LA
CASA DEL DRAGÓN, PRIMERA TEMPORADA
Ep.
7: “Driftmark”
EN
DRIFTMARK
He leído a mucha gente
diciendo que la supervivencia de Laenor Velaryon contradice lo que vimos en el
libro y esto no es exacto. Fire & Blood no es una novela sino un libro de
historia que se presenta como algo que existe en ese universo, narrado por un
historiador que saca ese primer volumen cuando Robert I Baratheon era rey, o
sea, 200 años después de los hechos. Cualquiera
que haya leído un libro de historia sabe que, como dijo Napoleón Bonaparte, “la
historia es una mentira que todos decidimos creer”. El archimaester Gyldayn
cuenta con tres fuentes principales para su narrativa de la historia Targaryen
y muchas veces estas fuentes se contradicen entre sí o narran eventos en los
que no estuvieron presentes.
¿Qué quiero decir con
esto? Que viendo las cosas con una perspectiva 100% geek y dentro de ese
universo, es perfectamente posible que Laenor Velaryon haya sobrevivido en el
libro y Gyldayn nos cuenta que murió asesinado por su amante porque esa es la
versión de los hechos más aceptada históricamente. Esta supervivencia quiere
decir que es posible que veamos a Laenor reaparecer en el futuro, si la serie
decide simplificar algunos hechos y personajes.
Ahorita salió un estudio
sociológico que dice que la gente a los seis años fija la personalidad que va a
tener el resto de su vida. No sé si eso sea verdad, pero acá ya tú puedes ver
elementos importantes en la personalidad de algunos de estos chamos. Primero,
Aegon está pendiente de todo excepto del poder. Este es el pana típico que
agarra la plata del papá y se pone a viajar que si a Aruba y se toma foto con
los cocteles y las amiguitas y habla en reuniones de sus viajes por Europa,
pero desaparece cuando llega la hora de trabajar. Es un tipo sin inclinación ni
interés por los asuntos de gobierno, y es el primogénito del rey. Malo, malo.
Y luego tenemos a Aemond,
que tiene tanto interés como carácter para el poder. Fíjate que es un chamo y
ya esa edad quiere a su dragón porque entiende, así sea de una forma
instintiva, lo que cabalgar un dragón significa—¿tú te imaginas a un rey
Targaryen que no sea jinete
dracónico? En Westeros tampoco. El precedente que existe es Aenys, percibido
como un soquete simplón y lerdo, que fue incapaz de retener el poder mientras
su hermano Maegor, que sí era jinete, era un arquetipo de fortaleza.
Por cierto que hablando de
Aemond, no sé si la semana pasada pillaste:
¿Ves por qué tienes que
leer este blog?
EN EL CASTILLO DE HIGH
TIDE
Hay dos cosas que se
comentan habitualmente en internet, con las que no estoy de acuerdo. La primera
dice que Viserys es un lúser cuyo único rol es decirle a la gente que no se
pelee y que prefiere a sus nietos antes que a sus hijos, porque ¿cómo se atreve
a defender a Luke y Jace por encima de Aemond?
Esto es más grande que
decir “no se peleen”; acuérdate de la serie principal donde todo el beta
reventó porque Stannis Baratheon se dio cuenta de que los hijos de Robert eran
bastardos. Como un bastardo no puede heredar, entonces la sucesión está en duda
y eso sólo se arregla por las armas. De la misma manera, darle voz o alguna migaja
de aceptación a esos rumores sobre la paternidad de los chamos de Rhaenyra es
admitir que no pueden heredar y del lado de los Negros hay gente (Daemon,
Corlys, la propia princesa) que quiere ese acceso al poder y no se lo va a
dejar quitar. Esta es la clase de cosas por las que se desatan las guerras, así
que no es que Viserys no quiera ver una verdad que es evidente; está
simplemente tratando de hacer, por las buenas, que la paz perdure. Cuando él
insiste en que “¡Dejen la pelea, carajo!”, es porque la otra opción es una
matazón.
Lo segundo que me hace
ruido es que Alicent está haciendo todo esto “sin provocación”. Todo el que
haya ido a terapia es capaz de entender la profunda influencia que tienen
nuestros padres en nuestro comportamiento, así sea de manera inconsciente;
Alicent es una chama que se ha ido metiendo en el poder desde pequeña porque no
hacerlo, para ella, es traicionar a su papá. Este tipo de cosas las vemos a
cada rato, cuando una chica quiere estudiar algo y los padres le dicen que no,
tú vas a hacer esto otro para que te hagas cargo del negocio de la familia, o
cuando le interesa una persona para casarse y los padres dicen que no, a ti te
conviene es este otro y si haces lo que te da la gana pues allá tú, pero aquí
no me vengas a llorar ni a pedir consejo. ¿Sabes? Ese tipo de manipulación
maldita que hacen los padres que son paralíticos emocionales.
La mentira que hace años
le metió Rhaenyra no era sólo que “no me contaste el chisme bien” sino que,
gracias a esa mentira, su papá perdió estatus. Y el discursito ha calado en
Alicent, ahora ella está convencida de que el ascenso de Rhaenyra al poder es
una amenaza directa para sus hijos, y
eso es verdad, ahora más que nunca. Corlys Velaryon es un tipo muy decente
pero también es ambicioso, así que quién sabe qué haría ante los hijos de
Alicent, pero uno que sí no tiene ninguna contemplación es Daemon Targaryen, el
pana con el que Rhaenyra se acaba de casar.
Daemon es un tipo que ha
sido infame toda la vida por su carácter, y que ese tipo llegue al poder, así
sea como príncipe consorte, genera la fundada preocupación de que ahora los
chamos de Alicent pueden tener un “desafortunado accidente” como esos que le
pasan a la gente cerca del príncipe canalla.
Todo el problema de
Alicent empezó por una preocupación hacia su papá y ha terminado en
preocupación por los hijos, y lo de menor peso ahí es la enemistad personal con
Rhaenyra. Decir que los Verdes son irresponsables y exagerados en sus reacciones
es acertado, pero decir que actúan sin provocación, mira, no me parece. Al fin
y al cabo, Rhaenyra mintió e hizo las cosas que hizo para consolidarse como
heredera—y ahora se casó con Daemon, un tipo 100% sin escrúpulos.
Lo grave de todo esto es
que hay un solo hombre previniendo que estos dos grupos se caigan a puñaladas,
un hombre que ya es anciano y no da para más. Y a fin de cuentas, amistades,
esto justamente es una guerra civil. Si tú ves la guerra civil española, la
italiana, el conflicto de los Balcanes o incluso la guerra de independencia
venezolana (que fue prácticamente una guerra civil), todas empiezan por un tema
político y terminan en un vulgar ajuste de cuentas entre hermanos. Que tu papá
hace treinta años me quitó una casa, que tú hace diez años me serruchaste un
trabajo, que tu familia tiene toda la vida viviendo en terrenos que son míos,
que tú hace tiempo me quitaste una mujer. Todas las guerras civiles arrancan
con un bando “bueno”, que es el agredido, y un bando que es el agresor, pero al
final eso es gente que saca a señores de su casa a mitad de la noche y a punta
de pistola para darles un tiro en la cabeza porque “ustedes se burlaron de
nosotros hace cinco años”.
En esa corte hay gente que está solamente esperando a que el viejo rey estire la pata para afilar esos cuchillos.
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