Escribí esta historia hace varios años, inspirado en Teenage Wildlife. Originalmente publicada en Letras a Litros, la edité bastante. Todavía tiene sus fallas, pero es un tributo sincero a un artista al que le debo tanto.
-o-
Cuando
tienes tiempo recogiendo a extranjeros del aeropuerto, desarrollas cierto
sentido para reconocer apariencias, pintas, auras que no tiene la gente de acá.
Nada más elocuente que oírlos hablar, por supuesto; Todo el mundo conoce las
diferencias entre el inglés gringo y el británico, pero menos gente sabe que,
al igual que nuestro español y el de los españoles es distinto, el portugués
brasilero y el de los portugueses también lo es. El rasgo definitivo es ese: el
habla. Omar se quedaba pendiente de que comentaran algo y este hombre, con el
que cruzaba la Francisco Fajardo, sabía que lo miraban por el retrovisor . Respondía
sereno. Alemán o gringo.
—American?
—preguntó Omar en inglés de acento latino.
El hombre
miró al chofer por el retrovisor. Sus ojos heterocrómicos.
—Oh, no —dijo—. British.
—British. Damn, man, I thought you were
German or American.
El hombre rió.
—I lived many years in Germany, don’t know if
that got in my appearance somehow.
Rió de
nuevo, una risa grave y enérgica. Entrecruzó los dedos y miró por la
ventanilla.
—That’s
fine, that’s fine —Omar tamborileó con los dedos sobre el volante—. You’re here for business or
pleasure?
—Uhm? Pleasure. I like traveling and seeing
new places and since I’ve never been to Venezuela…
—Well, welcome to our country.
Omar le
sonrió por el retrovisor y el inglés le devolvió la sonrisa.
—Thank you.
—We have many beautiful ladies. You’re gonna
love them as soon as you step on the beach, man.
—That’s what I’ve heard, frankly interesting.
But I am married, so I’ll be just looking.
—Married?
Oh, that’s okay. Did your wife… —Omar miró al camino, pensando cómo terminar su
oración. La replanteó:— Is your wife in England?
—No, she’s here. She arrived yesterday. I
stayed home attending some business. This is like a secret trip and traveling
separate helps us going under the radar.
Omar also las cejas.
—Why is that, man? —preguntó— You some sort
of politician?
—Oh, no! Absolutely not! —ambos
rieron— Let’s say I’m an artist.
—An artist! Great, man, I’m an artist myself!
—Really?
—Yeah, man! I’m a singer! —Omar se aclaró la
garganta— I mean, I’m driving a cab because, well, things are rough here and
you gotta do what you gotta do.
—Of course.
—But in my free times, I sing.
—Great. What kind of singing you do?
—Excuse me?
Un
motorizado cortó el aire junto a ellos, esquivando estilo Mario-Kart. Llevaba
los pies en bolsas plásticas.
—That was interesting.
—Pay no mind, man, that happens all the time
around here. What were you saying?
—Uh… —el inglés echó un vistazo más profundo
al tráfico por la ventanilla— What… what kind of singing you do? I mean,
popular, lyric, chorus?
—Oh. Oh! No, no, I sing in an orchestra.
Salsa, man, the rhythm that saved the world.
El inglés
asintió y cruzó las piernas.
—You know, dancing that requires real skill
—dijo.
—You dance?
—A little bit.
—We have it in our blood. You like salsa?
—Haven’t heard much of it, to be honest.
—That’s
okay, I imagine.
Omar analizó
al inglés por el retrovisor, su rostro felino, su cabello rubio. A juzgar por
sus gestos, teatrales y surreales, un pintor o actor de teatro. Para viajar en
secreto, tenía que ser por lo menos un poquito famoso. O un mentiroso
consagrado, como un escritor o un político de carrera.
—So, uhm,
you got any advice for a young artist, man?
—Sorry? —el
inglés meditaba.
—An advice. For a singer like me, man.
El inglés se
reclinó en el asiento.
—I guess I
do —su voz un elocuente rumor—. That used to happen a lot. People asking for the
secret recipe to success.
—Oh, that’s not what I meant, man, I’m sorry…
—It’s okay. These people I’m talking about
were kids longing for fame and money, so that would be the first thing: Do it
because you love it. Money will only buy you so much.
—Okay.
—And Fame is not rewarding. The most it will
get you is a seat on a restaurant.
Gesticulaba
con las manos y aunque casi no hacía contacto visual, sonreía a menudo.
—I had to resign myself, many years ago, that
I'm not too articulate when it comes to explaining how I feel about things. But
my music does it for me, it really does. There, in the chords and melodies, is
everything I want to say. The words just jolly it along. It's always been my
way of expressing what for me is inexpressible by any other means. What is very
enlightening for me right now is that I sense that I'm arriving at a place of
peace with my writing that I've never experienced before. I think I'm going to
be writing some of the most worthwhile things that I've ever written in the
coming years. I'm very confident and trusting in my abilities right now. But
I've got to think of myself as the luckiest guy. Robert Johnson only had one
album's worth of work as his legacy. That's all that life allowed him.
Pararon en
el Caracas Palace, pero Omar ya estaba en la mente de este pasajero.
—Thank you very much, sir —dijo el inglés—. How
much will it be?
—It’s… —Omar se volteó—. It’s on the house.
El inglés
sonrió.
—Just tell me —le dijo Omar—, who are you?
El delgado
duque blanco miró a Omar, una mirada intercambiable con un ademán cómplice, le
dio un par de palmadas en el hombro y le puso dos billetes de cien en la mano.
—Keep this —dijo—. Don’t give up on your
dreams. Dreams do come true.
Se bajó del
taxi y se perdió en el lobby, sin equipaje, sin que nadie saliera a recibirlo.
Omar seguía mirando al hotel cuando un muchacho se metió en el asiento trasero.
La joven que lo acompañaba se quedó afuera, mirando al lobby.
—Susana —llamó
el muchacho—. ¡Susana, vamos a llegar tarde!
—Ese… —ella
entró en el taxi, extraviada— Luis. Luis, ¿ese no era David Bowie?
—¿Quién?
—preguntó Omar.
—David Bowie,
claro —el muchacho se revisaba la cartera—.Bowie debe estar en Francia o Suiza.
Maestro, ¿cuánto hasta la Casanova?
—Ese hombre era
David Bowie. Estoy segura.
Omar y la chica
se miraron. El taxista sonrió y puso el motor en marcha.
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