En estos días se estrena, como estoy seguro que ya
saben, la que parece ser la última película de Hugh Jackman en el papel que lo
lanzó a la fama, Logan. Voy a salir
de esto rápido: Como fan de los X-Men, las películas son tan diferentes que no
soy un gran partidario de ellas. Y como te digo eso, te digo que el panorama
moderno de las películas de superhéroes le debe mucho a esas dos primeras
películas de Brian Singer; el aporte que le dieron a un tipo de cine que hoy es
un subgénero establecido no puede ser exagerado, es incluso superior a la
primera de su tipo, Blade. Y ese
éxito vino en muy buena medida por una elección de casting brillante, con un
actor en el que nadie creía. Jackman fue una revelación y hoy no nos imaginamos
a otro actor con las garras de adamantium.
¿Qué tan diferente es, entonces, ese Logan al Logan
del material fuente? No mucho, en realidad. Los puntos básicos de
caracterización están ahí y se agradece que el histrión está siempre a la
altura del reto. El gran problema cuando uno habla de Wolverine es que por unos
treinta años lo tenemos hasta en la sopa; el personaje es tan popular que hace
de protagonista hasta en títulos que no se centran en él (Ultimate Alliance, House of M). Es el punto de atención en las
películas, súper popular en la serie animada, tiene un título para él solo de
publicación estable, es un clásico en Los Vengadores Y en los X-Men (hay una
serie animada que ni siquiera es X-Men sino “Wolverine & The X-Men”). Llama la atención cómo un personaje
que se supone que es un lobo solitario está en todos esos equipos y aunque
nunca hemos visto un videojuego centrado en Storm o Gambit, hay varios donde
juegas únicamente como Logan.
Sobreexposición, es lo que estoy describiendo. ¿Cuál
es la verdad de un personaje que nos parecía cool sólo porque teníamos doce
años y nos gustaba la violencia y su postura anti-autoridad?
Pues que es un personaje de putísima madre.
Cuando Wolverine apareció por primera vez, fue como un
tipo cualquiera para que Hulk tuviera con quien pelear y el personaje que
conocemos hoy, como pasa tan a menudo en el cómic mainstream, tomó tiempo en
desarrollarse. Lo vimos integrado a los X-Men en su etapa más famosa y no lo
veremos brillar por varios años. Wolverine destacó no a pesar de sus carencias
narrativas, sino gracias a ellas. Fíjate que sabemos de dónde vienen los
integrantes del equipo, sabemos que Scott es un intenso criseado por su pasado,
sabemos que Kurt es un showman y aventurero y que a Ororo la veneraban como una
diosa tras un pasado de delincuente juvenil, pero de Logan nunca tuvimos ni
pista. Yo creo que es porque el propio autor no sabía de quién hablaba. Ten en
cuenta que durante años el poder mutante de Wolverine era las garras y no tuvo
ese factor regenerativo y los sentidos agudos sino mucho después (no me refiero
dentro de la historia, sino narrativamente). Después surgiría el pretexto de
“mutaciones secundarias”, como las distintas apariencias de Beast o la forma de
diamante de mi adorada Emma Frost.
Entonces, textualmente hay tres elementos básicos de
Wolverine:
1) Es un mutante conocido como Logan (nombre real: James
Howlett);
2) Sus poderes son la regeneración, el olfato agudo y las
garras;
3) Esas garras son metálicas porque, de joven, lo agarró
un proyecto gubernamental secreto llamado Weapon X, que lo torturó, le inyectó
el metal y le borró la memoria (Deadpool también es producto de Weapon X);
Pero el personaje tiene tres elementos que ya son
subtextuales, indefectibles para su caracterización:
1) Código de honor;
2) Dualidad entre hombre y bestia;
3) La defensa del vulnerable.
Esto es lo que la primera película logró tan bien,
fíjate en que Wolverine adopta a Rogue como un tío bonachón (defensor), es leal
a un equipo al que no le debe nada (honorable) y cuando pelea, sale ese
salvajismo (dualidad). En la serie animada la cosa era con Jubilee, en el cómic
con Kitty Pryde y en Old Man Logan… si te lo digo, te lo arruino.
En ningún otro medio vamos a ver reflejado esto mejor que
en la serie de 1982 Wolverine, escrita por Chris Claremont y dibujada por Frank
Miller —quizá porque este fue EL momento que codificó esos tropes. Una obra de arte de cinco estrellas y uno de los mejores
cómics que vas a leer en tu vida.
Para que tengas contexto (recuerda leer por acá), esta serie de cuatro números salió
cuando Claremont ya había escrito la crema y nata de los X-Men (La Saga del Fénix, el Fénix Oscuro, The
Brood) y manejaba la mitología mejor que Stan Lee, Len Wein y Jack Kirby.
Pasó de ser un tipo que escribía declamaciones a un narrador con una voz súper
suelta. Desde que se separó de los X-Men ha sido criticado porque su trabajo no
se compara con lo que hizo en los 70’ y 80’ y la verdad es que su obra moderna parece
estéril sólo porque en aquellos años era sublime.
¿Y Frank Miller? Me molesta mucho cuando veo a “fans”
actuales quejarse de él por sus actitudes personales, desmeritándolo y
censurándolo. Te lo pongo así: Si Frank Miller nunca hubiese entrado al cómic,
el medio hoy sería indudablemente diferente, probablemente peor. Sus aportes
construyeron tanto al arte secuencial que hoy son prácticas habituales. Cuando
dibujó Wolverine venía de una temporada perfecta en Daredevil y todavía le
esperaba su obra en Batman y Sin City. Un titán y un pilar del cómic moderno.
Cuenta la leyenda que ambos hombres concibieron la
serie en un paseo compartido en taxi rumbo a una convención; Miller le contaba
a Claremont que le encantaba su trabajo y, juntos, elaboraron un arco en el que
se destruía a Wolverine mientras lo redescubríamos –prácticamente lo mismo que
hizo Miller tres años después con Batman. Cuando se bajaron del taxi, unas
cuatro horas después, era cosa de llamar a Jim Shooter y contarle que el
proyecto era un hecho.
Wolverine abre con Logan rastreando a un oso que se ha vuelto
loco y atacó a unos campistas inocentes, por el veneno de unos cazadores mal
nacidos. Desde el inicio queda claro que siente más respeto y afinidad con el
animal que con los humanos y esto es algo con lo que lidiará de aquí en
adelante. James está muy consciente de ese lado salvaje y lo teme, a tal punto
que lo esconde de Mariko Yashida, la mujer que ama. Tras una temporada sin
saber de ella, Logan se lanza un viaje a Japón a ver qué pasa y descubre que su
chica está casada con otro –hasta acá se parece superficialmente a la película
homónima, pero la ejecución es súper diferente. Resulta que el papá de Mariko
la casó con uno de sus acreedores y pretende usarla como moneda para pagar favores
políticos. Esto marca un contraste dramático con nuestro héroe porque, de cara
a la sociedad, Lord Shingen (padre de Mariko) es un tipo muy honorable, un
daimio clásico, mientras que Logan es un extranjero que vino a buscar pelea y
romper un matrimonio.
La serie, que rompe un poco las barreras del Comics
Code en cuanto a sexo y violencia, es un crescendo artístico donde Logan lidia
con los tres núcleos, los quiebra y descubre qué significan. No te voy a contar
cómo termina la cosa porque vale la pena que lo descubras.
Realmente si quieres saber quién es Wolverine como
personaje, lee esa serie and you’re done.
Ahora, sería una injusticia cerrar esta entrada sin
hablar de Old Man Logan, no tanto porque funciona de base para la nueva
película, sino porque es, sinceramente, espectacular.
Lo dije en la entrada sobre Batman, Wolverine en manos de un narrador inexperto es un
personaje de relleno que pelea y ya, pero en manos de un verdadero escritor es
una de las cosas más interesantes del medio y bajo la pluma de Mark Millar, el
maldito brilla. OML abre en un futuro
post-apocalíptico en el que los superhéroes cayeron bajo un ataque definitivo
de sus némesis. Parece que Magneto, Red Skull y Dr. Doom unieron fuerzas y
hundieron al planeta en una tiranía a lo Mad Max. Logan es la sombra de lo que
fue, no sólo porque está más viejo y su factor regenerativo ya no es lo que
era, sino porque espiritualmente está en bancarrota. Algo pasó esa noche en que
el mundo se acabó que le corroe la consciencia y reniega hoy de las idealistas
aventuras que una vez tuvo. Bajo la presión de la Pandilla Hulk (los hijos
endogámicos de un enloquecido Bruce Banner), se une a Hawkeye en un viaje por
la tierra de nadie, llevando un paquete importante a una recompensa en metálico
que le permitirá pagar la renta y mantener a su familia a salvo. Un viaje por
los nuevos Estados Unidos y un redescubrimiento de sus raíces.
Tiendo a odiar las versiones alternas de personajes
clásicos porque muy rara vez están bien desarrollados, suele ser un “¿Qué pasa
si ponemos a Batman de pirata?” con ideas creativas sin escritura creativa. Esto
es la excepción, una novela gráfica que se lleva por los cuernos a lo que el
90% de los demás escritores han escrito sobre James Howlett, logrando lo
insospechado: Redefinir al personaje para una nueva era. Dicen que las grandes
historias nacen no de héroes omnipotentes sino de héroes con limitaciones. ¿Tú
te imaginas a un Wolverine que ha renunciado a la violencia y no ha sacado sus
garras en años? El arco de cómo llegó hasta ahí y a donde va ahora es una vaina
electrizante... y sangrienta. En caso que mencionar a Millar no fue suficiente,
lo recalco: Esta es una obra explícita y sangrienta. La colorida fantasía
habitual de Marvel está sustituida por una violencia muy a lo Robocop, de modo
que si eres un hadita del bosque que se ofende con facilidad, keep away from
this book.
¿Y quién es la niñita que sale en el tráiler de Logan? Laura Kinney, mejor conocida como
X-23, que cumple hoy en día con la labor y el manto de Wolverine (en los
cómics), apoyada por Old Man Logan y que es un clon del Logan normal; es
complicado.
Te explico rápido a Laura: El código genético que
tenía Weapon X de Wolverine estaba incompleto así que reprodujeron un cromosoma
X, donde debía haber uno Y (Weapon X –y la Fuerza Fénix- funciona como el
T-Virus en Resident Evil: Hace lo que
la trama necesite que haga); obtuvieron a una chica, con la que experimentaron
desde la cuna –otra diferencia es que Laura tiene dos garras en las manos y una
en los pies. Argumentalmente, Laura le trae un toque de juventud tipo Spiderman
al mito de Wolverine —porque Logan ha vivido, gracias a su regeneración, por
más de un siglo y cuando lo conocemos, es un adulto hecho y derecho, a
diferencia de sus colegas en la escuela de Xavier. En los cómics, Laura es una
chica impredecible porque ese autocontrol que tiene Logan, ella aún no lo
desarrolla (parte de su debilidad es que en Weapon X la prepararon para entrar
en estado salvaje involuntariamente, si ciertas condiciones –como aromas-
surgían). Está cabreada y su pasado es tan tormentoso que cuando Emma Frost
trató de leerle la mente, se echó para atrás de inmediato. “Nuh-uh. A esa mente
no quiero entrar”.
Laura es el objeto ideal para que Wolverine defienda,
porque es su reflejo más vulnerable, es su culpa y su pasado. ¿Podrá el salvaje
canadiense cerrar su ciclo cinematográfico contra Weapon X y redimir los viejos
pecados?
Nos vemos en el cine, mutantes.