"No mucho después de ponerse cómodo,
Snyder (agente de la DEA vacacionando), notó a 'un hombre blanco caminando por
mi derecha, hacia mí, y la razón por la que lo noté es porque estaba mirando a
todas las muchachas... llegaría a detenerse casi por completo y me pareció que
estaba o buscando abordar a una chica, o tratando de encontrarse con alguien
que cumpliera sus estándares'. Pero siguió caminando, buscando, pasó enfrente
del agente de la DEA y se acercó a la rubia en el bikini negro. Al aproximarse,
Snyder lo escuchó decir 'Buenas, señorita' o 'Discúlpeme, señorita', un saludo
cordial. Respondiendo a la educada introducción, Janice le hizo un gesto para
que se sentara junto a ella en la toalla. Él tuvo que bajar con cuidado, porque
su brazo izquierdo estaba vendado y en cabestrillo. Una vez sentado, dijo
Snyder, el hombre cruzó las piernas y los dos conversaron por unos cinco
minutos. Mientras hablaban, Janice Ott se puso a recoger sus cosas.
Snyder describió al hombre como un sujeto
de un metro, setenta y ocho centímetros, aproximadamente. Entre veinticinco y
veintinueve años, vestido de blanco. El cabello, añadió, 'estaba a la altura
del cuello, ondulado, color castaño claro'.
Sin que Snyder lo supiera, el individuo al
que le estaba prestando atención acababa de tener un encuentro con otra mujer,
apenas momentos antes.
Janice Graham, de veintidós años, era una
empleada de Boeing y vivía cerca de Bellevue, Washington. Llegó a Lake
Sammamish alrededor de las 11:30 de la mañana e inmediatamente buscó una mesa
para picnic, sin conseguir una. Después se acercó al patio deportivo, donde la
abordo un hombre que describió 'de un metro setenta y cinco, con cabello rulo,
nácar'. Ella lo saludó, sintiéndose un poco perturbada por la intrusión. Cuando
ella se iba, él le pidió 'su ayuda un minuto', explicando que no podía hallar a
sus amigos. '¿Sí?' dijo ella, '¿Qué quieres?' El educado joven con brazo en
cabestrillo le dijo que necesitaba ayuda desenganchando su lancha del carro.
Una petición razonable, le pareció a ella, a la que contestó con un 'Está
bien'.
Conforme se abrian paso por lo que parecía
volverse una multitud, él dijo que 'No se ve desde aquí, hay mucha gente'.
También le preguntó a ella dónde vivía y en qué trabajaba. 'Se detuvo muchas
veces para agarrarse el brazo, sosteniéndoselo como si le doliera' explicó
Graham. 'Dijo que se lastimó jugando squash. Me preguntó si yo había jugado.
Dijo que era muy divertido'. Cuando llegaron al estacionamiento, él apuntó a un
Escarabajo VW, 'Color marrón metálico'. Por sorpresa, no tenía ni una lancha
adjunta, ni un gancho al qué atarla. Al ella preguntarle al respecto, él
respondió: 'Es que está en la casa de mis padres. Está subiendo esa montaña'.
Sacudiendo la cabeza en negación, ella dijo que no podía acompañarlo, porque su
esposo y sus padres estaban por llegar. 'Ah, está bien; debí avisarte que no
era en el estacionamiento'. Volviendo hacia la gente, se disculpó una vez más.
'Gracias por acompañarme; debí decirte que no estaba en el estacionamiento'.
Graham luego haría énfasis en lo agradable que fue.
'Era muy educado, muy sincero... y no se
molestó cuando le dije que no lo iba a acompañar'.
Dejando a Janice Graham esperando a su
familia, él siguió buscando. Unos diez minutos después, Graham lo vio caminando
con otra mujer, que llevaba una bicicleta al lado. 'Pensé' dijo, 'que no le
tomó mucho conseguirse a otra que lo acompañara'. Esa fue la última vez que
Graham lo vio.
Dada la distancia entre Snyder y Ott, la
posibilidad de escuchar la conversación entre los dos resultó muy limitada. No
obstante, otros sentados mucho más cerca de la pareja darían una descripción
más detalla del encuentro a las autoridades.
(...)
Sylvia Valint tenía quince años el día en
que Janice Ott desapareció de Lake Sam, como lo conocían los lugareños. Aún
así, daría una de las descripciones más precisas sobre lo que ocurrió entre el
asesino y la víctima esa caliente tarde de Julio, de 1974. Obtener una
descripción tan nítida y concisa de alguien tan joven es inusual. La mayoría de
los niños de su edad, no recuerdan conversaciones aparentemente sin
consecuencias. Estaba a sólo tres metros de Janice Ott.
'Llegó un tipo hacia ella' le explicó
Sylvia al detective Robert Keppel, al miércoles siguiente. El reporte asegura:
'Es de un metro setenta y cinco a un metro setenta y ocho de estatura,
constitución media, cabello pajizo largo hasta el cuello, bronceado, brazo
izquierdo en cabestrillo. El yeso empieza en la muñeca y termina después de
doblar en el codo. Zapatos deportivos blancos, medias blancas, shorts blancos y
franela blanca. Dijo 'Disculpe, ¿me puede ayudar a enganchar mi lancha a mi
carro, porque no puedo hacerlo yo solo, porque me rompí el brazo?' Ella dijo
'Bueno, siéntate y vamos a ver. ¿Dónde está la lancha?' Él dijo: 'En casa de
mis papás, en Issaquah'. Ella dijo: '¿Ah, sí? Yo vivo en Issaquah. Bueno, está
bien'. Se levantó y se puso ropa encima del traje de baño. Agarró su bicicleta
y dijo 'Bajo una condición. Que yo pueda subirme después a la lancha. Y que me
presentes a tus padres'. Se presentaron. Ella dijo que su nombre era Jan. Él se
presentó como Ted.
Sylvia dijo que era un sujeto elocuente,
articulado".
Sacado de Wikipedia:
"Los homicidios del Pacific Northwest
terminaron el 14 de Julio, con el secuestro a plena luz del día, de dos
mujeres, entre una multitud en la playa de Lake Sammamish. Cinco testigos
mujeres describieron a un joven atractivo vestido de blanco, con el brazo en
cabestrillo, hablando con un tenue acento, quizá canadiense, quizá inglés.
Presentándose como "Ted", preguntó si podrían ayudarlo a descargar su
lancha de su Escarabajo opaco -o bronce. Cuatro de ellas, se rehusaron. Una lo
acompañó hasta el carro, vio que no había lancha y se marchó. Tres testigos más
lo vieron acercarse a Janice Anne Ott, de 23 años, con la historia de la
lancha, y la vieron irse en su compañía. Unas cuatro horas más tarde, Denise
Naslund, una joven de 18 años estudiante de computación, se levantó de la mesa
en la que estaba con unos amigos para ir al baño, y nunca regresó. Bundy le
dijo luego a Stephen Michaud que Ott seguía viva cuando él regresó con Naslund
-y que una fue obligada a ver a la otra morir-, pero luego cambió ese detalle
de su confesión la noche previa a su ejecución".
Saben, tengo que admitirlo. La maldad
absoluta de este carajo es creepy y medio.