jueves, 18 de octubre de 2012

Ego de Escritor



Ya he hablado en otras ocasiones de mi desprecio por "Los Templarios del Status Quo", así que no te preocupes, que no me voy a repetir. Este texto es un pensamiento en voz alta hacia los aspirantes, los que están en la celosa carrera por el reconocimiento. Los que se lanzan a concurso tras concurso (incluso después de haberlos ganado) porque esa es la vía, porque escribir se trata de exposición y no de, pues, escribir. Es una trampa en la que he caído, particularmente cuando empecé a someter mi trabajo a los consejos editoriales de distintos sitios. Y sí, es bien depinga cuando te publican, cuando ganas algo, cuando alguien que nunca has visto se te acerca para decirte "verga, me gustó". Pero acordémonos: seguimos siendo amateurs. Seguimos siendo underground. The New Yorker no está tocando tu puerta.


Hay dos conceptos fundamentales en la mentalidad del escritor pajúo (el que se ha creído sus propias fantasías): Primero, el éxito es un recurso limitado. Si alguien está teniendo éxito es porque te lo robó a ti y te está restando tiempo ante los reflectores. Te están robando tu puesto en la historia. Segundo, la fama es la meta. Si tienes 2000 seguidores en twitter, es porque eres un escritor arrecho y la gente está pendiente de lo que dices. Es cuestión de tiempo para que Guillermo del Toro (o Almodóvar, si lo prefieres) haga una película basada en tu obra. Ambos conceptos son errados y convierten al artífice no en una persona, sino en una personalidad. Te vuelven celoso; sólo tú puedes ser bueno, sólo tu gusto cuenta, sólo tu opinión merece la tarima que tienen los demás. En síntesis, te vuelven un mal parío súper-ególatra y con ínfulas de estrellita.

Es por eso que odio reunirme con otros escritores. Es una ladilla. Está un grupo que sí son gente bien, con la que puedes conversar, pero es una minoría. El resto, es la congregación que te consigues en los bautizos de libros, los que pueden tener tres horas de conversación sobre los méritos dialecto-históricos en la obra de Fulano de Tal (pero no pueden aceptar que George R. R. Martin sea exitoso). Los mismos que creen que tú escribes para enamorar haditas y unicornios y no para llegarle al lector -y que, cuando te volteas, murmuran lo incompetente que eres, porque nunca vas a llegar a ninguna parte, porque a nadie se le puede olvidar que eres la competencia.

El principal aliado de los aspirantes (que es un término curioso, como dice Chuck Wendig, porque si escribes, eres escritor; no puedes "aspirar a ser escritor") es la internet. Escribes una nota en Facebook, la publicas, etiquetas a todo el mundo y ves a los "likes" aumentar. Tienes 14 likes, marico, eres el próximo Cormac McCarthy. Empiezan, entonces, a lanzar estas frases altisonantes ("Amo a los libros porque soy literatura") y a crearse un following que les repetirá lo profundas que son sus visiones. Es similar al ego del músico de rock local (aunque en honor a la verdad, esos tienen el monopolio del mojoneado), que cree que todos esos likes y palmaditas en la espalda equivalen a ventas. E insisto, entiendo que se siente bien, nadie espera trabajar equis horas en un material para sacarlo y que nadie se de cuenta, pero no te me conviertas en Axl Rose. E incluso a él se le excusa, es un excelente compositor y uno de los mejores vocalistas de la historia. Tú, estás trabajando con cierto éxito. Léelo otra vez: cierto éxito.

Los publicados no escapan del síndrome. Aparecen en una página de la prensa y ya, tienen a dios agarrado por la chiva, están establecidos. Son referencia, sinónimo de "los que lo lograron".

No, you're not. Sigues siendo desconocido. Sigues pelando bola. No penetraste la burbuja de la cultura popular. Publicaste y, como le pasa a la mayoría de los escritores del mundo, nada cambió en tu vida. Envuelve tu realidad alrededor de eso.

Podrías acusarme, supongo, de ser celoso. Mi respuesta (la más obvia, en realidad) sería "¿Celoso de qué?" Relee el párrafo anterior.

Así que, por última vez, y espero que quede bien claro. Si no eres este tipo:



O este tipo:



O esta mujer:



NO ERES FAMOSO. Si tú eres uno de esos que pasa horas de su tiempo personal elaborando ficciones, cuando podría estar dedicándose a cualquier otra cosa, yo también lo soy. No tenemos que discutirlo. ¿Eres un escritor? Bien. Escribe y cállate.

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