It is what it is, fellows.
LA ÚLTIMA SALA
SITUACIONAL, OCTAVA TEMPORADA,
Ep. 6: “El Trono
de Hierro”
EN EL
JUEGO DE TRONOS
Hermano, no quiero establecer paralelismos con nadie, pero la historia de este pana, tal y como es
retratada en esta serie, es lo que pasa cuando un carajo tiene la posibilidad
de cambiar las cosas, de tomar el poder y establecer un nuevo orden, y por su
código de conducta, se abstiene: queda relegado a las orillas de la historia.
Claro, para Jon, esto es muy cómodo porque obtiene lo que quiso (libertad
lejos de los tentáculos del poder), para establecerse como su propio hombre,
así que difícilmente podemos hablar de que el tipo “perdió”—el Norte, además,
obtuvo su independencia (ya hablaremos de eso)—, pero también hay que
preguntarse si tantos sacrificios realmente lo valieron.
La semana pasada comenté que tumbar a Dany requeriría una acción militar
que era imposible despertar en ese momento, así que este regicidio es muy
conveniente cuando sabemos que matar a un tirano no destruye su régimen, ni aplaca a sus fanáticos. Tengo la
impresión de que, con las lealtades que despierta la Madre de los Dragones
(sólo mira cómo está su fandom hoy fuera de la serie), en la vida real Jon
habría estado caminando por la calle tras su liberación y hubiese descubierto cómo se sintió Lee Harvey Oswald.
El principal problema que vemos con esta temporada es que tanto Canción de Hielo y Fuego como Juego de Tronos son sagas que reflejan política
de nuestro mundo en un marco de fantasía, George bien lo dijo, “me motivó saber
cuáles eran las políticas reales del rey Aragorn”. Acá predominó no el
realismo, sino lo que yo llamo “el Pa’ Que Cuadre”.
Así, es difícil hacer análisis y proyecciones cuando las cosas pasan por
dramatismo y no porque es lo que lógicamente ocurriría. Considera nada más al
tema de los dothraki: esos carajos, primero, no son caballeros, ni soldados,
son una legión bárbara. Es una fuerza invasora de costumbres bélicas, que
realistamente no van a pasearse por el vecindario entre civiles normales,
comentando sobre lo rico que es la ocupación. Lo que es más, era una legión
personalmente fiel a Daenerys (igual que los Inmaculados) y pensaban que la
jeva rayaba en lo divino, que es justo lo que hizo Julio César (y numerosos
caudillos romanos después) para volverse amo y señor de Roma. Seguro, César,
como Dany, era un tipo carismático y vergatario, una mente política y militar,
pero cuando un general vuelve al ejército leal a él mismo, en
vez de los intereses de la gente, shit
gets fucked. Eso es verdad aquí, en Westeros y donde sea.
No sé si están familiarizados con el Julio César de Shakespeare, pero esencialmente un grupo de carajos conspiran contra el epónimo emperador, que abusaba de su poder,
y uno de los principales comploceros era su amado hijo adoptivo, Brutus (o sea
que existía un nexo emocional bien fuerte). Los motivos de Brutus para
traicionar a César son muy complejos y rascan dentro del alma humana, como le
pasa a Jon acá, pero el punto es que el plan funciona y en vez de producirse un
escenario maravilloso donde todo el mundo entiende y las cosas salen bien, la
vaina se vuelve un sangrero donde el principal leal del antiguo régimen (Marco
Antonio, if you were curious) caza a los conspiradores a punta de espada.
“Descansa, César,” dice Brutus, “porque nadie ha matado a otra persona con
mejor intención que la que yo tuve cuando te maté a ti”.
Si eso hubiese pasado acá, habría sido un golazo porque funciona en varios
niveles: primero, es la propia definición de tragedia (estamos a las puertas de
un nuevo orden mejor que lo que teníamos, y todo se cae por los deseos del
corazón) y, segundo, es realista y universal. ¿Crees que es sólo occidental? Así fue como Tokugawa Ieyasu consiguió su trono, tras el “regicidio” de Oda Nobunaga.
En vez de eso, el final es muy conveniente. Gray Worm entiende y accede a
una cosa que no tiene por qué aceptar, el régimen Targaryen es barrido bajo la
alfombra y, al igual que la trama de Arya con los faceless men, los buenos
hacen su cosa y no pasa nada.
*
Bran es el rey ideal para la circunstancia, porque no amenaza a nadie. Los
hombres se vuelven locos cuando tocan el poder y a algunos les da por no querer
soltarlo nunca, así que un tipo que no puede tener hijos biológicos es muy
conveniente (aunque siempre se puede adoptar). He leído a varias personas
hablando de que “qué felicidad este fin porque ganó Venezuela, ganó la
democracia”, y eso es sólo cierto si te quedas en un nivel superficial pero
uno, que está acostumbrado a la trama de las primeras seis temporadas (que
vienen calcada de los libros), tiene que arruinar la fiesta con su dosis de
realismo.
Acá no tienes un sistema ni democrático, ni representativo, tienes a un
puñado de tipos eligiendo entre ellos al destino de millones de personas (eso
es la propia burguesía, es monopolio del poder), y dado que acá no existen
campañas electorales, me imagino a esto funcionando como funcionaban los cargos
electos del Vaticano, que es una cosa democrática, just not really, porque se
traficaba poder arrechamente, al punto en el que un dañado como Rodrigo Borgia llegó al papado.
Por otra parte, destruir al viejo
régimen con coqueteos democráticos es algo que se intentó en nuestro mundo, y tras palabras muy bonitas, hubo una matazón, un tipo se erigió emperador y la monarquía volvería eventualmente al poder.
La democracia no nació cómodamente porque una liga de autócratas sin
motivos para ceder el poder decide ser bondadosa, y mientras exista a un tipo
que se llame a sí mismo “Rey” y ejerza el poder hegemónicamente sin
Constitución, ni Parlamento, ni tribunales libres, que se controlen unos a
otros, eso va a ser absolutista.
Ahorita hay paz y estabilidad, pero todo lo que hace falta para que eso se
quiebre es otro general ambicioso y sin escrúpulos. Y eso naturalmente vendría,
porque los seres humanos somos así.
*
La coronación de Sansa pero narrada por Maite. Pura clase y categoría. 👑✨ pic.twitter.com/8VtxFfc29q— Alfonsina Blyde (@alfoon) May 20, 2019
Otra cosa que no me cuadra: ningún rey que está forjando su propio
establishment puede aceptar que, en el pacto fundacional, uno de los estados de
la confederación se separe y sea independiente, porque con eso estás sentando
un gravísimo precedente. A lo mejor en Highgarden y en las Riverlands no les
importa mucho, pero los hombres de hierro y los dornishmen son fieramente regionalistas.
Un grupo de gente que piensa como gente (como en las primeras temporadas) y
no como personajes en una serie, vería esto como que, ve, el nuevo Rey le da
independencia al norte y qué casualidad, chico, que es su tierra natal y la de
su hermana.
Una rebelión separatista en el futuro está más que cantada.
Todo esto quiere decir que, en palabras de William Faulkner, “the past
isn’t dead. It’s not even past.” Esto sigue dentro de su propio universo… y
estoy muy seguro de que así será en el nuestro. Si sabemos algo sobre la
cultura pop, es que una franquicia
que hace un dineral nunca termina. No sé si en cinco, o en
diez o en quince años, pero este culebrón vuelve.
*
Mis artículos sobre Game of Thrones
rara vez han sido reviews, son más bien análisis que parten de lo que sé de la
saga, y lo aderezo con un poquito de historia de nuestro mundo y tal, para
hacer la lectura más llevadera. Ahora que hemos visto toda la octava temporada,
es imposible no emitir una opinión sobre cuán satisfactoria fue. La mía será
breve, y me repetiré: se decantaron por drama y no por lógica.
Este último capítulo es un cierre aceptable, y de lo mejor de una temporada
que vamos a llamar “polémica”. El tiempo nos dirá por qué este resultado nos ha
dejado con tanta resaca.
Ojo, una cosa no quita la otra; ayer, Román Lozinski me pregunta “Como
espectador, ¿qué sientes que Game of
Thrones te ha brindado?”
La respuesta: De los mejores
momentos que he visto en narrativa, en cualquier medio. Más allá de eso, y
muy a título personal, le debo además muchísima gratitud por lo que me ayudó a
crear con ustedes que están leyendo ahorita. El fandom de esta saga me llevó a
tarimas, a medios, a tremendas amistades, que son cosas que siempre agradeceré,
ese ambiente de festival que nos unía, que a veces se sentía como complicidad.
Ya no habrá más análisis troneros (al menos hasta que, dentro de 57 años,
salga la continuación televisada inevitable), pero habrá artículos de otras
cosas. Algunos de ustedes volverán y otros quizá no tanto, y eso está bien, nos
veremos en la vía. No lamento que esto esté terminando (o cómo terminó, jaja), celebro
que haya pasado en primer lugar.
I love you all,
guys. Valar Morghulis.
One second from every episode of Game of Thrones. pic.twitter.com/rFz2CFLwBx— Andy Kelly (@ultrabrilliant) May 20, 2019
Gracias por el tiempo y la pasión con la que escribiste cada uno de estos análisis troneros. Sin duda hicieron que esta travesía de GOT fuera aún mas interesante con tus insights. Valar dohaeris!
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