Director: Franck Khalfoun
Guion:
Alexandre Aja, Grégory Levasseur, C. A. Rosenberg
Elenco: Elijah Wood, Nora Arnezeder
Cinematógrafo: Maxime Alexandre
País: Francia
Año: 2012
Tópicos: Asesinos en serie, art-house, gore
Tema sugerido: Todo el soundtrack es excelente, pero si tuviese que
recomendar un solo tema, sería este.
El otro día vi un
panel que tuvo Tom Savini en una horror-con, casualmente comentando su labor en
Maniac, una película de 1980
dirigida, escrita y protagonizada por Joe Spinell. “Escuché que hicieron un
remake” dijo Tom, “que nos pusieron en los ojos del asesino, cosa que para mí
daña la tensión porque no somos la víctima. ¿Ustedes ya la vieron? ¿Qué tal
es?”
El público la ovacionó.
Tom alzó las cejas. “Really? I guess I’ll have to see
it, then”.
Antes de discutir Maniac, anda a verla. De verdad,
verdad, verdad, verdad es una película que te asalta mejor entre menos sepas de
ella. Si ya la viste o eres
demasiado curios@:
El mundo está plagado
de enfermos y pocos están tan perturbados como Frank Zito. Hijo de una prostituta y testigo de esas actividades
nocturnas, está tan marcado por una infancia mancillada que hoy es incapaz de
tener relaciones significativas con una mujer. Sus impulsos sexuales tienden a
manifestarse con compulsiones violentas marcadas por un fetichismo hardcore que
le horroriza, le asquea y le fascina. Luchando por hacer las paces un pasado infeliz
y buscando solventar su soledad, Frank sale por las noches a acechar mujeres, a
estudiarlas, a matarlas. Es un monstruo con rostro de querubín. Un maniático.
Hay mucha gente que
pierde el culo por la Maniac de 1980,
una película que, sinceramente, me parece cualquier vaina. Sé que el muerto
tiene dolientes, pero es una película sin algo recomendable, más allá de los efectos especiales de Tom
Savini. En aquella, Frank Zito es un gordo grasiento que vaga por Nueva
York y mata gente. Ya, no pasa más nada.
Esta, en cambio, es la mejor película de asesinos en serie que
he visto. Ya hablamos de Silence of the Lambs, pero esta, sin Lecter, es
más realista y nos obliga a convivir con el terror. Su herramienta más
cacareada es un interesantísimo experimento: Toda la película transcurre en POV. Experimentamos la psicosis y la
enfermedad en primera persona, más voyerista incluso que Peeping Tom: en una escena, Frank está en el metro stalkeando a una
mujer. La caraja se da cuenta (Frank la mira fijamente) y se hace la loca,
echando vistazos de tanto en tanto. Inmerso en la película, me descubrí
disimulando y mirando en otra dirección, entendiendo que el experimento funciona.
Me sentí en los zapatos del personaje y
actué como lo habría hecho en la vida real. Claro, Frank tiene otra forma
de ser. Y estamos forzados a vivir con él.
En otro actor, habría
sido un fracaso. Muchos en Hollywood (no diré nombres) exigen cambios en el
libreto para ser resaltados. “¿Una película donde voy a ser el protagonista y
casi no me veo? Olvídalo”. Elijah Wood asume el rol con una valentía y
sinceridad digna de todos los elogios –cuando
lo vemos por primera vez, ha pasado más de diez minutos. Al saber que iban
a re-hacer Maniac, lo que pensé fue “Ya
no saben de qué palo ahorcarse. ¿Y con Frodo? ¿A quién se le ocurre darle ese
papel a Frodo?” Lo que yo no sabía es que Wood
es fan del terror. Luchó por el papel y el acercamiento le encantó, retando lo que como audiencia esperamos de
él. Bajo la pregunta “¿Qué piensas de las críticas de casting?” dio una
respuesta admirable: “Traté de no tomármelo personal, porque yo entiendo. Es
una película oscura con un rol distinto a todo lo que he hecho. Lo que hay que
entender sobre los fans de estas películas es que son muy territoriales, aman
las historias y se las toman como si fueran de ellos. Yo soy así y yo hubiese
reaccionado igual. Me quedé callado y esperé que mi actuación fuera digna”.
Y es muy digna, Mr.
Wood. Es súper fuerte, porque a veces sentimos lástima por Frank. Incluso
cuando el tipo mata, hay momentos en que
se demuestra como un triste fracasado atrapado en un ciclo que no sabe cómo
romper. Ojo, la lástima es de que te quedas viendo boquiabierto murmurando
“You poor, sick motherfucker”. La misma
lástima que sientes por un perro en las últimas etapas de rabia, piedad
sabiendo que debe morir. Y entonces es tan depredador y tan monstruo que te
vas al otro lado del espectro, ¿cómo puedes ser tan inocente y victimizado si
sales a la calle sabiendo cómo terminará la noche? Tras esta película, soy fan
confeso de Elijah Wood. Me equivoqué con
mi primera impresión y cómo me alegra.
Pero la película funciona también por los esfuerzos de
Maxime Alexandre, el cinematógrafo. ¿Te has dado cuenta de que siempre menciono a los cinematógrafos en las
fichas técnicas? Es porque son vitales en las películas, su contribución
determina el look del film. Aquí, es él quien nos encarna en el asesino.
Frecuente colaborador de Alexandre Aja (productor), es casi magia lo que hace para evitar que la ilusión se rompa. Esta
película, más que ninguna otra, es un triunfo del arte cinematógrafo.
Algo que me llamó
muchísimo la tensión es la dinámica que
se desarrolla entre Frank y Anna, una chica que conoce y por la que se
enamora. Dejaré esto en blanco porque tiene spoilers y es mejor que leas
después de haber visto la película (para leer, resalta con el mouse): La tipa
no parte del interés sexual, sino amistoso y nos creemos su sinceridad. Frank
está desesperado por hacer que esto funcione (irónico que la lleva a ver Caligari), sin que ella sospeche la
clase de bestia que es. Pero lo que ni él ni nosotros sabemos, es que Anna está
interesada en los maniquíes. Es fotógrafa y los quiere para una exhibición
artística. Cuando la caraja dice “Sí, es que estaba hablando con mi novio”,
tanto Frank como nosotros nos sentimos engañados. “Ya va, ¿tú tienes novio?” La tipa nos manipula como Frank la
manipula. Las apariencias y su valor, es una película nihilista porque nos
dice que todo el mundo tiene un interés. Inofensivo o depravado, pero nadie es
inocente.
Otra cosa que merece
comentario es la patología del protagonista. ¿Qué tan realista es? Jeffrey Dahmer tenía una igualita. Durante
uno de los asesinatos, Frank hace algo con un grito orgásmico, uno de los pocos
momentos en que lo vemos desde afuera, como si se sintiera fuera de su cuerpo. Andrei Chikatilo describía eso mismo
–incluyendo la liberación sexual. Da miedo por muchas razones, a veces Frank está en conversaciones
casuales y vemos las señales claras de que algo está mal, en su
comportamiento, su modo de hablar, sus manos (las clases de manos que te hacen
fruncir el ceño y disimular en la calle), nos cuesta creer que seamos las
únicas personas que se dan cuenta y queremos advertir a las víctimas. Pero eso pasa de verdad. Es como una
vez leí, “Parece mentira, pero hay gente
que no sabe que pasear por Central Park a las once de la noche es peligroso”.
Hay gente que critica una escena, en que la calle está totalmente sola, sólo
con Frank y su víctima. Eso me ha pasado
a mí, es una de las veces en que me asaltaron en Caracas. Un domingo tipo
7:30 pm, era el único en la calle y pensé “Ahorita estoy pagando, soy el perfecto
peluche”. Efectivamente, como al minuto y medio, wham, quieto. Y cuando eso pasa, you’re on your fucking
own, nadie va a intervenir ni a meter las manos en el fuego por ti. El
famoso “síndrome de Kitty Genovese”.
Otro detalle: En
numerosas ocasiones, Frank dice que le están dando “dolores de cabeza”. Yo creo que son ataques de ansiedad,
ataques de pánico clásicos. El tipo hiperventila, se ahoga y siempre en la
compañía de mujeres, cuando se siente presionado sexualmente –fíjate que
durante uno de los ataques, está seguro de que todo el mundo lo está mirando.
Ansiedad. Maniac es aterradora, mucho
más que su film original, porque no nos habla de algo fantástico o algo que
podría pasar. Nos habla de algo que ha pasado.
La película es
buenísima, pero no es para todo el
mundo. Te lo advierto, es de las más gráficas de esta lista. Seguro existe
una versión censurada, pero si ves Maniac,
el consejo de siempre: Vela en su versión íntegra. La crítica coincide, “Es una
buena historia, pero es demasiado sangrienta”. “Tuvimos una demostración en Los
Angeles y alguien se desmayó, por lo que me felicito” dice Khalfoun. “La
película tiene que meterse entre tus dientes –es una clase de miedo diferente;
más nauseabundo que terrorífico. Te vas a encontrar asqueado y no glorificando
al crimen. Esa es nuestra afirmación sobre los asesinos en serie”.
“Maniac es un art-house film sumergido en un baño de
sangre” dice una crítica y no
podría estar más de acuerdo. Es una película que, con una estética y una fotografía
hermosa,
nos siembra el temor a Dios. Después
de verla, empecé a trancar las puertas de la casa con llave y picaporte. ¿Qué
mejor cumplido le puedo hacer?
-o-
Y así hemos llegado al
final de Sympathy for the Creature. Estaré publicando la lista de
películas para su más fácil acceso. Ha sido un experimento interesante, mucho
trabajo pero la pasé genial, me gusta esto. Un abrazo a los lectores casuales y
los constantes, tengan un tenebroso Halloween… y vean un par de películas.