LA
CASA DEL DRAGÓN, PRIMERA TEMPORADA
Ep. 4:
“Rey del Mar Angosto”
No hay nada más detestable que una excusa, y yo sé que siempre que digo que
voy a escribir algo y no lo hago o me desaparezco, digo que “estaba ocupado”. Siempre
ha sido cierto, pero ahora es súper cierto. Lo que bueno es que estoy metido en
cosas que me hacen bastante ilusión y pronto les mostraré.
Pero hablemos de puro sexo y droga y cuerería, esas cosas que les gustan a
ustedes:
EN STORM’S
END
Ustedes van a pensar que yo tengo algo contra Rhaenyra, pero ya saben qué
es lo que voy a decir: Muy viejo, o muy joven, o viudo, o lo que sea, pero
todos esos hombres son buenos candidatos para ella, que se permite rechazar
porque es una princesa, pero si tú lees las obras de Dickens, por ejemplo, vas
a conseguir gente de alcurnia que se casan, en la Inglaterra victoriana, por
conveniencia y por matrimonios arreglados.
En esto, como en muchas otras cosas, Rhaenyra desprecia a la tradición
macho-centrista de la época que este contexto de fantasía recrea. Eso está muy
bien, pero no creas que ese tipo de cosas se hacen sin consecuencias.
La otra lección que esta parte nos deja es que tienes que cuidar tu boca
cuando hables en público de los demás, como Jerrel Bracken aprendió en los
últimos momentos de su vida. Bitch fucked around with Shorty and found out.
EN KING’S
LANDING
En el libro, Daemon tarda una temporada en pacificar las Stepstones. Eventualmente
lo logra y se produce lo que vemos en este capítulo. Ojo, que el motivo
principal de por qué Daemon vuelve al continente no es por altruismo ni por
respeto a la corona, o al menos no necesariamente; ser coronado como “El Rey
del Mar Angosto” no tiene ningún significado porque esas son islitas pequeñas
sin ninguna producción de valor. Para él, desprenderse de esa corona no es un
acto sacrificado porque es como que te corones rey del gran castillo en el
cielo: ¿Cuántos hombres tiene ese ejército? ¿Cuántas hectáreas de tierra
fértil?
Entonces cuidado con Daemon, porque si bien yo sí creo que hay sinceridad
en su encuentro con su hermano, también está este tema de querer sabotear a la
heredera y al reino tal cual está establecido. De esto hablamos la semana pasada,
la lucha entre el hombre que Daemon es—un tipo conforme con su posición en la
sociedad, que ama a su familia—y el hombre que él cree que debe ser.
Amistades, cuando Viserys lo confronta y lo lanza contra el suelo, Daemon
le soltó de una vez que la solución era casarlo a él con Rhaenyra. Obviamente todo
esto estaba planeado desde antes de llegar a Westeros.
Es muy interesante, como lector de la saga, porque Fire & Blood no es
una novela de narrativa convencional, sino que es una cosa como El Silmarilion
de Tolkien, una cosa que se lee como un libro de historia sobre eventos que a
veces parecen contradictorios entre sí, y sobre los que existen variedad de
fuentes.
Sobre lo que pasó en este episodio hay dos versiones rodando en las calles
del reino—porque sí, todo lo que viste en este capítulo ya llegó al populacho,
y estos son rumores que van a perseguir a nuestros personajes, sobre todo a la
princesa. Una versión dice que los rasgos positivos y virginales de la princesa
fueron corrompidos por un Daemon Targaryen que le enseñó a la princesa “cómo
complacer a un hombre, ahora que está buscando esposo”. Esa versión le echa
toda la culpa a Daemon, y es la versión menos popular. La otra es la más
amarillista, la que tiene más acogida y la que dice que todo fue producto de
los bajos deseos de Rhaenyra, que era una buena muchachita hasta que probó los
labios de un hombre por primera vez y se volvió loca, en una degeneración
sexual donde ella manipulaba a la gente porque no podía controlar sus bajas
pasiones. El tipo de cosas que escribía El Marqués de Sade y que a los
parisinos les encantaba.
Sabemos que la realidad, como suele ser, está a medio camino entre esas dos
corrientes, pero lo que dice Viserys es una de las verdades básicas del poder:
En política, percepción es realidad—La mujer del César debe serlo y además
parecerlo. Y para este rumor vulgar existe precedente.
El Buen Rey tuvo una hija, tía de Viserys, llamada Saera Targaryen, que era
tal cual ese cuento de El Marqués. Era una princesa que, en ociosidad, se ponía
a hacer concursos de besos entre sus amigas y luego con los muchachitos
adinerados con los que andaba. En cuanto a personalidad, Saera me recuerda
muchísimo a Cersei Lannister, porque existía bajo la idea de que como ella era
noble, tenía derecho a hacer lo que le diera la gana. Esas aventuras suyas, que
pasaron de besitos a orgías, trascendieron al público en general y fue un
mega-escándalo del que nunca se arrepintió, y de hecho Saera emigró a Las
Ciudades Libres, a ejercer como cortesana.
Entonces ese chisme de “La Targaryen depravada” ya existía antes de que
empezaran a rodar cuentos sobre Rhaenyra, y esos son cuentos que entretienen al
populacho y que benefician a mucha gente en las esferas del poder, empezando
por Daemon, porque dime tú, en una sociedad feudal como esta, ¿quién va a
querer casarse con una mujer que no es doncella, y sobre la que existen
rumores?
Es por eso que casar a Rhaenyra con el primogénito Velaryon es una buena
jugada, y en la segunda mitad del episodio la princesa está jugando ese Juego de
Tronos como una profesional, perjudicando a Otto Hightower, que si bien no
tiene nada qué ver con el rumor—hable
ese tipo o no de lo que pasó, ya eso llegó a la calle porque además los vio
mucha gente—, igual la de él es una presencia que está ahí para dañar a los
Targaryen pretendientes al Trono.
La pregunta que yo hago ahora es, ¿esto beneficia más a quién? ¿A Rhaenyra… o a Daemon?
No hay comentarios:
Publicar un comentario