Drain the blood, the heart is wise.
jueves, 22 de marzo de 2018
jueves, 15 de marzo de 2018
La Clásica De: Batman
Cuando el otro día hablábamos sobre cómo empezar a leer Batman, les dije que no se podía empezar con la historia
más famosa del personaje, que es un cuento más de cómo termina que cómo
empieza. A pesar de que Bat fue creado a finales de los años 30’, la historia
que lo definió es de 1986. Todos saben cuál es, uno de los cómics obligatorios:
The Dark Knight Returns, escrita y
dibujada por Frank Miller.
Para entender el impacto de DKR,
tienes que ver la obra en perspectiva (la primera vez que la leí, no la
entendí, justamente porque ignoraba el contexto); un error común cuando se
habla de Batman (o de superhéroes en general) es pensar que el personaje que
crearon Kane y Finger es el mismo que sale en los juegos de Arkham Asylum. He’s fucking not, y hemos hablado de esto muchas veces. Batman originalmente era
un personaje pulp, fusil del Zorro con The Shadow. Cuando el Comics Code entra
en vigencia (una autocensura que DC, además, impulsó), Bats deja de usar
pistolas y se convierte en el personaje que vemos en los Superamigos,
caracterización reflejada en la serie de los 60’. La cosa se vuelve un poco más
oscura en los 70’ (la era del famoso traje azul con gris) y, mientras Marvel
hablaba de discriminación racial y alcoholismo, Batman todavía investigaba a un
robo de paraguas por el Pingüino. Stupid, harmless shit destinada a niños.
Todo eso cambió con DKR.
Devenido de escribir las mejores historias de Daredevil, Miller se dio cuenta
de que estaba envejeciendo y su personaje favorito seguía joven. Así, se
planteó “la última historia de Batman”, un cuento distópico donde el Caballero
Oscuro ha colgado la capa tras el asesinato de Jason Todd. Ciudad Gótica es
guarida de pandillas y degeneración y Bruce Wayne envejece aburrido a pasos
agigantados.
El retorno de Harvey Dent, ahora curado de su quiebre esquizoide, le
despierta la vena aventurera. Alguien está cometiendo delitos al puro estilo de
Two-Face, el alter-ego maligno de aquel insigne fiscal. Si Harvey ha vuelto a
las andadas, ¿quién puede frenarlo, sino El Murciélago?
¿Y qué pasa cuando Joker se entera de que su razón de existir volvió a
la noche?
La historia estrena a otro Robin, Carrie Kelley |
Es verdad que Marvel estaba elevando el listón narrativo (un perfecto
ejemplo es la serie de Wolverine,
que el propio Miller ilustró) y el mismo Bat tenía dieciséis años construyendo
historias más sofisticadas, pero cuando se publicó DKR, Batman pasó de bailar twist y pelear contra el Joker en una
fábrica de pasteles con polvo pica-pica, a ser la peor pesadilla del crimen. Es este, y no el personaje creado por Kane y Finger, el que conocemos
hoy en día, un tipo neurótico que está todo el tiempo en personaje, que ama
ponerse la máscara aunque sepa que un día le va a costar la vida. La vaina
tiene un marcado tinte noir, que a Miller siempre se le dio bien y que venía
empleando desde Daredevil (perfeccionado acá).
“Hay siete movimientos de defensa en esta situación” dice Batman cuando
un malandrín le apunta. “Tres de ellos te desarman, tres de ellos matan. El
otro…”
Y le rompe la espalda al tipo…
“…duele”.
Este es un Batman que quiere no sólo prevenir al crimen, sino castigarlo, un tipo que atrapa al
malandro, le da una coñamentazón descomunal y después lo mete en la cárcel. Nacido de una vez en que robaron a
Frank como roban a cualquiera aquí en Caracas, este es un héroe que no va
pendiente de regenerar al delincuente, de dar lecciones morales, de la luz al
final del túnel. Batman tiene 55 años, está harto de poner la otra mejilla y no
quiere sólo justicia: quiere venganza. “Tienes derechos, muchos derechos” dice
tras lanzar a un mafioso por una ventana. “A veces me los cuento para
enloquecer. Pero ahora tienes un pedazo de vidrio cortándote una arteria
principal. Te estás desangrando y yo soy
la única cosa que te puede salvar la vida”.
Es esta la caracterización que se ha vuelto clásica, y donde Batman
brilla como personaje: es un carajo que está
loco y lo sabe. No importa cuanta gente le diga que su estilo de justicia
es disfuncional, he can’t stop doing it. Es
héroe y víctima de su obsesión y las mejores historias de Batman, empezando con
DKR, explotan ese subtexto. Bruce es
medio psicópata y su mera presencia atrae a rivales que están igual de dañados
(Batman: Arkham Origins y The Dark Knight son excelentes exploraciones
de esto), y cuando este libro cierra (SPOILERS), Bruce está un poco consumido
por su propio ideal, lo ha llevado al extremo con un ejercito fascistóide de
bichos que se consideran por encima de la ley. Es como lo escribe Grant
Morrison en su temporada: Batman, con todo su kung-fu e inteligencia y
conocimientos técnicos, no es sino un adulto que se aferra a ideales infantiles
de justicia porque nunca desarrolló coping
mechanisms con madurez.
Una versión animada estrenó en el 2012. |
Y esto es lo que vuelve a Batman fascinante, cuando es un personaje con
fallas, con neurosis, con problemas. El mismo Rorschach, del obligatorio Watchmen, es un spin del arquetipo: un héroe aparentemente admirable
y difícil de derrotar, que en realidad ve al mundo en blanco y negro y se
disfraza porque tiene un poco de rollos no resueltos de la infancia.
Y es esto mismo, un superhéroe tan extremista, lo que los hipersensibles
millenials no toleran; ahorita está
de moda echarle cuchillo a Frank Miller porque, aunque es liberal en muchas
cosas, es férreamente conservador en otras. Sí, este personaje refleja valores
sociales y políticos del autor, con los que puedes disentir, pero cuando
agarras aire para decir pendejadas de él, acuérdate primero de que el cómic hoy
es lo que es, en muy buena parte, por las contribuciones de este viejito. Frank
Miller es escuela de cómic y todos los amantes del medio le debemos respeto.
Dark Knight Returns no es mi historia favorita de Batman (that’d be The Long Halloween), pero es una
historia obligatoria ya no del personaje, sino de los cómics en general. Es
como ver Psycho o La Naranja Mecánica. Aquí está Batman
luchando contra sus limitaciones físicas, sus enemigos de antaño y sus propios
aliados, cuando piensan que se está pasando de la raya. La famosa armadura que
ves en Batman v Superman aparece acá,
en una lucha contra el Hombre de Acero mucho más digna que la que vimos en el
cine.
Digo eso burda, pero es que en serio, fuck that movie.
SEGUNDA OPINIÓN: Te recomendaría The
Killing Joke, pero esa no es la historia definitoria de Batman, sino del
Joker. Para otra versión de “la última historia” que quedó de putísima madre,
búscate el episodio Over the Edge,
the la serie animada The New Batman
Adventures. Escrita por Paul Dini, cuenta cómo Barbara Gordon murió en una
de sus aventuras enmascaradas y su padre culpa a Batman por haberla inspirado.
Es una historia súper dark, donde la moribunda Batgirl llama “Papá” a Jim, él
le quita la máscara, mira al Murciélago y, llorando, le dice “Confié todos
estos años en ti, ¿y no me dijiste que era mi hija?”
No quiero spoilearte más para que veas a un episodio sin desperdicios
(varios villanos demandan a Bruce Wayne, desenmascarado públicamente, por
“agresiones físicas ilegales”). También puedes ver la brillante The Dark Knight.
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