Título
original: The Texas Chainsaw
Massacre 2
Año: 1986
Director: Tobe
Hooper
Libreto: L.
M. Kit Carson
Elenco: Bill Moseley, Jim Siedow, Carolyn Williams, Dennis
Hopper
Fotografía: Richard
Kooris
Para entender el absurdismo frente y detrás de las cámaras de Masacre en Texas 2, hay que echar bien
para atrás y ver qué pasó con Tobe Hooper después de que su película debut se
convirtió en un fenómeno cultural.
Masacre en Texas, la primera, hizo $30 millones en los Estados Unidos y
Canadá, una película que ellos rodaron por $500 y unos cupones de comida, pero
muy poco de ese dinero llegó a las arcas del equipo de producción (y muchísimo
menos a los actores), dadas las deudas contraídas para producir la peli—que
incluían a grupos directamente mafiosos. Pero así como a ti te busca un peluche
de internet para decirte que necesitan que escribas para ellos un artículo de
cuatro páginas cada dos días por $50 dólares mensuales que no importan porque
lo que vas a ganar va a ser “exposición”, así mismo Tobe ganó en exposición.
Así que sus siguientes películas siguieron de muy baja factura, en un
circuito que no era independiente pero le faltaba poco, y ambas de terror,
género donde se estaba haciendo nombre y la verdad es que mostraba evidente
talento. Eaten Alive (1976) es
interesante en el sentido de que trata sobre un viejo que tiene un cocodrilo de
mascota y lo alimenta con los personajes mongoloides que pululan al elenco.
Sale Marilyn Burns, protagonista de la epopeya tejana, y Robert Englund en el
memorable rol de Buck, who likes to fuck.
Luego de eso vino The Funhouse
(1981), a medio camino entre horror Texas y cine slasher, interesante pero
menos que su contemporánea My Bloody
Valentine, y entre ambas pelis Hooper hizo la famosa serie de Salem’s Lot, basada en el libro de King,
que seguramente conoces porque el diseño del malo es idéntico al del Conde
Orlok en Nosferatu.
Pero así como hay gente que está como escarchada por la vida y tienen
golpes de suerte, Hooper no encontró ese nicho que le hiciera pasar a director
de cine estrella. En 1982 hizo su segunda película famosa, Poltergeist, de la mano de un fan de Masacre en Texas, Steven Spielberg. Mucho más comedida que aquella
obra caníbal del 74’, Poltergeist es
una buena peli de sustos orientada a la familia clase media de la que Spielberg
se nutría—de hecho, se dice mucho (y quizá es verdad) que la película la
co-dirigió el director de Tiburón, y
ciertamente su estilo creativo se siente.
Si bien la peli fue un exitazo, la carrera del tejano no sufrió esa
evolución que se esperaría y Hooper firmó un contrato que marcaría al resto de
su década y explicaría por qué nunca llegó al estrellato; alrededor de 1984, Cannon
Films y Tobe Hooper firmaron una exclusividad por tres películas.
Cualquier cristiano que sepa de las alcantarillas del cine, sabe qué nos
podemos esperar de la gloriosa Cannon, uno de los estudios más palurdos,
casposos y mediocres del séptimo arte pero sí, glorioso, porque Cannon,
dirigida por los demenciales Menahem Golan y Yoram Globus, hacían cine de la
más deliciosa serie B vendiéndolo a un mercado que creía que era un estudio
grande y decente. Cannon hizo The
Assault, Runaway Train y Street Smart,
películas bastante decentes y serias, y entre ellas hizo setenta películas de
ninjas, incluyendo la saga del Ninja
Americano, hizo la deleznable Superman
IV, la espectacular Death Wish 3—donde
un septuagenario Charles Bronson masacra a punks con una ametralladora en
“Nueva York” y un malandro recibe un bazukazo en el pecho y sale expelido por
la ventana y la cámara sigue el trayecto del cuerpo hasta que cae en el
pavimento y luego ves al cadáver quemándose. La película donde Stallone es un
camionero que se gana el amor de su hijo a través de un torneo de pulso es de
la Cannon.
No tengo tiempo para entrar en detalles con el delicioso repertorio de la Cannon
Group Inc., pero el punto es que con esa gente fue que Hooper firmó para hacer
la secuela de su magnum opus, pensando que, no sé, pronto llegará el día de mi suerte.
Hay que entender el contexto en el que se hace Masacre en Texas 2, también. La primera película no fue una slasher
(quien te diga que lo es, no sabe de cine de terror), pero sí fue una
precursora así como Blood and Black Lace
es otra precursora. El cine de asesinos enmascarados matando adolescentes se
inaugura en 1978 con Halloween y ya
en 1980 sale Viernes 13, dictando lo
que será el cine de terror durante el resto de la década. El público que
entraba al cine a ver una peli de sustos en 1974 no tenía las mismas
sensibilidades que el de 1986.
Así que Hooper se fue al extremo contrario, haciendo todo lo que en la
primera película estaba prohibido. ¿Aquella no era sangrienta? Acá el gore está
en primer plano (Tom Savini hizo los efectos, pues). ¿Aquella era seria e
impactante? Acá hay tintes cómicos y surreales. ¿Aquella se veía mugrienta e
indie? Acá la fotografía es pulcra y pro.
El elenco refleja todos esos cambios; sólo Jim Siedow, el sádico Cocinero
de la primera, vuelve para esta segunda parte, haciendo a un personaje que no
se parece mucho al que ya conocíamos. Gunnar Hansen, el Leatherface clásico,
cuenta que le ofrecieron volver a la máscara de cuero a cambio de un salario
base más el diez por cierto, para el agente—y cuando él les dijo que no tenía
agente, retiraron el diez por ciento. Cara de Cuero está acá interpretado por
dos actores, Bob Elmore que hace las tomas lejanas, y Bill Johnson que es el
principal, y vaya usted a saber quién conoce a esta gente. Ya sabemos que el
buen Bubba tiene sus deficiencias mentales, pero Johnson como que las amplifica
y hace un bailecito bien molesto cada vez que pasa algo, alzando la sierra y
gruñendo mientras se sacude. Ni idea, man.
Como el Autoestopista de Ed Neal está muerto, tenemos a quizá la adición
más importante que la secuela da al mito matarife: Chop Top, hermano del
personaje de Neal y cumpliendo la misma función, en la piel del favorito de los
fans, Bill Moseley.
Chop Top es quizá la razón para ver la película. Cuando pasaron los eventos
de Masacre, él estaba en Vietnam,
donde le volaron parte del cráneo, así que ahora anda por ahí pegado en la moda
de los años 60’, con una placa de metal en la cabeza que se rasca con un gancho
de ropa caliente mientras grita “Oh, Nam’ flashback, Nam’ flashback!” De todo
el elenco, se nota que Moseley es el que más se disfrutó ese rodaje.
Caroline Williams hace de la sexy Stretch, nuestra final girl de rigueur, y ve esta vaina: Dennis
Hopper hace de un personaje llamado Leftie Enright; Leftie es tío de Sally y
Franklin Hardesty, y lleva diez años obsesionado con cazar a la familia
caníbal. En vez de pistolas, and this shit is really in the movie, Lefty porta
dos mini-motosierras colgadas del cinto. El clímax de la peli incluye duelo a
sierra entre Lefty y Leatherfy.
Y ese espíritu es lo que te espera en The
Texas Chainsaw Massacre 2, un disparate de película que parece burlarse de
su antecesora y te hace preguntar si el propio Tobe Hooper calculó el efecto de
la primera película o si fue un golpe de suerte tras dejar que el sol le tueste
el cerebro. A ver, que el libreto tiene lógica, la cinta está (en general) bien
actuada y la dirección es buena. Pero si te pasas los 101 minutos rascándote la
cabeza y arrugando la cara, no, no eres tú. Parecen películas de sagas
distintas y no es que Texas 2 esté
mal, but I mean, dog, what the fuck?
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Ze
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