sábado, 23 de junio de 2018

Sobre el Arte del Arte en Hiperinflación


Estaba conversando el otro día con mis bandmates sobre cuánto sería prudente cobrarle a la gente para que nos vaya a ver, en una economía bajo hiperinflación.

Dos asuntos prelan:

1) Estamos en un nivel en el que con un sueldo mínimo, no compras un kilo de carne. Cualquier cosa que no sea supervivencia, es lujo;

2) La gente está dispuesta a ir a ver a una banda famosa, pero ni siquiera las nacionales están tocando en Venezuela, así que esto es lo que hay.

Puede sonar muy self-deprecating, pero ¿cuándo fue la última vez que viste a Vinilo, o a Los Mesoneros en Venezuela, no digamos Zapato 3 o (estás soñando) a Depeche Mode? Por ahí está Pablo Dagnino y, hasta hace poco, Luis Irán seguía montando muy buenos shows prácticamente gratis. Este es el  momento para que bandas nuevas surjan y hay un poco de gente tocando brutal… en un contexto en el que nadie está dispuesto a pagar por nada.

Y la vaina aplica a prácticamente cualquier actividad artística. ¿Sacaste un libro, o tienes una expo fotográfica? That shit better be free, or it’s going to scare people away.

El tema es particularmente grave en el metal o el punk, porque de toda la vida ha existido la mentalidad de que “tienes que ser legit, tienes que venir de la calle y permanecer siempre en la calle y cualquier vaina que hagas por plata es porque te vendiste y demostraste que eres un falso de mierda”, una raya que más nunca en la fucking vida te vas a quitar. Es por eso que si te bañas más de dos veces a la semana, ni se te ocurra montar un toque en ciertos locales. Me contaba un pana “marico, es que acá hay bandas buenas, que montan muy buen material, pero la fanaticada no provoca ir a ninguna parte”.

La gente que se permite “lujos” es capaz de pagar dos palos por una franela de monstruo (poniéndotela barata), pero si cobras una entrada en 800 lucas, eres un mercenario explotador. Esto ha sido así siempre; en los 2000 era abominable, porque había plata arrechamente en la calle y cualquier tiendita te vendía franelas de bandas, cinturones punk, brazaletes mariquitos, pero si estás montando un toque, más te vale que estés vendiendo algo adicional, tienes que poner la curda tú y venderla más barato que en la calle, y lidiar con todos los forros de urna bebiendo después.

Pasa a nivel global. La gente va a criticar a Metallica por poner su música en una propaganda de nike mientras tiene zapatos nike puestos. $1 por una canción de Smashing Pumpkins es un robo, pero un café mediocre en Starbucks por $3 es razonable.

Hace un par de años, alguien le preguntó a Dave Mustaine en twitter por qué ya no venía a Venezuela, y es el primer y creo que único artista que lo dijo frontalmente: “Porque con la economía que tienen ustedes, nadie podría pagar el costo de las entradas”. Esa dinámica finalmente se trasladó a las bandas nacionales, que, o emigraron, o tocan dos veces acá y catorce en el exterior. Esto no es una crítica: tienen que ganarse la vida de alguna forma y no puede ser ni con discos ni con toques cobrados en bolívares. No mencionemos el ganarte la vida haciendo lo que te tripeas, ¿cómo haces para mantener a tu hogar si nadie se atreve aquí a pagar por arte?


Lo de “sudamerican rocker” siempre ha sido una joda, pero en chavismo está potenciado y expandido a artistas en general. 

Viva la revolución.

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