jueves, 3 de marzo de 2022

Vamos a Maltripear: The Batman (2022)



Cuando trabajaba de abogado, por allá en el año de 1430, tenía un pana muy querido, Jorge León, con el que me sentaba a almorzar y a conversar y tal (falleció hace unos años, lo extraño mucho). Una vez nos pusimos a hablar de Batman y de cómo el Batman con el que él creció era el de Adam West, una cosa colorida y con marcado sentido del humor. Que cuando fue a ver la primera peli de Batman, en el 89’, se quedó pasmado, preguntándose por qué ese Batman era tan tenebroso.

 

Bueno, el buen León habría quedado helado al ver The Batman, de Matt Reeves: una película cruel, oscura y nihilista, que habla de la miseria en el corazón de los seres humanos. Olvídate de fan service y olvídate de emulaciones a Marvel. ¿Vas al cine con ganas de celebrar al heroísmo de Batman y pasar un buen rato, salir de la sala cantando la canción de los 60’? Well, wrong fucking movie. Aquí vinimos a maltripear y a llorar y a tenerle arrechera a la gente.

 

Y me encantó, me parece un peliculón.


Batman lleva ya dos años haciendo de justiciero en Gotham y ya la gente lo conoce, mínimo, por reputación. Pero su aparición en la vida pública, lejos de ayudar a la ciudad, ha inspirado a elementos extravagantes y malignos. El más reciente es The Riddler, un asesino en serie que va matando a figuras de alto nivel político, dejando acertijos sobre sus motivaciones.

El Murciélago, sin embargo, lucha contra mucho más que un asesino enmascarado: tiene a una ciudad corrupta en contra, sin respuestas fáciles y donde nadie es inocente.

 


Cuando Tim Burton “casteó” a Michael Keaton como Batman, todo el mundo salió a decir que eso era un error, que estaban dañando al personaje, que Mr. Mom no tenía lo que hacía falta para el papel. Treinta años después, tenemos al fandom diciendo que Edward Cullen no es digno de ser the man under the cowl. Bueno, pa’ que lo sepan: Robert Pattison es el mejor Batman que ha salido en pantalla. Mi favorito de todos era, en el cine, Keaton, y Kevin Conroy en general. Pero tras ver a este man, puedo decir con firmeza que Robert Pattison se roba el show, y mira que eso es difícil en una película de Batman, donde muchas veces los malos son más interesantes (y por mucho) que el héroe. Esta comparación va a sonar loquísima, pero ver a Pattison en el papel me recuerda a Derek Mears como Jason Voorhees en Viernes 13 (2009): Es un carajo que, sí, tiene el traje y tal, pero es su lenguaje corporal lo que nos informa sobre lo que siente el personaje. Pattison puede exhibir vulnerabilidad sólo parado ahí, mirando a algo chimbo, y resulta buen ancla humana para la trama; este Bruce es un tipo con el que te puedes identificar con mucha facilidad a nivel emocional si alguna vez has sentido que algo dentro de ti está mal y que estás medio roto. Eso es tanto por el performance como por el libreto, claro, un libreto que me hizo temer que algo malo le fuese a pasar de verdad a Batman.

 

¿Tú recuerdas la última vez que viste una película de Batman, o de cualquier otro superhéroe, donde temiste que al héroe le pasara algo de lo que no pudiera volver? Eso, romper esa incredulidad de uno como audiencia, es uno de los triunfos más grandes de esta película.

 

Bruce Wayne acá es neurótico y deprimido, un tipo que está tan enfocado en la misión que la misión se lo está comiendo.

 

El resto del elenco está de pelos. Jeffrey Wright como Gordon fue una elección acertadísima, Andy Serkis como Alfred fue un buen guía paterno sin caer en dramatismo exagerado, John Turturro como Carmine Falcone es un mafioso salido de una peli de Scorsese. Pero hay tres personas que, junto a Pattison, parten la liga.

 

Zoë Kravitz tiene a mi retrato favorito de Selina Kyle, y mira que amo a Anne Hathaway. La Selina de Zoë es el foil perfecto de ese Batman: Una persona que está empeñada en proyectar fuerza y seguridad, pero que le sacaría provecho a muchos, pero muchos años de terapia, una chama que no está muy clara sobre qué hacer con su dolor. Acá todos cargamos una cruz, y la de Selina quizá se parece a la tuya. O a la mía.

 

Lo de Colin Farrell como Oswald Cobblepot hay que verlo para creerlo. Te lo juro que yo sabía que no era Robert DeNiro porque de lo poco que sabía de esta peli antes de verla era que, por ejemplo, DeNiro no estaba en el cast. Pero tú ves a ese performance de El Pingüino, y pana, Farrell está irreconocible en pinta, voz y actitud. Quizá el mejor performance de la película.

 

Paul Dano es the Zodiac Killer. La película toma la muy sabia decisión de usarlo con cuidado y de a poquito, tal cual como se usa a Pinhead en Hellraiser, o a Leatherface en Texas Chainsaw Massacre (2003, que a pesar de que sale bastante, nunca lo ves bien). Léase: The Batman usa a the Riddler como al asesino de una película de terror.

 

Y vaya que el tipo mete miedo: The Batman es hija no tanto de Batman 1989, o de Batman Begins (mucho menos de Batman v Superman), sino de David Fincher, de William Friedkin, de Roman Polanski (que son, a su vez, hijos de Alfie Hitchcock). Vamos, que Matt Reeves es un duro que no necesita imitar a nadie—para el que no lo conozca, es el genio detrás de las nuevas pelis de Planet of the Apes—, pero es imposible ver varias escenas de esta excelente propuesta sin pensar en Seven, por ejemplo, o en Ghost Writer. La comparación tiene cero ánimos de ofender, ojo, acá resulta súper efectiva. La fotografía y la excelente música van de la mano de una forma propia del cine de terror, donde generar atmósfera opresiva es fundamental y donde la cámara es casi otro personaje más, un cine donde si no tienes a un buen director de fotografía, no hay nada qué hacer.

 

Decían los monstruos que escribían la perfecta Batman: The Animated Series que el peor personaje para escribir era El Acertijo porque para él había que pensar no sólo en una trama atractiva, sino también en enigmas que el espectador no fuese a adivinar. Bueno, no quiero imaginarme cuánto tiempo habrá pasado Reeves escribiendo un libreto donde los juegos de palabras son constantes e inteligentes. Riddler en los cómics es un tipo que destaca por su narcisismo: Edward Nigma cree no sólo que es más avispado que el resto del planeta tierra, sino que todo el mundo tiene que parar su vida para resolverle sus acertijos (es decir, prestarle atención). Acá, el narcicismo definitivamente está, pero es porque ese es un rasgo de la sociopatía. La inspiración en el Zodiac Killer es obvia (Arthur Leigh Allen did that shit, btw), pero la peli usa a ese motor narrativo que es el asesino en serie no como el núcleo narrativo en sí, sino para explorar los conflictos dentro de los personajes y los monstruos que vienen arrastrando en sus vidas. ¿Sabes cómo en El Silencio de los Inocentes el foco está en Clarice y como en Zodiac el foco está en los detectives? Bueno, tal cual: lo que está sucediendo con este asesino ha sacado a flote cosas que todo el mundo en la ciudad, Bruce incluido, habría preferido que se quedaran sepultadas.

 

Pon cuidado con una cosa que sí te voy a decir: Esta no es una película para niños. En la sala teníamos a un niño pequeño y yo sólo podía sentir compasión por ese papá. Acá hay unas coñazas salvajes, un malo cuyo traje parece salido de una mazmorra sexual (good luck selling toys of that) y una trama tan noir que las lágrimas de Batman son literalmente negras (chorrean con el maquillaje de sus ojos). Si The Dark Knight te parecía una peli violenta, esta es violenta Y malasangre. Celebro a Warner Brothers por apoyar a una película tan fea de uno de sus personajes más importantes. 100% unsafe, no vino a complacer, un thriller psicológico al que no le interesa cuántos muñequitos va a vender el departamento de mercadeo.

 

Un pelo larga, no tomes refresco antes. Pero por lo demás, puedes ignorar que The Dark Knight Rises existe y tomar a esta película como la secuela de The Dark Knight. Un film perfecto, que trasciende a lo que esperamos de una película de superhéroes. 10/10, would feel like shit about the world again.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario