domingo, 14 de octubre de 2018

SYMPATHY FOR THE CREATURE 4: La Maldición


Título original: Ju-On

Director: Takashi Shimizu

Libreto: Takashi Shimizu

Elenco: Takako Fuji, Yuya Ozeki, Takashi Matsuyama

Cinematógrafo: Tokusho Kikumura

País: Japón

Año: 2002

Subgénero: New Asian Horror

Tagline: Cuando el rencor pasa de los muertos a los vivos, ¿quién está a salvo?

Review por: Lore;

Una trabajadora social, Rika Nishina, es llamada para cuidar de una anciana catatónica en un vecindario de Tokio. Cuando llega a la casa, está desordenada y, tratando de arreglar el sitio, decide grabar las habitaciones para encontrar quién o qué provoca el caos. Así, Rika comienza a investigar el caso de la familia que antes vivió en la casa, cuyo retrato aún adorna las paredes, pero en el que falta el rostro de la esposa, Kayako, y se adentra en una larga y terrible cadena de sucesos nacidos y alimentados por el rencor, como una maldición indeleble que consume a todo aquel con el que se cruza.

Ju-On: La maldición (2002), de Takashi Shimizu, es una cinta que surgió un poco después de la “Nueva ola” del J-Horror a principios de la década del 2000, cuando El Aro (Ringu, 1998), de Hideo Nakata, impulsó al subgénero dentro y fuera de Japón. Creada a partir de producciones Direct-to-Video que resultaron muy populares entre los fanáticos (less budget, same story), Ju-On cuenta la tragedia de la casa Saeki, el destino de todos aquellos involucrados en aquel caso de violencia doméstica que derivó en una masacre, pero también de quienes habiten o visiten el lugar años después.

Al igual que en El Aro, los fantasmas de Ju-On se inspiran en los onryo, esos espíritus vengativos (generalmente femeninos) del folklore nipón con sus rostros pálidos y largos cabellos negros. En efecto, la palabra “Ju-On” podría traducirse como “ira” o “rencor”, y en Japón se dice que cuando alguien muere con una pena o una rabia extrema, dicho sentimiento mancilla el lugar donde ocurrió el deceso. En este caso, el influjo de la casa Saeki atrae a familias, policías, cuidadores y muchas otras personas a su centro de gravedad, mientras los consume a través de esos espectros, casi como un agujero negro o una planta carnívora.

Asimismo, vemos como los fantasmas parecieran anular las identidades de sus víctimas, casi imitando el modus operandi de un virus, otro elemento recurrente en el J-Horror, como las obras del autor Junji Ito.

Sin embargo, Ju-On destaca por su narración no-lineal que muestra la historia casi como una serie de viñetas, conectando a los personajes con la masacre de la familia Saeki, dándole un aire casi fatalista a la trama e indicando que los personajes están en un punto donde no parece haber escape.

De igual manera, muchas de las apariciones ocurren en momentos íntimos o en recintos cerrados, como dormitorios o baños (un sitio común para encontrar fantasmas, according to Japanese folklore), por lo que hay una sensación omnipresente de claustrofobia que acompaña al espectador aun cuando se sale del domicilio a otros espacios, y provocando que el Gore (mind you, this is a film that doesn’t shy away from violence) sea mucho más impactante.

Hay un detalle importante, y es que el ritmo de la película (siguiendo el estilo del cine japonés en general) puede resultar tedioso para el espectador occidental y/o neófito. Uno puede distraerse entre una escena y otra, o incluso un momento aterrador pierde impacto. Esto podría explicar por qué la adaptación estadounidense (dirigida por el mismo Shimizu y protagonizada por Sarah Michelle Gellar) no caló tan bien entre los concurrentes, como sí pasó con la versión americanizada de El Aro. 

Al enumerar las fuentes de inspiración para esta historia, Shimizu mencionó el alto número de casos de violencia doméstica en Japón que se registraron para entonces, algo que sirve como un esbozo de comentario social (nuevamente, la mayoría de los fantasmas japoneses suelen ser femeninos). Pero el director no parece ahondar mucho, conformándose con mostrar a un niño pequeño de rostro pálido mirando impasible a quienes perecerán, y a la mujer rota emitiendo ese horrible traqueteo mientras trepa por las paredes o las escaleras.

Con todo, el filme derivó en una saga, remakes, reboots, un crossover (sabes que un personaje de terror es redituable cuando lo pones con otro en una misma peli, aunque esta sea mala), adaptaciones a novela, manga, videojuegos, y hasta parodias. Es decir, se volvió una franquicia representativa del subgénero, aunque ninguna de las otras películas llegó a superar a esta cinta.


Mucho más pesimista y sombría que la peli de fantasmas promedio, Ju-On es una buena cinta para quienes están interesados en los hitos del J-Horror moderno, asustar a sus amigos con traqueteos, o pasar una noche de insomnio…permanente.

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