Ese libro (Cementerio de Animales; Pet Cematary) fue muy personal. Todo lo que pasa ahí, hasta que el niñito muere, todo es verdad. Nos mudamos a una casa a un lado de la casa junto a la carretera, pero era Orrington en vez de Ludlow. Los camiones de verdad pasaban por ahí y el viejo al otro lado del camino me dijo "Cuidado con la carreteeeeira". Sí salimos en día de campo. Volamos cometas. Sí conseguimos un cementerio de mascotas. Sí conseguí al gato de mi hija, Smucky, muerto en la carretera, arrollado. Lo enterramos en el cementerio de animales y escuché a mi hija Naomi en el garaje después, la noche en que lo sepultamos. Oía estos ruidos, ella alborotando herramientas. Lloraba y decía "Devuélvanme a mi gato. Que Dios se busque su propio gato". Yo sólo eché eso dentro del libro. Y Owen de verdad fue corriendo hacia la carretera. Era un niñito, apenas dos años. Y le grité "¡No lo hagas!" Y él, por supuesto, se ríe y corre más rápido porque es lo que los niños hacen a esa edad. Y yo de verdad fui corriendo y me lancé hasta derribarlo en el suelo, a poca distancia de la carretera. Y el camión pasó, como un trueno. Así que eché eso dentro del libro también.
Y luego te dices a ti mismo, hay que ir más allá. Si vas a hablar de este horrible proceso (la muerte de un hijo), tienes que hacerlo como es. Y lo hice. Estoy orgulloso porque llegué lo más lejos que podía con ese libro, pero al final era horrendo. Muy terrible. O sea, no hay esperanzas para nadie al final de ese libro. Siempre le doy mis borradores a mi esposa Tabby para que los lea, pero este no. Lo terminé y lo dejé encerrado en el escritorio. Trabajé en Christine, que fue más cómodo, me gustaba más y fue publicado primero.
- Stephen King.
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