Título
original: The Abominable Dr. Phibes
Director: Robert Fuest
Libreto: William
Goldstein, Robert Fuest
Elenco: Vincent
Price, Joseph Cotten
Cinematógrafo: Norman Warwick
País: Reino Unido
Año: 1971
Subgénero: Gótico
Tagline: Amor es nunca
tener que decir que eres feo.
Review por: Lore;
La década de los 70’ fue el crepúsculo de la
Hammer, y la fiebre por las pelis góticas de bajo presupuesto ya estaba bajando
en favor de otras temáticas (*coff*Slashers*coff*);
pero en los primeros años se estrenaron obras notables que pertenecían a
esa escuela y, al mismo tiempo, lograron salirse del molde de los castillos
rodeados de niebla y los monstruos seductores. Un ejemplo distintivo fue El abominable Dr Phibes (The Abominable Dr Phibes, 1971) de
Robert Fuest, director de arte de la serie Los
Vengadores, con el par de señores actores (Vincent Price y Joseph Cotten)
como los protagonistas en roles opuestos.
Ambientada en los años 20’, la película inicia con
una secuencia en un escenario art deco (uno de los ganchos de este filme es la
estética), con una figura encapuchada tocando una pieza de Meldenssohn en el
órgano. Horas más tarde, a kilómetros de esa singular estancia, un caballero
inglés dormita en su habitación cuando despierta rodeado de murciélagos. A la
mañana siguiente, dos detectives de Scotland Yard recogen su cadáver mutilado para
llevarlo a la morgue, uno de ellos mencionando que este caso es el último de
varias muertes extrañas ocurridas recientemente, y que debe haber una conexión
entre todas ellas.
Por supuesto, más hombres marcan tarjeta en formas
grotescas, cortesía de un sujeto mudo que se mueve entre las casas y la misma
dama silenciosa que lo conduce de un lado a otro. El detective Trout (Peter Jeffrey) investiga más a fondo y
descubre que, en efecto, las muertes sí tienen un lazo: todas están inspiradas
en las plagas bíblicas y las víctimas fueron médicos que trabajaron bajo las
órdenes del Dr. Vesalius (interpretado por Joseph Cotten) hace cuatro años,
cuando la esposa de un Dr. Phibes falleció en la mesa de operaciones y el
hombre en cuestión la siguió a la tumba poco después. Claro está, Anton Phibes
no está tan (énfasis en el tan)
muerto, y aún quedan nombres por marcar en su lista.
El crítico Christopher Null describió los métodos
del Dr. Phibes como capaces de provocarle envidia a un villano de Bond, y si te
pones a ver, ya hubiera querido Ian Fleming crear un villano del calibre de
Phibes, que remite al Grand Guignol y
casi a los científicos locos del Pulp:
aniquila a sus víctimas con métodos teatrales y casi histriónicos; tiene una
asistente que le pone la guinda al pastel de cada asesinato; las veces que se
le oye habla, lo hace conectando su garganta a un fonógrafo; y usa una máscara
para ocultar su verdadera faz. In short,
he’s the villain Batman never fought
against.
El humor es algo que también es omnipresente en la
cinta, sobre todo en las transiciones de escenas. Por ejemplo, cuando Trout
pregunta donde vive Vesalius, sale un tren de juguete y un muchacho anuncia la
visita a su padre, resulta que es el padre el que juega con los trenes. En
otra, Phibes toma su maletín después de desangrar al Dr. Longstreet
(interpretado de forma sabrosa por el cómico inglés Terry-Thomas), sale de la
habitación, regresa para mirar un cuadro, voltea a ver el cadáver y hace una
mueca. Ese tipo de detalles sirven para atenuar la violencia de la trama, si no
para hacer la obra más retorcida.
The
Abominable Dr. Phibes es
la clase de obras cuya influencia se puede ver en otras a través de las décadas:
¿Un vengador desfigurado que se comunica con artefactos musicales? Phantom of the Paradise. ¿Asesinatos en
serie con motivos religiosos? Seven. ¿Trampas mortales que involucran
llaves o mecanismos? La saga de Saw.
Aunque Price tuvo otras películas similares en su
filmografía como Theatre of Blood y
los entendidos lo conozcan más por sus adaptaciones de Poe, esta es una a la
que vale dedicarle una buena hora y media, tanto si eres un fan devoto del
maestro del horror estadounidense, como si deseas conocerlo por primera vez.
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