sábado, 27 de octubre de 2018

SYMPATHY FOR THE CREATURE 4: Caníbales Humanoides Ululantes Demoníacos


Título original: C.H.U.D.

Director: Douglas Cheek

Libreto: Parnell Hall

Elenco: John Heard, Kim Greist

Cinematógrafo: Peter Stein

País: Estados Unidos

Año: 1984

Subgénero: Gore, joya de VHS

Tagline: ¡No se quedarán en el subsuelo!

Review por: Lore;

Si creciste en los 80’ o 90’, viste al menos una película o serie que mostrara radioactividad en cualquiera de sus formas, un conjunto de materiales que en la actualidad sabemos que no provoca superpoderes ni crea monstruos de alcantarilla, pero sí cáncer, deformaciones congénitas y destrucción masiva.

Sin embargo, en la ficción de la Guerra Fría, la materia radioactiva era el ingrediente por antonomasia para crear superhéroes o supervillanos (los primeros rosters de Marvel descontando a los X-Men), héroes de a pie (El vengador tóxico y las Tortugas Ninja), monstruos (desde Kaijus y zombies hasta psíquicos genocidas) y distopías (Mad Max and beyond).

Por eso, no hay que ser un genio para intuir que existe un nicho de serie B dedicado a todos los engendros nacidos de explosiones atómicas, desechos nucleares, rayos gamma, y materiales afines, un nicho bastante nutrido y con seguidores más que fieles, por cierto.

De pana: por cada cinéfilo con gustos “refinados” que frunciría el ceño ante la idea de pasar 60 minutos viendo insectos gigantes, cadáveres reanimados segregando líquido fluorescente, o humanoides deformes masacrando antisociales; vas a conseguir al menos tres o cinco personas que pueden ver el doble de ese tiempo gozando de lo lindo, cotufas en mano, señalando cada detalle sobre los efectos especiales, el presupuesto que rindieron para lograr tal o cual toma, qué pelis hicieron los miembros del elenco antes o después de eso; en otras palabras, develarás a un connoisseur de ese lado grotesco pero fascinante del séptimo arte.

Para ese público entusiasta, C.H.U.D. (1984) de Douglas Cheek está hecha a la medida: una trama simple pero entretenida, gore y monstruos en cantidades saludables, autoridades corruptas recibiendo una dosis de su propia medicina (only in fiction, baby!), protagonistas que salvan el día, una pizca de comentario social que no se vuelve denso ni panfletario (no es el Capitán Planeta), y una banda sonora ochentera de calidad.

La trama de C.H.U.D. (Cannibalistic Humanoid Underground Dwellers) es tan elemental que podría condensarse en un episodio de televisión: personas están siendo asesinadas por monstruosidades que salen de las alcantarillas en la Gran Manzana (al parecer, la urbe más entretenida de todo Estados Unidos, porque todo lo interesante pasa ahí). En paralelo, un fotógrafo que retrata a la población de indigentes de la ciudad (aquellos que viven bajo la superficie para ser exactos) descubre que hay un nexo entre los ataques, numerosos reportes de desapariciones, y un chanchullo de las autoridades para tirar desechos tóxicos en las cloacas, a espaldas de todo el mundo. No hay que ser un genio para adivinar por dónde van los tiros; así que el fotógrafo con la ayuda de su novia, un ex hippie a cargo de un refugio, un capitán de la policía, y un vagabundo al tanto de las desapariciones se meten en los túneles de la ciudad para resolver el misterio.

Vale la pena hacer un paréntesis para analizar la figura del “mutante de alcantarilla”, una suerte de descendiente del “nativo troglodita” que comenzó a tomar su forma actual con los Morlocks de La máquina del tiempo (Los de X-men obtienen su mote de acá) y se emparenta con leyendas urbanas como los “hombres topo”; este arquetipo representa a los miembros de la sociedad que siempre han estado y estarán marginados, pero no piensen aquí en ningún concepto de redención social: hablamos de a quienes nunca se les dedicará un día (menos un mes) de Orgullo, ni se peleará por sus derechos en ningún Congreso, ni se buscará que tengan mayor visibilidad y representación positiva en los medios. Al contrario: el mutante de alcantarilla es una personificación de todo lo que está mal con un grupo social (llámese endogamia, canibalismo, violencia desenfrenada, o cualquier otra forma de barbarie) y que, si no puede destruirse, debe ocultarse a los ojos de la comunidad, aunque no pueda ignorarse por mucho tiempo.

En cuanto a detalles técnicos, C.H.U.D. pasó por muchos cambios durante su preproducción: el guion original fue cambiado numerosas veces, una por miembros del elenco; el diseño original de los monstruos, más parecidos a humanos enfermos, fue cambiado a lo que terminó viéndose en pantalla; y los estudios ordenaron que se quitaran algunas escenas de la versión final (se consigue en DVD, por cierto), lo cual afectó considerablemente el desarrollo dramático de los personajes.

Con todo, esto no impidió que C.H.U.D. recibiera una cálida acogida al momento de su estreno y, con el tiempo, se ganara un merecido lugar en el panteón del cine B de culto, donde espera pacientemente por nuevos seguidores. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario