sábado, 3 de octubre de 2015

SYMPATHY FOR THE CREATURE: El Fantasma de la Ópera (1925)




Título original: The Phantom of the Opera

Director: Rupert Julian (y Lon Chaney ad hoc)

Guión: Elliott J. Clawson (en disputa)

Elenco: Lon Chaney, Mary Philbin, Norman Kerry

Cinematógrafo: Milton Bridenbecker, Charles van Enger, Virgil Miller

País: Estados Unidos

Año: 1925

Tópicos: Gótico, asesinos, cine mudo



Cuando alguien habla de cine mudo, siempre se hacen las mismas recomendaciones, Metropolis, Nosferatu, Caligari. Pero para mí, ningún film representa la cúspide del cine mudo como esta obra de la Universal, dirigida por Rupert Julian. El famoso musical del Fantasma me gustó porque, aceptémoslo, es genial, pero para cuando entré en contacto con él, ya era fan de la historia y todo se debe a los sets, vestuario y actuación de la estrella, cuyo nombre no podemos ignorar.

Leonidas Frank Chaney, mejor conocido como “Lon Chaney”, era la perfecta estrella muda. Esta historia se cuenta y no se cree: Los padres de Lon eran sordomudos. Para poder comunicarse con ellos, Lon aprendió desde joven a utilizar su lenguaje corporal y las mímicas. Para cuando entró en el teatro, ya era el amo de la pantomima, ascendiendo vertiginosamente en el cine, cuando el uso del lenguaje corporal era el principal activo de un actor.

Pero Lon acompañó su fama con otro elemento, que lo convirtió en “El Hombre de las Mil Caras”: Era un experto del maquillaje. Siempre elegía personajes con deformidades o amputaciones y se veía dramáticamente distinto entre film y film. Busca una foto de El Jorobado de Notre Dame, de 1923, y velo aquí (o busca su artículo en Wikipedia). Chaney era famoso, era anunciado pero una vez la gente veía la película, no sabía quién era. Un tipo bastante reservado, solía decir que, “fuera de las películas, no existe Lon Chaney”, de manera que podía recorrer las calles sin ser acosados por la emergente prensa de farándula.

Esta es su opera prima (see what I did there?). La película nos habla de la cantante privilegiada Christine Daaé. Ante una repentina oportunidad de mostrar sus talentos, la chica demuestra ser mejor vocalista que la estrella de la Ópera de Paris. Lo que nadie sabe (ni siquiera su amigo de la infancia, del vizconde Raoul de Chagny), es que Christine cuenta con un tutor al que nunca ha visto. ¿Podrá ser el rumoreado Fantasma, que plaga la Ópera de París y mata a todo con el que se cruza?

La película es la perfecta obra gótica, salida de los tiempos en que Hollywood estaba en el negocio del espectáculo. Hay bailes, hay majestuosidad, lo que es un milagro considerando lo caótico de la producción. Carl Laemmle, el mecenas de la Universal, compró los derechos como un vehículo para Chaney (un vehículo es una película hecha para demostrar los talentos o presencia de determinado actor). Cuando el film estuvo listo y se presentó preliminarmente, a la gente del estudio le pareció demasiado melodramática. Sinceramente no conozco la naturaleza de los problemas entre el director y el protagonista, pero sé que fue Chaney el que se encargó, ad-honorem, de que la peli saliera adelante.

Y es que, desde que entra en escena, es el acaparador de la atención, una cosa así como Heath Ledger en la segunda de Batman. Chaney, que era el propio creador de sus maquillajes, emuló al pie de la letra al personaje descrito en la novela de Gastón Leroux, una calavera sin nariz, apenas recubierta de piel (un esfuerzo un poco más ligero al realizado en El Jorobado).

Y en qué momento es que vemos este maquillaje, una escena icónica y la más famosa del film. La curiosidad que condena al inocente, un elemento recurrente en el terror, El Fantasma se presenta a Christine y la lleva a su refugio, en las catacumbas de la Ópera. “Puedes disfrutar de todo lo que ves” dice el misterioso genio, “Pero nunca intentes remover mi máscara. Será tu condena”. Al principio, la chica lo acepta, pero cuando El Fantasma está extasiado, tocando para ella, podemos ver el brote de la curiosidad nacer. Se acerca al descuidado músico, casi se arrepiente, y así, tomándolo con la guardia baja, le arranca la careta. El shock para nosotros es doble: Primero, vemos la horrorosa cara del Fantasma, sorprendido, y cuando se voltea hacia Christine, tenemos el segundo, la chica recogiéndose en un grito mudo tan efectivo que casi podemos oírlo. Ella cae al suelo y él la acecha, tumbando el taburete del órgano, una recreación de la muerte. Se echa sobre ella, le toma la cara y la acerca a la suya. “¿Es esto lo que querías ver?” parece decirle, todo con lenguaje corporal. “¿Así? ¿Te gusta?” Y entonces le da un empujón, levanta las manos al techo… y se las lleva a su propia facha deforme, porque está llorando. “Deléitate en mi maldita fealdad” dice el cuadro de diálogo.

Me encanta esa fucking escena. Dicen que cuando se mostró la película en el cine, la gente gritó y algunos hasta se desmayaron.

Toda la película es buena. Si no sabes nada de cine mudo y eres una persona inteligente, a diferencia de las vergüenzas humanas que salen con el “aaayyy, es que es aburriiiido”, esta es la película que te recomiendo sin pensarlo. Olvídate de todo lo demás, El Fantasma de la Ópera, con Lon Chaney, es EL film imprescindible.

2 comentarios:

  1. Hice la tarea y revisé qué había de Lon Chaney en Wikipedia. Las fotos y la GRAN lista de películas hablan por sí solas... Brillante. De nuevo, te felicito por todos y cada uno de estos textos, me encantan.

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    1. La más grande estrella muda. Te recomiendo encarecidamente The Man of a Thousand Faces, una película biográfica de él donde lo interpreta otro legendario, James Cagney.
      Si te interesa Lon y su vida, ese es un tiro al piso :)

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