martes, 20 de octubre de 2015

SYMPATHY FOR THE CREATURE: Suspiria (1977)


Director: Dario Argento

Guion: Dario Argento, Daria Nicolodi

Elenco: Jessica Harper, Stefania Casini, Flavio Bucci, Miguel Bosé, Udo Kier

Cinematógrafo: Luciano Tovoli

País: Italia

Año: 1977

Tópicos: Brujería, arthouse, surrealismo


Italia tiene un romance hermoso con el cine de terror. Son los amos del euro-horror, un subgénero que floreció a finales de los 60’ y se apagó a mitad de los 80’, por causas que algún día comentaremos. Es muy particular, porque parte de la vibra, del ambiente, de imágenes y sonido y no tanto de la trama. Esto lo hace muy inclinado al arthouse film, que es una característica del cine clásico europeo (¿recuerdas a la alemana Caligari?). Si miras hacia atrás, las técnicas del spaghetti western fueron revolucionarias porque venían como una gran opera. El soundtrack estaba empatado con las imágenes como no se había visto antes, si Sergio Leone levantaba la cámara en una grúa para que tuvieses perspectiva de todo el pueblo en Once Upon a Time in the West, la música de Morricone estudiaba la escena y amplificaba el feeling. Esa es una práctica común del cine hoy. Y empezó en Italia.

Ian Olney dice en su libro Euro Horror que el euro “favorece tramas ligeramente estructuradas y subjetividad psicológica intensa, empujando las barreras de lo que era aceptado en pantalla, tanto en sexo como violencia. Más aún, tiende a la experimentación atrevida con diseño, color, luces, cámara, edición y sonido. De hecho, la línea entre el cine artístico y el terror europeo es difícil de discernir”.

No te miento, es un gusto adquirido. Para un cristiano, todo esto quiere decir que vas a ver una película que se ve muy bien, pero tienes que asumir muchas cosas. Un sabor de cine totalmente diferente. Tiene verdaderas joyas, que incluyen a la Hammer y llegan a The Beyond. Ruggero Deodato, Joe D’Amato, Lucio Fulci, Mario Bava, Umberto Lenzi (y eso sin meternos en el western), una vez les agarras el truco es fácil dejarse seducir.

El alumno más insigne del spaghetti gore es Dario Argento, un tipo que empezó como crítico de cine y pasó a dirigir, con distinguidos resultados, sus películas gialli. Una película giallo es una historia de violencia súper gráfica centrada en un misterio. Denominado “el Hitchcock italiano”, nos otorgó sendos gialli, L’uccello Dalle Piume di Cristallo (“El Ave con Plumaje de Cristal”, tremendo título) y Profondo Rosso, afirmando una presencia en el panorama mundial. Este es el hombre que se fue a conocer a George Romero y le dijo “Me encantó tu película. Tienes que hacer una secuela”.
Romero dijo “Bueno, es que tengo que conseguir la plata…”
“Yo la financio” dijo Argento. “Ven a Roma a escribir el guión. Yo consigo los productores”.
El resultado fue una película legendaria, que es un cuento para otro día. Pero lo que te quiero decir con esto es que Argento era un apasionado del género.

Y así nos presenta su obra maestra, la embrujada y maléfica Suspiria, lo más cercano que yo he visto a una imitación fiel de una pesadilla. Pueden pasar los siglos de los siglos y nunca dejará de ser tenebrosa.

Suzy Banyon es una bailarina novicia, venida a la Tanz Akademie de los bosques alemanes para perfeccionar su técnica. El momento es inoportuno: Una serie de asesinatos tiene a los lugareños con los pelos de punta y no toma mucho tiempo para que Suzy sospeche que su academia de danza está en el ojo del huracán. Mientras el cerco de muerte se cierra, se hace evidente una maldad inimaginable y milenaria.

Amo la mitología de esta película y sus secuelas. Existen tres madres, poderosas brujas que han alcanzado tal poder que son capaces de manipular a las fuerzas primordiales del mundo. Amantes de la noche, son Mater Suspiriorum (o Madre de los Suspiros, sobre la que versa esta película), Mater Tenebrarum (Madre de las Sombras, aparecida en la secuela de esta película, Inferno) y Mater Lachrymarum (o Madre de las Lágrimas, aparecida en la tercera parte, Mother of Tears). Paridas de la mente de Argento y su amante de toda la vida, Daria Nicolodi, lo que se hizo fue mezclar el ensayo Suspiria de Profundis con una historia de la infancia de Nicolodi (cuya abuela, cuenta, participó en una academia artística que poseía, entre los cursos, brujería).

Puedes tomar cualquier cuadro de este film, imprimirlo en papel fotográfico y montarlo en la pared de tu casa. La dirección artística de Suspiria no tiene parangón. El manejo de los colores y la cinematografía nos otorga una pieza que, aparte de escalofriante, es avant-garde. Es una de esas películas que puedes pausar en cualquier momento y vas a quedar con una obra de arte. Eso es lo primero que salta a la atención: Tiene una estética preciosa (producto de un proceso del tecnicolor, una de las últimas películas grabadas con este método).

Y fue hecho con maldad, para manipularnos y transmitirnos ese feeling de cuento de hadas (fíjate en que toda la arquitectura es demasiado grande, para hacer ver a los actores más pequeños de lo que son). El resultado es una película bastante surreal. Te repito, a veces peca de poco lógica, ¿pero las pesadillas no son así mismo? Donde Polanski nos sembró la paranoia con la secta de su Rosemary’s Baby (algún día la discutiremos), Argento no está tan enfocado en la lógica interna del film, sino en los efectos sobre el público. “Todo está narrado desde la perspectiva de un niño” dijo en una ocasión. “Quería que las actrices parecieran cada vez más pequeñas y adolescentes”.

Pionera en su empleo de la tecnología (fue el primer film italiano en usar una steadicam) y su revolucionario soundtrack, Suspiria es un tratado sobre el caos mágico (y maligno) que yace bajo la superficie banal del día a día, la película que arranca donde muchas terminan (uno de los inicios más efectivos del género). La pieza grandiosa del euro-horror.


1 comentario: