miércoles, 1 de marzo de 2017

SNIKT!: Descubriendo a Wolverine




En estos días se estrena, como estoy seguro que ya saben, la que parece ser la última película de Hugh Jackman en el papel que lo lanzó a la fama, Logan. Voy a salir de esto rápido: Como fan de los X-Men, las películas son tan diferentes que no soy un gran partidario de ellas. Y como te digo eso, te digo que el panorama moderno de las películas de superhéroes le debe mucho a esas dos primeras películas de Brian Singer; el aporte que le dieron a un tipo de cine que hoy es un subgénero establecido no puede ser exagerado, es incluso superior a la primera de su tipo, Blade. Y ese éxito vino en muy buena medida por una elección de casting brillante, con un actor en el que nadie creía. Jackman fue una revelación y hoy no nos imaginamos a otro actor con las garras de adamantium.

¿Qué tan diferente es, entonces, ese Logan al Logan del material fuente? No mucho, en realidad. Los puntos básicos de caracterización están ahí y se agradece que el histrión está siempre a la altura del reto. El gran problema cuando uno habla de Wolverine es que por unos treinta años lo tenemos hasta en la sopa; el personaje es tan popular que hace de protagonista hasta en títulos que no se centran en él (Ultimate Alliance, House of M). Es el punto de atención en las películas, súper popular en la serie animada, tiene un título para él solo de publicación estable, es un clásico en Los Vengadores Y en los X-Men (hay una serie animada que ni siquiera es X-Men sino “Wolverine & The X-Men”). Llama la atención cómo un personaje que se supone que es un lobo solitario está en todos esos equipos y aunque nunca hemos visto un videojuego centrado en Storm o Gambit, hay varios donde juegas únicamente como Logan.

Sobreexposición, es lo que estoy describiendo. ¿Cuál es la verdad de un personaje que nos parecía cool sólo porque teníamos doce años y nos gustaba la violencia y su postura anti-autoridad?

Pues que es un personaje de putísima madre.

Cuando Wolverine apareció por primera vez, fue como un tipo cualquiera para que Hulk tuviera con quien pelear y el personaje que conocemos hoy, como pasa tan a menudo en el cómic mainstream, tomó tiempo en desarrollarse. Lo vimos integrado a los X-Men en su etapa más famosa y no lo veremos brillar por varios años. Wolverine destacó no a pesar de sus carencias narrativas, sino gracias a ellas. Fíjate que sabemos de dónde vienen los integrantes del equipo, sabemos que Scott es un intenso criseado por su pasado, sabemos que Kurt es un showman y aventurero y que a Ororo la veneraban como una diosa tras un pasado de delincuente juvenil, pero de Logan nunca tuvimos ni pista. Yo creo que es porque el propio autor no sabía de quién hablaba. Ten en cuenta que durante años el poder mutante de Wolverine era las garras y no tuvo ese factor regenerativo y los sentidos agudos sino mucho después (no me refiero dentro de la historia, sino narrativamente). Después surgiría el pretexto de “mutaciones secundarias”, como las distintas apariencias de Beast o la forma de diamante de mi adorada Emma Frost.

Entonces, textualmente hay tres elementos básicos de Wolverine:
1)   Es un mutante conocido como Logan (nombre real: James Howlett);
2)   Sus poderes son la regeneración, el olfato agudo y las garras;
3)   Esas garras son metálicas porque, de joven, lo agarró un proyecto gubernamental secreto llamado Weapon X, que lo torturó, le inyectó el metal y le borró la memoria (Deadpool también es producto de Weapon X);

Pero el personaje tiene tres elementos que ya son subtextuales, indefectibles para su caracterización:
1)   Código de honor;
2)   Dualidad entre hombre y bestia;
3)   La defensa del vulnerable.

Esto es lo que la primera película logró tan bien, fíjate en que Wolverine adopta a Rogue como un tío bonachón (defensor), es leal a un equipo al que no le debe nada (honorable) y cuando pelea, sale ese salvajismo (dualidad). En la serie animada la cosa era con Jubilee, en el cómic con Kitty Pryde y en Old Man Logan… si te lo digo, te lo arruino.

En ningún otro medio vamos a ver reflejado esto mejor que en la serie de 1982 Wolverine, escrita por Chris Claremont y dibujada por Frank Miller —quizá porque este fue EL momento que codificó esos tropes. Una obra de arte de cinco estrellas y uno de los mejores cómics que vas a leer en tu vida.

Para que tengas contexto (recuerda leer por acá), esta serie de cuatro números salió cuando Claremont ya había escrito la crema y nata de los X-Men (La Saga del Fénix, el Fénix Oscuro, The Brood) y manejaba la mitología mejor que Stan Lee, Len Wein y Jack Kirby. Pasó de ser un tipo que escribía declamaciones a un narrador con una voz súper suelta. Desde que se separó de los X-Men ha sido criticado porque su trabajo no se compara con lo que hizo en los 70’ y 80’ y la verdad es que su obra moderna parece estéril sólo porque en aquellos años era sublime.


¿Y Frank Miller? Me molesta mucho cuando veo a “fans” actuales quejarse de él por sus actitudes personales, desmeritándolo y censurándolo. Te lo pongo así: Si Frank Miller nunca hubiese entrado al cómic, el medio hoy sería indudablemente diferente, probablemente peor. Sus aportes construyeron tanto al arte secuencial que hoy son prácticas habituales. Cuando dibujó Wolverine venía de una temporada perfecta en Daredevil y todavía le esperaba su obra en Batman y Sin City. Un titán y un pilar del cómic moderno.

Cuenta la leyenda que ambos hombres concibieron la serie en un paseo compartido en taxi rumbo a una convención; Miller le contaba a Claremont que le encantaba su trabajo y, juntos, elaboraron un arco en el que se destruía a Wolverine mientras lo redescubríamos –prácticamente lo mismo que hizo Miller tres años después con Batman. Cuando se bajaron del taxi, unas cuatro horas después, era cosa de llamar a Jim Shooter y contarle que el proyecto era un hecho.

Wolverine abre con Logan rastreando a un oso que se ha vuelto loco y atacó a unos campistas inocentes, por el veneno de unos cazadores mal nacidos. Desde el inicio queda claro que siente más respeto y afinidad con el animal que con los humanos y esto es algo con lo que lidiará de aquí en adelante. James está muy consciente de ese lado salvaje y lo teme, a tal punto que lo esconde de Mariko Yashida, la mujer que ama. Tras una temporada sin saber de ella, Logan se lanza un viaje a Japón a ver qué pasa y descubre que su chica está casada con otro –hasta acá se parece superficialmente a la película homónima, pero la ejecución es súper diferente. Resulta que el papá de Mariko la casó con uno de sus acreedores y pretende usarla como moneda para pagar favores políticos. Esto marca un contraste dramático con nuestro héroe porque, de cara a la sociedad, Lord Shingen (padre de Mariko) es un tipo muy honorable, un daimio clásico, mientras que Logan es un extranjero que vino a buscar pelea y romper un matrimonio.

La serie, que rompe un poco las barreras del Comics Code en cuanto a sexo y violencia, es un crescendo artístico donde Logan lidia con los tres núcleos, los quiebra y descubre qué significan. No te voy a contar cómo termina la cosa porque vale la pena que lo descubras.

Realmente si quieres saber quién es Wolverine como personaje, lee esa serie and you’re done.
Ahora, sería una injusticia cerrar esta entrada sin hablar de Old Man Logan, no tanto porque funciona de base para la nueva película, sino porque es, sinceramente, espectacular.

Lo dije en la entrada sobre Batman, Wolverine en manos de un narrador inexperto es un personaje de relleno que pelea y ya, pero en manos de un verdadero escritor es una de las cosas más interesantes del medio y bajo la pluma de Mark Millar, el maldito brilla. OML abre en un futuro post-apocalíptico en el que los superhéroes cayeron bajo un ataque definitivo de sus némesis. Parece que Magneto, Red Skull y Dr. Doom unieron fuerzas y hundieron al planeta en una tiranía a lo Mad Max. Logan es la sombra de lo que fue, no sólo porque está más viejo y su factor regenerativo ya no es lo que era, sino porque espiritualmente está en bancarrota. Algo pasó esa noche en que el mundo se acabó que le corroe la consciencia y reniega hoy de las idealistas aventuras que una vez tuvo. Bajo la presión de la Pandilla Hulk (los hijos endogámicos de un enloquecido Bruce Banner), se une a Hawkeye en un viaje por la tierra de nadie, llevando un paquete importante a una recompensa en metálico que le permitirá pagar la renta y mantener a su familia a salvo. Un viaje por los nuevos Estados Unidos y un redescubrimiento de sus raíces.

Tiendo a odiar las versiones alternas de personajes clásicos porque muy rara vez están bien desarrollados, suele ser un “¿Qué pasa si ponemos a Batman de pirata?” con ideas creativas sin escritura creativa. Esto es la excepción, una novela gráfica que se lleva por los cuernos a lo que el 90% de los demás escritores han escrito sobre James Howlett, logrando lo insospechado: Redefinir al personaje para una nueva era. Dicen que las grandes historias nacen no de héroes omnipotentes sino de héroes con limitaciones. ¿Tú te imaginas a un Wolverine que ha renunciado a la violencia y no ha sacado sus garras en años? El arco de cómo llegó hasta ahí y a donde va ahora es una vaina electrizante... y sangrienta. En caso que mencionar a Millar no fue suficiente, lo recalco: Esta es una obra explícita y sangrienta. La colorida fantasía habitual de Marvel está sustituida por una violencia muy a lo Robocop, de modo que si eres un hadita del bosque que se ofende con facilidad, keep away from this book.

¿Y quién es la niñita que sale en el tráiler de Logan? Laura Kinney, mejor conocida como X-23, que cumple hoy en día con la labor y el manto de Wolverine (en los cómics), apoyada por Old Man Logan y que es un clon del Logan normal; es complicado.

Te explico rápido a Laura: El código genético que tenía Weapon X de Wolverine estaba incompleto así que reprodujeron un cromosoma X, donde debía haber uno Y (Weapon X –y la Fuerza Fénix- funciona como el T-Virus en Resident Evil: Hace lo que la trama necesite que haga); obtuvieron a una chica, con la que experimentaron desde la cuna –otra diferencia es que Laura tiene dos garras en las manos y una en los pies. Argumentalmente, Laura le trae un toque de juventud tipo Spiderman al mito de Wolverine —porque Logan ha vivido, gracias a su regeneración, por más de un siglo y cuando lo conocemos, es un adulto hecho y derecho, a diferencia de sus colegas en la escuela de Xavier. En los cómics, Laura es una chica impredecible porque ese autocontrol que tiene Logan, ella aún no lo desarrolla (parte de su debilidad es que en Weapon X la prepararon para entrar en estado salvaje involuntariamente, si ciertas condiciones –como aromas- surgían). Está cabreada y su pasado es tan tormentoso que cuando Emma Frost trató de leerle la mente, se echó para atrás de inmediato. “Nuh-uh. A esa mente no quiero entrar”.


Laura es el objeto ideal para que Wolverine defienda, porque es su reflejo más vulnerable, es su culpa y su pasado. ¿Podrá el salvaje canadiense cerrar su ciclo cinematográfico contra Weapon X y redimir los viejos pecados?

Nos vemos en el cine, mutantes.


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