Título original: The Silence of the Lambs
Director: Jonathan Demme
Guion: Ted Tally
Elenco: Jodie Foster,
Anthony Hopkins, Scott Glenn, Ted Levine
Cinematógrafo: Tak Fujimoto
País: Estados Unidos
Año: 1991
Tópicos: Asesinos en serie, terror psicológico, caníbales
Tema sugerido: Esta es la canción que no vas a olvidar, pero el soundtrack de por sí es bastante bueno.
Para ser un género que
supuestamente victimiza a las mujeres, el terror se gasta tremendas heroínas.
Se recuerda a la teniente Ripley, a Nancy Thompson y hasta a Alice (en Day of the Dead). Se ignora con
frecuencia a una tipaza, la astuta,
determinada (y vulnerable) Clarice Starling, en la grandiosa obra feminista
de Jonathan Demme, una de tres películas
que ha ganado el Oscar en “las cinco grandes”: Mejor Guion, Mejor Actriz, Mejor
Actor, Mejor Director y Mejor Película.
Claro, los críticos se
inventaron una, “Eso no es terror, es un thriller”, porque una película de
terror jamás podría alcanzar la verdad en el corazón humano. Es perfecta la
respuesta que dio Greg Nicotero, “Entonces
díganme cuál es el género de una película en que una detective se asocia con un
caníbal para capturar a un asesino en serie que despelleja mujeres”. Un
tema sórdido que alejó a mucha gente (incluyendo a Gene Hackman): La cadete Clarice es reclutada por el director de
ciencias del comportamiento, Jack Crawford,
del FBI, para realizar una serie de tests psicológicos al infame “Aníbal el Caníbal”. El asesino en serie
es demasiado astuto, ve las tretas de Crawford a kilómetros de distancia y
decide no cooperar, sino entregar algo mucho más valioso: La identidad de Buffalo Bill, otro despiadado asesino
con cinco víctimas a cuestas.
Antes de entrar en
materia, porque esta es profunda: ¡Pendiente
con los cameos de Roger Corman y George Romero!
Ahora sí. Esta
película no puede faltar en tu colección, así no te guste el terror. Tenemos a
un actor inglés de bajo perfil, Anthony Hopkins, que saltó a la fama con su retrato de un hombre bueno atrapado en
mente enferma. Es el elemento más fascinante, se conduce durante el metraje como un tiburón humano, en close-ups,
hablándonos directamente a nosotros y ocupando toda la pantalla (grandiosa
elección de Demme). Es el misterio más grande del film, “¿Cómo un hombre de
semejante intelecto es capaz de tales atrocidades?” Pero ese es el corazón del
terror psicológico: Hemos visto al diablo y luce como nosotros.
Muchos han
interpretado a Crawford, pero Scott
Glenn es insuperable para mí. Es un hombre estoico y tras su cubierta profesional podemos sentir que el desapego no es sino
una vida en la olla de presión. Basó el personaje en John Douglas,
legendario del FBI y acá hay una anécdota ruda. Glenn cuenta que, terminado su
período de estudio con Douglas, se despidió agradeciéndole por “dejarme entrar
en tu mundo”. El agente se sintió mal con el comentario y le mostró, a
continuación, una grabación de dos asesinos en serie torturando a una de sus
víctimas. El actor, liberal hasta el momento, rompió en llanto y hasta vomitó.
Dice hoy que entiende por qué existe la pena capital. “Ahora ya sabes lo que es estar en mi mundo” sentenció Douglas.
Pero quizá el actor
más subestimado es Ted Levine, en el rol de Buffalo Bill. Se ha dicho mucho
sobre cómo esta película maneja a los transexuales, pero los personajes lo
establecen claramente: Buffalo Bill no
es un transexual, pero cree que lo es. De ahí es que Levine construye a su
personaje (es lo que tantos actores no entienden, no se trata de leer las
líneas, se trata de crear una personalidad). Es un tipo con una profunda crisis de identidad, “Yo ni siquiera
creo que sea homosexual” dice el actor. “No está fascinado con los hombres ni
le atrae la sexualidad masculina. Quiere
ser mujer porque piensa que eso lo acercará a su madre, pero no es la feminidad
lo que admira sino el símbolo, lo que representa. Para él, meterse en la
piel de una mujer es como un tótem, una capa de poder. Piensa que como tuvo una
infancia injusta, está justificado para las cosas que hace ahora”.
Mira la escena en la
que se burla de su víctima. No lo hace sino como un hombre hetero fingiendo
feminidad. ¿Sabes lo más heavy? Su modus
operandi está basado en asesinos reales. Ed Gein (que inspiró a TexasChainsaw) se hacía trajes con pieles humanas. Ted Bundy capturaba a sus
víctimas con trucos. Gary Heidnik tenía un pozo en su casa. La cultura pop
interpretó muchos elementos mal de esta película, los asesinos en serie no son
genios como Hannibal Lecter. En la vida
real, son como Buffalo Bill.
Otro detalle: La casa.
Tiene una apariencia respetable, mezclándose como una del montón, pero bajo la
superficie es una cámara de horrores. Perfecta
para su propietario.
Dejé de última a mi
adorada Jodie Foster, porque hablar de
ella y su papel es hablar del tema principal del film. En su piel (see what
I did there?), Clarice Starling es una mujer con debilidad latente, pero
haciendo un esfuerzo tremendo por ser fuerte. Hopkins dijo una cosa genial
sobre su co-estrella; en el primer encuentro, hay un momento en que Lecter se
burla del acento sureño mal disimulado de Clarice. Esa línea fue improvisada por el actor y el acento es el acento real
de Foster. Que este desconocido llegara y se burlara de ella tocando un
punto vulnerable personal ofendió a la actriz, “Pero la forma en que lo tomó me encanta” dice el actor. “Gira su cara tenuemente, no rompe el
personaje, alcanza al corazón de Clarice porque le afecta mucho lo que dije,
pero trata de montar una barrera. He tratado de imitar esa reacción muchas
veces y nunca he podido, me cuesta incluso describirlo, es hermoso”.
Cada centavo que esa
mujer ha ganado con esta película, se lo merece. Estuvo en campaña por
interpretar a la agente (el papel estaba destinado a Michelle Pfeiffer), tras
haber quedado encantada con el libro. Ella es parte de por qué existe esta
película.
Y eso, la feminidad, es el tema central para mí.
Por un lado tenemos a este enfermo que no sabe cómo acercarse a las mujeres y está
contrariado con su propio género. Es un hombre incómodo en su mundo. Por el otro,
tenemos a una mujer en un mundo de hombres. Los detectives siempre son hombres,
son ellos los héroes que agarran al toro por los cachos y siguen al mal hasta
su guarida. Mira todas las escenas en que Clarice está rodeada de tipos que, a
veces, la miran con desdén. “¿Qué hace
esta aquí?” parecen decir en la funeraria. “¿Le cambiamos la pistola por
una cocinita?”
Es una película en que las mujeres retan a la masculinidad. La senadora Catherine
Martin se aprovecha de su estatus de madre para enviar un mensaje al
asesino. Es su inteligencia, escondiendo a una mujer de hierro. Clarice se ve
asediada por la atención positiva Y negativa, abriendo el film tenemos al doctor
baboso. Ella aguanta, desvía el tema, se centra en el profesionalismo. Y cuando
el tipo se siente ofendido, usa su sexualidad (“No le dije antes porque no
quería perderme el gusto de su compañía”). Incluso la víctima, cuando ya está
en el punto en que sólo falta la ejecución, reta al homicida, ve al monstruo a
la cara y le saca el dedo medio. ¿Te diste cuenta de lo que pasa en la segunda
mitad de película? Clarice da el todo
por el todo para salvar a la chica secuestrada, un rol usualmente reservado
para un hombre, el caballero que se mete en la guarida del dragón para salvar a
la princesa.
Es un mundo de hombres
en que las mujeres afirman su identidad. Y las únicas figuras masculinas
positivas para Clarice están en su pasado. Crawford es el mejorcito, pero hasta
él la manipuló.
También está el tema
de la naturaliza bilateral de Lecter, pero ese no es subtexto, está claro a la
vista y se ha dicho de todo al respecto.
La película es
perfecta, perturbadora, inquietante, hermosa y fascinante. Siempre recomiendo
las películas en mis conclusiones (este “festival” es que si mis películas
favoritas), pero por los clavos de Cristo crucificado, ve esta película. Este es el por qué la humanidad necesita al
cine.
Genial!!
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