Título original: The Pit and the Pendulum
Director: Roger Corman
Guion: Richard Matheson
Elenco: Vincent Price,
Barbara Steele, John Kerr
Cinematógrafo: Floyd Crosby
País: Estados Unidos
Año: 1961
Tópicos: Locura, gótico, fantasmas
Tema sugerido: Pegajoso tema del Hollywood dorado
Desde muy joven le
agarré cariño a los actores del terror. Chaney, Lugosi, Karloff, Cushing, Lee,
Moseley, Foree y, por supuesto, Bobby Englund. Pero al que más tuve problemas
adoptando fue a Vincent Price. Lo conocía de Edward Scissorhands, su fragmento hablado en la canción Thriller (es él) y Scooby-Doo. “¿Qué clase de ícono se prestaría para Scooby-Doo?” pensé.
¿Qué te puedo decir?
Era un muchacho y muchacho no es gente.
Iniciada mi etapa universitaria, me lancé a los mercados de la UCV, donde me construí como connoisseur del cine fantástico. Ahí conseguías desde Metropolis hasta Cannibal Ferox y unos pedazos de escoria incompetentes que aún rondan mi caja de películas (“Trailerhouse Massacre” creo que se llama una, a non-sensical piece of shit). Y fue ahí donde conseguí La Caída de la Casa Usher, la primera colaboración entre Roger Corman y Vincent Price, para la American International Pictures. Por no dejar, la compré, a ver qué es lo que es.
Iniciada mi etapa universitaria, me lancé a los mercados de la UCV, donde me construí como connoisseur del cine fantástico. Ahí conseguías desde Metropolis hasta Cannibal Ferox y unos pedazos de escoria incompetentes que aún rondan mi caja de películas (“Trailerhouse Massacre” creo que se llama una, a non-sensical piece of shit). Y fue ahí donde conseguí La Caída de la Casa Usher, la primera colaboración entre Roger Corman y Vincent Price, para la American International Pictures. Por no dejar, la compré, a ver qué es lo que es.
Y paaaaaaanaaaa.
Price era un actor de
actores. Tiene una calidad extraña de esas adoptadas en el teatro. El tipo no sólo recita sus líneas, sino que
actúa con todo el cuerpo, de manera que si está mintiendo, su voz te dice
una cosa (entonada para mayor efecto), y su cuerpo te dice otra. El peso del
lenguaje corporal.
Pero por mucho que brille
en Usher, esta es su obra maestra.
Francis Barnard viaja al Castillo Medina, en España, donde su hermana, Elizabeth, ha fallecido bajo el cuidado
de su esposo, Nicholas. Automáticamente
hay suspicacias porque, fíjate, la locura corre en la sangre de Nicholas. Todos
en su familia, en particular los hombres, han sido unos enfermos, torturadores
y asesinos –en especial su padre. Mucho se ha esforzado el ahora viudo por ser
diferente, pero es incapaz de reconocer si asesinó a su esposa o no. Lo único
que parece cierto es que ahora el fantasma de Elizabeth recorre el castillo,
preparada para devolver la tortura a la que fue sometida.
A simple vista, The Pit and the Pendulum podría pasar
por una joya de la Hammer, porque la estética
es la misma. El tino de Corman (cuyas
habilidades para rendir un presupuesto son legendarias –James Cameron, su
discípulo, dijo que hizo Aliens aplicando las lecciones de Corman, capaz de
hacer una escena de batalla convincente con tres tipos disfrazados y un árbol)
fue la aplicación de los clásicos de Edgar Allan Poe. “Si lees las historias”
llegó a decir, “no eran muy largas, así que siempre las dejábamos para el
tercer acto, salvo fragmentos excepcionales. El primer y segundo acto lo
construíamos fiel al espíritu de Poe”.
Y acá el cinéfilo se
da gusto, porque tenemos al antedicho Price, que pasó a ser el rey del terror norteamericano (una bendición y
una maldición, como diría Christopher Lee),
como co-estrella de Barbara Steele, la bomba sexy italiana que es una fantasma
bien maldita –y, así, reforzando uno de los temas de Poe: Hombre pasivo, mujer
dominante.
Otra cosa de leyenda
es el vestuario y los sets. Conforme las películas fueron generando ganancias y
AIP ordenó la producción de más (ordeñaron esa vaquita hasta que echó leche en
polvo), muchos elementos serían re-utilizados y las audiencias modernas pueden
reconocer la utilería entre películas. La cúspide quizá fue acá, con un empleo de escenarios pintados que no
tiene parangón. El famoso clímax está en un set de mentira. No existían las pantallas verdes y retocado
digital, pero tenían talento y pintores grandiosos. “La preproducción fue
tan buena y los actores ensayaron tan bien que cuando empezamos a grabar, todo
transcurrió como un sueño” recuerda Corman.
“Tuve que haber sido yo”
dice el Nicholas de Price, “¿No soy acaso el engendro de una sangre depravada?”
Y cuando Steele, con su mejor pose de femme
fatale, da con él, se prepara la escena para uno mis finales favoritos. No
lo voy a discutir, pero basta con decir que recordarlo hace que me provoque
volver a verlo. La película vale la pena como preparación para esto.
Como acotación, Vincent
Price no era sólo el amo de la ceja levantada, también era coleccionista y
catedrático reconocido de arte, gourmet, autor de libros de cocina, poeta y
columnista celebrado. “Me gustaría ser recordado por algo en lo que firmemente
creo: Hay una enorme diferencia entre
ganarse la vida y saber vivir. Muchísima gente se gana la vida para
llenarse la barriga. Lo que debes llenar es tu cabeza”. Sabias palabras de un renaissance man.
The Pit and the Pendulum, una película que le gana a la Hammer en su propio
juego. Vela hoy mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario