lunes, 26 de octubre de 2015

SYMPATHY FOR THE CREATURE: Pesadilla en la Calle del Infierno (1984)




Título original: A Nightmare on Elm Street

Director: Wes Craven

Guion: Wes Craven

Elenco: Robert Englund, Heather Langenkamp, John Saxon, Johnny Depp

Cinematógrafo: Jacques Haitkin

País: Estados Unidos

Año: 1984

Tópicos: Espectros, pesadillas, slashers



Wes Craven no era nuevo en el terror. Profesor universitario, abandonó la facultad para hacer películas y mira que entró desde abajo. Hoy son clásicas, pero en los 70’ era considerado de muy mal gusto. Tenía la película de venganza Last House on the Left, que tomó elementos de Texas Chainsaw y le subió a la violencia. The Hills Have Eyes se parece incluso más. El consenso era que entre más rápido desapareciera este cuasi amateur, mejor.

Entonces Wes tuvo una idea. Leyendo la prensa, dio con un artículo sobre unos jóvenes refugiados de Indochina que tenían problemas para dormir. “Problemas” no lo describe bien: Se estaban muriendo. Nadie podía explicarlo, pero se iban a dormir, tenían pesadillas de esas que gritas dormido, wham, falla cardíaca. El último de ellos renunció al sueño. Paranoico nervioso, estaba convencido de que si se quedaba dormido, moriría. Los padres lo llevaron al doctor y le prescribieron pastillas. La paz pareció llegar, el muchacho tenía sueños tranquilos.
Una de esas noches, los padres del muchacho lo escucharon gritando. Fueron corriendo a la habitación y lo encontraron en medio de una pesadilla. Efectivamente, murió. Resulta que había escondido todas las pastillas bajo el colchón y tenía en el closet un termo de café. Había aguantado lo humanamente posible.

That shit really happened.

Fascinado por esa historia, el director le añadió a su bully de la escuela, un tipo llamado “Freddy”. El apellido vino por uno de los malos de Last House, Krug. El arma homicida nació de ver al gato arañando el sofá.
Nacería Freddy Charles Krueger, una leyenda del cine de terror.

En Sympathy, hemos hablado muchas veces de las películas de terror inteligente y la nubosa frontera entre la realidad y la fantasía, pero este quizá es el film que mejor lo explora. Ten en cuenta cómo nació la historia y pilla los detalles geniales que Craven le añadió: Un grupo de jóvenes tiene problemas del sueño. Reunidos y hablando al fin del tema (ninguno espera que los demás le crean), concluyen que todos están soñando con el mismo tipo. Tengo que pausar aquí, porque esa premisa es brillante. Imagínate lo aterrador que sería pasar varias noches con pesadillas del mismo tema y descubrir que tus amigos están iguales que tú. Pero es que la vaina empeora: Todo lo que les pasa en los sueños, les pasa en la vida real. Si este hombre (deforme, portando un sombrero y un guante con largas navajas) te corta, despiertas con la ropa ensangrentada y el corte ahí, en tu piel.
Los adultos no les creen. Están solos contra un asesino ineludible.

Esta es la película que volvió a Wes Craven un amo del terror. Su dirección es privilegiada, desde que abre la película se crea un ambiente de tensión poderoso, el suspenso conduce a la paranoia porque no sabes cuándo te has quedado dormido ni qué es real. Cuando los personajes sueñan, la vaina tiene el tinte de las pesadillas: La geografía cambia, el tiempo se alarga o se contrae y la forma en que se conduce Krueger es la de un sádico de la peor especie. ¿Qué tan efectivo es? La primera película que recuerdo haber visto es la secuela de esta. Estoy viendo a Freddy desde chiquito y nunca me asustó (quizá porque mi mamá, fan del terror también, nunca hizo a las películas aterradoras, todo era con la seguridad y el calor de tenerla cerca). En los tempranos 90’, el personaje era un fenómeno cultural, había juegos de Nintendo, series de televisión, pasaban las películas a las cinco de la tarde y, en ellas, Freddy echaba chistes y hacía cosas propias de adolescentes. Amaba al personaje y quiero a Robert Englund como si fuera familia, como a un tío lejano. Veré lo que sea donde salga él y lo apoyaré ciegamente.

Bueno, pasé muchos años distanciado de esta película hasta que la volví a ver, ya de grande (diecinueve, veinte años). Me aterró. Recordaba en líneas generales lo que iba a pasar, pero todo está en la ejecución. Wes Craven era capaz de tomar a un personaje con el que eres ultra-familiar y volverlo aterrador. “Verga, Freddy es el maestro del suspenso” me dijo el primo con el que la estaba viendo.

Voy a hablarte rápido de las actuaciones, porque quiero volver a los temas del film. Heather Langenkhamp es la reina de las final girls. Esta peli salió en 1984, el año en que los aficionados coinciden que el slasher cantó su última tonada, pero nunca, ni siquiera en Halloween, una heroína había enfrentado al asesino con la sagacidad y la fiereza que utiliza Nancy Thompson (se puede dar las manos con Ellen Ripley). Todo está en las manos de su actriz y el astuto guion (“Por dios, luzco como una mujer de 20” dice Nancy al verse en el espejo –esa era la edad real de Heather).
John Saxon es una extraña adición al elenco (¿la última vez que lo vimos no fue en una peli de Bruce Lee?), pero trabaja tan bien que este se volvería su papel más famoso. Tampoco te pierdas la primera aparición de Johnny Depp en cine.
Y Bobby Englund, el hombre que abrazó su estatus como estrella del cine de terror. Ve la película, es todo lo que te diré de su actuación.

¡Y de qué forma entra en escena! Cuando Freddy finalmente actúa, el ambiente de pavor es palpable. Tina, la chica con quien abre la película, se ha dormido otra vez y su pesadilla es una de las escenas más impresionantes del cine. El modo en que se desdobla la realidad es una vaina que marca el tono de lo que vendrá. Brutal, violento y aterrador, Craven nos asalta con la originalidad de su historia. Toda esa secuencia es acojonante, me encanta esa escena.

Mucho se ha hablado sobre el interés que Freddy cobra por Nancy. YO CREO que es de carácter sexual, aunque fue negado por Craven y Englund. Fíjate bien. El tipo espía a Nancy cuando se viste, la ataca en la cama (obviamente), cuando ella se está bañando el tipo se mete en la tina (¿y viste de donde salen las garras?). Pero el momento definitorio viene cuando, desesperada, Nancy trata de llamar a Glenn y la bocina del teléfono se convierte en la boca del asesino. “Ahora tu novio soy yo” dice Krueger, lamiéndole la boca a nuestra protagonista.

O sea.

El remake fue más lejos con eso y volvió a Freddy un pederasta, que es un cambio que a veces me gusta, a veces no. Es decir, volverlo explícito hace al personaje muchísimo más oscuro (ya no es el diablillo que hace chistes, sino un monstruo culpable del peor de los delitos), pero ¿no era mejor cuando la cosa estaba implícita? Fue una sabia decisión de Craven el controlarse, el dejar que tú saques tus propias conclusiones.

(Y ya que hablamos del remake, infausta decisión la de sustituir los efectos especiales de esta con efectos computarizados).

Lo otro es que todo indica (y así fue establecido en las secuelas) que, entre más le temas a Freddy, mayor es su poder en el mundo “despierto”. Qué metáfora tan brillante para el poder del terror. Porque, claro, cuando le tienes fobia a algo o cuando tienes pesadillas recurrentes, te golpean de tal forma que tu vida diaria se ve alterada. Lo que se hizo acá fue darle personalidad a esas disfunciones. Y me gusta mucho más que todo quede en subtexto, porque ese rasgo de Freddy no nos lo explican nunca aquí. Entonces entre más avanza la película, el tono es mucho más surreal.

Ese mismo tema sería explotado otra vez, con maestría, por el mismo director en la mejor secuela de la saga (una excelente película), Wes Craven’s New Nightmare.

Una película brillante en todo sentido de la palabra, por donde la ataques. Volvió a su estudio, el naciente New Line Cinema, un estudio grande y serio y a Krueger un símbolo que rivaliza con Dracula. Por mucho que se hable de las glorias de Halloween, para mí, A Nightmare on Elm Street es la mejor slasher de la historia.

3 comentarios: