Título
original: The Fly
Director: David Cronenberg
Guion: Charles Edward Pogue, David Cronenberg
Elenco: Jeff Goldblum, Geena Davis, John Getz
Cinematógrafo: Mark
Irwin
País: Estados
Unidos
Año: 1986
Tópicos: Ciencia
ficción, mutantes, terror corporal
Canción
recomendada: A veces los temas principales sí describen a sus películas.
El
doctor Seth Brundle ha hecho un
descubrimiento que, descrito acertadamente a la periodista Ronnie Quaife, “cambiará al mundo para siempre”: Con dos cúpulas y
manipulando a la física, se puede introducir algo en una y hacer que aparezca
en la otra. Teleportación, baby. El invento tiene un solo problema: Sólo
funciona con materia inorgánica. Intentando descifrar el acertijo y tras un
entregado romance con Ronnie, Seth se somete a la prueba de teleportación. No
sabe que comparte su “telepod” con una mosca doméstica y, cuando reaparece en
la otra máquina, no ha sido erradicación, ni dominación lo que la máquina
resolvió: Ha sido fusión.
Si
esta fuese una historia de Marvel, te aseguro que Seth se habría convertido en The Marvelous Fly, pero quien lleva las
riendas es David Cronenberg; Antes de continuar, te pido encarecidamente que no busques imágenes ni el tráiler ni nada
de esta película. En general nunca hagas eso con el cine de terror, pero ir descubriendo el experimento de Seth
conforme Cronenberg nos lo muestra es un espectáculo grandioso.
Por
si no lo sabes, esta película es un remake de una película homónima de 1958,
con Vincent Price. Las premisas son más o menos las mismas, pero en la primera
versión nunca nos dan una explicación científica de por qué el resultado es un
hombre con cabeza de mosca y una mosca con cabeza de hombre, como bien apunta
Cronenberg. “Sabemos que las moscas tienen aspectos distintos a la naturaleza
humana, más allá de la imagen mosaico clásica de la esposa gritando y que vemos
por los ojos compuestos de la criatura. Esos
aspectos no deben aparecer divididos en distintas partes de la película, sino
ensamblados”. Muchos de esos cambios (posibles
gracias a los efectos especiales de Chris Walas, que salió con un Oscar para
montar en el escritorio) son obvios si sabes lo más básico sobre las
moscas, pero el modo en que Seth va cambiando afecta su forma de moverse -algo
tan básico como el movimiento humano nos resulta repelente cuando cambia y va
dando paso a otra naturaleza. Todo lo que ves en pantalla es cien por ciento
creíble y, como todo buen mago, aquello que no se ve tan bien, apenas lo vemos.
La ilusión de que presenciamos a una
forma de vida real nunca se quiebra.
Genios en faena |
Pero es que el cambio también afecta a
Seth psicológicamente, aspecto
que no se comenta tanto –así de espectacular es el cambio físico. Durante un desayuno (e ignorante de lo
que realmente acaeció durante el experimento), le cuenta a Ronnie cómo se
siente más puro, más enérgico, va de acá para allá en una perorata verborréica (y
parcialmente improvisada por el actor), mientras le añade azúcar al café, y
azúcar, y azúcar y Ronnie alza la ceja, “¿Tomas tu azúcar con café?” Así como los
efectos de Walas nos venden la historia, es el genio histriónico de Jeff
Goldblum lo que nos convence de que, en efecto, cualquier persona atravesando
esta situación reaccionaría así (muchos actores rechazaron el papel por lo
exigente físicamente, algo que Jeff asumió como un reto). Geena Davis, otra
señora actriz (y novia real de Goldblum en esos años), lo acompaña como la
aterrada pareja que ve a su otrora amante deteriorarse y dar paso a algo
insospechado, por una enfermedad que no comprenden bien. Claro, imposible no ver paralelismos con la epidemia del SIDA, que
tantos estragos causaba por la época. “En realidad el espíritu tras la enfermedad
de Seth es la vejez y lo inevitable que es deteriorarnos” cuenta el director.
“Es una de las razones de por qué la historia es tan universal, porque todos
podemos identificarnos con ella. ¿Sabes cuánta gente se ha dado cuenta de sus
enfermedades fatales mientras se veían en el espejo del baño?”
Una
característica de David Cronenberg es cómo consigue el corazón dentro de lo
grotesco y esta, una de sus mejores películas en una distinguida filmografía, es evidencia de cuán cerebral es, cuánto
investiga sus proyectos, cuánto esmero le pone a escuchar el espíritu de sus
personajes (date cuenta del cambio psicológico que experimenta Stathis, el
que sería el malo en una peli convencional). Basta con decir que para desarrollar la psicología de Seth,
el punto de partida fueron los libros en primera persona de gente con
enfermedades fatales. De manera que el
impacto de The Fly no es sólo lo
físico (que es bastante), sino cómo la degeneración se vuelve mental y, por
último, espiritual. “El tema de la ética en la tecnología, la ciencia y la
moralidad es recurrente en mis películas y prevalece el concepto romántico de
llegar tan lejos que retas a los dioses. Si
vuelas muy cerca del sol, se te derriten las alas y caes a tu fin. No creo
en el destino, pero sí creo que parte de nuestra naturaleza está en cuestionar
y cambiar lo que ya conocemos, tratar de entenderlo todo, y eso tiene buenos y
malos resultados. Y nadie podrá detenerlo”.
Otra por el estilo:
Otro
maquillaje icónico en corazón grotesco, El Fantasma de la Ópera.