Tony Stark nunca va a dejar de ser Iron Man.
“¡Pero es que Marvel dijo---“, sí, ya sé lo que dijo.
Salió hasta en CNN. Es mentira, hijo.
Porque, ve, ya tocamos el tema (con predicción incluida, porque a veces soy Nostradamus),
pero una explicación adicional luce necesaria. El show-business está compuesto por dos partes, el show y el business,
y esto que está pasando es natural en un medio que ha existido por casi un
siglo, pero sólo ahora se hace mainstream.
Y vamos a hablar de lo que todos pensamos: la inclusión forzada. Me considero
políticamente liberal, pero los SJW, siglas de “Social Justice Warriors”, son
una rama nueva y recalcitrante del liberalismo, por lo general jóvenes y
siempre ingenuos, que creen que Joseph Kony va a ser capturado por una campaña
en Facebook y que criticar la nueva Cazafantasmas
representa misoginia, en vez de, por ejemplo, cortarle el clítoris a las niñas
en África. Como luchar por las esclavas sexuales de Tailandia es laborioso,
complejo e impredecible, los SJW atacan
aquello con lo que conviven en su pequeño mundo, la cultura popular. Te miran
feo si en tu elenco no hay un transexual, si usas la palabra “negro” o si hay
chistes de enanos —una vez discutí rudo con uno porque un tipo aparentemente
violó a una muchacha en una universidad gringa y yo sugerí que, como el
panorama no estaba claro, era mejor respetar el principio de inocencia, sabes,
una conquista de la civilización occidental. Me llamó “enemigo” y “agente de la
cultura de violación”.
Quiero decirte con eso que no simpatizo para nada con
los SJW (no te pierdas la vez que Triumph los visitó; imagínate a esos niñatos en la recluta con el Gunny)… pero estoy seguro de que no tienen nada qué ver con esto.
No, no, ya sé, calma, deja que me explique. La gran
misión del negocio, desde la primera revista hasta hoy, es hallar nuevos lectores. Antes de que DC, Marvel y EC tomaran
firme control del mercado, existían muchas empresas en la denominada “Era
Dorada”. Sacaban cómics de soldados, de vaqueros y románticos, pero siempre los mismos capítulos. ¿La
historia de Tarzan quedó inconclusa al final del capítulo veinte? Mala suerte,
porque el mes que viene arranca desde el primer capítulo otra vez. La idea, y
esto te da una noción de cómo el negocio se descubría a sí mismo, era que un
niño toma un cómic a los ocho años. Lo leerá por cinco o seis años más y lo
echará a la basura porque sus intereses irán al béisbol, las chicas o “literatura
de verdad” (una de las razones de por qué Marvel coronó tan duro en los 60s fue
porque atendió al público adolescente; creo que hemos hablado de esto).
Entonces no podemos hablar de un dominio sobre la
cultura popular mundial porque ni siquiera tenía control sobre la cultura
local. Desde que Adam West bailó twist
con Gatúbela, al medio le quedó claro que el audiovisual era una avenida
directa para explotar a la audiencia (se dice que los 60s tenía tres B: Beatles, Bond & Batman) y pasó cincuenta
años buscando un puesto firme en el cine, porque para leer un cómic necesitas,
primero, saber leer, segundo, la vocación para leer y tercero, gusto para
sacarle jugo a lo que lees. Por otra parte, puedes ser totalmente analfabeto y aún
así entender que Arnold es un robot del futuro, que quiere matar a Sarah Connor
y que Michael Biehn es un humano con la misión opuesta. Es más accesible.
Esa misión sólo se logró en los 2000s, tras valientes
aunque torpes pasos. Cuando entramos en los 2010s, resulta que el fanbase del cómic no son sólo los carajitos estúpidos de
clase media gringa, sino gente como tú o yo del tercer mundo, hombres Y mujeres, caucásicos, pero también negros,
asiáticos e indios. Yo recuerdo que en los 90s le preguntaron a Todd
McFarlane por qué Spawn era negro. Él respondió que durante su salto a la fama,
con Spider-Man, se imaginó una
historia en que Spider-Man defendía a unos supremacistas blancos y al final se
quitaba la máscara. En aquel entonces habría sido un shock; incluso cuando
Nightcrawler se hacía pasar por humano normal, era blanco –ni hablar del rol de
la mujer (¿has oído del famoso “Mujer en la Nevera”?). Jean Grey es quizá el mutante más poderoso de los
X-Men originales y es el personaje más EQUIS de la serie original (Haha, see
what I did there? No? No? fuck you).
Si has seguido a la movida por los últimos seis años,
te parece que “Ya no hayan qué inventar”, pero esa necesidad de inclusión ha
sido una solicitud del fanbase por décadas, que ahora está tomando vuelo porque
en los Estados Unidos ya nadie ve
películas en el cine, pero en China sí, formando más de la mitad de la
recaudación global (por eso es que uno de los mechas de Pacific Rim era chino, por eso es que Iron Man 3 tenía una escena extra sólo para
China, por eso el mafioso de The Dark
Knight estaba en Hong Kong). Antes de que saliera la película, yo no sabía
nada de los Guardianes de la Galaxia;
sabía que existían, pero nunca me llamaron la atención. Hoy todos sabemos quién
es Groot. La audiencia global se ha diversificado exponencialmente.
Como los Fantastic Four reflejaban a sus lectores, favorece al negocio que los equipos
actuales reflejen al fanbase, que
entra a los cómics como consecuencia de
los films. Cuando Batgirl fue reinventada hace poco, recuerdo a un tipo
en un foro, contento porque “al fin
tengo un cómic que comprarle a mi hija”. Una de las cosas que más me gusta
de Ms. Marvel es que el rol pasó de
la caraja más gringa del universo, Carol Danvers, a Kamala Khan, una muchachita que aparenta lo que es. Agarra un
título de los X-Men de los 90s, pa’
que veas a quinceañeras con cuerpos de Sharon Stone. Kamala no tiene talla de
sujetador exagerada, no tiene un uniforme extravagante (más bien luce como algo
que hizo ella en su casa) y es, de paso, musulmán. En ningún momento es preachy
con la religión, es un detalle de ella como cualquier otro, un día abre un
episodio y está conversando de algo normal en una mezquita.
Es como el primer beso en pantalla entre Willow y Tara, de Buffy the Vampire Slayer (diez años
antes de que este tipo de debates saltaran a la palestra). Joss Whedon dijo que
lo hizo de esa forma porque no quería
hacer un escándalo de una cosa que se suponía que era normal. Introdujo
diversidad como algo natural, son personajes que, incidentalmente, son gays.
Joss fue atacado por los SJW muchos años después, por su manejo a Black Widow
en Avengers 2, por cierto. Porque si los
nazis culturales son algo, es ignorantes.
Volviendo al punto, Kamala Khan es Ms. Marvel… pero Carol Danvers sigue por ahí.
Hace años que tenemos no a un Hombre Araña, sino a
dos, y uno es un morenito latino (para ser justos, la cosa es porque el título
del latino, Ultimate Spider-Man,
vendía tan bien que ni hablar de “terminar” al personaje). Desde hace tiempo
que Thor ya no es aquel rubio sino Jane Foster, que sufre de cáncer y balancea
su poder absoluto con una enfermedad debilitante (léase: hay algo qué contar,
más allá de lo obvio). Hay dos Capitán America, Falcon, que cumple el rol
en los Avengers, y Steve Rodgers que ronda por ahí, causando controversia. Logan
sigue, pero hay otro Wolverine, X-23, casualmente una chica.
DC tiene mucha
más experiencia con estos cambios,
porque aunque Superman siempre ha sido Clark Kent, Flash ha sido alterego de
Barry Allen, Jay Garrick y Wally West; Green Lantern es un rol llevado en
distintos momentos por Hal Jordan, Jessica Cruz y John Stewart; Cassandra Cain
y Barbara Gordon han sido Batgirl y ahí está Robin, que tiene a un nuevo avatar
cada diez años. Incluso Batman ha tenido a otros intérpretes (Jim Gordon, Dick
Grayson, Jean Paul Valley).
Pero Barry
Allen siempre estuvo. Hal Jordan nunca se fue. Bruce Wayne siempre será Batman.
Es la máxima que mejor expresó Stan Lee cuando le dijo
a su equipo creativo que no tenían que introducir el cambio en las historias, sino la ilusión del cambio. ¿Te
acuerdas de cuando se trató de sepultar a Peter Parker y darle el manto a otro? La reacción fue tan
negativa que la gente dejó de comprar. Hasta Al Simmons volvió a Spawn, porque
sí, a las nuevas generaciones les gusta
algo nuevo, pero el grueso de la audiencia le ha tomado tanto cariño al status
quo que arriesgas perderlos cerrando al personaje viejo.
¿Tú tienes idea de cuánto dinero va a perder
Marvel/Disney si Tony Stark deja la armadura y no veamos más en el papel a
Robert Downey Jr?
Porque el escándalo se trata de eso, no de “perder a Tony” sino de perder al
carisma de Downey. Investigando para Comic
Apocalypse leí una cosa que no cupo allá, pero no pude olvidar, “¿Sabes
todo lo que tendríamos que cambiar si Peter Parker dejara de ser Spider-Man?
Videojuegos, películas, cómics, libros, muñequitos, ropa y hasta cubrecamas”.
Por eso es que ha habido un traje negro, uno minimalista y hasta uno metálico,
pero siempre vuelven al diseño de Steve Ditko, original y fácilmente reconocible. Si tú ves a Iron Spider, te puede alienar aunque sea Peter Parker, pero si ves
al traje rojo y azul, sabes quién es.
Ilusión de cambio. Resulta que el Capitán América no
era malo, sino que, se descubrió hace poco, era un giro de trama. Para que tengas
idea de cómo el público funciona hoy, alguien le escribió por twitter a Nick
Spencer que “Debiste habernos avisado mejor si no querías que te atacaran” -y
la respuesta de Nick fue brillante: “¿No
preferirías que te mandara el libreto para que supieras todo de antemano?”.
Dentro de un año, veremos a Riri Williams volando por
ahí como la Iron Maiden… junto a Iron
Man. Garantizado.
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