martes, 20 de septiembre de 2016

RAMONEANDO: Sobre Leyendas y Ramones



Ninguna banda ha sido más víctima de la moda, los fariseos y el pop, que los Ramones; ignorados por el mainstream, fueron líderes del underground evadidos por el éxito comercial en una injusticia histórica. Hoy son tan famosos que incluso el que no conoce sus canciones, los ve y sabe quiénes son. Y si estás en ese grupo, desglosemos a una leyenda de influencia eterna…

LA BANDA

Cuatro integrantes clásicos:

El vocalista era Joey (nacido como Jeff Hyman). Su look es tan icónico que si se hubiese cortado el cabello, puesto otra ropa y olvidado los lentes, hubiese pasado desapercibido para siempre –hey, quizá todavía está por ahí. Not gonna lie to you, kid, the guy looked freakish: Era demasiado flaco y demasiado alto, tenía barriguita y era pálido. Según, tenía desorden obsesivo-compulsivo y los doctores le dijeron a su mamá que nunca iba a ser capaz de integrarse funcionalmente a la sociedad. Empezó como vocalista de una bandita glam, sin decirle ni a su familia y su hermano lo cachó en un concierto, ya en el escenario. “Era otra persona. Yo entré y ya estaban tocando; me sentí muy orgulloso porque al fin encajó y tenía una fiereza que nunca habíamos imaginado. Una semana después, lo botaron del grupo”. Entró a los Ramones originalmente como baterista.

El guitarrista era Johnny (John Cummings). Es el que tiene el cortecito de indiecito, una pinta tan única que donde lo veas, sabrás quién es. Su estilo autóctono fue elemental para el sonido icónico del grupo; tocaran lo que tocaran, él insistía en que fuese más rápido, alcanzando velocidades que serían admiradas y veneradas en el metal por Iron Maiden y Judas Priest, y en el trash por Metallica y Megadeth. Ed Stasium, productor del Rocket to Russia, dijo una vez que “Parece sencillo, pero yo no puedo tocar así y te aseguro que Eddie Van Halen tampoco. No por una hora”. Fanático de Jimmy Page, cuenta que aprendió a tocar así “practicando Communication Breakdown una y otra vez”. Líder de facto de los Ramones, esta era prácticamente su banda. Nobody in rock music has ever had a bigger attitude problem than Johnny’s. Ya verás.

El bajista era Dee Dee (Douglas Colvin). Si alguien en ese grupo tuvo una vida interesante, gitana y verdaderamente punk, ese fue Dee Dee. Empezó tocando el bajo y cantando, pero descubrió pronto que no podía hacer las dos cosas a la vez. Fue por esos días que se decidió que Joey sería el vocalista y Dee Dee se ocuparía solo de las cuatro cuerdas. Cuando se reunió con los otros, ya era conocido como “Dee Dee Ramone”, apellido que adoptó tras leer que uno de los seudónimos de Paul McCartney era “Paul Ramón”. Cuenta la leyenda que la famosa canción 53rd & 3rd, de su autoría, está basada en su vida; la avenida 53 con 3 de Manhattan era la calle en la que todos los prostitutos adolescentes se paraban. Parece, cuentan, dicen, que Dee Dee se vendía para comprar heroína (tema que él mismo evadió toda la vida). La rola es de un prostituto al que nadie elige y, cuando por fin alguien se lo lleva, mata al cliente:

53rd & 3rd, standing on the street, 
53rd & 3rd, I’m trying to turn a trick
 53rd & 3rd, you’re the one they never pick, 
53rd & 3rd, don’t it make you feel sick?
Then I took out my razor blade
Then I did what God forbade
Now the cops are after me  
But I proved that I’m no sissy

Era él quien hacía el famoso conteo “1, 2, 3 4!” antes de cada canción.

Como comentario adicional, y ya como bajista admirador de Dee Dee, hay un video brutal de CJ Ramone (más sobre él en breve) donde explica cómo, apenas entró en la banda, se dio cuenta de que lo de la velocidad iba a ser un problema. Fíjate: A diferencia de cómo lo tocaría uno instintivamente (moviendo la pajuela –porque no se puede tocar tan rápido con los dedos- sobre la cuerda “rascándola” pa’ abajo y pa’ arriba), Dee Dee tocaba sólo con la pajuela hacia abajo, una sola moción, resultando en un sonido específico. Es un tema sobre posicionar el instrumento a un nivel donde el estrés muscular yace en la muñeca y no en el antebrazo. “Trataba de tocar como tocaba todo lo demás y me pasmaba, me salió una ampolla, me tenía que forrar los dedos con cinta adhesiva o me los cortaba constantemente”. Una vez bromeé con mi banda que “Soy un bajista punk, no necesito practicar”, pero eso es lo falaz del género, tiene una técnica bien específica a la que hay que acercarse con respeto –el problema no está en las notas ni los acordes, sino en el tempo. Píllate la línea de bajo en Let’s Dance.

Y el baterista era Tommy (Thomas Erdelyi). Empezó como asesor y “manager” de la banda. Uno de los problemas iniciales (además de Dee Dee y su voz) era que Joey no podía tocar tan rápido como Johnny, así que hicieron el cambio de vocalista y buscaron batería for a long fucking while, hasta que decidieron que ¿por qué no metemos a Tommy y listo? De los cuatro originales, era el músico más realizado. Compuso varias canciones, colaboró fuertemente con la producción (rol que siempre desempeñó incluso separado de la batería) y los pocos solos de guitarra que oyes en los Ramones son de él (o de Stasium). Hay una cosa que adoro del punk y es que está plagado de estos guerreros-poetas que en tarima están llenos de una rabia muy visceral, pero cuando están “de civil” son tipos muy articulados, leídos, capaces de disertar sobre el tema que les pongas. Tommy era el thinking man de los Ramones, cosa que le llevaría progresivamente al aislamiento.

LA ERA


El punk hizo explosión a mediados de los setenta en Nueva York y Londres. Estamos hablando de la Nueva York oscura y peligrosa, la que sale en Maniac, el foso séptico de Koch y David Berkowitz. Johnny cuenta que a principios de los setenta se le hizo evidente el rumbo que estaba tomando el rock; habiendo descubierto todo lo que el rock podía dar (Homero Simpson sentenció una vez, con tino, que el rock alcanzó su cúspide en 1973), las bandas habían pasado a elaboradas composiciones operáticas de docenas de minutos, muchos solos de guitarra, teclados y sintetizadores. Era el ascenso del progresivo, eventualmente parodiado en Spinal Tap. “Era frustrante, porque sabía que era música buena, pero también que nunca iba a tocar así. Podía practicar toda la vida y nunca alcanzaría el nivel musical de esa gente. Por eso me gustó tanto los New York Dolls, porque sonaban bien y no eran ningunos virtuosos”.

A finales de los 60’, Detroit se sacudió con el primer grito punk, de dos bandas tan avanzadas para su época que la mayor parte del público no lo entendió. Una era MC5 (la gente quedaba en shock cuando Rob Tyner anunciaba Kick Out The Jams –“Did he just say ‘motherfucker’?”) y la otra era The Stooges (uno de mis tres grupos favoritos ever). En un lado del espectro tenías a Led Zeppelin, Creedence Clearwater y unos Beatles bajando la cortina y, en el otro, estaba Iggy Pop siendo Sid Vicious antes de que a Sid Vicious se le ocurriera ponerse una chaqueta de cuero. Influenciado por Jim Morrison, Pop se contorsionaba en el escenario, se cortaba, se desnudaba, ofrecía coñazo y se pintaba la cara. Una legendaria grabación muestra a los Stooges en un festival, con Iggy lanzándose al público –movimiento que él inventó- y alzándose entre el océano de gente. La música, descrita como “mediocre, estruendosa y mal hecha”, tenía unos diez años de adelanto. Nadie iba a los conciertos, nadie compraba los discos, nadie entendía la filosofía.
 
Otra banda que estaba sonando durísimo eran los antedichos New York Dolls, debatidos entre el glam y el punk; se vestían de jeva, pero sus toques estaban cargados de energía y hostilidad (en una ocasión extendieron una bandera de la URSS al fondo del escenario, solamente para molestar). Aunque para 1975 las tres bandas estaban sepultadas, prácticamente todos los que galvanizaron al punk alrededor del mundo, desde Wayne County hasta Henry Rollins, eran fervorosos fanáticos de esa trinidad (Steve Jones cuenta que él aprendió a tocar guitarra metiéndose pastillas y tocando todo el Raw Power una y otra vez). Se inauguraba un género donde no importaba si sabías tocar bien o no, sino la energía que le metieras, el mensaje que transmitieras. No necesitabas meterle un solo a la canción, ni acordes elaborados, resultando en un sonido engañosamente sencillo muy distinto a cualquier cosa oída hasta el momento. Joey explicó el appeal del back to basics cuando dijo que “Empezamos la banda porque estábamos hastiados con todo lo que se oía. En 1974, todo era Elton John, sobreproducido o simplemente basura. Todo era con canciones largas, solos de varios minutos. Extrañábamos la música que sonaba antes”.

CBGB

En Nueva York, la comunidad se reunió en torno a un club dedicado al “country, bluegrass & blues” que no daba mucha plata, el proverbial CBGB. Toda la música underground de la zona (y luego de la época) establecería aquí su epicentro y en una noche, podías encontrar a un cartel con los Talking Heads, los Dead Boys, Blondie… y los Ramones.


Patti Smith, en CBGB
“Lo que pasaba con CBGB es que era el único local de Manhattan que ponía música en vivo” contó Johnny. Algo de mención es que, lejos de lo que uno podría pensar, los cuatro enchaquetados no eran pobres, ni marginales (salvo quizá Dee Dee); provenían de los suburbios de Queens, un trasfondo que se esforzaban por ocultar. En una época en que la gente estaba pendiente de Pink Floyd y Rush, no había un grupo muy grande de fanáticos de los Stooges y los Dolls, “Y fue por eso que nos conocimos” contaba Dee Dee, “Éramos amigos casi que por obligación, porque no podías conversar de estas bandas con nadie más”.

Eligieron el apellido ficticio de Dee Dee como una forma de unificar al grupo y darle una solidez en imagen que no tenían musicalmente. Hilly Cristal, dueño del CBGB, les dijo al escucharlos por primera vez que “Sinceramente ustedes son una cagada. Pero si atraen a la gente, yo les doy la tarima”.

Los conciertos de los Ramones en el CBGB son material de leyenda. Cuentan los muchos testigos que, antes de que la escena explotara, podías verlos subirse al escenario, ya con las pintas que los haría íconos, y eran ellos cuatro y otras tres personas y ya, el local desolado. El bajista hacía el famoso conteo y cada uno de los músicos empezaba una canción diferente. Johnny y Dee Dee tiraban sus instrumentos contra el suelo por frustración, se bajaban y regresaban al rato, esta vez tocando todos lo mismo. Joey podía estar cantando y se caía el micrófono (o él), el set empezaba y duraba veinte minutos tocando todas las canciones. Se peleaban y discutían ante el público. Mira este awesome:


JOEY: I don’t wanna go down to the basement!

TOMMY: Wait a minute, come on, let’s do “Loudmouth”, alright?

JOHNNY: Fuck it. Fuck it.

DEE DEE: I wanna do “I Don’t Want To Go Down To The Basement” too.

JOHNNY: Yeah, it’s two against one.

DEE DEE: I really do!

TOMMY: Fuck you all!

DEE DEE: Hey, hey, let’s go. ONE, TWO, THREE, FOUR!

Y con el tiempo, esos factores que los hacían tan distintos a las demás bandas incluso dentro del club los volvieron una de las principales atracciones. Era entendido que no tocaban muy bien, pero su identidad era ferozmente única, hasta para el punk –si te fijas, no suenan como los Sex Pistols, ni como los Dead Boys, ni como Patti Smith. Las carencias eran compensadas con energía y tres toneladas de actitud.


Y consiguieron un contrato discográfico súper rápido.

LA CONEXIÓN EUROPEA

El debut homónimo de 1976, que azotó a todos los que estaban “in the know”, antecediendo e influyendo en esfuerzos posteriores de bandas tan fundamentales como Misfits, The Sex Pistols y The Clash, pasó sin pena ni gloria por el circuito norteamericano. Las radios no sabían qué hacer; Los Ramones pasaron de tocar ante un súper full CBGB a tocar ante quince personas que si en Connecticut. Los poquísimos críticos que atendieron al material vieron que las canciones eran bastante parecidas, centradas en torno al mismo estilo, con una letra simple repetida y un coro aún más básico. Una de las razones de por qué el disco es tan famoso hoy es porque es prácticamente imposible conseguirle reviews contemporáneas. La vaina no se oyó en los Estados Unidos.

Ramones & The Clash
Uno que sí lo oyó fue Malcolm McLaren, mecenas y cerebro detrás de los Sex Pistols. Con agudo olfato para los negocios, se llevó a los gringos en Julio del 76’  a Londres para dos conciertos y cuentan los protagonistas que fueron recibidos como Los Beatles. “Cuando Joey me dijo que iban a Inglaterra, encogí los hombros” cuenta el cardinal cronista del punk, Legs McNeil. “’¿Qué vas a hacer por allá?’ le pregunté. No entendí lo significativo del viaje”. Los problemas económicos del Reino Unido habían parido a una generación de músicos con raíces obreras, procaces y demasiado peligrosos para salir en la tele. La escena que consiguieron los Ramones les recordó a la Inglaterra de los sesenta, una ebullición musical de bandas con identidades bien establecidas que se conocían entre ellos. El cuatro de Julio, los Ramones tocaron para un público de dos mil personas y, esa misma noche, debutó The Clash, abriéndole a los Sex Pistols. Al día siguiente, todos los ingleses fueron a ver a la banda de Johnny y “la música quedó obsoleta; todo el mundo le subió la velocidad a lo que estaban tocando”. Paul Simonon, frontman de The Clash, se le acercó a Johnny en el backstage y le dijo que le gustaba su música y que quería ser músico también, pero jamás alcanzaría el nivel de los Ramones. “Ah, no, no te preocupes” fue la respuesta de Joey, “deja que nos oigas, apestamos”.

Hoy se dice del mítico concierto que todo el que fue, formó una banda después. The Damned, Siouxsie and the Banshees y hasta The Smiths salieron de ahí, además del primer fanzine británico del punk, Sniffin’ Glue, titulación con raíces evidentes.



Fue deprimente volver a los Estados Unidos. Rumores de lo ocurrido en Europa llegaron a Nueva York, descolocando a todos los actores del drama, pero ese impacto no se tradujo en popularidad local. “Pasamos de tocar ante miles de personas a tocar para treinta en un localcito que en Kansas” cuenta Tommy. En 1977 sacaron dos discos, Leave Home, cuya recepción fue incluso peor que la del debut, y Rocket to Russia, un esfuerzo mejor apreciado, fuente de mi tema favorito del grupo, Sheena is a Punk Rocker. La Rolling Stone reseñó a Rocket como “el mejor disco de rock del año”.

I can listen to that shit for three hours on loop.

EL SUCIO Y LA FURIA

El destino estaría empeñado en patear la mesa. En 1978, los Sex Pistols llegaron a los Estados Unidos, como un autobús a máxima velocidad, en llamas y sin frenos. Para que te hagas una idea, los Pistols firmaron con la disquera A&M afuera del Palacio de Buckingham y el mismo día entraron en las oficinas del sello bajo los efectos de todo lo que existe. Sid Vicious fue al baño y de alguna manera rompió la taza del inodoro y se cortó el pie (iba descalzo; don’t ask). Salió caminando y llenando todo de sangre mientras Johnny Rotten resolvía un altercado con el personal de guardia a gritos e insultos. Alguien descubrió a Steve Jones en el baño de mujeres con una secretaria, bien adentrados en sesión sexual y la empresa quiso demandar a Paul Cook por unos discos que se robó (resulta que no se los robó, sólo los destruyó).

dramatización

A pesar de las excentricidades de Jim Morrison, nada preparó a Norteamérica para lo que pasó ese año. Una gira tan destructiva que extinguió al grupo, se centró principalmente en los estados sureños bajo la calculadora mirada de McLaren, que sabía lo que iba a pasar si metía al grupo en un entorno conservador. “Fue entonces que Sid, ya con una fuerte adicción a la heroína, se hizo en verdad vicioso” cuenta Johnny Rotten.

La prensa vio a Rotten antagonizando al público (“Vamos a tocar cinco canciones nada más porque este es un pueblito de mierda”) y a Sid escupiéndole sangre a una fan en Texas (en el último concierto saludó a la audiencia con “¿Cómo están esos vaqueros maricos?”) y asumió que todos los punks eran así, asociación fatal para los neoyorquinos. Popmatters reporta que al bajar del escenario, “(Vicious) le dio una patada a una fotógrafa, atacó a un guardia de seguridad y retó a uno de sus propios guardaespaldas hasta provocar una pelea, que perdió. Golpeado, dijo ‘Me caes bien. Ahora sí podemos ser amigos’”. Si los Ramones apenas estaban sonando en la radio, la gira de los Pistols cerró todas las puertas que empezaban a abrirse.

Y lo peor es que tenían cierta razón. “Sé cómo te imaginas que era viajar en esa van con los Ramones” cuenta Legs McNeil. “Bueno, yo lo hice y te puedo decir que no era agradable”. Danny Fields, manager, describe a Joey como “frágil y compulsivo. Se enfermaba fácil y era casi supersticioso. Si no tocaba un número específico de escalones, tenía que subir las escaleras para bajarlas otra vez”. Dee Dee era un heroinómano y su novia una prostituta drogadicta con la que peleaba constantemente. Johnny era “complicado, controlador, estaba todo el tiempo molesto, era neurótico”. Y Tommy, que sentía que se volvía loco, se retraía más y no hablaba con nadie.

“Una vez entramos en un restaurant, nos sentamos a comer y Connie estaba con nosotros” cuenta McNeil. “De la nada, Johnny le dice a Dee Dee ‘¿Cómo puedes salir con semejante puerca? ¿Cómo besas a esa cochina? ¿No te das cuenta de que es una cerda?’ Dee Dee casi que tuvo una convulsión. Sacó su navaja y se lanzó contra Johnny, tuve que meterme entre los dos. Y Johnny le decía ‘¿Qué vas a hacer, me vas a matar? ¿Me vas a matar? Era un desastre, me acuerdo que por esos días Dee Dee peleó con alguien y le metieron una puñalada en el culo. Iba cojeando a todos lados, no se podía sentar bien…”.

Y en ese contexto, Tommy renunció. “Johnny me ofrecía coñazo todos los días, Dee Dee se burlaba de mí y Joey me ignoraba. Concluí que, aunque quería seguir en la familia, no podía seguir de gira”. Retornó al papel en el que se sentía más cómodo: la producción.

AND THIS IS WHERE IT GETS WEIRD

El primer día en que el nuevo baterista entró en la banda, entendió por qué es bueno nunca conocer a nuestros ídolos.

“Joey casi nunca se bañaba, comía sándwiches que tenían semanas en la nevera y tenía un severo trastorno obsesivo-compulsivo” cuenta Marky Ramone (Marc Bell). “Johnny era racista, se creía un general y era de la extrema derecha más recalcitrante. Y Dee Dee, que era un heroinómano cleptómano con locura a bases llenas, venía con Connie, la stalker violenta. Tuvo tantas sobredosis que cuando llamaban al 911, ya las operadoras los reconocían”.

Alrededor de 1978, todos los grandes jugadores de la escena eran artistas firmados, muchos de ellos con mayor éxito comercial que los reyes del CBGB. Misfits, The Clash y hasta Blondie sacaban propuestas con evidentes influencias de Ramones, reportando mejores dividendos. Era la hora de buscar un sonido más comercial. ¿Sabes las palabras de Marky que acabas de leer? A alguien se le ocurrió que el productor ideal para la banda era Phil Spector, uno de los freaks más grandes de la música, culpable por el homicidio de la actriz Lana Clarkson en el 2003.

Un disco nuevo había salido en el interín, Road to Ruin, al que Tommy enfocó con contundente realismo (“Si de este no sale un gran single, nunca va a salir”). I Wanna Be Sedated, una de las canciones más famosas del punk, es corte del álbum, que si bien se acercaba más al pop, no representó un cambio significativo de ventas o popularidad. Lo primero que hizo Spector fue deshacerse de Tommy y enfocarse en Joey, a quien trataba como la estrella del show (y probablemente sí mejoró su técnica vocal). Proclamaba a los cuatro vientos que este sería el disco más grande de los Ramones, pero pronto se volvió Phil Spector y donde antes había simpleza a la hora de grabar, el esfuerzo grabado en esa mansión terminaría costando doscientos mil dólares. Días marcados por Phil sentado frente a la consola, exigiéndole a Johnny que tocara el mismo acorde cien veces. Y cuando los Ramones trataron de abandonar el estudio, Spector sacó las pistolas.


“Éramos rehenes” cuenta Dee Dee. “Las puertas de la mansión estaban cerradas, había perros guardianes en el patio y cuando salí a buscar a Phil, lo encontré armado. Me apuntó y me dijo que regresara al estudio. Cuando sus guardaespaldas nos tenían controlados, enfundó la pistola, se sentó ante el piano y nos forzó a escucharlo tocar ‘Baby, I Love You’ hasta las cuatro de la mañana”.

El resultado, End of Century, es un LP divisivo entre los fans al sol de hoy. Diversificó muchísimo el rango musical de los Ramones y produjo sencillos pegajosísimos, como “Do You Remember Rock ‘N’ Roll Radio?” y la famosa “Rock ‘N’ Roll Highschool”, pero estaban mucho más cerca del rock convencional que las notas que cerraron el Rocket to Russia.


Fue por esos días que ocurrió el más importante conflicto entre Joey y Johnny. De por sí eran bastante diferentes -Joey era un liberal luchador de los derechos civiles y Johnny un republicano de línea dura que podía pasarse cuatro horas predicando sobre cómo Ronald Reagan era lo mejor que le había sucedido al país. Existen distintas versiones de lo que pasó, pero parece que Johnny se agarró a la novia de Joey cuando todavía eran pareja. Todos los que conocían a Joey concuerdan en que esa era la primera relación en la que se enamoró de verdad y la ruptura le afectó mucho. Difícilmente podemos decir que la relación entre Johnny y Linda era lujuria temporal, porque se casaron, fueron devotos esposos y quedaron juntos para siempre, pero Joey, que tenía memoria de elefante, “era capaz de mantener rencores durante décadas”. Guitarrista y vocalista dejaron de hablarse para el resto de sus vidas, a pesar de tocar juntos por años.


She went away for the holidays
Said she’s going to L.A.
But she never got there, she never got there, she never got there, they say
The KKK took my baby away
They took her away, away from me
I don’t know where my baby can be
They took her from me, they took her from me

-Joey Ramone, “The KKK Took My Baby Away

EL LARGO ADIÓS

Los 80’ fue una década muy dura para los yanquis y la situación apenas mejoró con los 90’. Marky, que bebía como corsario, fue expulsado, abriendo paso a Richie Ramone (Richard Reinhardt). La historia de siempre, Richie se llevaba bien con todo el mundo, excepto con Johnny. “Se hizo insoportable con el tiempo” cuenta Richie. “Para algunas cosas yo era un Ramone y para otras no. Él esperaba que cumpliera con mis responsabilidades, pero a la hora de repartir regalías, yo no era un músico sino ‘un ayudante’. Y estábamos haciendo muchísima plata con la mercancía. Yo no tenía tres días, sino cinco años con ellos. Era justo que me llegara dinero de esas franelas”.


Richie salió del grupo en 1987 y el ex-bataquero de Blondie participó en dos estériles ensayos. Marky regresó (“Los conseguí igualitos; Joey y Johnny todavía se odiaban, casi diez años y nada estaba resuelto”), pero Dee Dee empezó a echar vaina. La anorexia y la bulimia se sumaron a sus adicciones clásicas, atravesaba un cruento divorcio y su inestabilidad mental era un reto para el resto de la humanidad. En uno de los episodios más bizarros del rock, salió de la banda que construyó porque “nunca iba a sanarse mientras siguiera ahí” y empezó una carrera en el hip hop bajo el mote “Dee Dee King”. Mientras menos hablemos de eso, mejor.

Marky describe la separación como “si Paul McCartney se hubiese ido de los Beatles”. “Varias personas me dijeron que era hora de separarnos” relató Johnny. “Me preguntaron cómo podíamos seguir en una banda sin él. Lo tomé como un reto, decidí que encontraríamos a un clon de Dee Dee y lo haríamos funcionar”. El mentado clon vino en la piel de CJ Ramone (Christopher Joshep Ward), bastante más joven que sus nuevos compañeros, renunció a los marines para unirse a la banda. Todo el mundo (excepto adivina quién) recibió al nuevo bajista como una bocanada de aire fresco, un bajista dedicado que refrescó al grupo en sonido y en imagen. Estableció fuerte amistad con Marky y con Joey, a quienes veía “como amigos y como mentores” y sirvió de nexo con una década bastante nutrida por la sangre de la banda. A lo largo de los 80’, el punk tradicional se fue marchitando para dar paso al hardcore y al california punk. La movida de Seattle, infestada de bandas punk, transformó al sonido en una cadencia autóctona que tomó al mundo por asalto cuando Nirvana sacó su famoso Nevermind –de hecho hay un truco famoso que puedes hacer con guitarra o bajo: Toca el intro de “God Save the Queen”, la rola de los Pistols. Ahora invierte las notas y tócala más lento. Acabas de convertir al punk en grunge.

Bandas como Rancid, Dead Kennedys y Black Flag eran las abanderadas del género, cada vez menos preocupado con la protesta y más enfocado con pasar un rato chévere con los panas. El 30 de Abril de 1991, los Ramones se embarcaron en una gira por Sudamérica y una legión los recibió en Sao Paulo coreando “Hey, ho! Let’s Go!” Para 1993, Kirk Hammet declaraba su amor por los Ramones y le hacían eco desde Soundgarden, Pearl Jam y Red Hot Chili Peppers. Ese mismo año, el cuarteto yanqui apareció en Los Simpsons.


“Eran muchísimas bandas que estaban explotando en el mainstream, se influían de Ramones y nosotros encajábamos perfectamente entre ellos” cuenta CJ. “Por alguna razón, esa popularidad no se nos pegó”. Era la misma historia de Inglaterra en 1977 y con más de veinte años de carrera, estaban menos dispuestos a soportar el contraste entre tocar para un océano de personas en el exterior y treinta personas en Philadelphia. Un decimocuarto disco, titulado ¡Adios Amigos! antecedió a un último concierto, el 6 de Agosto de 1996. “La vibra esa noche fue rara” dijo Johnny, “Terminamos de tocar, entregué mi guitarra, me cambié de ropa y me fui. No recuerdo decirle ‘adiós’ a nadie. Quizá les dije algo, pero no recuerdo despedidas”.

LEYENDAS


“La primera vez que vi los Ramones, era muy joven. Antes de que empezara el show, traté de acercarme y alcanzar el escenario. El lugar estaba lleno y me puse nervioso. La multitud era intensa, la mirada de la gente. Parias. Punks incondicionales con pinchos en las chaquetas y cadenas en las botas. Skinheads, amantes del cine de terror, los nerds y geeks y marginados, todos listos para librar agresión en la siguiente hora y quince minutos. A medida que me acercaba vi algo realmente extraño; el paral del micrófono era demasiado alto. Un roadie pegó el set list en el suelo y medía lo que la mitad del paral. Pensé, "¿Quién va a cantar con ese micrófono?". Luego vi los amperios a los lados del escenario y, sabiendo el volumen que saldría de eso, me preocupé. Las luces se apagaron y empezó a sonar la canción de "El Bueno, El Malo y el Feo". La multitud enloqueció. Entonces salieron, ¡Uno, dos, tres, CUATRO! En la primera canción se desató el infierno. Completo caos. El tipo con las botas y las cadenas se agitaba contra ti con furia. Era espantoso y totalmente vivificante al mismo tiempo.

Pienso en la intensidad de esa noche, y cuantas veces más sucedió. Los Ramones tocaron dos mil doscientos sesenta y nueve conciertos. Ahora es que le falta a J-Lo”.
-Eddie Vedder, en la inducción de los Ramones al Salón de la Fama del Rock.

“Mi nombre es Dee Dee Ramone y quisiera felicitarme y agradecerme a mí mismo. Y darme una palmadita en la espalda. Gracias, Dee Dee. Eres maravilloso, te quiero mucho”.
-Discurso de aceptación, en su totalidad, de Dee Dee Ramone en el Salón de la Fama del Rock.

Joey Ramone trascendió de esta tierra en el 2001.
Dee Dee lo siguió en el 2002.
Johnny los acompañó en el 2004.
Tommy se les unió en el 2014.

Hoy los Ramones están más vivos que nunca.


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