Pregunta: ¿Es The Room la peor película en la vida?
La respuesta corta es “No”.
La respuesta larga es “Ni de vaina”.
Esto
no es una expiación de los pecados de Tommy Wiseau, porque la ineptitud de su ópera
prima es clara, evidente, innegable, la película es un drama que de película tiene
poco y de drama nada, un PQC hecho
cine.
Pero ya va.
Porque estamos en semana
santa y que alguien lance la primera piedra.
Vamos a tomar, por
ejemplo, a Independence Day, el
esfuerzo noventero más famoso de Roland Emmerich (pero no el mejor, que es
claramente Universal Soldier). “El
Día de la Independencia” está protagonizada por Will Smith y Bill Pullman,
producida por la 20th Century Fox, 145 minutos de extensión y 75 palos de
presupuesto que recuperó y con sobradas ganancias, porque parece que recaudó
más de 800 millones.
Y yo te invito a que tú
veas Independence Day, que tengas la
fortaleza de aguantar de principio a fin sin bostezar, sin voltear los ojos,
sin preguntarte por qué carajo me hiciste caso y te estás flagelando el
cerebro.
Te pongo otro ejemplo,
también de los 90’ y también de Roland Emmerich: Godzilla. Banda sonora
de Puff Daddy con Jimmy Page (insert mandatory rapey joke). Afiches, juguetes
arrechísimos, distribución mundial y una promoción salvaje, Matthew Broderick
con Jean Reno, cabrón. 150 millones de presupuesto, el doble de recaudación.
Pero no hay una sola
persona en esta galaxia que esté aburrido pendiente de ver una peli dominguera
en la tarde y diga “Oye, chico, ¿por qué no ponemos Godzilla, pero no la de Toho ni las nuevas americanas, ni la excelente Minus One? ¡Vamos a ver la del 98’, mi favorita!”
Este punto al que quiero
llegar me viene de la esclarecedora perspectiva de Roger Ebert reseñando la
épica zombie Dawn of the Dead de 1978, diciendo que era arrecho que Richard
Donner hizo The Omen dos años antes
por 60 millones de dólares que parecen 600 mil, y George Romero hizo Dawn of the Dead por 600 mil que parecen
60 millones. Porque en esta vida, las películas tienen una de dos madres: O es
una producción independiente—tú te reuniste con tus amigos y financiaste la
vaina de tu propio bolsillo y buscando los inversores tú mismo, a veces rodando
los fines de semana con el talento que hubiese disponible—o la película
proviene del “sistema de los estudios”, que es que ellos te ofrecen una
película que ya ha pasado por muchos productores y ejecutivos y analistas y
escritores y et céteras, porque tú también ya formas parte de ese círculo.
En términos prácticos, a
Richard Donner lo contrató la Fox para que hiciera su profecía satánica y
George Romero produjo la película y la distribuyó él con sus panas.
Estas cosas importan
porque, dicho lo dicho, es injustificable que Warner Bros saque It: Chapter Two por 79 millones de dólares,
talento de primera y distribución mundial, y la película sea infumable, con
efectos harto inferiores a cosas que se veían en 1987 y con un final
fusiladísimo de A Nightmare on Elm
Street. Es imperdonable que un carajo con el historial y la casta de Shane
Black nos presente The Predator, 160
millones por ese hocico, y sea uno de los peores libretos que has visto en tu
vida. Cientos de personas echándole bolas para sacar esa película, con actores
millonarios y un director de primera, y el resultado me da más sueño que la
infame película de Wiseau—hecha por seis millones y apenas con distribución y
ninguna promoción.
Ese, ese, es el peor pecado que una película puede tener.
The
Room no es mala por la torpeza de su talento, sino porque da
sueño, pero no tanto como The Predator, o
Independence Day, porque por algo la
gente se disfraza de Tommy y repite las frases y hacen colas para tomarse una
foto con él. Nadie nunca se
ha querido tomar una foto con Shane Black porque “¡Verga, es que tú hiciste The Predator!” ¿Tú sabes lo que cuesta
hacer una película estúpida y aburrida con el fucking Depredador?
Muchas veces ya me he
reconocido como un amante y conocedor de la bazofia, y recupero la oportunidad
para declararme su defensor—lectores de larga data en este blog conocerán el historial y terreno en que nos desenvolvemos. Pero es que ven acá, yo
quiero que tú te acuerdes de una película que Charles Bronson hizo en su ocaso,
película que, según, él mismo lamentó en el set como indicativo del paupérrimo
estado de su carrera, película que es, sin que me quede nada por dentro, una de las mejores cosas que yo he visto en
esta vida: Death Wish 3, que
salió por nuestras tierras bajo el titulazo de El Vengador Anónimo parte 3.
Hermano, DW3 tiene de director a un carajo
llamado Michael Winner, periquero que andaba güelío durante el rodaje y que si
bien tuvo en su historial a producciones más distinguidas, incluyendo a la
oscura Death Wish original, llega a
1985 en un estado calamitoso donde sus opciones eran traficar droga o hacer
películas para la Cannon, la gloriosa Cannon, artífice por excelencia del cine
basura de los 80’. Su protagonista era el antedicho Gato, pero de 64 años, un
personaje bien distinto a aquel ojos-rallados de Once Upon a Time in the West.
Paul Kersey (Bronson) llega
a Nueva York por invitación de un amigo suyo, que no sobrevive los quince
minutos de metraje. Este Kersey es un personaje al que le violaron y le mataron
a la familia en la primera Vengador
Anónimo (1974), se muda de ciudad en la segunda para vivir con su hija
adoptiva, a la que también raptan, violan y se suicida. En esta parte, aunque
quien muere es el amigo, Kersey se encuentra con un viejo amor suyo y, mira tú,
también muere horrible, en una secuencia además absurda y espectacular. Ese
señor se pasa el resto de la película echando plomo en una NYC que además
parece de ciencia ficción, una tierra post-apocalíptica de pandilleros punk
donde lo que existe más allá del río Hudson capaz es un desierto radioactivo. Death Wish 3 es una película que te
tiene sus 90 minutos pegado a la pantalla, celebrando la masacre de esos
malandros hijos de mil putas y los últimos 20 minutos son mejores que toda Batman Forever, una película de la
Warner con Val Kilmer, Nicole Kidman, Tommy Lee Jones y Jim Carrey, y dirección
de Joel Schumacher por $100 millones y distribución mundial.
El origen de una película,
su presupuesto y su talento no están asociados a su capacidad para entretenerte.
Los ejemplos de esto están ahí.
¿Vacilaste con The Room a pesar de sus carencias? ¿Te
reíste con la absoluta mediocridad de Zaat
y su monstruo de goma con zapatos deportivos? ¿Te encanta la estética y los
efectos especiales de The Incredible Melting Man, a
pesar de que apenas es una película?
Vas pal’ cielo y vas
llorando. Disfrutaste de mejores películas que Independence Day y sus 75 millones.
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* ¿Qué es Mal Cine?: ThanksKilling
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