Estaba
conversando el otro día con mis bandmates sobre cuánto sería prudente cobrarle
a la gente para que nos vaya a ver, en una economía bajo hiperinflación.
Dos
asuntos prelan:
1)
Estamos en un nivel en el que con un sueldo mínimo, no compras un kilo de
carne. Cualquier cosa que no sea supervivencia, es lujo;
2)
La gente está dispuesta a ir a ver a una banda famosa, pero ni siquiera las
nacionales están tocando en Venezuela, así que esto es lo que hay.
Puede
sonar muy self-deprecating, pero ¿cuándo fue la última vez que viste a Vinilo,
o a Los Mesoneros en Venezuela, no digamos Zapato 3 o (estás soñando) a Depeche
Mode? Por ahí está Pablo Dagnino y, hasta hace poco, Luis Irán seguía montando
muy buenos shows prácticamente gratis. Este es el momento para que bandas
nuevas surjan y hay un poco de gente tocando brutal… en un contexto en el que
nadie está dispuesto a pagar por nada.
Y la
vaina aplica a prácticamente cualquier actividad artística. ¿Sacaste un libro,
o tienes una expo fotográfica? That shit better be free, or it’s going to scare
people away.
El
tema es particularmente grave en el metal o el punk, porque de toda la vida ha
existido la mentalidad de que “tienes que ser legit, tienes que venir de la calle y permanecer siempre en la
calle y cualquier vaina que hagas por plata es porque te vendiste y demostraste
que eres un falso de mierda”, una raya que más nunca en la fucking vida te vas
a quitar. Es por eso que si te bañas más de dos veces a la semana, ni se te ocurra
montar un toque en ciertos locales. Me contaba un pana “marico, es que acá hay
bandas buenas, que montan muy buen material, pero la fanaticada no provoca ir a
ninguna parte”.
La
gente que se permite “lujos” es capaz de pagar dos palos por una franela de
monstruo (poniéndotela barata), pero si cobras una entrada en 800 lucas, eres
un mercenario explotador. Esto ha sido así siempre; en los 2000 era abominable,
porque había plata arrechamente en la calle y cualquier tiendita te vendía
franelas de bandas, cinturones punk, brazaletes mariquitos, pero si estás
montando un toque, más te vale que estés vendiendo algo adicional, tienes que
poner la curda tú y venderla más barato que en la calle, y lidiar con todos los
forros de urna bebiendo después.
Pasa
a nivel global. La gente va a criticar a Metallica por poner su música en una
propaganda de nike mientras tiene zapatos
nike puestos. $1 por una canción de Smashing Pumpkins es un robo, pero un
café mediocre en Starbucks por $3 es razonable.
Hace
un par de años, alguien le preguntó a Dave Mustaine en twitter por qué ya no venía a Venezuela, y es el primer y creo que único artista que lo dijo
frontalmente: “Porque con la economía que tienen ustedes, nadie podría pagar el
costo de las entradas”. Esa dinámica finalmente se trasladó a las bandas
nacionales, que, o emigraron, o tocan dos veces acá y catorce en el exterior. Esto
no es una crítica: tienen que ganarse la vida de alguna forma y no puede ser ni
con discos ni con toques cobrados en bolívares. No mencionemos el ganarte la
vida haciendo lo que te tripeas, ¿cómo haces para mantener a tu hogar si nadie
se atreve aquí a pagar por arte?
Lo
de “sudamerican rocker” siempre ha sido una joda, pero en chavismo está
potenciado y expandido a artistas en general.
Viva la revolución.
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