domingo, 10 de julio de 2016

“¡IRON MAN ES UNA MUJER!” y otras mentiras



Tony Stark nunca va a dejar de ser Iron Man.

“¡Pero es que Marvel dijo---“, sí, ya sé lo que dijo. Salió hasta en CNN. Es mentira, hijo.

Porque, ve, ya tocamos el tema (con predicción incluida, porque a veces soy Nostradamus), pero una explicación adicional luce necesaria. El show-business está compuesto por dos partes, el show y el business, y esto que está pasando es natural en un medio que ha existido por casi un siglo, pero sólo ahora se hace mainstream.

Y vamos a hablar de lo que todos pensamos: la inclusión forzada. Me considero políticamente liberal, pero los SJW, siglas de “Social Justice Warriors”, son una rama nueva y recalcitrante del liberalismo, por lo general jóvenes y siempre ingenuos, que creen que Joseph Kony va a ser capturado por una campaña en Facebook y que criticar la nueva Cazafantasmas representa misoginia, en vez de, por ejemplo, cortarle el clítoris a las niñas en África. Como luchar por las esclavas sexuales de Tailandia es laborioso, complejo e impredecible, los SJW atacan aquello con lo que conviven en su pequeño mundo, la cultura popular. Te miran feo si en tu elenco no hay un transexual, si usas la palabra “negro” o si hay chistes de enanos —una vez discutí rudo con uno porque un tipo aparentemente violó a una muchacha en una universidad gringa y yo sugerí que, como el panorama no estaba claro, era mejor respetar el principio de inocencia, sabes, una conquista de la civilización occidental. Me llamó “enemigo” y “agente de la cultura de violación”.

Quiero decirte con eso que no simpatizo para nada con los SJW (no te pierdas la vez que Triumph los visitó; imagínate a esos niñatos en la recluta con el Gunny)… pero estoy seguro de que no tienen nada qué ver con esto.

No, no, ya sé, calma, deja que me explique. La gran misión del negocio, desde la primera revista hasta hoy, es hallar nuevos lectores. Antes de que DC, Marvel y EC tomaran firme control del mercado, existían muchas empresas en la denominada “Era Dorada”. Sacaban cómics de soldados, de vaqueros y románticos, pero siempre los mismos capítulos. ¿La historia de Tarzan quedó inconclusa al final del capítulo veinte? Mala suerte, porque el mes que viene arranca desde el primer capítulo otra vez. La idea, y esto te da una noción de cómo el negocio se descubría a sí mismo, era que un niño toma un cómic a los ocho años. Lo leerá por cinco o seis años más y lo echará a la basura porque sus intereses irán al béisbol, las chicas o “literatura de verdad” (una de las razones de por qué Marvel coronó tan duro en los 60s fue porque atendió al público adolescente; creo que hemos hablado de esto).

Entonces no podemos hablar de un dominio sobre la cultura popular mundial porque ni siquiera tenía control sobre la cultura local. Desde que Adam West bailó twist con Gatúbela, al medio le quedó claro que el audiovisual era una avenida directa para explotar a la audiencia (se dice que los 60s tenía tres B: Beatles, Bond & Batman) y pasó cincuenta años buscando un puesto firme en el cine, porque para leer un cómic necesitas, primero, saber leer, segundo, la vocación para leer y tercero, gusto para sacarle jugo a lo que lees. Por otra parte, puedes ser totalmente analfabeto y aún así entender que Arnold es un robot del futuro, que quiere matar a Sarah Connor y que Michael Biehn es un humano con la misión opuesta. Es más accesible.

Esa misión sólo se logró en los 2000s, tras valientes aunque torpes pasos. Cuando entramos en los 2010s, resulta que el fanbase del cómic no son sólo los carajitos estúpidos de clase media gringa, sino gente como tú o yo del tercer mundo, hombres Y mujeres, caucásicos, pero también negros, asiáticos e indios. Yo recuerdo que en los 90s le preguntaron a Todd McFarlane por qué Spawn era negro. Él respondió que durante su salto a la fama, con Spider-Man, se imaginó una historia en que Spider-Man defendía a unos supremacistas blancos y al final se quitaba la máscara. En aquel entonces habría sido un shock; incluso cuando Nightcrawler se hacía pasar por humano normal, era blanco –ni hablar del rol de la mujer (¿has oído del famoso “Mujer en la Nevera”?). Jean Grey es quizá el mutante más poderoso de los X-Men originales y es el personaje más EQUIS de la serie original (Haha, see what I did there? No? No? fuck you).

Si has seguido a la movida por los últimos seis años, te parece que “Ya no hayan qué inventar”, pero esa necesidad de inclusión ha sido una solicitud del fanbase por décadas, que ahora está tomando vuelo porque en los Estados Unidos ya nadie ve películas en el cine, pero en China sí, formando más de la mitad de la recaudación global (por eso es que uno de los mechas de Pacific Rim era chino, por eso es que Iron Man 3 tenía una escena extra sólo para China, por eso el mafioso de The Dark Knight estaba en Hong Kong). Antes de que saliera la película, yo no sabía nada de los Guardianes de la Galaxia; sabía que existían, pero nunca me llamaron la atención. Hoy todos sabemos quién es Groot.  La audiencia global se ha diversificado exponencialmente.

Como los Fantastic Four reflejaban a sus lectores, favorece al negocio que los equipos actuales reflejen al fanbase, que entra a los cómics como consecuencia de los films. Cuando Batgirl fue reinventada hace poco, recuerdo a un tipo en un foro, contento porque “al fin tengo un cómic que comprarle a mi hija”. Una de las cosas que más me gusta de Ms. Marvel es que el rol pasó de la caraja más gringa del universo, Carol Danvers, a Kamala Khan, una muchachita que aparenta lo que es. Agarra un título de los X-Men de los 90s, pa’ que veas a quinceañeras con cuerpos de Sharon Stone. Kamala no tiene talla de sujetador exagerada, no tiene un uniforme extravagante (más bien luce como algo que hizo ella en su casa) y es, de paso, musulmán. En ningún momento es preachy con la religión, es un detalle de ella como cualquier otro, un día abre un episodio y está conversando de algo normal en una mezquita.

Es como el primer beso en pantalla entre Willow y Tara, de Buffy the Vampire Slayer (diez años antes de que este tipo de debates saltaran a la palestra). Joss Whedon dijo que lo hizo de esa forma porque no quería hacer un escándalo de una cosa que se suponía que era normal. Introdujo diversidad como algo natural, son personajes que, incidentalmente, son gays. Joss fue atacado por los SJW muchos años después, por su manejo a Black Widow en Avengers 2, por cierto. Porque si los nazis culturales son algo, es ignorantes.

Volviendo al punto, Kamala Khan es Ms. Marvel… pero Carol Danvers sigue por ahí.

Hace años que tenemos no a un Hombre Araña, sino a dos, y uno es un morenito latino (para ser justos, la cosa es porque el título del latino, Ultimate Spider-Man, vendía tan bien que ni hablar de “terminar” al personaje). Desde hace tiempo que Thor ya no es aquel rubio sino Jane Foster, que sufre de cáncer y balancea su poder absoluto con una enfermedad debilitante (léase: hay algo qué contar, más allá de lo obvio). Hay dos Capitán America, Falcon, que cumple el rol en los Avengers, y Steve Rodgers que ronda por ahí, causando controversia. Logan sigue, pero hay otro Wolverine, X-23, casualmente una chica.

DC tiene mucha más experiencia con estos cambios, porque aunque Superman siempre ha sido Clark Kent, Flash ha sido alterego de Barry Allen, Jay Garrick y Wally West; Green Lantern es un rol llevado en distintos momentos por Hal Jordan, Jessica Cruz y John Stewart; Cassandra Cain y Barbara Gordon han sido Batgirl y ahí está Robin, que tiene a un nuevo avatar cada diez años. Incluso Batman ha tenido a otros intérpretes (Jim Gordon, Dick Grayson, Jean Paul Valley).

Pero Barry Allen siempre estuvo. Hal Jordan nunca se fue. Bruce Wayne siempre será Batman.

Es la máxima que mejor expresó Stan Lee cuando le dijo a su equipo creativo que no tenían que introducir el cambio en las historias, sino la ilusión del cambio. ¿Te acuerdas de cuando se trató de sepultar a Peter Parker y darle el manto a otro? La reacción fue tan negativa que la gente dejó de comprar. Hasta Al Simmons volvió a Spawn, porque sí, a las nuevas generaciones les gusta algo nuevo, pero el grueso de la audiencia le ha tomado tanto cariño al status quo que arriesgas perderlos cerrando al personaje viejo.

¿Tú tienes idea de cuánto dinero va a perder Marvel/Disney si Tony Stark deja la armadura y no veamos más en el papel a Robert Downey Jr?

Porque el escándalo se trata de eso, no de “perder a Tony” sino de perder al carisma de Downey. Investigando para Comic Apocalypse leí una cosa que no cupo allá, pero no pude olvidar, “¿Sabes todo lo que tendríamos que cambiar si Peter Parker dejara de ser Spider-Man? Videojuegos, películas, cómics, libros, muñequitos, ropa y hasta cubrecamas”. Por eso es que ha habido un traje negro, uno minimalista y hasta uno metálico, pero siempre vuelven al diseño de Steve Ditko, original y fácilmente reconocible. Si tú ves a Iron Spider, te puede alienar aunque sea Peter Parker, pero si ves al traje rojo y azul, sabes quién es.

Ilusión de cambio. Resulta que el Capitán América no era malo, sino que, se descubrió hace poco, era un giro de trama. Para que tengas idea de cómo el público funciona hoy, alguien le escribió por twitter a Nick Spencer que “Debiste habernos avisado mejor si no querías que te atacaran” -y la respuesta de Nick fue brillante: “¿No preferirías que te mandara el libreto para que supieras todo de antemano?”.

Dentro de un año, veremos a Riri Williams volando por ahí como la Iron Maiden… junto a Iron Man. Garantizado.

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