viernes, 15 de febrero de 2013

Green River Killer

Cuando empecé a investigar sobre asesinos en serie y el fenómeno del trastorno sociopático de la personalidad, nadie sabía quién era el Green River Killer.

Había actuado durante los ochenta, cobrado varias víctimas (prostitutas, que posteriormente aparecían abandonadas en el epónimo Green River) y desaparecido. Muchas teorías existían sobre su paradero; la más popular era que había muerto. Dado que los asesinos en serie son incapaces de dejar de matar, era extremadamente inverosímil que el hombre en cuestión hubiera cambiado de espíritu. Tenía que haber fallecido, decían, y se llevó el secreto de su identidad a la tumba. Explicaciones como esa se aplican a Jack el Destripador y al Asesino del Zodíaco, dos figuras tan legendarias como el Green River Killer lo era en la época.

Asumí que nunca sería capturado. La evidencia tiende a deteriorarse y no existía ningún sospechoso viable. No ocupé demasiada atención al tipo, ni al caso.

Unos años más tarde (2001, específicamente), boom, la noticia: el Green River Killer había sido capturado. Era Gary Ridgway, el arquetípico psycho. Amistoso pero sin amigos, sin rasgos físicos distintivos, calificado como distante por sus parejas (que también lo describieron como "violento" en la cama). Ocupaba trabajos de poca responsabilidad y oscilaba entre ellos. Había contraído gonorrea tras el contacto con una prostituta, incidente que lo molestó profundamente. Se volvió fanático religioso durante los ochenta y lloraba con frecuencia durante los sermones. Detenido por solicitar los servicios de prostitutas, fue considerado uno (entre miles) de sospechosos en el caso del Green River. Este hombre:



Ridgway, al igual que otros de su estilo, tenía una intensa rabia y deseos de venganza hacia su madre y las mujeres en general. Durante su primera detención, otorgó muestras de fluidos y se sometió al exámen de un polígrafo (máquina de la verdad). El excelente maestro en ciencias penales del que recibí lecciones en la universidad, Alberto Morales Gómez, señalaba que un polígrafo no puede constituir prueba ante juicios penales porque se basan en respuestas de ansiedad física. Existe una clase de delincuente, como el sociópata, que puede modificar sus respuestas para no mostrarse alterado bajo sospecha. En otras palabras, Gary mintió bajo el polígrafo, no se sintió en lo absoluto culpable o ansioso, y fue puesto en libertad.

La ciencia criminalista evolucionó, se perfeccionó la prueba del ADN y, en revisión de un caso sin resolver, la conexión entre los fluidos en una de las víctimas y aquellos dados por Ridgway dio positiva. Después de veinte años, el asesino era capturado.



Jeff Jensen publicó hace pocos años una brillante novela gráfica sobre el tema, Green River Killer: A True Crime Story. El libro no es un recuento de los homicidios caso por caso, ni una biografía de Ridgway. Es un homenaje a su padre, el detective Tom Jensen, principal investigador del caso. Tras 20 años de sufrimiento, llevó a uno de los peores asesinos en serie en la historia al calabozo. Y sí, el libro fue escrito partiendo de información oficial de la investigación.

Como vale la pena que leas el libro tal y como fue concebido, no voy a publicar aquí las páginas de la escena que prosigue. La voy a presentar, más bien, como una transcripción literal. Brace yourselves:


TOM JENSEN: Cuéntame de la última vez (con ella). ¿Cómo ocurrió?

GARY RIDGWAY: Fue en Mayo de 1985. Había una huelga en el trabajo, así que tenía mucho tiempo libre. No recuerdo si fue de día o de noche cuando la recogí. Recuerdo que ella estaba saliendo de su trabajo en el bar. Yo la estaba esperando. Le pregunté si quería tener una cita conmigo. Dijo que estaba cansada. Dijo que tenía que ir a algún lugar. Dijo que tendríamos que hacerlo rápido.
La llevé a mi casa. Pensé que estaría más cómoda ahí que en la calle. Mi hijo estaba con mi ex-esposa. Teníamos al lugar solo para nosotros. Quería que se quedara después conmigo. Que siguiera acostada. Se duchara conmigo. Que fuera íntima conmigo.
Pero ella andaba apurada y no me estaba complaciendo y la rabia dentro de mí se fue haciendo más fuerte. Me puse detrás de ella y cuando habíamos terminado, la maté. Lloré después. Me quedé con ella toda la noche.
El pescado y la salchicha y la bolsa (que dejé en la escena del crimen) no significan nada. Fueron cosas que dejé para despistarlos a ustedes. La volví a vestir porque no podía regresar a visitarla después. A ella, no.
La quise. De verdad la quise. Estaba más contento que el carrizo cuando la vi ese día, porque me había complacido mucho antes. ¿Por qué esta vez no?

(LOS DETECTIVES LO MIRAN. ÉL LES DEVUELVE LA MIRADA EN SILENCIO).

TOM JENSEN: Gary...

(RIDGWAY OBSERVA).

TOM JENSEN: Christine era especial para ti. Apuesto a que nunca olvidaste su rostro, ¿verdad?

GARY RIDGWAY: Era hermosa. Esas fotos que ustedes tienen no le hacen justicia.

TOM JENSEN: Bien. ¿Por qué la mataste, entonces?

GARY RIDGWAY: Ya te dije. Porque me estaba apurando y porque...

TOM JENSEN: Yo sé qué me dijiste, Gary. Escuché cada palabra. Pero no tiene sentido.
Durante los últimos cuatro días, has culpado a estas mujeres de sus propias muertes. Tú querías sexo y ellas te hicieron molestar. Despertaron tu "rabia". Perdiste el control y las estrangulaste.
Pero Christine King no fue la primera mujer que mataste. Mataste al menos a seis otras mujeres antes de ella. Y ella te dijo de entrada, antes de que la lleves a tu casa, que no te puede dar el tiempo que tú quieres. Justo ahí, debiste saber qué podía pasar. Y creo que sí lo sabías.
Dices que hacías esto sólo por el sexo. Pero también era por matar, ¿verdad?

(RIDGWAY PERMANECE SILENTE).

TOM JENSEN: Habías matado ya varias veces.

GARY RIDGWAY: Sí.

TOM JENSEN: Sabías qué pasa y cómo pasa.

GARY RIDGWAY: Sí.

TOM JENSEN: Y sin embargo, lo hiciste, sabiendo que ella iba a parar muerta.

GARY RIDGWAY: Sí.

(AMBOS SE OBSERVAN).

TOM JENSEN: ¿Por qué? ¡¿Por qué lo hiciste?!



GARY RIDGWAY: Necesitaba matar. Sólo necesitaba matar.



Tom Jensen continúa trabajando en casos no resueltos. Dice que trabajará en el departamento siempre que haya fondos; no considera retirarse.

Gary Ridgway fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de fianza.

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