domingo, 12 de mayo de 2024

¿De Dónde Vienen los Libros? (I)

 


Hace un par de semanas terminé una de mis sesiones diarias de escritura con este feeling raro de que estás construyendo algo mejor que todo lo que habías hecho antes, y pasé por instagram para hacer un “hilo” en mis historias sobre ciertas observaciones y ansiedades que tengo sobre el publishing.

 

El hilo generó buenas interacciones y, pues, ¿por qué no hablar de eso en un post hecho y derecho?

 

Lo que generó esa reflexión fue ver que aunque estoy orgulloso de lo que estoy escribiendo y estoy seguro de que tiene un lugar en el mercado, no sé si haya un publisher que se atreva a sacarlo y esto es porque el publishing es, y siempre ha sido, muy conservador. Es un negocio kinda driven by fear y por apostar seguro, “sigue el dinero”. JK Rowling empieza a escribir una serie juvenil de unos chamos en una academia mágica, la serie vende muy bien y arranca un boom del mercado juvenil. Luego Suzanne Collins, montada en esa ola, hace una serie que es prácticamente The Running Man pero con jóvenes en un triángulo amoroso. Los Juegos del Hambre se vuelven un exitazo y ahora el tema es chamos especiales con romances. Enter Twilight, Divergent and the hacks from the Lorien Legacies, que es un cuento para otro día porque ese grupito está dirigido por el estafador serial James Frey.

 

Los trends son importantes porque no hay prácticamente nada que sea “evergreen” y el tema (y estilo) de lo que estás escribiendo va a incidir en las probabilidades que tendrás para publicarlo. Zombies, vampiros y triángulos amorosos juveniles se acabó, y no importa qué tan bueno sea tu libro en estas tres áreas, va a ser muy difícil que publiques algo con un publisher tradicional de una onda que ya pasó. No es imposible, pero casi.

 

El publishing está buscando siempre dos cosas: Primero, the next new thing, algo que se salga del patrón y que, teniendo originalidad, pegue con el público y venda, porque este negocio es como la industria del disco, del cine o cualquier otra—como parte del show business consta de dos elementos, el show y el business; Segundo y habiendo descubierto lo anterior, el publishing busca todos los libros que puedan montarse en esa ola hasta que se agote.

 

Ahorita estamos en la era de la ficción de género para voces tradicionalmente excluidas y el “romantasy”. He visto a mucha gente, muchos autores latinos independientes, quejarse en redes sociales de que Marvel hizo tal cosa “por inclusión”, y que tal empresa está haciendo equis cosa “por inclusión” y que qué fastidio la inclusión, que nadie quiere leer un libro de fantasía africana.

 

Bueno, querido amigo, cuando manejas ese discurso, estás jugando contra ti mismo. Esta onda de inclusión que existe en el publishing ha favorecido muchísimo a un gentío que proviene de rincones que no estaban explorados, incluyendo a muchos africanos, asiáticos y latinos, porque este también es un negocio donde el autor se mercadea con la obra, you’re not selling just your book. Y si tu nombre suena de tal o cual manera, eso determina lo que el mercado espera que vendas. Lee esto bien: El mercado anglo es muy provinciano y a los gringos no les gusta leer fuera de su zona de confort. Si tu apellido suena latino, el publishing gringo espera que escribas algo latino. Y como retrató el (excelente) libro de R. F. Kuang “Yellowface”, si no eres asiático y escribes un libro de temas asiáticos, se te ve muy mal.

 

Son taras que tiene el publishing, no digo que esté bien, pero es lo que hay. Y esa tara se está empezando a romper, permitiendo que muchos latinos (como Silvia Moreno García, Gabino Iglesias, Rubén Degollado, Verónica Castro y tantísimos otros) puedan intervenir en el mercado anglo, con ficción en inglés y saliéndose de los típicos temas que el mercado espera del latino (realismo mágico y dramas sobre emigración).

 

El romantasy es como suena. Una mezcla de “romance” con “fantasy”. It’s the real rage right now.

 

Estoy hablando de todo esto porque mi libro no tiene un parecido en el publishing actual. Es una mezcla de crime fiction con ciencia ficción, con un gran elemento de police procedural; lo que más se le parece es The Expanse, pero ellos se van por un lado y yo por otro, se parecen en que ambos universos comparten un setting similar pero eso es porque ambas obras derivan de influencias en común (Alien).

 

Estas cosas importan si lo que tú quieres es, como yo, llegarle a la mayor cantidad de lectores posibles. Cuando uno habla de esto, la crítica directa es “Ah, pero eso te importa si lo que tú quieres es vender”. Querer vender no es malo, hay que sacarse eso de la cabeza, porque escribir una novela es bien difícil y todos los artistas del mundo merecemos ganarnos el pan haciendo lo que nos gusta. ¿Es criticable que tú pretendas vivir de algo a lo que le pones tanto esfuerzo?

 

Que dicho sea, tampoco hay mucho dinero con la literatura, ni te vas a volver famoso. La gente piensa en “escritor” y se imagina a Stephen King, a Michael Crichton, a Murakami, a Pérez Reverte. Se imaginan que tú publicas un libro y listo, bienvenido al club de los exclusivos, donde te invitan a cenas de coctel en un penthouse de Manhattan, todo el mundo va de gala y suena un pianito elegante. I know it’s shitty that I break your bubble but this is for your own good: Esas cosas pasan en el 1% de los casos. De hecho hay montañas de cuentos de gente que ha llegado a la lista de bestsellers del New York Times y todavía tienen que chambear con un trabajo formal, porque no aguantan sólo con las ventas de libros.

 

Hace un par de años Penguin Random House, una de las cinco grandes editoras de los Estados Unidos, intentó comprar a otra de las grandes, Simon & Schuster. El gobierno americano vio la jugada y calculó que, de concretarse ese negocio, PRH iba a quedarse con el 48% del market share, así que intervino para bloquear la venta on grounds of monopoly. Una venta de $2.2 billones, mind you.

 

Y en las declaraciones que fueron saliendo de ese juicio, ejecutivos grandes de Random House soltaron unas perlas que sacudieron a todo el sector y todavía corren hoy entre pasillos, como los más escalofriantes cuentos de la cripta. Se dijo, por ejemplo, que en el 2020, de todo lo que se publicó ese año, sólo 268 libros vendieron más de 100.000 ejemplares y el 96% vendió menos de 1000. Eso llevó a un gentío a decir que buena suerte vendiendo 100 copias de tu novela debut, porque la mayoría de los debuts no venden.

 

Ese cuento tiene muchas aristas y no puedes tomarlo así, sin contexto. Te lo digo para que sepas qué se comenta, y para que también veas la realidad del negocio por si tú estás poniendo a escribir bajo la fantasía de que te espera una olla de oro al final del arcoíris.

 

Sobre la fama, me impresiona que haya gente que escriba para volverse famoso en un mundo donde leer es cosa de nicho. Por cada Anne Rice que tú conoces, ¿cuántos millones de autores no conoces? ¿Cuántos de esos anónimos serán latinos?

 

Así que sí, mi meta es entretener a la mayor cantidad de gente posible sin preocuparme mucho por cosas que no puedo controlar (como publicar tradicional o no, y cuánto venda). Si tu meta es perseguir cimas estéticas más elevadas independiente del tiraje de tu novela y su exposición (o éxito comercial), eso es validísimo, una lucha tan honorable como la de cualquiera porque además es importante que sepas, cuando estás escribiendo, por qué escribes. La respuesta a esa pregunta determinará el tipo de carrera que deberías buscar y aunque no hay realmente una respuesta “mala”, quien lo hace buscando plata, fama o invitación a las cenas de cocteles en Manhattan sepa que está persiguiendo a una quimera.

 

Es bueno mencionar, también, que todo lo que acabo de describir pertenece al sistema anglo, libros escritos en inglés para el público angloparlante. ¿Por qué escribí lo mío en otro idioma? Esa pregunta amerita su propio post, pero la respuesta más sencilla es, “porque ese es el mercado en el que quiero intervenir”.

 

Así que, bueno, para cerrar el cuento quiero decir que aunque no estoy claro de cuál es el espacio de mi libro en el mercado con un publisher tradicional, tampoco me atormento mucho por eso. Históricamente en el publishing tú tenías que entrar por una casa editorial de las cinco grandes, y esa gente era dueña de tu carrera. La auto-publicación siempre existió, pero era una cosa muy limitada porque implicaba que tú hicieras todo lo que hace una editorial (diseño gráfico, diagramación, imprenta y distribución), quedando al final tú con seis cajas de libros en tu casa que sales a vender que si en ferias y tal.

 

Eso cambió ya. Hoy existe lo que se llama “indie publishing” y hay una chorrera de recursos para que autores indies hagan sus obras con calidad profesional, sin que te preocupes por la distribución de la obra porque sales en la librería más grande del mundo (Amazon). Muchos autores de la talla de Brandon Sanderson y Christopher Ruocchio manejan un sistema de publicación mixto, donde parte de lo que sacan es trad pub y parte es indie. Y ha habido muchos casos (Andy Weir y Hugh Howey, por decir un par) de gente que publicó indie y la industria del publishing los llamó para que trabajaran con ellos. Hace quince años, auto-publicar era un callejón sin salida. Hoy en día, un autor indie puede vivir de escribir (si se faja, pero es posible). Colleen Hoover sacó su primera novela, Slammed, independiente. Hoy es uno de los nombres más grandes de toda la industria, y la autora más popular de Simon & Schuster.

 

Hace 15 años era impensable una cosa así, auto-publicar era el beso de la muerte.

 

Lo que quiere decir que hoy hay opciones versátiles para el autor, cada una con ventajas y sus desventajas—lo que nunca será opción es pagar para que te publiquen, un sistema conocido como “vanity press”  ya que hacen su negocio del deseo que tiene el autor de ver su obra impresa. Yo no me atrevo a llamarlo “vanidad” porque una persona puede caer ahí por ignorancia y aunque ya haré un post sobre eso, estas son editoriales que te venden un “paquete”. Te editan, hacen el diseño gráfico, lo suben a amazon, blah-blah, y por eso cobran un buen billete. ¿Por qué es anti-ético? Porque todo eso lo puedes hacer tú mismo, sin tener que pagarle a un intermediario. Si quieres pagar, págale tú a un editor y a un diseñador gráfico de tu elección; subir el libro a amazon es gratis y no tienes que pagar ningún paquete extra de “publicidad” a una editorial porque si eres indie eso te lo pagas tú mismo y si eres publicado tradicional, de eso se encarga la editorial sin que tú pongas un centavo. Las vanity presses también se vanaglorian de “no cobrar regalías” y las letras pequeñas es porque el negocio de una editorial normal es vender libros, de los cuales saldrán regalías para el autor. La vanity press hace su dinero del autor que paga alante y si vende el libro o no ya eso no es problema de la editorial. Te dirán algo como “el éxito del libro depende de cómo se esfuerce el autor”, que en parte es cierto y siempre lo será, pero no menciona que ese autor ya pagó un platal a una editorial cuyo trabajo normal sería fajarse para que sus libros vendan. Se desligan del performance comercial de sus autores.

 

Muchísimo cuidado con eso. En el mundo editorial, el dinero fluye del publisher al autor, nunca al revés.

 

En fin. Con los dioses de nuestro lado, estaremos conversando por acá en una serie de posts sobre todas esas cosas, el trad pub, el indie pub, las vanity, por qué escribir en inglés, cómo es el mercado de literatura de género, cómo influye la publicidad y todas esas locuritas del mundo editorial, que es a veces disparatado pero siempre es fascinante. If you’re a filthy book nerd, haha.


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