Director:
Stuart Gordon
Guion:
Stuart Gordon, William J. Norris, Dennis Paoli
Elenco: Jeffrey Combs, Bruce Abbott, Barbara Crampton, David
Gale
Cinematógrafo: Mac Ahlberg
País: Estados Unidos
Año: 1985
Tópicos: Zombis, científicos locos, splatter
Tema sugerido: El tema principal es un riff del de Psycho. El film porta sus influencias en el pecho.
American Werewolf demostró una teoría de la que sólo se sospechaba: Puedes mezclar terror con comedia y triunfar en ambos campos. Haces
a la gente reír a punta de sangre y tripas. Ya se había intentado con las
películas de Abbot y Costello, con resultados mixtos. Ahora quedó claro: La
película, sin partir de comediantes ni chistes, podía ser graciosa dado lo
ridículo de ciertas situaciones. Y si sabemos algo de los 80’ es que fue la gloria del cine gore. Aplicando
las lecciones con maestría, Brian Yuzna se empató con Stuart Gordon. Re-Animator es el hijo que parieron. O
revivieron, ja.
Dan Cain y su
novia Megan fantasean con el futuro
que tendrán. Cain es un estudiante prometedor de medicina en la universidad
Miskatonic y ella es la hija del decano, con sus propios talentos. Aunque ahora
deben mantener la relación en secreto y Dan tiene sus problemas económicos,
están seguros de que el rompecabezas puede resolverse. No esperan que un nuevo
estudiante se filtre en sus vidas, el distinguido Herbert West. Llegado de Austria en circunstancias extrañas, el
obsesivo West cuenta con un invento que revolucionará la ciencia: un suero
resucitador. Si no fuese tan imperfecto…
Si has leído a H. P. Lovecraft, la historia y los
nombres te suenan familiares. Lovecraft
es famoso por ser un “inadaptable”: sus historias son tan surreales que
nadie sabe exactamente cómo acercárseles. Valientes y logrados esfuerzos hemos
visto con la película del 2005, The Call
of Cthulhu y el videojuego Dark
Corners of the Earth. Pero esta película, que pretendía montarse como obra
teatral hasta que Yuzna convenció a Gordon para el trasplante a celuloide, es la recreación más celebrada, conservando
el esqueleto original y llevándolo a la actualidad.
Jeffrey Combs es el que se roba la película, como el
maniático West. En la vena de
Cushing, es la apoteosis de los
científicos locos. No es exactamente la clase de personas con la que te
identificas, a menos que sientas pasión por algo. El tipo es un entusiasta de
la medicina que se desvió hacia lo prohibido y sentimos que, en ese viaje, un
par de tuercas se le soltaron. Es entonces que necesita de un aliado, Dan, que
pasa la película entre dubitativo apóstol y horrorizada víctima. Con un guión
tan bien hecho, queremos saber más del moderno Frankenstein. En lo personal,
estoy esperando la oportunidad para usar casualmente alguna de sus líneas en mi
vida cotidiana (“Who’s gonna believe a talking head? Get a job in a sideshow”).
Y eso es algo que amo
de ese libreto. Tiene muchos hoyos de
trama, pero te la presentan para que no te des cuenta. ¿Cómo West hace su
suero? ¿Cuánto tiene? ¿Por qué se ve así? Nunca lo sabremos, pero no quedamos
con ganas de saberlo. Son esas preguntas que puedes evadir cómodamente como
escritor, porque además le suman
misterio al personaje. Y tiene sentido: West es un celoso, teme que le
roben su creación. Así como Victor Frankenstein no quiso explicar el quid de su
invento, el doctor West permanece receloso con el mundo.
“La escribimos a
propósito como una película de terror de mal gusto” dice Yuzna. “Como Stuart y
yo éramos novatos, pensé que si nos
enfocábamos en el terror y la sangre, nos ganaríamos al menos a la audiencia
hardcore, por muy deficiente que estuviésemos en otras áreas. Quería que
fuese comercial, no quería pasarme la siguiente década en deuda. Fue el ejemplo
perfecto de suerte de principiante”.
Y cuánta sangre.
Sabemos que Dawn of the Dead fue el pistoletazo de salida del cine gore,
que fue aumentando con cada paso que daban Tom Savini y Gianetto de Rossi. Para
1985, la vaina era un arte digno de admirarse. Acá hacen magia y parte de la
maravilla está en el “¿Cómo hicieron eso?” Esto es entonces más que gore, splatter, definido en Wikipedia como “el subgénero del terror que deliberadamente
se enfoca en retratos gráficos de vísceras y violencia”. Considérate
entonces advertido, si te ofendes con facilidad o no tiendes al mal gusto, vas
a odiar Re-Animator. Los veinte
minutos finales son delirantes y entre menos hablemos de ellos, mejor. Me
impresiona lo lejos que el equipo fue capaz de llegar. Hoy tenemos películas
como The Human Centipide, con sus
méritos y defectos, pero acá entrelazan aquel sangrero con una historia sólida.
Por supuesto que jamás vas a conseguir esto en el mainstram (aunque se ha
vuelto más o menos mainstream con el tiempo), porque una película así no
pasaría la censura –elemento que jugó en su contra durante el estreno. Hay una
escena en particular que te levantará las cejas y cuando creas que ya lo has visto todo, degenera en más. Esto es
lo que pasa cuando cuentas un chiste y lo mantienes más allá de la línea final,
hasta lo macabro y tormentoso.
Una lástima que
hayamos perdido tan pronto a David Gale, que hace más que todo de antagonista
acá. Tenía mucho qué dar y su papel del
doctor Hill eleva al producto final.
Todo aficionado del
terror debe rescatar a nuestro ejemplar de hoy, un festival de splatter espectacular y, sí, risas. Re-Animator tiene de todo. Ponte un delantal
antes de darle a “play” y disfruta con horror lovecraftiano lejos de los
famosos primigenios.
Bueno!!
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