Título
original: The Fly
Director: David Cronenberg
Guion: Charles Edward Pogue, David Cronenberg
Elenco: Jeff Goldblum, Geena Davis, John Getz
Cinematógrafo: Mark
Irwin
País: Estados
Unidos
Año: 1986
Tópicos: Ciencia
ficción, mutantes, terror corporal
Canción
recomendada: A veces los temas principales sí describen a sus películas.
El
doctor Seth Brundle ha hecho un
descubrimiento que, descrito acertadamente a la periodista Ronnie Quaife, “cambiará al mundo para siempre”: Con dos cúpulas y
manipulando a la física, se puede introducir algo en una y hacer que aparezca
en la otra. Teleportación, baby. El invento tiene un solo problema: Sólo
funciona con materia inorgánica. Intentando descifrar el acertijo y tras un
entregado romance con Ronnie, Seth se somete a la prueba de teleportación. No
sabe que comparte su “telepod” con una mosca doméstica y, cuando reaparece en
la otra máquina, no ha sido erradicación, ni dominación lo que la máquina
resolvió: Ha sido fusión.
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Genios en faena |
Pero es que el cambio también afecta a
Seth psicológicamente, aspecto
que no se comenta tanto –así de espectacular es el cambio físico. Durante un desayuno (e ignorante de lo
que realmente acaeció durante el experimento), le cuenta a Ronnie cómo se
siente más puro, más enérgico, va de acá para allá en una perorata verborréica (y
parcialmente improvisada por el actor), mientras le añade azúcar al café, y
azúcar, y azúcar y Ronnie alza la ceja, “¿Tomas tu azúcar con café?” Así como los
efectos de Walas nos venden la historia, es el genio histriónico de Jeff
Goldblum lo que nos convence de que, en efecto, cualquier persona atravesando
esta situación reaccionaría así (muchos actores rechazaron el papel por lo
exigente físicamente, algo que Jeff asumió como un reto). Geena Davis, otra
señora actriz (y novia real de Goldblum en esos años), lo acompaña como la
aterrada pareja que ve a su otrora amante deteriorarse y dar paso a algo
insospechado, por una enfermedad que no comprenden bien. Claro, imposible no ver paralelismos con la epidemia del SIDA, que
tantos estragos causaba por la época. “En realidad el espíritu tras la enfermedad
de Seth es la vejez y lo inevitable que es deteriorarnos” cuenta el director.
“Es una de las razones de por qué la historia es tan universal, porque todos
podemos identificarnos con ella. ¿Sabes cuánta gente se ha dado cuenta de sus
enfermedades fatales mientras se veían en el espejo del baño?”
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Otra por el estilo:
Otro
maquillaje icónico en corazón grotesco, El Fantasma de la Ópera.
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