martes, 10 de enero de 2017

La Lección de David Bowie



Hace un año perdimos a David Bowie tras una secreta batalla contra el cáncer. En aquel momento no pude decir mucho; Los duelos son privados.

Hoy, tengo unas palabras.


En 1995, David Robert Jones, conocido profesionalmente como David Bowie, se lanzó una gira que fue igualmente admirada y atacada. Unido al enfant terrible de la época, Trent Reznor —que a su vez cruzaba explosión mainstream con su disco The Downward Spiral—, cruzó Norteamérica en la gira de su nuevo corte de estudio, Outside.

Después de los 80’, su época de superestrella mundial, Bowie se fue apagando con riesgo severo de convertirse en uno de esos íconos que no logró dar el paso a nuevos tiempos. Probó suerte en un esfuerzo colaborativo, Tin Machine, que nunca terminó de cuajar. Era la época de Soundgarden y Pearl Jam y una estética que se enorgullecía por volver a un rock simple, lejos de los excesos del glam metal. El cantautor británico, artífice de quizá la gira más superproducida de los 80’, el Glass Spider Tour, se vio progresivamente relegado a las sombras. Vanilla Ice tomó el beat principal de Under Pressure y Nirvana sacó un cover que todo el mundo pensó original. Ese pareció el final.


Excepto que para la gira Outside, David tenía algo qué decir. Cuando se le preguntaba a Reznor quiénes eran sus influencias, puedes adivinar la principal; “Siempre me enorgullecí de no usar samples ni piezas de nadie en mi música” dijo en una entrevista. “Una mañana estaba conversando con alguien por teléfono y tenía puesto quizá mi disco favorito de Bowie, Low. Y mientras estoy hablando, oigo lo que, para mi terror, son las mismas notas en la misma progresión de (la canción de NIN) A Warm Place. Me volteo lento a las cornetas, sintiendo que el corazón se me congela. Era Warszawa. The Downward Spiral ya estaba listo, ya estaba mezclado y ya no podía hacer nada para cambiarlo. Colgué el teléfono y me puse a sufrir, convencido de que todo el mundo lo notaría y pensaría que fue a propósito” (oye Pinion y oye It’s No Game; las notas de guitarra son las mismas).

La relación fue simbiótica –Bowie se benefició del público y la exposición de Nine Inch Nails y Reznor exprimió la oportunidad de trabajar con su ídolo (puedes verlos juntos en I’m Afraid of Americans). El concierto en sí, más que un featuring, era un performance piece: Empezaba NIN con su set normal. Cerca del final, entraba Bowie y juntos, NIN y David Bowie, tocaban un par de canciones de Reznor. Luego se unía la banda de Bowie y ambos grupos tocaban canciones de Bowie (si nunca has visto a Trent en la estratósfera toxicómana, esta es tu oportunidad). Luego todos de NIN se iban excepto Trent, tocaban unas canciones más, Trent se iba y empezaba el set de David como tal. Era una progresión gradual en la que el mismo escenario iba cambiando y cada grupo tenía su identidad visual y musical específica.

Y los fans lo odiaron.


Si eras fan de Nine Inch Nails, salías ganando, porque veías a tu grupo predilecto. Quizá una porción sentía curiosidad por el otro músico, pero lo normal era que apenas los gringos se iban, la audiencia lo hacía también. Outside (y luego Earthling), como prácticamente todos los discos de Bowie, no es un disco fácil de escuchar. Tienes que sentarte y poner de tu parte; Primero, es un disco de rock electrónico y tecno, cero guitarrita hippie, cero jazz, cero kraut, cero grandiosidad ochentera. Segundo, no sigue estructuras pop (estrofa-coro-estrofa-coro-solo-coro). Tercero, sigue su propia narrativa y está plagado de mezclas y remixes, de modo que si te gusta Little Wonder y compras la versión del disco que no es, el Little Wonder que consigues puede ser muy diferente al que salía en MTV. Para más inri, Bowie tocó casi exclusivamente canciones del álbum, dejando de lado clásicos como China Girl, Let’s Dance y Ashes to Ashes, por los que mucha parte de su propia fanaticada iba al concierto.

Es decir que en un momento donde lo más fácil habría sido irse por lo seguro, hacer una vaina pop y complacer al público, Bowie hizo lo contrario. Noche tras noche.

“Me gustaba la combinación entre mi trabajo y el de NIN, aunque mis fans lo odiaron. ¡Mala suerte!” dijo ese diciembre. “¿Cómo ejecutas suicidio comercial? Simple: Toca canciones de un disco que no ha salido todavía y complementa el set con canciones oscuras que nunca has tocado en vivo (…) Fue un reto diario, pero entre más lo hicimos, mejor comunicación alcanzamos con el público”.

Si no sabes nada de Bowie, lo que acabo de describir puede parecer una excentricidad o ganas de complicarse la vida, pero si sabes quién era, esto es exactamente lo que esperarías de él. Estamos hablando de un tipo que grabó un disco hippie psicodélico y que iba a todas partes con una guitarra diciendo que “Voy a ser grande, lo voy a lograr”. Por un tema de miedo escénico relanzó su imagen bajo la personalidad de un extraterrestre bisexual que venía, con glam rock, a salvar al planeta mientras se ofuscaba en autodestrucción narcótica (concepto fusilado al 100% casi treinta años después por Marilyn Manson en su Mechanical Animals), un exitazo que siguió con uno de los discos más icónicos de todos los tiempos y una gira revolucionaria que mezclaba a la música con el teatro. 

“Me era mucho más fácil presentarme ante la gente si no era yo, si asumía otra personalidad”. Y qué personalidad; ya no era Bowie, sino Ziggy Stardust, un héroe más grande que el rock and roll. Estamos hablando de un tipo que, invitado a los grandes programas, portada en todas las revistas, codeándose con Jagger y Lennon, anunció sin advertirle a nadie en la última noche de aquella gira que “De todos los shows, este es el que más se quedará con nosotros no sólo porque es el último del tour, sino porque es el último que alguna vez haremos”. Rock ‘n’ Roll Suicide indeed.


Se “retiró”. En la cima del mundo, Ziggy y sus Arañas de Marte desaparecieron.

 
Tras un periodo de experimentación glam, reapareció en 1976 con un look, una actitud y una personalidad totalmente diferente. 

La música ni siquiera era la misma; Station to Station, muy lejos de ser un disco de rock o una secuela del Aladdin Sane, es un disco de funk y soul, música negra cantada por un neo-fascista “delgado duque blanco”, un “very nasty character indeed” descrito por su autor como “hielo disfrazándose de fuego”. Hoy considerado uno de los mejores discos de la historia, el cantautor estiró habilidades vocales insospechadas, saliendo tanto de su zona de confort que esta ni siquiera estaba en el mapa. El lanzamiento dejó a moros y cristianos rascándose la cabeza. “O sea, sí, la música es buena, pero no entiendo qué está pasando.” Y para un tipo que “odiaba bailar”, check out the moves on Davy Jones:

UPDATE 2019: El video original fue borrado, así que aquí está esta genial versión en vivo de la misma canción.

¿Puedes adivinar qué hizo cuando estaba en la cima otra vez?

Nadie lo sabía en el momento (porque además era cándido), pero Bowie atravesaba lo que posteriormente describió como “los peores años de su vida”, entre adicciones y una colapsada vida personal –incluso arrestado por malaconducta. Enfermo de farándula, recogió sus cosas, agarró a Iggy Pop y desapareció de la faz de la tierra, a Berlín, donde “podía salir a la calle con tranquilidad”, dando paso a uno de sus más famosos y celebrados períodos artísticos.

Deprimido y hastiado, se echó a leer, se envolvió en Kraftwerk y krautrock, sintetizadores y texturas, y Low fue un disco ya ni siquiera de rock o soul o funk, sino de arte. Una cara con temas accesibles aunque abstractos y otra con experimentos y música de ambiente, fue la gota que rebasó el vaso en términos de percepción comercial. La Rolling Stone dijo que el inglés carecía de la introspección para sus aspiraciones avant garde y el New York Times lo reseñó como un exitoso experimento, complejo pero hermoso. Hoy Low es visto como un disco adelantado a su época por al menos quince años.

Y el segundo corte salido de Berlín se volvió un himno.


Esa trilogía, Low-heroes-Lodger salió a razón de uno anual. Por su propia confesión décadas más tarde, estaba abatido y melancólico… e hizo lo que muchos consideran el mejor trabajo de su carrera. Siempre llevaré a Sons of the Silent Age conmigo, tema que me alcanzó en un momento clave de mi vida, lo narró y lo definió y cuyo significado me reservo.


Los 80’ encontraron al inglés fortalecido, aunque subestimado y, esta vez con una sensibilidad pop más notable, asumió el trono de ícono cultural. Scary Monsters es uno de esos discos que puedes poner y dejar que corra de principio a fin, una corte que, aunque resuelto a sonar en la radio, no adopta poses mercenarias y nunca se aleja del núcleo artístico –considera cómo abre el disco y cómo cierra. Claro que el look era tan novedoso como el sonido, pero es que hasta en el amanecer del video musical, Ashes to Ashes es estimado como uno de los acercamientos más novedosos al medio de MTV. Y fue en esta época en que se unió a Queen con un tema legendario (“Al salir del concierto se me acercó un chico” dijo Bowie a mediados de los 90’, “Me dijo ‘Me gustó mucho lo que tocaste, pero ¿por qué tocaste un cover de Vanilla Ice?’”).


Ten en cuenta que además de lo antedicho, el tipo era un celebrado actor, pintor y ensayista. Era un consumado compositor, productor, arreglista y ultra-versátil vocalista, pero además era pianista, guitarrista, bajista, saxofonista, percusionista, tocaba la harmónica y le metía al violín. Diseñaba su propia ropa. Adoptó una sexualidad públicamente ambigua en una época en que ser gay estaba estrictamente prohibido. Produjo y mezcló el mejor disco de los Stooges, sentando preceptos fundamentales para el punk. Estuvo casado veinte años con la misma mujer, de la que más nunca se desprendió. Tras sufrir un infarto en el 2003, se alejó del ojo público, pero fue incapaz de alejarse de la música. Grabó discos elogiados en estricta confidencialidad, tomando al mundo por asalto en una era en que cualquiera cuenta con una videocámara en el bolsillo.

Y cuando la sentencia final de su enfermedad le llegó, lo asumió con estoicismo, sin decirle a nadie, sin dejar de trabajar tanto en un nuevo corte de estudio como en una producción original para Broadway. Grabó Blackstar sabiendo lo que le venía, dejando explícitamente un testamento artístico de su propia conclusión –estaba tan activo que los músicos que colaboraron con él no sabían que estaba enfermo. Su cumpleaños, el disco y el último día ocurrieron simultáneos, el postrero acto de menuda obra. La última fotografía que se tomó para nosotros lo muestra sonriente, valiente, con menos de un mes en esta tierra y sin que eso le arruine la aventura.


Something happened on the day he died
Spirit rose a meter and stepped aside
Somebody else took his place and bravely cried:
“I’m a blackstar, I’m a blackstar!”

He dicho varias veces por mis redes e incluso acá que el artista que indudablemente ha influido más en mí es David Bowie y si has convivido conmigo de alguna forma, está garantizado que te he aburrido con extensas peroratas sobre su acercamiento al arte como forma de vida. Esa es la lección que nos dejó y que les pido a todos que nos tomemos a pecho, todos los que alguna vez hemos oído una canción y nos hemos conmovido sin razón práctica, los que nos sentamos alguna vez a escribir porque tengo que terminar el texto, los que hemos dicho “¿Y si ahora me pongo a pintar?”. Casi ninguno de nosotros cuenta con las inclinaciones y talentos que él tuvo (y tienes todavía en algún lado), pero sí podemos adoptar su maña: Nunca te conformes. Nunca hagas lo que se espera de ti, explora, quema el mapa de tu zona de confort. ¿Sabes cantar? Aprende a tocar guitarra. La edad es un número. Actúa, escribe, aprende a bailar, ¿tuviste éxito con una historia de fantasía? Saca una de terror. ¿No le gusta a nadie? Ese no es tu problema, volaste y caíste en tus propios términos y volverás a levantarte porque esto es lo que eres y es imposible concebir la vida de cualquier otra forma. Arriésgate. Salta al vacío a pesar del miedo, que lo peor que puede pasar es que no pase nada. Sé un artista de la cuna a la tumba. Dale el dedo medio a las limitaciones y a los que te digan que “No puedes hacerlo”. ¿Quién, si no tú, define de lo que eres capaz? Y cuando llegue el momento, vete de este mundo con una sonrisa.

I still grieve for Bowie.
Pero siempre le agradeceré la lección.

2 comentarios: