Título original: Ju-On
Director: Takashi
Shimizu
Libreto: Takashi
Shimizu
Elenco: Takako
Fuji, Yuya Ozeki, Takashi Matsuyama
Cinematógrafo: Tokusho Kikumura
País: Japón
Año: 2002
Subgénero: New Asian Horror
Tagline: Cuando el rencor pasa de los muertos a los vivos, ¿quién
está a salvo?
Review
por: Lore;
Una trabajadora social, Rika Nishina, es llamada
para cuidar de una anciana catatónica en un vecindario de Tokio. Cuando llega a
la casa, está desordenada y, tratando de arreglar el sitio, decide grabar las
habitaciones para encontrar quién o qué provoca el caos. Así, Rika comienza a
investigar el caso de la familia que antes vivió en la casa, cuyo retrato aún
adorna las paredes, pero en el que falta el rostro de la esposa, Kayako, y se
adentra en una larga y terrible cadena de sucesos nacidos y alimentados por el
rencor, como una maldición indeleble que consume a todo aquel con el que se
cruza.
Ju-On:
La maldición (2002), de Takashi
Shimizu, es una cinta que surgió un poco después de la “Nueva ola” del J-Horror a principios de la década del
2000, cuando El Aro (Ringu, 1998),
de Hideo Nakata, impulsó al subgénero dentro y fuera de Japón. Creada a partir
de producciones Direct-to-Video que resultaron muy populares entre los
fanáticos (less budget, same story), Ju-On
cuenta la tragedia de la casa Saeki, el destino de todos aquellos
involucrados en aquel caso de violencia doméstica que derivó en una masacre,
pero también de quienes habiten o visiten el lugar años después.
Al igual que en El Aro, los fantasmas de Ju-On se
inspiran en los onryo, esos espíritus vengativos (generalmente femeninos) del
folklore nipón con sus rostros pálidos y largos cabellos negros. En efecto, la
palabra “Ju-On” podría traducirse como “ira” o “rencor”, y en Japón se dice que
cuando alguien muere con una pena o una rabia extrema, dicho sentimiento mancilla
el lugar donde ocurrió el deceso. En este caso, el influjo de la casa Saeki
atrae a familias, policías, cuidadores y muchas otras personas a su centro de
gravedad, mientras los consume a través de esos espectros, casi como un agujero
negro o una planta carnívora.
Asimismo, vemos como los fantasmas parecieran anular
las identidades de sus víctimas, casi imitando el modus operandi de un virus,
otro elemento recurrente en el J-Horror, como las obras del autor Junji Ito.
Sin embargo, Ju-On destaca por su narración
no-lineal que muestra la historia casi como una serie de viñetas, conectando a
los personajes con la masacre de la familia Saeki, dándole un aire casi
fatalista a la trama e indicando que los personajes están en un punto donde no
parece haber escape.
De igual manera, muchas de las apariciones ocurren
en momentos íntimos o en recintos cerrados, como dormitorios o baños (un sitio
común para encontrar fantasmas, according to Japanese folklore), por lo que hay
una sensación omnipresente de claustrofobia que acompaña al espectador aun
cuando se sale del domicilio a otros espacios, y provocando que el Gore (mind
you, this is a film that doesn’t shy away from violence) sea mucho más
impactante.
Hay un detalle importante, y es que el ritmo de la
película (siguiendo el estilo del cine japonés en general) puede resultar
tedioso para el espectador occidental y/o neófito. Uno puede distraerse entre
una escena y otra, o incluso un momento aterrador pierde impacto. Esto podría
explicar por qué la adaptación estadounidense
(dirigida por el mismo Shimizu y protagonizada por Sarah Michelle Gellar) no
caló tan bien entre los concurrentes, como sí pasó con la versión americanizada
de El Aro.
Al enumerar las fuentes de inspiración para esta
historia, Shimizu mencionó el alto número de casos de violencia doméstica en
Japón que se registraron para entonces, algo que sirve como un esbozo de
comentario social (nuevamente, la mayoría de los fantasmas japoneses suelen ser
femeninos). Pero el director no parece ahondar mucho, conformándose con mostrar
a un niño pequeño de rostro pálido mirando impasible a quienes perecerán, y a
la mujer rota emitiendo ese horrible traqueteo mientras trepa por las paredes o
las escaleras.
Con todo, el filme derivó en una saga, remakes, reboots,
un crossover (sabes que un personaje de terror es redituable cuando lo pones
con otro en una misma peli, aunque esta sea mala), adaptaciones a novela, manga,
videojuegos, y hasta parodias.
Es decir, se volvió una franquicia representativa del subgénero, aunque ninguna
de las otras películas llegó a superar a esta cinta.
Mucho más pesimista y sombría que la peli de
fantasmas promedio, Ju-On es una buena cinta para quienes están interesados en los
hitos del J-Horror moderno, asustar a sus amigos con traqueteos, o pasar una
noche de insomnio…permanente.
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