lunes, 19 de octubre de 2015

SYMPATHY FOR THE CREATURE: Tiburón (1975)




Título original: Jaws
 

Director: Steven Spielberg
 

Guion: Peter Benchley, Carl Gottlieb
 

Elenco: Roy Scheider, Robert Shaw, Richard Dreyfuss, Lorraine Gary
 

Cinematógrafo: Bill Butler
 

País: Estados Unidos
 

Año: 1975
 

Tópicos: Animales, suspenso, Aventura
 

 

Aunque es vista por muchos como una película de aventura, el primer blockbuster de la historia alejó a los bañistas del agua y disparó una raza de “animales malignos” en el cine. Salida durante el verano de ese año, cambió para siempre el modo en que las películas serían mercadeadas.
 

Partiendo del excelente libro de Peter Benchley, Jaws nos cuenta la historia del pueblito de Nueva Inglaterra, Amity Island. Subsistiendo principalmente del turismo, la localidad espera la llegada de los vacacionistas anuales, pero esta vez hay algo diferente; el jefe de la policía, Martin Brody, sospecha que un tiburón ronda las costas después de ciertos ataques, en apariencia casuales. El alcalde del pueblo le ordena que calle esas sospechas, porque semejantes rumores podrían ser catastróficos en la economía local, pero el escualo le ha cogido el gusto a la sangre y el único modo en que será expulsado de Amity será en lucha frontal.
Imagino que Spielberg se habrá sentado a ver las películas de Hitchcock hasta memorizarlas y detallar la técnica; un famoso axioma de Alfie es “El suspenso viene de colocar una bomba bajo el asiento del tren… sin que los pasajeros lo sepan”. Así, somos manipulados en ese temor de estar nadando sin saber qué es lo que está bajo nosotros. Ya Hitchcock había utilizado a la naturaleza como una metáfora (The Birds), pero en esta película quedó reafirmada la presencia del tiburón como una fuerza primal que ha venido a recuperar su trono, arrancándolo de los humanos.

Además que oye el soundtrack y dime que esa canción no tiene marcados tintes hitchcockianos. 
 

Pero esta película, de “emoción y suspenso”, está plagada de momentos aterradores (Spielberg se confesaría fan del género al unirse a Tobe Hooper para la seminal Poltergeist). Si creciste en Venezuela, seguro la conseguiste varias veces en Venevisión al mediodía y es de ahí que la recuerdas (antes de que la censura ridícula hiciera obsoleta a la televisión). ¿Qué tan tenebrosa puede ser una película que ves mientras el sol calienta y la comida se enfría? Así fue que me le acerqué cuando la vi por primera vez desde niño hace varios años, la primera vez que la entendí por la trama.
 

Y, oye, hay que celebrar a Spielberg. Si esta hubiese sido la única película que dirigió en su vida, habría sido suficiente. Muchas, muchas elecciones inteligentes sobre cómo presentar la historia. Más allá del aspecto humano (si no amas la relación entre Brody y su hijo, eres un desalmado), date cuenta de algo: Durante la mayor parte del film, no vemos al tiburón. Vemos la famosa aleta dorsal, un vistazo aquí, un costado allá. La película transcurre y nosotros nos imaginamos, pues, a un tiburón y ya. Esto es devenido, en parte, de las circunstancias (el robot que hacía del tiburón era un pedazo de escoria inútil que se hundió tan pronto lo sumergieron en el mar -lo rehicieron más ligero, lo metieron y a nadie se le ocurrió que, en el agua salada, se dañarían los mecanismos; la filmación fue un tormento). Pero ya ha pasado más de la mitad de la película cuando por fin vemos al depredador. And holy shit.
 

Es una de mis escenas favoritas de todos los tiempos, un manejo de la tensión espectacular (NO SIGAS LEYENDO SI NO LA HAS VISTO). Ha llegado el esperado 4 de Julio y la gente no se atreve a meterse en el agua. Las autoridades tratan de demostrar seguridad patrullando en lanchas (el mismo alcalde camina por la arena invitando a la gente a bañarse). El sentido común se afirma cuando la gente se confía: el escualo ataca y esta vez es personal, porque el hijo de Brody está en el agua. El jefe se desespera buscando el modo de salvar a su muchacho. No hay nadie herido, pero digamos que el tiempo está corriendo.
 

Un vacacionista en bote advierte a los muchachos, “Are you guys ok?” sin saber que la aleta dorsal lo ha marcado. El animal vuelca el bote –y el del joven Brody. Ahí, con las presas en el agua, la cámara cambia. Esto lo vemos con visión de pájaro, desde el cielo, el hombre sujetándose al bote y, ahí mismo, apenas bajo la superficie, vemos al tiburón en su aterradora dimensión. No es que sea un tiburón, es UN PUTO FUCKING TIBURÓN GIGANTESCO.
 

La gente recuerda más la famosa escena del “You’re gonna need a bigger boat”, pero esta es la primera vez que vemos al monstruo. Y qué entrada.
 

Toda la película es memorable y tiene muchos momentos así, pero si quieres una demostración de por qué esta película es aterradora, sólo te comento otra de mis escenas favoritas del cine y mi favorita de esta película en particular: el monólogo de Quint.
 

De nuevo, si no has visto Jaws, confórmate con saber que es brutalísima y tienes que verla hoy mismo. Es una lástima que te spoilees esto (que NECESITO contar en detalle), así que cierra aquí, vela y vuelve.

Esa parte, en que el marinero cazador de tiburones Quint, ejecutado sublime por Robert Shaw, nos habla de sus cicatrices, en un ejercicio sobre cómo crear pavor con un buen actor y la puesta en escena. Los tres hombres, Brody, el especialista en vida marina Hooper, y el antedicho Quint, comparten una jornada de tragos y cuentos de la vida en tierra firme. Los propios marineros, pues. Hooper, al ver señales de un tatuaje en el brazo de Quint, se burla, “Déjame adivinar lo que dice: ‘Madre’” y se desternilla de la risa. El marino no se les une. “No, señor Hooper. Esto es del U.S.S. Indianápolis".

Hooper se queda helado. “¿Estuviste en el Indianápolis?”

Ante el pavor, Brody pregunta, ¿Qué es el Indianápolis?

Quint contesta algo que no está en el libro y fue escrito por el propio Shaw:
 

“Un submarino japonés nos clavó dos torpedos en el costado, Jefe. Veníamos de la isla de Tinian a Leyte… acabábamos de entregar la bomba. La de Hiroshima. Mil cien hombres se fueron al agua. El barco se hundió en doce minutos. No vimos al primer tiburón sino como a la media hora. Un tigre. Gigantesco. ¿Sabe cómo medirlos cuando ya estás en el agua, jefe? Haces el cálculo viéndolo de la aleta dorsal a la cola. Bueno, nosotros no sabíamos. Nuestra misión había sido tan secreta que ninguna señal de alarma se disparó, ja. Pasamos desaparecidos una semana. A primera hora de la mañana, jefe. Los tiburones vienen nadando. Así que nos formamos en grupos unidos. Tú sabes… como los cuadros de soldados en las batallas, uh, como lo que ves en un calendario, la batalla de Waterloo. Y la idea era, el tiburón se acercaba a un hombre y el hombre empezaba a dar golpes y a chapotear y a gritar y a veces el tiburón se iba. A veces no. A veces el tiburón te veía directo a los ojos. El detalle de los tiburones es que tienen… ojos muertos, negros, como los de una muñeca. Cuando va hacia ti, no parece estar vivo. Hasta que te muerde y esos ojos negros se voltean y se ponen blancos. Y entonces, ah, entonces oyes ese grito agudo y el océano se pone rojo y a pesar de los golpes y los gritos, todos vienen y te despedazan. Sabes, para el fin del primer amanecer perdimos cien hombres. No sé cuántos tiburones, quizá mil. No sé cuántos hombres, unos seis por hora. El jueves por la mañana, jefe, me encontré a un amigo mío, Herbie Robinson, de Cleveland. Beisbolista. Creí que estaba dormido, me acerqué para despertarlo. Estaba flotando ahí en el agua, como un muñeco. Pues… lo habían cortado a la mitad, mordiéndolo por la cintura. La tarde del quinto día, Sr. Hooper, un avión Lockheed Ventura nos vio, voló bajo y nos vio. Un piloto joven, más joven que el Sr. Hooper, y nos vio y pasó bajito. Y tres horas después un enorme PBY vino y nos recogió. ¿Cuándo he estado más aterrado en mi vida? Esperando mi turno. Nunca me pondré otro chaleco salvavidas. Mil cien hombres se fueron al agua, trescientos sesenta salieron, los tiburones se llevaron al resto, 29 de Junio de 1945. Anyway, entregamos la bomba”.
 

Excelente.


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