son inescrupulosas (tras recibir la ayuda de Hachi, dan un gran “golpe” y se dan un banquete con esa plata) y es por esos pecados (junto a la sexualidad de La Joven que debería estar de luto) que son castigadas por el destino. Pero ¿no están en esa senda del crimen por necesidad?

El pozo al que lanzan los cuerpos confirma el tema: Caos. No importa las circunstancias, pórtate mal y serás castigado. La máscara es meramente simbólica, es la marca de los celos, el egoísmo y la indolencia, que las ha llevado a donde están. El círculo se cierra.

Otro comentario: Si no has visto cine japonés, tiene un ritmo distinto al occidental (sobre todo el clásico, el moderno se le está pareciendo más). La película tiene su propia cadencia y vas a conseguir escenas “demasiado largas” o sin propósito aparente. Recuerda: es otra cultura. Te vas a acostumbrar rápido y un par de imágenes se te quedarán grabadas de esta, la película con la que el terror japonés nació.

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