Cuando
trabajaba de abogado, por allá en el año de 1430, tenía un pana muy querido,
Jorge León, con el que me sentaba a almorzar y a conversar y tal (falleció hace
unos años, lo extraño mucho). Una vez nos pusimos a hablar de Batman y de cómo
el Batman con el que él creció era el de Adam West, una cosa colorida y con
marcado sentido del humor. Que cuando fue a ver la primera peli de Batman, en
el 89’, se quedó pasmado, preguntándose por qué ese Batman era tan tenebroso.
Bueno,
el buen León habría quedado helado al ver The Batman, de Matt Reeves: una película
cruel, oscura y nihilista, que habla de la miseria en el corazón de los seres
humanos. Olvídate de fan service y olvídate de emulaciones a Marvel. ¿Vas al
cine con ganas de celebrar al heroísmo de Batman y pasar un buen rato, salir de
la sala cantando la canción de los 60’? Well, wrong fucking movie. Aquí vinimos
a maltripear y a llorar y a tenerle arrechera a la gente.
Y
me encantó, me parece un peliculón.
Batman
lleva ya dos años haciendo de justiciero en Gotham y ya la gente lo conoce, mínimo,
por reputación. Pero su aparición en la vida pública, lejos de ayudar a la
ciudad, ha inspirado a elementos extravagantes y malignos. El más reciente es
The Riddler, un asesino en serie que va matando a figuras de alto nivel
político, dejando acertijos sobre sus motivaciones.
El
Murciélago, sin embargo, lucha contra mucho más que un asesino enmascarado:
tiene a una ciudad corrupta en contra, sin respuestas fáciles y donde nadie es
inocente.
Cuando
Tim Burton “casteó” a Michael Keaton como Batman, todo el mundo salió a decir
que eso era un error, que estaban dañando al personaje, que Mr. Mom no tenía lo
que hacía falta para el papel. Treinta años después, tenemos al fandom diciendo
que Edward Cullen no es digno de ser the man under the cowl. Bueno, pa’ que lo
sepan: Robert Pattison es el mejor Batman que ha salido en pantalla. Mi
favorito de todos era, en el cine, Keaton, y Kevin Conroy en general. Pero tras
ver a este man, puedo decir con firmeza que Robert Pattison se roba el show, y
mira que eso es difícil en una película de Batman, donde muchas veces los malos
son más interesantes (y por mucho) que el héroe. Esta comparación va a sonar
loquísima, pero ver a Pattison en el papel me recuerda a Derek Mears como Jason
Voorhees en Viernes 13 (2009): Es un carajo que, sí, tiene el traje y tal, pero
es su lenguaje corporal lo que nos
informa sobre lo que siente el personaje. Pattison puede exhibir vulnerabilidad
sólo parado ahí, mirando a algo chimbo, y resulta buen ancla humana para la
trama; este Bruce es un tipo con el que te puedes identificar con mucha
facilidad a nivel emocional si alguna vez has sentido que algo dentro de ti
está mal y que estás medio roto. Eso es tanto por el performance como por el
libreto, claro, un libreto que me hizo temer que algo malo le fuese a pasar de
verdad a Batman.
¿Tú
recuerdas la última vez que viste una película de Batman, o de cualquier otro
superhéroe, donde temiste que al héroe le pasara algo de lo que no pudiera
volver? Eso, romper esa incredulidad de uno como audiencia, es uno de los
triunfos más grandes de esta película.
Bruce
Wayne acá es neurótico y deprimido, un tipo que está tan enfocado en la misión
que la misión se lo está comiendo.
El
resto del elenco está de pelos. Jeffrey Wright como Gordon fue una elección
acertadísima, Andy Serkis como Alfred fue un buen guía paterno sin caer en
dramatismo exagerado, John Turturro como Carmine Falcone es un mafioso salido
de una peli de Scorsese. Pero hay tres personas que, junto a Pattison, parten
la liga.
Zoë
Kravitz tiene a mi retrato favorito de Selina Kyle, y mira que amo a Anne
Hathaway. La Selina de Zoë es el foil perfecto de ese Batman: Una persona que
está empeñada en proyectar fuerza y seguridad, pero que le sacaría provecho a
muchos, pero muchos años de terapia, una chama que no está muy clara sobre qué
hacer con su dolor. Acá todos cargamos una cruz, y la de Selina quizá se parece
a la tuya. O a la mía.
Lo
de Colin Farrell como Oswald Cobblepot hay que verlo para creerlo. Te lo juro
que yo sabía que no era Robert DeNiro porque de lo poco que sabía de esta peli
antes de verla era que, por ejemplo, DeNiro no estaba en el cast. Pero tú ves a
ese performance de El Pingüino, y pana, Farrell está irreconocible en pinta,
voz y actitud. Quizá el mejor performance de la película.
Paul
Dano es the Zodiac Killer. La
película toma la muy sabia decisión de usarlo con cuidado y de a poquito, tal
cual como se usa a Pinhead en Hellraiser, o a Leatherface en Texas Chainsaw
Massacre (2003, que a pesar de que sale bastante, nunca lo ves bien). Léase:
The Batman usa a the Riddler como al asesino de una película de terror.
Y
vaya que el tipo mete miedo: The Batman es hija no tanto de Batman 1989, o de
Batman Begins (mucho menos de Batman v Superman), sino de David Fincher, de
William Friedkin, de Roman Polanski (que son, a su vez, hijos de Alfie
Hitchcock). Vamos, que Matt Reeves es un duro que no necesita imitar a
nadie—para el que no lo conozca, es el genio detrás de las nuevas pelis de
Planet of the Apes—, pero es imposible ver varias escenas de esta excelente
propuesta sin pensar en Seven, por ejemplo, o en Ghost Writer. La comparación
tiene cero ánimos de ofender, ojo, acá resulta súper efectiva. La fotografía y
la excelente música van de la mano de
una forma propia del cine de terror, donde generar atmósfera opresiva es
fundamental y donde la cámara es casi otro personaje más, un cine donde si no
tienes a un buen director de fotografía, no hay nada qué hacer.
Decían
los monstruos que escribían la perfecta Batman: The Animated Series que el peor
personaje para escribir era El Acertijo porque para él había que pensar no sólo
en una trama atractiva, sino también en enigmas que el espectador no fuese a
adivinar. Bueno, no quiero imaginarme cuánto tiempo habrá pasado Reeves
escribiendo un libreto donde los juegos de palabras son constantes e
inteligentes. Riddler en los cómics es un tipo que destaca por su narcisismo:
Edward Nigma cree no sólo que es más avispado que el resto del planeta tierra,
sino que todo el mundo tiene que parar su vida para resolverle sus acertijos
(es decir, prestarle atención). Acá, el narcicismo definitivamente está, pero
es porque ese es un rasgo de la sociopatía. La inspiración en el Zodiac Killer
es obvia (Arthur Leigh Allen did that shit, btw), pero la peli usa a ese motor
narrativo que es el asesino en serie no como el núcleo narrativo en sí, sino para
explorar los conflictos dentro de los personajes y los monstruos que vienen
arrastrando en sus vidas. ¿Sabes cómo en El Silencio de los Inocentes el foco
está en Clarice y como en Zodiac el foco está en los detectives? Bueno, tal
cual: lo que está sucediendo con este asesino ha sacado a flote cosas que todo
el mundo en la ciudad, Bruce incluido, habría preferido que se quedaran sepultadas.
Pon
cuidado con una cosa que sí te voy a decir: Esta no es una película para niños.
En la sala teníamos a un niño pequeño y yo sólo podía sentir compasión por ese
papá. Acá hay unas coñazas salvajes, un malo cuyo traje parece salido de una
mazmorra sexual (good luck selling toys of that)
y una trama tan noir que las lágrimas de Batman son literalmente negras
(chorrean con el maquillaje de sus ojos). Si The Dark Knight te parecía una
peli violenta, esta es violenta Y malasangre. Celebro a Warner Brothers por
apoyar a una película tan fea de uno
de sus personajes más importantes. 100% unsafe, no vino a complacer, un
thriller psicológico al que no le interesa cuántos muñequitos va a
vender el departamento de mercadeo.
Un pelo
larga, no tomes refresco antes. Pero por lo demás, puedes ignorar que The Dark
Knight Rises existe y tomar a esta película como la secuela de The Dark Knight.
Un film perfecto, que trasciende a lo que esperamos de una película de
superhéroes. 10/10, would feel like shit about the world again.