Título original: Ju-On
Director: Takashi
Shimizu
Libreto: Takashi
Shimizu
Elenco: Takako
Fuji, Yuya Ozeki, Takashi Matsuyama
Cinematógrafo: Tokusho Kikumura
País: Japón
Año: 2002
Subgénero: New Asian Horror
Tagline: Cuando el rencor pasa de los muertos a los vivos, ¿quién
está a salvo?
Review
por: Lore;
Una trabajadora social, Rika Nishina, es llamada
para cuidar de una anciana catatónica en un vecindario de Tokio. Cuando llega a
la casa, está desordenada y, tratando de arreglar el sitio, decide grabar las
habitaciones para encontrar quién o qué provoca el caos. Así, Rika comienza a
investigar el caso de la familia que antes vivió en la casa, cuyo retrato aún
adorna las paredes, pero en el que falta el rostro de la esposa, Kayako, y se
adentra en una larga y terrible cadena de sucesos nacidos y alimentados por el
rencor, como una maldición indeleble que consume a todo aquel con el que se
cruza.
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Al igual que en El Aro, los fantasmas de Ju-On se
inspiran en los onryo, esos espíritus vengativos (generalmente femeninos) del
folklore nipón con sus rostros pálidos y largos cabellos negros. En efecto, la
palabra “Ju-On” podría traducirse como “ira” o “rencor”, y en Japón se dice que
cuando alguien muere con una pena o una rabia extrema, dicho sentimiento mancilla
el lugar donde ocurrió el deceso. En este caso, el influjo de la casa Saeki
atrae a familias, policías, cuidadores y muchas otras personas a su centro de
gravedad, mientras los consume a través de esos espectros, casi como un agujero
negro o una planta carnívora.
Asimismo, vemos como los fantasmas parecieran anular
las identidades de sus víctimas, casi imitando el modus operandi de un virus,
otro elemento recurrente en el J-Horror, como las obras del autor Junji Ito.
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De igual manera, muchas de las apariciones ocurren
en momentos íntimos o en recintos cerrados, como dormitorios o baños (un sitio
común para encontrar fantasmas, according to Japanese folklore), por lo que hay
una sensación omnipresente de claustrofobia que acompaña al espectador aun
cuando se sale del domicilio a otros espacios, y provocando que el Gore (mind
you, this is a film that doesn’t shy away from violence) sea mucho más
impactante.
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Al enumerar las fuentes de inspiración para esta
historia, Shimizu mencionó el alto número de casos de violencia doméstica en
Japón que se registraron para entonces, algo que sirve como un esbozo de
comentario social (nuevamente, la mayoría de los fantasmas japoneses suelen ser
femeninos). Pero el director no parece ahondar mucho, conformándose con mostrar
a un niño pequeño de rostro pálido mirando impasible a quienes perecerán, y a
la mujer rota emitiendo ese horrible traqueteo mientras trepa por las paredes o
las escaleras.
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Mucho más pesimista y sombría que la peli de
fantasmas promedio, Ju-On es una buena cinta para quienes están interesados en los
hitos del J-Horror moderno, asustar a sus amigos con traqueteos, o pasar una
noche de insomnio…permanente.
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