Si
eres asiduo a este blog, probablemente te estás preguntando qué pasó en todo el
mes de de octubre, con las publicaciones irregulares de Sympathy for the Creature, saltándome días y atrasándome y tal, con
el silencio posterior. I
won’t go into details, so I’ll just say I was sick.
How sick?
Very sick.
But now I’m back, so let’s talk some fucking comics.
Antes
de entrar en materia, hay dos noticias grandes ahorita en el medio: Lo de Eddie
Berganza (mal nombre si eres hispano y te acusan de agresor sexual) y lo de
Brian Bendis.
Primero,
no existe un medio más liberal en este planeta que el de los cómics. Muchas de
las historias que avanzaron esto como forma artística son historias de
inclusión y de loving the alien, all
the way back to 1931. Mucho antes de que Hollywood empezara con el tema de los
personajes negros y femeninos, ya teníamos el debate en las páginas y todo el
tema del acoso sexual ya estaba bien expuesto por allá por el 2011 —no sé si se
acuerdan, pero el autor del exitosísimo JL8
prácticamente perdió su reputación porque era una metralleta de dick pics.
Pues
ahora le ha tocado a uno de los principales editores de DC Comics, Eddie
Berganza, que parece que es bastante agresivo con el tema de la dominación y
tantas carajas han salido a denunciarlo que DC lo “suspendió”. La queja ahorita
no es que lo hayan suspendido, sino que haya tardado tanto tiempo cuando era un
secreto a voces. Los cómics han crecido muchísimo, pero seguimos siendo un
medio insular donde si eres medio mamagüevo, people is going to know, seas
Eddie Berganza o fucking Bob Kane (ya hablaremos de eso).
¿Qué
puedo decir? Si tienes un problema tratando a las mujeres con respeto, estás
bien jodido trabajando en cómics.
Aquí
hay un debate también sobre lo peligroso que es acusar a la gente y cómo la
mera acusación es capaz de arruinar reputaciones independientemente de las
pruebas (uno de los recientes acusados es George Takei, uno de los carajos más
bondadosos y humanitarios ever). Pero esas son aguas muy profundas para estas
horas y tú probablemente ya tienes tu idea al respecto.
Entonces,
Brian Michael Bendis.
¿Por
qué es una noticia importante?
Porque,
si te acuerdas, Brian Michael Bendis fue uno de los escritores que salvó a
Marvel en su peor momento. El carajo emergió del cómic independiente tras
redactar sendas piezas noir (destacando su Se7en de los años 30’, Torso), y su narrativa oscura de
moralidad ambigua calzó tan bien en Daredevil,
que lo redefinió tras aquellos arcos de Frank Miller.
Pero
hay más, porque el tipo pasó a perfeccionar el tono aventurero y simpático de
Marvel que puedes ver en las películas. Junto a Waid, Whedon, Tom Taylor, Ennis,
Vaughan y tantos otros, “Bendis” es una marca de calidad.
Pues
hace cosa de días sorprendió al mundo al anunciar que hizo un trato de
exclusividad con DC y ahora pasará a escribir en las páginas de la competencia.
¿Cómo nos debería caer eso?
Del carajo.
Bendis
ha estado en Marvel por casi veinte años y me parece perfectamente razonable
que quiera un cambio de dirección, pero es que cuando el tipo se siente a
redactar esos libretos, tú sabes que lo que va a salir es oro puro. Lo que soy
yo, no puedo esperar para leer su Batman y
su Teen Titans. Marvel va a estar
bien. Y esto de escritores que pasan de acá pa’ allá is as old as the medium
itself.
Entonces,
¿qué hemos leído por ahí?
Casualmente
hablando de Bendis, me clavé todo su Miles
Morales.
Este
pana escribe adolescentes como nadie; por si no lo sabes, Miles Morales es el
Spider-Man negrito que anda por ahí. Empezó como otro Spidey que compartía
tarima con Peter Parker en el universo Ultimate (separado de la narrativa
principal), pero cuando Peter murió, le quedó a él llevar el manto. Y mira, se
lee muy bien. Ya hemos hablado de cómo Spider-Gwen es básicamente un remake de
Spider-Man rebozando estilo. Miles es diferente.
Cuando
su título propio arranca, Miles se está asentando en su rol y en una lucha
contra Norman Osborn, asesino de Peter. Claro, las cosas son complejas y la
historia tiene giros inesperados, pero el chamo es simpático y sus pesares son
creíbles. Es una serie relativamente corta que vas a leerte de un tirón y vas a
reconocer de dónde salió el pana gordito que Peter tiene en la nueva película.
Lo
otro que leí, hablando de Spider-Man, fue el famoso Spider-Verse. ¿Qué tal? Comme
ci, comme ca.
Spider-Verse
es una de las historias más sonadas de los últimos años, porque incluye a
“todos los Spider-Man ever, en una batalla a ver quién sobrevive”. Esto es más
o menos cierto: Por giros de trama y unos villanos que sirven de excusa, todos
los Spider-Man de todos los universos se reúnen para enfrentarse a depredadores
que se alimentan de ellos específicamente. Esto quiere decir que vas a tener en
la misma historia a Peter Parker, Miles Morales, Silk, Spider-Gwen, El Cerdo
Araña, Ben Reilly, el Spider-Man del futuro, a uno hindú, a Jessica Drew, al de
las series japonesas de los 70’ (con su propio robot tipo Mazinger), al punk,
al de las películas de Toby Maguire Y al de Andrew Garfield, a mi querido
Superior Spider-Man, al de los videojuegos, al que tiene seis brazos, al que se
convierte literalmente en una araña gigante y, bueno, a todos, pues.
Como
herramienta para el suspenso, la serie es un fracaso. Desde el principio está
bien claro quién se va a salvar; ¿el Spider-Man que te gusta es popular? He (or
she) is safe. Todos los nulos o experimentales pasan a mejor vida y
Spider-Verse no es la purga dramática que esperábamos.
¿Dónde
sí triunfa? Artísticamente. Pana, es un gustazo ver cómo adaptaron al cómic
formatos tan ajenos como la serie animada de los 70’, o incluso las peleas de
videojuegos. Mi momento favorito ocurre cuando referencian a un experimento que
se intentó de verdad y fracasó: La serie de periódico.
Eso
fue en los 70’, si no me equivoco, cuando Marvel pasó a su serie estrella al
formato de prensa. Sabes, tres o cuatro viñetas diarias en blanco y negro, que
se canceló pronto porque ese formato resultó anti-natural para este tipo de
narrativa. Siempre se usaba una viñeta para referenciar a eventos pasados; otra
era para decir que estaba pasando ahorita. Te quedaba una sola para avanzar la
trama. Esto quería decir que, mientras el cómic real se lanzaba sus épicas, una
sola pelea en el periódico tomaba para siempre.
Bueno,
acá uno de los villanos entra en ese universo y se consigue con que ese
Spider-Man referencia constantemente al pasado y le toma años el moverse y
darle un golpe. Está manejado con mucho seso y buen gusto, imposible no
sonreír.
Spider-Verse:
Narrativamente es cualquier vaina, artísticamente es obligatoria.
Otra
cosa que estaba leyendo es Britannia.
No
sé si sabes, pero una de las muchas casas que surgieron en los 90’ fue Valiant.
Fundada por el polémico Jim Shooter, la vaina ofrecía prácticamente lo mismo
que todas las demás del momento, pero con toques originales. Bloodshot, Turok y una serie dedicada a
superhéroes afroamericanos, con Xombi y
Hardware.
Bueno,
hace poco resurgieron y el año pasado nos dio a uno de los mejores títulos
recientes. Centrado en el imperio romano durante Calígula, Britannia nos echa el cuento de Antonius Axia, “el detector”. Tras
un casi fatal accidente en la epónima provincia romana, es adoptado por las
vírgenes vestales e instruido en los secretos de una primigenia ciencia
forense. Y bueno, se va por ahí a resolver misterios.
La
vaina es parte de ese género de ficción de “detective en un contexto inusual”,
pero tiene buen suspenso y los personajes están muy bien desarrollados. Notable
es la relación entre Antonius y su esclavo, que refleja algo que pasaba en la
Roma real: Muchos dominus eran
malditos con sus esclavos, pero muchos otros mantenían una relación
prácticamente fraternal con ellos, tanto así que, como es sabido, el esclavo
principal de Julio César era casi un padre y lo lloró horrible tras su muerte.
Acá, ambos hombres actúan tanto como panas que cuando uno sugiere la realidad
de la relación, es hasta chocante.
Otra
cosa que cae bien es algo que no se hace mucho y no entiendo por qué; cuando
termina cada capítulo, hay unas cuatro o cinco páginas de historia romana,
escrita por académicos. Digamos que en el episodio se habló burda de las
vírgenes vestales o de los gladiadores. Bueno, al final tienes un ensayo largo
sobre ese tema. El que habla sobre la realidad de la mujer en Roma es
excelente.
Y
gráficamente esto está muy bien logrado. Britannia:
anda a leerla.
Y
con ocasión de la peli de La Liga de la Justicia (nop, aún no la he visto; this
is a comic book blog, guys), es Injustice, de DC. Si te suena, es la
serie que antecede al videojuego que sacó la gente de Mortal Kombat; ocurriendo en un universo paralelo, el contexto le
permite al escritor, Tom Taylor, la libertad de hacer y deshacer el universo DC
a su gusto. Y créeme que lo hace.
Todo
va bien en el mundo. Superman está casado con Lois Lane y están esperando a un
bebé —el padrino del niño será Bruce Wayne, quizá el hombre en el que Clark más
confía, un hermano más que un aliado.
Pero
Doomsday ha regresado. Con tanto qué perder, el hombre de acero responde de
inmediato, poniéndole fin a la vida de su mortal enemigo… que nunca fue. Todo
era una ilusión generada por el infame gas enloquecedor del Joker y mientras
Supes pensaba que eliminaba a Doomsday, realmente mataba a Lois… y a su hijo.
“¿Por
qué él?” le pregunta Batman al Joker, ya habiéndolo capturado.
“Porque
estaba cansado de luchar contra ti y quería ver cómo sería timarlo. Fue muy
fácil”.
Desahuciado,
Superman cruza la línea que Batman jamás se permitió, y mata al príncipe del
crimen, estableciendo la paz mundial a la fuerza. “Hemos estado en estas luchas
estúpidas durante décadas” dice. “Los mandamos a la cárcel, se escapan y hacen
de las suyas otra vez, matando a inocentes en el proceso. ¿De cuántas muertes
somos responsables por no ponerles fin?”
Junto
a un grupo de fieles, como Cyborg, Green Lantern, Wonder Woman y Shazam, la
nueva Liga de la Justicia se lanza una gira mundial obligando a que las guerras
cesen. Es brillante el momento en que Superman sienta a los líderes de Israel y
Palestina en una mesa y les dice “Tienen 24 horas para acordar los términos de
la paz. Si cuando venga mañana eso no está listo, los términos los pondré yo”.
La meta de Kal-El, el guardián del planeta, está al fin lograda.
Excepto
para Batman, que ve en esto a tiranía.
De
poco sirve una paz mundial alcanzada por el miedo y la cesión de libertades, y
la paz de los sepulcros bien rápido degenera en opresión. Junto a la
bat-family, es Bruce quien lidera la resistencia, quien trata de que el rey del
mundo entienda y recupere a la humanidad que siempre les ha guiado. Se sirve
así la Civil War de DC Comics, en una
historia en la que nadie está a salvo.
Guy Gardner is a show-stealer |
Y
quiero decir nadie. Si te parece que
la muerte de un villano como Joker es impresionante, ese es el abrebocas: La
vaina se configura pronto como una guerra donde ambos bandos cuentan con poder
para destruir ciudades. Injustice funciona
por dos motivos: Primero, Tom Taylor conoce perfectamente cómo funcionan los
personajes de DC, les llega al corazón —y al tuyo. Verdaderos momentos que
sacan lágrimas, como la relación entre Green Arrow y Black Canary, miembros de
la resistencia, perpetuamente aterrados el uno por el otro al enfrentarse
contra un enemigo invencible, o ese nexo entre Batman y Nightwing (“Tú nunca
fuiste mi aliado, fuiste mi hijo”) y los efectos que causa en Damian Wayne. Hay
una parte arrechísima en que Black Canary tiene capturada a Harley Quinn y
Harley está siendo su yo chistosa tonta habitual.
“Debe
ser muy bonito tener a alguien así como tú tienes a Green Arrow” dice Harley.
“Yo lo tenía en mi Mr. J, y ahora Superman me lo arrebató. Nunca estuvimos
separados por mucho, ¿sabes? Recuerdo una vez que lo arrestaron. Trabajé todos
los días para recuperarlo. Hice planes enormes, junté a los secuaces, compré
las armas, todos los días luchando para que volviera a mí. Se escapó por su
cuenta más de un año después y cuando volvió, me saludó caminando sin verme a
la cara”.
Y
en ese punto, Harley baja la cara y se seca una lágrima.
“Pero
es porque así es que él ama, ¿entiendes? Yo sé que me extrañó. Yo sé que me
quería”.
Y
Black Canary sólo mira y es un momento en que Harley, el bufón de DC, se
convierte en un ser humano con el que empatizas. Es el verdadero rostro de una
caraja que ha sido manipulada y abusada por su novio psicópata y en el fondo lo
sabe.
La
otra cosa a favor de Injustice es
que, precisamente porque Taylor tiene tal manejo de los personajes y la trama,
cuando las muertes ocurren, te toman por total sorpresa. Mi pana, esta es una
serie que no vas a parar de leer. Cada fucking arco termina con un momento
impactante, situaciones en que vas “No, no, no, noooo, nonononononono, ¡coño,
mataron a _____!” Las personalidades de gente que uno no conoce mucho (Shazam,
Dr. Fate, Black Adam) están bien establecidas y llegas a entender de qué va
cada quien.
O
sea, las caracterizaciones están logradas a la perfección. Lex Luthor, por
ejemplo, no es el ridículo que sale en Batman
v Superman (es una de las grandes ironías, esta serie nos da el
enfrentamiento entre ambos héroes que esa película no supo brindar), sino un tipo muy Moriarty, casi
pasivo, que se une al régimen desde tempranito.
“Nuh-uh”
dice alguien, “este tipo no. Es un traicionero y una rata. Es obvio que no
podemos confiar en él”.
Lex
los va señalando con el índice:
“Tú
te llamas Diana Prince, tú eres Barry Allen, tú eres Hal Jordan y tú eres un
niño llamado Billy Batson y tú Clark Kent. Siempre han tenido que confiar en
mí, lo que pasa es que no lo sabían”.
O
como cuando, temprano en la vaina, el régimen se encarga de arrestar a todos
los supervillanos que hay por ahí. Están metiendo a Two-Face en Arkham cuando
Batman se aparece e incapacita a Cyborg con un virus que le metió hace años.
“Espera
un momento” dice alguien. “Él era tu amigo ¿y le metiste un virus?”
“Se
ha estado preparando para esto por mucho tiempo” dice Damian, oponente de su
papá. “En caso de que tuviera que pelear contra ustedes. Te apuesto lo que
quieras a que tiene archivos detallados sobre quiénes somos todos y cuáles son nuestras
debilidades”.
“Wow”
se ríe Killer Croc desde su celda, “eso es maldito hasta para mí”.
El
escenario es algo que ya ha sido aludido en obras como Watchmen, Irredeemable o Superman:
Red Son: ¿Qué pasa si al guardián omnipotente le da por despotismo?
Superman se configura no como un antihéroe, sino como un antivillano. Nos
recuerda a Al Pacino en El Padrino II,
un tipo que está dispuesto a cruzar cualquier barrera para mantener la paz,
sentado en el trono de la ambigüedad moral. En un momento, está jugando ajedrez
con Flash.
“Quiero
prohibir las armas de fuego”.
“Ya”
contesta Flash. “Pero antes de que las pistolas existieran, la gente se mataba
con cuchillos. ¿Vamos a prohibir eso también? ¿Qué tal los carros? Alguien
puede usar un carro para matar gente. ¿El alcohol, los cigarrillos, también los
vamos a prohibir?”
La
vaina no es solo la coñaza espectacular, sino una exploración intelectual sobre
los límites de una “paz mundial” y de abrazar a “el fin justifica los medios”.
Aquí vas a ver a todo el mundo, desde los antedichos hasta Swamp Thing, Lobo,
Martian Manhunter y sí, Batman une fuerzas con John Constantine. Si eso último
no te convenció para leer Injustice, you probably don’t like comics.
Yeap, ese es Detective Chimp |
La
serie tiene un problema grave, though: A mediados del tercer arco (llamados
“años”, son cinco), Tom se marcha y Brian Buccellato, un escritor inferior en
todos los sentidos, toma las riendas. Sus dos arcos son francamente débiles, no
resuelven nada y a veces arruinan cosas espectaculares que hizo Tom.
Pero
esos primeros tres arcos son tan brutales que pagan el precio de entrada y te ruego,
por los clavos de Cristo, su sacro dolor y su herida sangrante, sácale el culo
a la película si quieres, pero léete Injustice.
Es excelente.
Después
de year five, hay otra serie narrando los eventos del juego y creo que eso está escrito por Tom. Si
no, la serie del segundo juego (Injustice
2, duh) sí está escrita por él y esa es recomendación suficiente. Aún no he
leído estas dos pero no dudes que cuando haya otro Comic Rant, serán tema de
discusión.