Título original: C.H.U.D.
Director: Douglas Cheek
Libreto: Parnell
Hall
Elenco: John
Heard, Kim Greist
Cinematógrafo: Peter Stein
País: Estados Unidos
Año: 1984
Subgénero: Gore, joya de
VHS
Tagline: ¡No se quedarán en
el subsuelo!
Review por: Lore;
Si creciste en los 80’ o 90’, viste al menos una
película o serie que mostrara radioactividad en cualquiera de sus formas, un
conjunto de materiales que en la actualidad sabemos que no provoca superpoderes
ni crea monstruos de alcantarilla, pero sí cáncer, deformaciones congénitas y destrucción
masiva.
Sin embargo, en la ficción de la Guerra Fría, la materia
radioactiva era el ingrediente por antonomasia para crear superhéroes o
supervillanos (los primeros rosters de Marvel descontando a los X-Men), héroes
de a pie (El vengador tóxico y las Tortugas Ninja), monstruos (desde Kaijus y zombies hasta psíquicos
genocidas) y distopías (Mad Max and
beyond).
Por eso, no hay que ser un genio para intuir que
existe un nicho de serie B dedicado a todos los engendros nacidos de explosiones
atómicas, desechos nucleares, rayos gamma, y materiales afines, un nicho
bastante nutrido y con seguidores más que fieles, por cierto.
De pana: por cada cinéfilo con gustos “refinados” que
frunciría el ceño ante la idea de pasar 60 minutos viendo insectos gigantes,
cadáveres reanimados segregando líquido fluorescente, o humanoides deformes
masacrando antisociales; vas a conseguir al menos tres o cinco personas que pueden
ver el doble de ese tiempo gozando de lo lindo, cotufas en mano, señalando cada
detalle sobre los efectos especiales, el presupuesto que rindieron para lograr
tal o cual toma, qué pelis hicieron los miembros del elenco antes o después de
eso; en otras palabras, develarás a un connoisseur de ese lado grotesco pero fascinante del séptimo arte.
Para ese público entusiasta, C.H.U.D. (1984) de
Douglas Cheek está hecha a la medida: una trama simple pero entretenida, gore y
monstruos en cantidades saludables, autoridades corruptas recibiendo una dosis
de su propia medicina (only in fiction, baby!), protagonistas que salvan el día,
una pizca de comentario social que no se vuelve denso ni panfletario (no es el
Capitán Planeta), y una banda sonora ochentera de calidad.
La trama de C.H.U.D. (Cannibalistic Humanoid Underground Dwellers) es tan elemental que
podría condensarse en un episodio de televisión: personas están siendo
asesinadas por monstruosidades que salen de las alcantarillas en la Gran
Manzana (al parecer, la urbe más entretenida de todo Estados Unidos, porque todo
lo interesante pasa ahí). En paralelo, un fotógrafo que retrata a la población
de indigentes de la ciudad (aquellos que viven bajo la superficie para ser
exactos) descubre que hay un nexo entre los ataques, numerosos reportes de
desapariciones, y un chanchullo de las autoridades para tirar desechos tóxicos
en las cloacas, a espaldas de todo el mundo. No hay que ser un genio para
adivinar por dónde van los tiros; así que el fotógrafo con la ayuda de su
novia, un ex hippie a cargo de un refugio, un capitán de la policía, y un
vagabundo al tanto de las desapariciones se meten en los túneles de la ciudad
para resolver el misterio.
Vale la pena hacer un paréntesis para analizar la
figura del “mutante de alcantarilla”, una suerte de descendiente del “nativo
troglodita” que comenzó a tomar su forma actual con los Morlocks de La máquina del tiempo (Los de X-men obtienen
su mote de acá) y se emparenta con leyendas urbanas como los “hombres topo”;
este arquetipo representa a los miembros de la sociedad que siempre han estado
y estarán marginados, pero no piensen aquí en ningún concepto de redención
social: hablamos de a quienes nunca se les dedicará un día (menos un mes) de
Orgullo, ni se peleará por sus derechos en ningún Congreso, ni se buscará que
tengan mayor visibilidad y representación positiva en los medios. Al contrario:
el mutante de alcantarilla es una personificación de todo lo que está mal con
un grupo social (llámese endogamia, canibalismo, violencia desenfrenada, o
cualquier otra forma de barbarie) y que, si no puede destruirse, debe ocultarse
a los ojos de la comunidad, aunque no pueda ignorarse por mucho tiempo.
En cuanto a detalles técnicos, C.H.U.D. pasó por
muchos cambios durante su preproducción: el guion original fue cambiado
numerosas veces, una por miembros del elenco; el diseño original de los
monstruos, más parecidos a humanos enfermos, fue cambiado a lo que terminó
viéndose en pantalla; y los estudios ordenaron que se quitaran algunas escenas
de la versión final (se consigue en DVD, por cierto), lo cual afectó
considerablemente el desarrollo dramático de los personajes.
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